Borges – Dos despedidas

El artículo que abre el número papel Hablar de Poesía 47 (junio 2023) se llama “Fervores de Buenos Aires”. Lo escribió Lucas Adur, y consiste en pensar poéticamente los cambios que Borges realizó a su libro Fervor de Buenos Aires entre la primera edición de 1923 y la segunda de 1969. A continuación, compartimos una especie de fragmento satelital, escrito por el mismo Adur para nuestro Portal Web, en el que se detiene brevemente en los cambios que sufrió el último poema de Fervor de Buenos Aires, “Despedida”.

por Lucas Adur

Este año se cumple un siglo de la publicación del Fervor de Buenos Aires, de Jorge Luis Borges. Se trata de un libro muy conocido –seguramente, el más leído de sus tres primeros poemarios–, el que abre todos los volúmenes de su Obra poética y de sus Obras completas. Y, sin embargo, si nos remontamos a la edición original de 1923, Fervor es un libro casi desconocido.

      La edición que hoy puede conseguirse en librerías es, para simplificar, otro libro; un libro que su autor fue modificando –con supresiones, correcciones y agregados– a lo largo de casi cincuenta años.  Los números son contundentes: menos de un veinticinco por ciento de los versos de la primera edición se mantienen en la última versión recogida en la Obra poética. Más de tres cuartas partes del libro han sido suprimidas o sustancialmente alteradas. Cuando Borges, en el prólogo de la segunda edición, de 1969, declara: “No he reescrito el libro”, está muy lejos de ser exacto.

      ¿Cómo trabaja con esos textos? ¿Qué elimina, qué reemplaza? ¿Los mejora? En el ensayo “Fervores de Buenos Aires”, de Hablar de Poesía 47 (junio 2023) intento responder esas preguntas. A modo de anticipo, consigno aquí, con un breve comentario, las dos versiones de “Despedida”, el último y uno de los más bellos poemas de Fervor de Buenos Aires, que en aquel artículo quedó afuera del análisis:

 

DESPEDIDA (Fervor, 1923)

Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será un milenio entre nosotros.

El tiempo arrancará con dura mano
las calles enzarzadas en mi pecho.
No habrá sino recuerdos.
(Oh tardes merecidas de mi pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos desalentados, pobre cielo
humillado en la hondura de los charcos
como un ángel caído…
Y tu vivir que agracia mis anhelos
y ese barrio dejado y placentero
que hoy en luz de mi amor se resplandece…)

Definitiva como una estatua
entristecerá tu ausencia otros campos.

 

DESPEDIDA (Fervor, 1969)

Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.

          No habrá sino recuerdos.
          Oh tardes merecidas por la pena,
          noches esperanzadas de mirarte,
          campos de mi camino, firmamento
          que estoy viendo y perdiendo…

          Definitiva como un mármol
          entristecerá su ausencia otras tardes.

 

      Lo más notorio es la reducción: los dieciséis versos originales se convierten en diez. La condensación, entiendo, potencia la expresividad del poema, especialmente su carácter fatalista, cifrado en el dístico final. En estos versos el reemplazo de “estatua” por “mármol” me parece un acierto, ya que connota no solo la idea de lo inmóvil sino de la tumba, de lo definitivo. La sustitución de “milenio” por “magia”, en el tercer verso, es igualmente feliz: “y el mar será un milenio entre nosotros” traduce poéticamente la distancia en tiempo, lo que no está mal, pero “el mar será una magia entre nosotros” introduce en el empleo inesperado de esa palabra, una maravillosa ambigüedad (y la ambigüedad es una riqueza, como nos recuerda el necrólogo de Pierre Menard).


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