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Algunos libros recientes (diciembre 2024)

Algunos libros recientes (diciembre 2024)

EL PARAÍSO (Caleta Olivia, 2024) de Anahí Mallol.

Anahí Mallol nació en La Plata en 1968. Publicó más de una docena de libros de poesía y de ensayo (entre los que podemos destacar Polaroid, Zoo, Como un iceberg, El poema y su doble, entre otros) que la han convertido en una referente indudable de la poesía argentina contemporánea. El libro es una celebración (una rareza por cierto en los tiempos que corren); en particular, una celebración del amor maternal. Hemos sido expulsados del paraíso, es cierto, y esa afirmación recorre las páginas. Pero también es cierto, como dice la atinada contratapa de Marina Mariasch, que este hermoso libro “habla desde el paraíso. Un paraíso que es ahora edén, ahora es un jardín cualquiera, o el living de la vida misma. Es el lugar del amor, esa felicidad que se guarda «en el bolsillo secreto del corazón»”.

Compartimos dos poemas:

*

Fue verse y estar ya todo dicho
la flecha de cupido
yo te vi vos me viste nos miramos
no hubo nadie nada más en el centro de ese lazo
de una vez y para siempre lo supimos
había un paraíso y ahí estábamos
en la fidelidad al milagro
de querer y saberse querido y aventurar un para siempre
en medio de los cambios
los cuerpos que crecen se hacen viejos
el pelo alborotado las bocas tristes o risueñas
los tonos de la voz
el capullo de palabras
que se descubren o se dicen como si fuera
la primera vez del mundo
el dedo que señala y dice un orden
acá el perro
acá la flor
acá la casa
el centro siempre una promesa
como un azahar una presunción y un acto
el fulgor de lo conocido en la presencia
el arrullo de un verano eterno

*

Si te dijera que no me dejes
afuera de tu risa
si te dijera no me dejes afuera tampoco en la tristeza
sería un pedido un ruego y también un error
esto ya lo vivimos ya estamos adentro
cada uno del otro y de la tierra
alrededor del sol
con sus demonios y sus quimeras
estamos adentro de la idea de un dios
indiferentes o amorosos somos por dentro
del sucederse de las estaciones y los ciclos
el vagido del nacimiento y el gusano que te transforma en barro
estamos adentro de los mundos paralelos y del número infinito
del primer motor inmóvil y del destino
del azar y la libre voluntad que nos mueve
como restos de caracol en la orilla de la playa y el vaivén de las olas
en el ojo de buda y el niño que muere
en el arca de noé y para siempre
este olimpo es nuestro

*********

VÍCTOR HUGO. POESÍA ELEGIDA (Losada, 2024). Edición bilingüe. Selección, introducción, traducción y notas de Alejandro Bekes.

Un tesoro y un acontecimiento. Sesenta y ocho poemas que cubren todo el arco de la producción poética de uno de los grandísimos de la literatura francesa. O sea, mundial, universal. Clásico y romántico a la vez, más grande en definitiva que cualquier etiqueta, Víctor Hugo es una figura que siempre vale la pena revisitar. La excelente introducción artístico-biográfica, las notas, la cuidada traducción en verso (con finísimo instinto, Bekes elige muy bien cuándo traducir la rima, y cuándo no), la disposición bilingüe, todo es una fiesta en este libro que, repetimos, es un verdadero tesoro. Por decir algo de lo que puede encontrarse, abriendo el libro al azar: una traducción impecable en castellanos alejandrinos pareados del monumental “À celle qui est restée en France”… En fin. Si somos un país digno, dentro de pocas semanas estará agotado y reimprimiéndose.

Compartimos un poema, también de Las contemplaciones:

MAÑANA, AL ALBA…

Mañana, al alba, blancos los campos en la aurora,
partiré. Ya lo ves, yo sé que tú me esperas.
Andaré por los bosques, por montañas austeras.
Lejos de ti no puedo estar ya ni una hora.

Andaré, pensativo, absorta la mirada,
sin ver nada ni oír lo que afuera murmura,
solo, oscuro, encorvado, con las manos cruzadas,
triste, y para mí el día será la noche oscura.

No miraré ni el oro que la tarde derrumba
ni hacia Harfleur los veleros de lejano temblor.
Y cuando haya llegado, pondré sobre tu tumba
ramos de verde acebo y de brezos en flor.

3 de septiembre de 1847
[LAS CONTEMPLACIONES, IV, XIV]

DEMAIN, DES L’AUBE… 

Demain, dès l’aube, à l’heure où blanchit la campagne,
Je partirai. Vois-tu, je sais que tu m’attends.
J’irai par la forêt, j’irai par la montagne.
Je ne puis demeurer loin de toi plus longtemps. 

Je marcherai les yeux fixés sur mes pensées,
Sans rien voir au dehors, sans entendre aucun bruit,
Seul, inconnu, le dos courbé, les mains croisées,
Triste, et le jour pour moi sera comme la nuit. 

Je ne regarderai ni l’or du soir qui tombe,
Ni les voiles au loin descendant vers Harfleur,
Et, quand j’arriverai, je mettrai sur ta tombe
Un bouquet de houx vert et de bruyère en fleur. 

