Dos poemas de amor a Cristo

El primero es de Lope de Vega.  Es el poema XVIII de las Rimas sacras, publicadas por primera vez en 1614. El segundo es un poema que ha sido atribuido a distintas personas (desde Santa Teresa a San Ignacio de Loyola, pasando por el mismo Lope de Vega). Lo más probable es que haya sido escrito por el mexicano Fray Miguel de Guevara, aunque no hay tampoco pruebas fehacientes. En todo caso fue, escrito entre fines del siglo XVI y principios del XVII, y es considerado uno de los mejores poemas en lengua castellana.

¿QUÉ TENGO YO QUE MI AMISTAD PROCURAS? (LOPE DE VEGA)

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía:
“Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía”!

¡Y cuántas, hermosura soberana,
“Mañana le abriremos”, respondía,
para lo mismo responder mañana!

NO ME MUEVE MI DIOS PARA QUERERTE…

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.


RELACIONADAS