Traducir poesía

por Alejandro Crotto[1]

Básicamente, traducir poesía consiste en comprender desde la emoción un poema en otro idioma y trasponerlo creadoramente en el propio. Es una forma de escribir poesía, entonces, cuya especificidad radica en que la inspiración técnica al escribir se orienta a dar cuenta de una experiencia de lectura.

            Al igual que la escritura de poesía, la traducción es una actividad siempre un poco misteriosa, que la inteligencia ilumina solo parcialmente, en la que las generalizaciones fracasan y en la que los excesos taxonómicos pueden resultar contraproducentes, paralizantes.

            Al igual que escritura de poesía, hay en la traducción un primer momento que está por fuera de la escritura en sí. Y también en este terreno la intensidad con la que se lo viva resulta decisiva. En el caso de cualquier traducción feliz, el primer paso es ser tocado íntimamente por un poema.

            Subrayar como primer paso esa vivencia subjetiva puede parecer un exceso romántico de mi parte, pero es sobre todo algo práctico: en ese ser tocado por el poema, como veremos, está el norte que puede guiar nuestra traducción. Porque traducir un poema tiene, además de algo misterioso, inexplicable, algo de metódico proceso sucesivo: es enfrentar una serie de situaciones concretas, cada una de las cuales admite soluciones de muchos matices desde la reescritura libérrima a la severa literalidad… por lo general todas objetables.

            Pero veamos todo esto en un poema en particular, por ejemplo este de Robert Frost:

 

STOPPING BY WOODS ON A SNOWY EVENING

Whose woods these are I think I know.  
His house is in the village though; 
He will not see me stopping here  
To watch his woods fill up with snow.    

My little horse must think it queer 
To stop without a farmhouse near  
Between the woods and frozen lake   
The darkest evening of the year.  

He gives his harness bells a shake  
To ask if there is some mistake.  
The only other sound’s the sweep  
Of easy wind and downy flake.    

The woods are lovely, dark and deep,  
But I have promises to keep, 
And miles to go before I sleep,  
And miles to go before I sleep.

 

            Un poema célebre y, a primera vista, sencillo: alguien se ha detenido junto a un bosque que le es familiar en una noche en la que nieva. Mi caballo, conjetura, debe de estar pensando que es raro haber parado acá, en la mitad de la nada en esta noche negra y fría. Efectivamente, el caballo sacude la cabeza, como preguntando si no hay algún error, y se oyen las campanitas de su arreo, y enseguida, cuando se apagan, el sonido del viento y de los copos que caen. El bosque es apacible, oscuro y hondo, sí, pero hay promesas que cumplir, y mucho que andar antes de dormir. Y mucho que andar antes de dormir.

(…)

 

[1] Esta entrada del Portal Web es la introducción del artículo “Traducir poesía” publicado en el número papel Hablar de Poesía 47 (julio 2023).


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