3 SEPTEMBRE 1847
[LES CONTEMPLATIONS, IV, XIV]

*********

 

BIOGRAFÍA DE EDGAR BAYLEY: LA MÚSICA VENDRÁ (Gog y Magog, 2024) de Mario Nosotti.

(por Marcelo Díaz)

Mario Nosotti se encarga de articular una obra poética con una experiencia de vida, podríamos hablar de un ensayo bio-bibliográfico que implica detenernos en los procesos de escritura de Bayley, en los mecanismos secretos de la lírica y no en la anécdota, lo cual no es una tarea sencilla. El esfuerzo encuentra su recompensa finalmente. Ahora, cómo es el recorrido que realiza el crítico, cómo sería la rosa de los vientos que construiría un lector para resolver, si es que acaso se puede resolver, la pregunta acerca de cómo leemos una obra literaria.

       De esta manera la tarea de recuperar la voz de un poeta del canon de la poesía argentina desde una mirada crítica supone por lo menos dos movimientos de lectura: leer de manera atenta y con un criterio una obra literaria y a la vez despejar con claridad las tonalidades de esa voz.

       Para este caso la biografía nos lleva a integrar en un mismo plano la voz de Edgar Bayley, su escritura, con las voces del mundo en el que le tocó existir. Se trata de unir una voz singular y personal con las voces que circularon, y que circulan todavía, a su alrededor. Sabemos que la reconstrucción de una trama tiene múltiples dimensiones y a la hora de tomar una decisión sobre qué registraremos y qué dejaremos de lado los pensamientos rumiantes vuelven a aparecer como interrogantes una y otra vez. 

       El trabajo es casi arqueológico porque se trae al presente una realidad que ya no existe, y que dejó huellas: manuscritos, cartas, testimonios, entrevistas, revistas y así. El archivo, entendido como documento verdadero e incuestionable, no se le escapa al lector crítico. Al contrario, es complementario con la construcción de un personaje, con el ejercicio de la imaginación sostenido en la materia de los hechos ocurridos. Y lo más significativo: se justifica en lo ya escrito.

       La música vendrá es la anunciación de lo ya enunciado. Por qué: por la razón de que Edgar Bayley ya escribió y ya dejó este mundo, lo que no quiere decir que los sentidos sobre sus poemas y sus textos no puedan brillar en nuevas direcciones o mejor: resonar como una canción que siendo idéntica siempre suena de manera diferente.

       Por eso quién no escuchó alguna vez el verso, convertido en una sentencia existencial: “es infinita esta riqueza abandonada”. Nosotti complejiza la trama porque el alcance de la misma no es limitado, por el contrario: amplifica el espectro de lecturas y recupera significados que creíamos olvidados. La narración va construyendo nuevas constelaciones de lecturas consecuencia de una labor minuciosa cuidada hasta el mínimo detalle.

       La poesía no es sólo claridad, sino que es un espacio de encuentro con los otros, es una aventura invertida en el mundo donde los sentidos asociados al capital son sagrados porque Bayley elige la comunión con los otros, el territorio de lo compartido, no de lo colectivo en sí como una abstracción, sino que hablaría con más precisión del bien común: esa es la pobreza, aquello que ilumina con esperanza y nos brinda la posibilidad de creer que aún es probable que la palabra, y que la palabra poética específicamente, circule y resuene, en los demás y que lo que los demás digan resuenen tanto en mí, en vos, así como en el mismo poeta. La comunidad convertida en un clan y el clan como un tejido de afectos sostenidos por la fragilidad y por la intensidad del ovillo de la poesía.

       Los otros configuran una posibilidad para edificar el porvenir a la par el instrumento para ese emprendimiento no es otro más que la propia escritura. Para eso escribimos, para sostener un talismán radiante en el corazón de las sombras, y de eso hablamos cuando nos preguntamos por el oficio del poeta, del trabajo desacralizado frente al presente y al futuro.

       La constelación de nombres que intentan dialogar la poética van desde Madariaga, Jitrik, Girri, Raúl Gustavo Aguirre, Molina, Urondo, Bustos, Gelman, Pizarnick, Lamborghini, Fernández Moreno, etcétera. Pero antes dije que era una obra singular, y al serlo todo diálogo se vuelve complejo y casi intraducible.

       Quizá, para Bayley, la poesía además de ser una obra luminosa es parte de una ingeniería que permite reconocer los mecanismos y las piezas que componen la realidad desde una perspectiva íntima donde la invención y la presencia de un yo introspectivo, atento, y emotivo atraviesa el mapa de toda una obra. Mario Nosotti recupera los procesos creativos de Bayley: sobre los borradores de los textos originales rescata los primeros trazos, las primeras grafías, en donde estaría contenida la experiencia original poética como un horizonte, una búsqueda y una brújula para los lectores.

