Un poema peregrino

por Martina Fernández Polcuch

(…)[1]

 

El poema fue escrito en 1891; Yeats tenía 26 años y vivía en Londres. En 1889 había conocido allí a Maud Gonne: una actriz, una mujer comprometida en política que lo introdujo en los círculos del independentismo irlandés, y que pasó su vida entre París, Londres y Dublín (un “alma peregrina”). Compartió con ella unos pocos días, pero fueron suficientes para que él se enamorase. Yeats le propuso casamiento en 1891 y posteriormente tres veces más, a pesar de que ella ya estaba comprometida. Siempre lo rechazó. Tuvieron un encuentro (apasionado, según las biografías) unos años después, pero ella siguió abogando por la independencia también en el plano amoroso. En una carta de 1914, en la que se adivina una amistad cómplice entre ambos, Gonne se justifica alegando una relación de proporcionalidad inversa entre la belleza y la felicidad en la realidad y la literatura: “…conviertes en bellísima poesía aquello que llamas tu infelicidad, y eso te hace feliz. Un matrimonio sería algo tedioso. Los poetas no deberían casarse nunca. El mundo debería darme las gracias por no casarme contigo”.

 

(…)

 

En primer lugar, se plantea la pregunta por la conservación del esquema métrico. Si, como sostiene Mary Oliver, el pentámetro es el verso por antonomasia, que inscribe al poema en la tradición sin marcación particular, este rol lo puede cumplir en castellano el verso endecasílabo o el alejandrino. Opto traducir en endecasílabos, apuntando a una síntesis semántica y sonora, y a evitar la bipartición del verso propia del alejandrino.

 

(…)

 

Algunas libertades en el plano semántico, como “abrir” el libro (en lugar de sacarlo del estante), o metaforizar la mirada del “soft look” que traduzco como “aire dulce”, así como algunas omisiones, responden a una concepción del verso –y no de la palabra– como unidad semántica mínima. Así, la traducción paga el precio de un grado menor de especificidad en vistas a lograr una musicalidad más cercana al tono general de un poema que, como todo gran poema, ofrece innumerables caminos para su exploración, alguno de los cuales la traducción revelará.

 

 

CUANDO, YA VIEJA…

Cuando, ya vieja y gris y soñolienta,
dormites junto al fuego, abre este libro,
lee lento y rememora el aire dulce
de tus ojos de antaño y su honda sombra;

muchos amaron tus horas de gracia,
tu belleza, genuina o falsamente,
pero uno amó tu alma peregrina
y amó la pena en tus rostros cambiantes;

y al inclinarte luego hacia las brasas,
triste, murmura cómo huyó el Amor
y cruzó las montañas en lo alto
y su rostro ocultó entre las estrellas.

 

WHEN YOU ARE OLD // When you are old and grey and full of sleep, / And nodding by the fire, take down this book, / And slowly read, and dream of the soft look / Your eyes had once, and of their shadows deep; // How many loved your moments of glad grace, / And loved your beauty with love false or true, / But one man loved the pilgrim soul in you, /  And loved the sorrows of your changing face; //  And bending down beside the glowing bars, / Murmur, a little sadly, how Love fled / And paced upon the mountains overhead / And hid his face amid a crowd of stars.

 

[1] Esta entrada del Portal Web está constituida por fragmentos del artículo que con el mismo título fue publicado en el número #44 en papel de Hablar de Poesía. En él, se analizan distintos aspectos del poema “When You Are Old” de William Butler Yeats, y se propone una traducción.


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