       Cada reflexión sobre el recorrido de Nosotti deja margen para nuevas reflexiones. La música vendrá es un libro que no cancela lecturas, esa es su gracia, sino que la proyecta y diversifica en el futuro: ya hablaron de los nombres propios, ya hablaron de las generaciones, ya hablaron de las poéticas y de las tensiones entre ellas. En este caso me detengo en cómo leemos a Edgar Bayley, y por qué su lectura responde a una demanda de los tiempos. Me quedo en la interpretación del poema como suspendido en una meditación, un ejercicio crítico más cerca de la sensibilidad, de la emoción y del modo en que el universo sentimental encuentra un tono en el poema.

       Evidentemente somos testigos de una época en la que la necesidad de sentir en plenitud pareciera haber desaparecido. Y si el trabajo de Bayley hoy se recupera es porque la vivencia de cada uno de nosotros y de nosotras en esta temporalidad desde algún lugar nos interpela. En otras palabras: quizá la poesía sea necesaria para que los vínculos y para que la experiencia de habitar este universo nos devuelva la vitalidad.

       No quisiera volver al enunciado “es infinita esta riqueza abandonada” desde el lugar común construido durante décadas. Nosotti en ese sentido re direcciona la significación de ese verso y de ese poema como si cada vez que miráramos la bóveda celeste fuese otra representación mental la que visualizamos, o como si las constelaciones en sí mismas hubiesen cambiado de lugar sin darnos cuenta.

       Leer coincide con el mecanismo de la cinta de Moebius pero en el caso de Bayley Nosotti acelera las transformaciones de los sentidos de la obra poética, modifica los puntos de vista del perfil del autor, construye nuevos recorridos para llegar a una voz y deja espacio para el ejercicio de la diferencia, de las interpretaciones que no se han formulado, y de las que ya empiezan a enunciarse como susurros en las y los lectores.

       En fin, no hablamos de encontrarnos solo con los otros, de hilar los vínculos cortados por el filo de la pérdida, del abandono, de los tiempos sombríos de la Historia universal. En cambio, hablamos quizá de volver a reconstruir lazos para llegar a nosotros mismos, para revisar y para restituir nuestra propia voz, más allá de si hay o no hay esperanza más adelante. No me animaría a mencionar el misticismo o el encuentro con lo sagrado. Digo, la poesía desde aquí sería percibida como el diagrama de un puente que nos lleva al final del camino a encontrarnos con nosotros mismos sin desconocer la multiplicidad de voces que nos rodean hasta alcanzar un estado de cierta correspondencia, cuando no de sincronicidad, entre quiénes somos y el universo en su totalidad.

ABRIR LA PUERTA

me pregunto
y es una pregunta inmoral
si servirá de algo abrir esa puerta
que da al patio
a la tierra
al viento del mundo
a los pasos de la gente
me pregunto
si servirá de algo escribir
a estas horas de la noche
en el silencio de mi habitación
con la puerta cerrada
sería tan sencillo
me digo
abrir por fin la puerta
y asomarme y mirar
dejando que me lleven
los pasos y la sombras del camino
me pregunto si servirá de algo explicar
por qué no explico
cuando tanta palabra y confidencia
intentaron traducirme
y ponerme al descubierto
si servirá de algo abrir la puerta
me pregunto
y andar por el patio
por el mundo entre la gente
abrir de par en par la puerta
para que todo pueda cumplirse
como la hoja de un cuchillo al extremo de un puente
como la red y el roble que salvan la alegría al final del espectáculo
como el canto de las aguas y el susurro de la siesta
como la playa en sombras y el lecho infinito de los amantes reencontrados
para que todo pueda cumplirse
la luz la noche la inocencia
el nombre que pasa entre las ramas
la puerta se abrirá enteramente
se abrirá por fin la puerta
por si alguno
quiere volver a entrar o salir
o curiosear entre mis cosas
o esperarme mientras vuelvo
y si tardo y no regreso
salir al viento
y olvidarme

***********

SOLSTICIO DE VERANO (Alción Editora, 2024) de Ricardo Herrera.

Ricardo Herrera no es un nombre cualquiera en el marco de Hablar de Poesía: dirigió la revista durante sus primeros 35 números.  En los últimos años ha comenzado a escribir lo que él mismo calificó como la tercera y última etapa de su escritura poética, signada por la conciencia del final, y el ritmo ha sido incesante: Herrera el viejo (2020), Lady Macbeth (2021), Almuerzo en Traslasierra (2021), Caligrafías (2022), Tras la tormenta (2022), Grupo de familia (2023) y ahora este Solsticio de verano. Hay una profunda unidad en estos siete libros publicados en cuatro años: el diálogo del poeta consigo mismo, las meditaciones sobre el arte de la poesía, de la pintura y los libros, las meditaciones sobre la vejez y la proximidad de la muerte, la cuestión de los lazos familiares, las emociones relacionadas con un gran amor perdido (en un amplio arco que va desde la reconciliada aceptación al amargo despecho). Eso, en cuanto a los temas. Sobre el estilo, lo que se repite es un tono directo, más allá del ajuste a la ortodoxia métrica, que sorprende por su naturalidad, sobre todo si se lo compara con el estilo más abstracto y elevado de sus libros anteriores.

Compartimos dos poemas:

UNA GEÓRGICA

Ayer, en un corral, día de Reyes,
nació un potrillo en plena madrugada.
Cuando lo vi a la tarde ya se erguía,
ya olisqueaba la hierba y la lamía.

¡Milagroso animal! Mi hijo mayor,
que es criollo hasta la médula, sonríe;
dueño y señor de ese corral situado
en un bajío de su propiedad.

Su expresivo mutismo satisfecho
es lo habitual en él, sobrio en palabras
porque su sentimiento es pudoroso;
sus fuertes son la risa y la ironía.

Diría que tiene algo de centauro.
Hermanado a la yegua parturienta
por un pacto de sangre entre dos razas,
de algún modo el potrillo es hijo suyo.

Yo, con la poesía, en las antípodas,
intento incorporar a la palabra
el vigor de su ser, que es innegable,
y manifiesta el temple de su estirpe,

que como he dicho es criolla, casi gaucha.
Hay empuje y paciencia en su carácter
generoso y cordial, hombre a la antigua
de silencio elocuente y verba breve.

Con pocos trazos hago este boceto
en esta pastoral improvisada
que se vincula con mi actual poética:
huir del hermetismo y ser realista.

Las personas amadas son bocetos
de posibles pinturas, dijo un poeta;
algo que aquí vislumbro vagamente,
pero que de momento me contenta.

LA VIDA ARRASTRADA

Acrónico, ignoro en qué día vivo,
cualquiera de ellos puede ser el último,
de modo que estoy siempre disponible
para emitir el último crujido.

Lo real es el clima, un día sin sol.
Mis temas menguan, al igual que el cuerpo,
y mirar hacia atrás se hace difícil,
si no imposible. Sólo en las mañanas,

como un resucitado atino a más,
un más que se reduce a hacer la compra
de algunos alimentos, unas frutas
y huevos y verduras, también pan.

Vuelvo como un autómata a lo mío
y enfrento el papel blanco cotidiano
en busca de poesía, extraño amor
al verbo, el único que está a mi alcance.

Destinatarios no hay para esos textos,
monólogos cedidos al azar.
Aunque son algo más que un exorcismo
del tedio y de la nada que me agobia.

¿A quién le escribo? ¿A Nemo? ¿A un Deus absconditus?
Tal vez le escribo a mi maestro muerto
o a la literatura simplemente,
a la literatura que releo.

Sólo la relectura me conforta,
algo que se parece a corregir.
Volver sobre lo mismo, una costumbre
placentera y valiosa si uno busca

reparar distracciones y desidias.
Es como reencontrar a un viejo amigo
y ver que no estuvimos a su altura
cuando lo conocimos. Era más,

mucho más que nosotros. Apurados,
en el primer encuentro lo juzgamos
equivocadamente; la amistad
se reanuda, se ahonda, ya no estamos

tan solos. Piedra blanca para el día
que ahora es una fecha memorable.
Y la vida arrastrada se recobra
de su agotado andar a la deriva.

*********

EL CUERNO DE AMALTEA – EDICIÓN CORREGIDA Y AUMENTADA (Editorial Brujas, 2025) de Martín Zubiria.

Un libro de esos que da gusto encontrar, porque son el indudable fruto de una pasión sincera e íntima. Una pasión que vista desde afuera nos resulta al principio un poco incomprensible, pero que después nos deja enriquecidos y agradecidos. Es claro que esta colección de epigramas (una forma poética de un hexámetro y un pentámetro, cuyos orígenes la introducción del libro se ocupa de compartir), con sus subrayados, voluntarios anacronismos, es un libro que, de espaladas a su época, da cabal cuenta de una personalidad que enseguida se nos hace querible. Son trescientos (más selecciones y traducciones que se suman al libro), y recorrerlos es asomarse a un recorrido muy personal que incluye la intimidad, el humor, las lecturas, la observación de detalles casuales y muchos etcéteras difíciles de consignar en una microreseña como esta. Comparto algunos al azar, mientras releo (algunos tienen títulos y otros no, algunos vienen seguidos de una breve nota), no necesariamente en orden:

EL EPIGRAMA SE UFANA DE SU PROSAPIA

Griega es mi forma y es griego este ritmo en que vivo y respiro,
griego el arcano saber que a caminar me enseñó. 

 

LAPACHO EN PRIMAVERA: HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS

Malvas tus flores y un cielo en setiembre el confín de tu gloria.
Alma quien tiene y te ve, rompe contigo a cantar.

LA CARTELERA TEATRAL DE BUENOS AIRES

Buscas en vano a Terencio, a Racine, al risueño Goldoni.
Este espantable pregón hace a los cuerdos gemir.

 

OPUSCULUM IUSTITIAE: AL OÍR A BORGES CRITICAR LAS ODAS ELEMENTALES DE NERUDA

Por esas odas que cantan la luz secular de lo simple
doy cien sonetos poblados de espejos, monedas y tigres.

DE LA FAUNA ACADÉMICA: EL ALUMNO DIFÍCIL

Mucho despejo, revueltas lecturas, espesa sordera.
Preso en los vahos de un yo, quiere, opinando, ser él.

 

LA TETERA BLANCA DE PORCELANA

Un buhonero arrastraba aquel carro con mil chucherías
–noche de estío en Shanghai– donde por dicha te hallé.

 

ANTE UN SEPULCRO DE SEGOVIA

Suave misterio la llama de amor en la noche del alma;
guardan tus liras el pan tierno que nutre mi fe.

***********

 

EL PRESENTE PUEDE SER BASTANTE PROLONGADO EN CUALQUIER TIPO DE ENCIERRO  (CABURÉ, 2024) DE EUGENIO COIRO.

Un libro escrito desde el corazón mismo de la necesidad: una vida, con una carga muy peculiar de intensidades, hecha poemas. No se trata de lograr sutiles efectos rítmicos, de experimentar con la escritura desde la liviandad del arte por el arte, se trata de poner en papel desde una pulsión muy íntima las cosas que evidentemente alguien (Eugenia Coiro) necesitó escribir como poemas. Por suerte para quienes lean.

Compartimos un poema.

*

Tuve los apellidos de mi madre
pueblos de dos casas
Galicia abuelo y abuela
piedras vacas verde montaña 

a los seis dos nuevos
taparon los anteriores
en mi partida de nacimiento
el arreglo incluye un tachón 

viví de prestado esa nueva casa
aprendí fácil a levantar la mano
tomaban lista y decía
soy yo
sin asomo de duda 

mi padre biológico
décadas más tarde le ofreció
a esa hija bastarda que soy
él también su apellido 

no acepté pero a veces pruebo
una entonación caribeña
dos nombres cinco apellidos
juego a la telenovela
esta historia de parches y tachón
cuenta algo de mí

***********

AQUÍ NO HAY VIENTO (Alción Editora, 2024) de Cecilia Romana.

Otro libro excelente por necesario. El poemario va contando una historia: una historia nueva y vieja, una historia de amor. El yo del poema, ya terminada la relación, va recordándola: una relación intensa, prohibida, que ha dejado sobre todo pérdidas y algunas ganancias. Una ganancia indudable: esa relación truncada permitió la escritura del libro.

Compartimos un poema:

*

Tenía piernas muy largas.
La punta de la nariz se le ponía roja
cuando hacía frío.
Se vestía formalmente
y no supo lo que era
un par de zapatillas
hasta el día que me conoció.

Era un hombre de fortuna. Fortuna como suerte
y también por el dinero.

Escribía en los bares. Manejaba
un auto blanco.

No sabía estacionar. Compraba libros
que no leía
y yo lo amaba por todo eso.

*********

TULANG PINOY (Fadel & Fadel, 2024) de Daniel Durand.

La mejor contratapa que leí en mi vida:

“Tenía 52 años, estaba soltero, tenía mi casa con libros, patio y amigos. Pensaba si seguir así, continuar envejeciendo de esa manera, o dejar esta vida y empezar todo de cero, vivir una segunda vida, vivir la vida de nuevo. Decidí esto último.

En el año 2015 conocí a Niña Castillo, en una página de citas.

Después de una relación virtual de 7 meses decidí ir a visitarla a Filipinas, donde finalmente me quedé a vivir durante 4 años. Formamos una familia, nos casamos y tuvimos dos hijos. Vivíamos en Dahican Beach, una playa paradisíaca con un mar turquesa y una playa de arena color manteca. Vivíamos en una casa de bambú con una terraza que daba al mar, que empezaba a los 40 metros. Ahí todas las tardes entre 2016 y 2018 escribí en un cuaderno, lentamente, todos los fragmentos que componen este libro.

En 2018 decidimos venir a Argentina con toda la familia, donde vivimos hasta la actualidad”.

El libro en sí está compuesto por poemas largos y fragmentarios, que a la vez pueden ser vistos como momentos de un solo poema. En sus 90 páginas hay lugar para todo. Por ejemplo, para momentos de poesía indudable:

Yo fumo de parado mirando las estrellas
de mar que están prendidas a las rocas del fondo
azules y compactas, inmóviles y mudas.
Aprieto la colilla para apagar el faso
contra una roca blanca fractal y coralina.
Y vuelvo para casa mirando las palmeras
que ya no dicen nada como soldados muertos.

O, menos clásica pero igualmente lograda:

Yo que venía muerto desde el big bang
hasta que de casualidad nací hace 53 años,
desde el día que nací ando enloquecido,
desaforado, después de estar muerto
trece mil ochocientos millones de años

Por lo que tiene de especie de novela condensada, este Tulang Pinoy (“poema filipino”, informa el google translate) recuerda al que para mí es el mejor libro de Durand: “Salto grande”. Tal vez lo que no termina de estar a la altura de este nuevo proyecto sea el tono un poco sobrador que sobrevuela casi todas las páginas:

A estas líneas solo las escribo
Para terminar la página treinta y siete
Y pasar a esta que en mi Word es la treinta y ocho

Es verdad que muchas veces ese tono sobrador nos puede resultar simpático, por ejemplo:

El terreno baldío de al lado
vale dos millones de dólares
yo lo meo todas las mañanas
y me vuelvo a la cama…

Pero en general el efecto es de distanciamiento, como cuando se recurre al procedimiento de ir repitiendo un mismo tipo de arbitrariedad a lo largo de las páginas con la ilusión de que esa repetición las dote de sentido (“A mí me dicen Palanca! / Pero respondo a Manteca!… Cuando paso a mí me gritan Ballena / pero mi dni dice clarito castillo… Ayer me gritaron Calabaza / hoy me dijeron Tornillo … A mí me dicen cara de Carlos / pero mi cara es de Eduardo…” etc, etc), o cuando pareciera que se persigue el propósito de llamar la atención sin importar mucho el cómo:

El sábado vino de visita
la prima de mi novia
con su marido taiwanés.
Ella es Kring Kring Zheng,
la pequeña y joven esposa
de Yani Zheng, alto flaco
de piernas largas y enorme cara chata.
Les dimos la pieza de la beba
y se quedaron a dormir.
A la noche tarde, por un agujerito en la madera
pudimos ver como el taiwanés pelaba
un tremendo pijón que parecía
más grande todavía delante de la cara de Kring Kring,
primero la empomó por la boca
y cada vez que se la metía le sacaba chichones en la nuca,
después la puso en cuatro y de un solo pijazo
le reconfiguró todas las tripas.

De todos modos es un libro largo, y tal vez se vayan develando matices más desafiantes en las sucesivas relecturas, que esa contratapa sin dudas le hará merecer.

*********

UN BROTE DE PINO (Renacimiento, 2024) de Carolina Esses.

Carolina Esses nació en Buenos Aires en 1974 y este es su tercer libro de poemas (ha publicado además dos novelas). El libro fue galardonado con el español Premio Tiflos de Poesía, y fue (muy hermosamente) editado en España. Un libro urgente, necesario para quien lo escribió, íntimo, que gira alrededor de la muerte del padre. Con una escritura directa, casi cruda, que tiene a la vez algo de diario de registro, Esses logra ese milagro de intensidad que a veces alcanza la poesía. Compartimos tres poemas:

2.

Llamé a mamá
lo hacía a cada rato
ahora que papá había muerto
pero también antes.
Cuando atendió dije
hola, hola
–el silencio,
un acantilado feroz
el vacío al que se abre una ventana–.
Pensé: me está diciendo algo que no llego a entender.
Pensé: sabe que soy yo, va a volver a llamar,
pero no lo hizo.

41. 

Un instante antes de quedarse dormido
debajo de la máscara de oxigeno
me vio.
Fue como decir otra vez acá o a vos te parece
una carcajada limpia, muy de él.
Eran las 11 de la mañana del 22 de agosto.

43. 

Unas veinte, veinticinco personas
esperan conmigo
en el área de Salud Mental del Rivadavia.
Podríamos pasar todo el día juntos.
La mujer que transpira
el que habla por celular
la que lee en voz alta
todos los demás.
Formamos parte de una comunidad que quiere estar mejor,
la acabamos de armar, ahora
hace un momento;
abajo, en los patios del hospital
las plantas crecen en racimo
las hiedras serpentean alrededor
de los árboles, desbordan
los canteros.

**********

POSTALES DE INVIERNO / CIELOS DE ENERO (Barnacle, 2024) de Alfredo Rescia.

Me gustó mucho la poesía de Alfredo Rescia, que no conocía. Una voz paciente, parecida al agua cuando se ahonda y se oscurece sin perder su transparencia. Gratitud y dolor hechos mirada, palabras. Estos dos libros (publicados en un solo volumen por la imprescindible Barnacle) son una excelente oportunidad para conocerla, para dejarse tocar por ella.

Comparto dos poemas, uno de cada libro:

11.

Cuando tenga los ojos pobres
se dorará el verano.

Campanas más verdaderas
tañerán mi nombre.

Ah… existimos
en hábitos de arcilla
y en usos del otoño.

Ejercitamos el barro.
Nos probamos los sueños

Y nunca hartos de sol.

Taciturnos
ante el mármol:
sombra y rocío
de lo eterno.

Levantaremos
estatuas de largos días.

 

44.

Ahora,
cuando en la llanura
el cardo
es más azul que la tarde.

Y lo más tuyo
es este latido
que apagan los días.

Comprendes.

Valió perder.
Valió ser el último.

*********

LAS CINCO ETAPAS DEL DUELO (Serapis, 2024) de Linda Pastan. Edición bilingüe, con introducción y traducción de Renata Prati.

Parte fundamental de la construcción de una cultura poética viva es la aparición de libros cuidadosamente escogidos, pensados, traducidos y editados como este. Se celebra entonces la aparición de este volumen y la dedicación y el amor que han puesto evidentemente en él Renata Prati y la editorial Serapis.  El libro es el tercero y probablemente el más conocido de la norteamericana Linda Pastan (1932-2023), y, estructurado a partir de la teoría sobre las etapas del duelo de la célebre psiquiatra Elizabeth Kübler-Ross, da un marco poderoso para la aparición de la voz de la poeta, una voz clara, cristalina, que logra hablar de las sombras con una sencillez pasmosa.

Compartimos un poema:

CARTA DE AMOR

Nevó
sobre esta página
y quedaron huellas
como de algún
animalito perdido
en la tormenta blanca

en la batalla fría
del aliento
el tuyo crea
la única nube
en la que puedo apoyar
la cabeza

LOVE LETTER

it has snowed
on this page
and there are tracks
as of a small
animal lost
in the white weather

in the cold battle
of breath
yours forms
the only cloud
on which I can rest
my head

*********

KATANA n° 12. Dirección: Carlos Rey. Colaboradores del número: Laura Estrin – Ricardo Herrera – Lucas Margarit – Pablo Porro – Pablo Seguí. – Giselle Lucía Navarro – Santiago Sylvester. – Pablo Ingberg – Franco Bordino – Carlos Rey – Jorge Rodríguez Hidalgo. Diagramación : Pablo Fez.

Un nuevo número de KATANA, revista que ya ocupa de pleno derecho un destacado lugar en el universo de la poesía argentina. De 100 páginas, cuidado diseño y circulación gratuita (puede leérsela y descargársela acá), este décimo segundo número viene con muchas cosas excelentes, que están a ese click de distancia:

(i) Una nota editorial de Carlos Rey, que empieza hablando sobre Lautréamont y termina en una conmovedora y sincera defensa de la poesía.

(ii) Poemas de Laura Estrin, de Lucas Margarit, de Santiago Sylvester y de la joven cubana Giselle Lucía Navarro.

(iii) Un texto de Montale sobre Dante, traducido por Ricardo Herrera. Incluye momentos decisivos como este: “Que la verdadera poesía tiene siempre el carácter de un don y que por lo tanto presuponga la dignidad de quien lo recibe, esta es acaso la mayor enseñanza que Dante nos ha dejado”.

(iv) Uno de los momentos más esperados por quienes seguimos la revista: Pablo Porro, que en esta oportunidad escribe sobre Stevenson y sobre Carlos de la Púa. También Pablo Seguí escribe en esta oportunidad, sobre un poema de Reynaldo Jiménez.

(v) Un cuestionario a Pablo Ingberg, una reseña de Franco Bordino sobre un libro de Alejandro Crotto y otra de Jorge Rodríguez Hidalgo sobre un libro de César Bisso.

  

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COMPOSICIÓN: CRISTALES (Salta el pez, 2023) de Mercedes Roffé.

Mercedes Roffé nació en Buenos Aires en 1954. Desde 1997 está radicada en Nueva York. Ha publicado numerosos libros de poesía, entre los que se destacan: Cámara baja, La noche y las palabras, La ópera fantasma y Las linternas flotantes, entre otros.  El libro incluye dibujos de la autora, y esa intención plástica está presente también en la deriva verbal de los poemas.

Compartimos un poema:

*

Tus periódicos mienten
tus ángeles mienten
tu ciencia miente
tus números mienten
el agua y los colores mienten

Avelina miente
Ai Wei Wei miente

y este papel
y esta noche
y estas palabras

y estos vacíos
estos planos
estos círculos
estas hilachas de luz
estas gotas de sangre
vieja

y estos árboles
y estos ríos

pero Avelina no miente
Ai Wei Wei sí

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EL DIOS DE LOS VACIÓS (Alción Editora, 2024) de Carina Sedevich.

Un nuevo libro de poemas de la cordobesa Carina Sedevich, considerada una de las voces referentes de su generación. El libro está compuesto por 8 poemas largos, subdivididos a su vez en partes. Dice la lúcida contratapa de Carlos Battilana: “Las palabras y las cosas. La mínima materia del signo como extensión de la experiencia. Hijo. Madre. Gata. Patio. Religiosidad por la materia del mundo. La mirada se vuelve piadosa ante la riqueza abandonada. Ante sus oscuridades. Ante su sinuosidad. Carina Sedevich logra con este libro liberarse del lastre instrumental de la lengua, y la usa como si fuera el camino andariego de los insectos, de las mariposas en su frágil periplo. Sitúa la mirada en pequeños seres y objetos, y no deja de referirse al amor, a la fuerza del misterio. Pero no como tópico o tema. Sino como índice de sus propias posibilidades. De su propio prodigio como poeta. Por eso al citar a Jacobo Fijman («Toda mi carne mortal recoge la blanca limosna del misterio») se cita a sí misma en términos de humildad y de don: «He hecho lo que he podido./ Como en los poemas»”.

Compartimos el primer poema, “Cinco amarillos engrillados vivos”, que está dedicado “A Irina” y se abre con el siguiente epígrafe de Jacobo Fijman: “Los espacios oceánicos modulan el amor”.

1.

El recuerdo, ese borde contra el cual me he pegado tanto tiempo,
se disuelve. O el tiempo ha perdido su materia
pringosa, gruesa, y ahora es seco en el aire, como la tierra.

Los pájaros negros se persiguen en la hierba.

Me voy sabiendo que el punto más cercano entre dos almas es el silencio.

*

Estás entre los seres blandos, indefensos,
labrados piel adentro.

Pero la mañana es sucia.
La ropa les empieza a quedar chica.
Las palabras hermosas nunca son suficientes.

*

Yo te daba palabras. Fragmentos
del silencio inextinguible
que no se puede completar.

*

Quisiera pensar que habito en un lugar
de tu pequeño corazón. O creer que es posible recordar.

Y sé que solamente me he movido entre espinas
y que la dulce tensión de acunarte y cantarte
con los ojos cerrados
en aquella casita
llegará a disolverse muy adentro
y volverá en olas amargas, espaciadas,
como todo
lo demasiado íntimo y lejano.

*

Ahora te miro sonreír. Dura segundos
tu foto en la pantalla.
Levanto los ojos hacia un árbol solo
que el viento bate, verdísimo.
Todo es pasado, incompleto, fúlmine.
Regresa el peso atroz de la mayor ternura.

2.

¿Ves ese árbol de ramas oleosas?
Adentro las flores resguardan tigres.
Cinco amarillos engrillados vivos.

*

Escuchá, querida,
el sonido de las cosas tras

el tiempo fluyente.
El rumor de la continua
despedida,
del encastre pobre del
encuentro.

Los roces del alma
intentándolo
siempre.

Todo se disuelve menos ese sonido.

*

Escuchá, querida,
cómo le pesan al silencio
oscurecidos por el sol
los manojos de flores de los ceibos.

*

Sin embargo quiero ser recuerdo.
Como un árbol. Signo

que esté en un momento
en lugar de algo
para vos.

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LO QUE PERSISTE (Salta el pez, 2024) de Agustina Rabaini.

Agustina Rabaini nació en Santa Fe en 1974, pero vive hace mucho en Buenos Aires. Lo que persiste es un libro muy logrado donde varios temas recurrentes (los hijos, la pareja, la contemplación de la naturaleza, las raíces familiares y lo japonés, los recuerdos, la escritura y la búsqueda de la propia identidad) se entrecruzan delicadamente, con una levedad que misteriosamente logra subrayar la intensidad del deseo que articula la mirada de quien escribe.  Los textos de contratapa, de María Julia Magistratti y de Carlos Battilana, son muy buenos, así que los compartimos:

“Como recibir postales japonesas que viajan atravesando el tiempo y cobran espacio en el poema, eso propone la lectura de este libro: un viaje por escenas que nos invitan a ser respiradas otra vez, porque acaso el poema sea eso, una luz que se prende y se apaga.

Apuntes sobre la persistencia de algunas cosas que, aunque migren, no cambian de estado y reaparecen en otra latitud, distintas pero iguales. 

«Lo que persiste» es, sobre todo, el hallazgo de esas perseverancias. Todo se une en una trama infinita, de Japón a Coronda o al Jardín Botánico de Buenos Aires y de allí a la casa familiar; del daruma, amuleto japonés, al dibujo de un niño en otra ciudad y en otro tiempo; de una marioneta al salto de un juego infantil; de un trazo de Hokusai al reflejo de las aguas en el Delta.

Tenaces, las cosas viajan y suturan. Y así será siempre.”

(María Julia Magistratti)

“En un clima de herencia oriental, Lo que persiste apunta a designar la paciente cronología que sucede por afecto. 

El libro gira alrededor de una idea, la noción de que por sobre la contingencia hay una perseverancia de orden silencioso: la atención por las cosas del mundo, el amor por esa fragilidad. 

También estos poemas se abren a la celebración por lo inesperado en un espacio de hospitalidad. La poeta escribe: “voy / hacia la hermosura / como al sonido del agua / o la lluvia desatada / de anoche”. Y agrega: “confiar en lo que / pueda aparecer”. 

Estos poemas –pequeñas delicadezas artesanales– devienen afectivos por obra de una apertura amorosa a la materia singular de las noches y de los días.”

(Carlos Battilana)

Y compartimos dos poemas:

*

Que inventara una palabra
y un significado, le dijeron.
Haik, escribió él con letra preciosa
luego un dibujo
y una definición.

Familia:
que se quieren desde que se conocieron.

Cuando vuelvo
a la hoja
sus letras recuerdan
otra palabra
tenía doce más que él
y había empezado a juntar
poemas escritos en el idioma
de mi abuelo japonés.

Mi hermana hacía papel reciclado
y yo transcribía haikus
en libritos
Issa Shiki Soseki Basho Buson

Cinco, siete y cinco sílabas
y recordá la perspectiva
lo grande puede ser pequeño
si está lejos
lo pequeño puede ser grande
de cerca.

Adentro abajo detrás
puede haber más
que lo evidente.

Inventar: diseñar algo que antes no existía.
Crear historias imaginarias.

Que las palabras y las cosas
se ensamblen
volver a la foto instante
de mi niño dibujando
haik o haiku
familia de la sangre
de las palabras
escapar del lenguaje
a través del lenguaje
confiar en lo que
pueda aparecer.

*

Un lápiz imposible
de chiquito
tu taza de café
tus libretas
y la mano en la cabeza
con más o menos
fastidio
según el día
el pelo sobre la frente
las piernas cruzadas
y los libros cerca
el amor infinito
por tu animal
la pasión por la carne
cierta música
sin letra
y los chistes
de los que no me río
lo trabado y los enigmas
como método
los juguetes a cuerda
las películas a toda hora
y algo en el fondo
de un Matisse
todas las preguntas
que te hice
sigo haciéndome
las mismas
nueve años
después.


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