Poetas del #44 II

Compartimos una selección de algunos poemas de cinco de los poetas publicados en el número papel Hablar de Poesía 44: Selva Sepúlveda, Jimena Marcos, Guido Gentile, Gabriel Caldirola y Luis Eduardo García.

SELVA SEPÚLVEDA nació en Villalonga en 1982.

ESTAMPIDA

Es peligroso pasar un verano en el monte,
cualquier vidrio expuesto al sol puede desencadenar un incendio.
Cualquier cuerpo corre peligro cerca del tuyo.
Es fácil enamorarse de vos.
La radio anunciaba la cercanía del fuego,
una cortina de 50km comenzaba a devorarse los chañares.
El locutor describía cómo los bomberos luchaban con la suerte del viento.
Aconsejaba irse, dejarlo todo,
resguardarse en algún lugar donde haya un claro
una porción de tierra limpia que nos salve de arder.
Ya no había otra opción,
el fuego se acercaba y nos metimos en el molino
bajamos con una soga,
teníamos las manos lastimadas
pero no sentíamos dolor.
Desde ese pozo, con las piernas bajo el agua
podíamos oír la carne de los animales crujiendo,
la estampida.

 

REGRESO

Volver al pueblo
y notar que mis viejos duermen separados.
Esto que, a simple vista, no significa más que eso
cuesta lo que a plata de hoy sería
las Pussy Riot irrumpiendo en la final de la Copa del Mundo.
La poesía, ahora, es un partido
que se disputa en la cama de mis padres.

 

SUSHI

Te observo
mientras intentás enseñarme
cómo usar los palillos chinos
sujetando

          esparciendo
          concediéndome
          desde esa extensión de tus dedos
          el alimento.

Viéndote así,
todo lo que no tenía rostro ni nombre
ahora lo tiene.

 

**********

JIMENA MARCOS nació en Lobos, Provincia de Buenos Aires, en 1984. Es Licenciada en Psicología (UBA), tiene una Maestría en Psicología (Fundación Jung de Buenos Aires) y una Maestría en Escritura Creativa (UNTREF).

*

SOBRE MI CAMA TENGO UN CRUCIFIJO PLATEADO
montado en terciopelo rojo envuelto
ese Cristo vive en una casita
de vidrio sobre mis sueños

me asusta que sepa
lo que ignoro cuando duermo mis hijos
oyen ronquidos gritos de serpientes
en los montículos de tierra que sostienen
reseca nuestra vida

dejo el crucifijo espero la visita
de mi hermana Ángela
que reza en la capilla
de la Virgen del Rocío

le pide que nos lleve a Andalucía
donde hay sueños transparentes
sobre colinas de esmeralda

 

*

NADO EN EL MAR SOY
un peso muerto
las olas habitaciones de agua
me apago donde la espuma
corta la superficie

escucho mi propia voz
gritando como un puñal
hacia adentro

tal vez fui demasiado lejos
tal vez no ardí lo suficiente

 

*

TU DEDO MARCA LAS LETRAS EN LA ARENA
patea las carcazas los tallados
caracoles yo te miro hundirte
en los pastizales cuando el sol
coincide con lo que oculta

 

***********

GUIDO GENTILE nació en Avellaneda en 1986. Es Licenciado en Letras por la UBA y se dedica a la docencia.

LO QUE SE SABE ABAJO

Mi padre ve a su padre muerto
dos décadas atrás que ahora
lo mira en un andén del subte
y no reacciona, sigue parado en el vagón
mientras las puertas se abren y vuelven a cerrarse
y suena la sirena, hace como alguien
que se equivoca de lugar,
se frena, trata de entender, se va.

Después en casa lo describe
tal cual la cara, el traje gris, sus libros
de química en las manos.

Entre la gente en el andén
no lo llama, no le hace un gesto;
tal vez le baste con mostrarse, ahora
mi padre sabe que lo muerto
aunque se queme sube cuando quiere.

No sé qué siente mientras dura el viaje,
solo tengo los hechos,
el subte, la visión, seguir de largo,
subir para contarlo, inquietamente feliz.

 

ALGO MÁS GRANDE QUE LA VIDA

Y de esas ramas salen otras ramas
y por cualquiera de ellas se va al tronco
y a las raíces que se tuercen hondas
para romper la piedra en la vereda.

Mientras duró el derrumbe
crecimos preguntándonos
qué íbamos a recordar,
¿las manos con los guantes,
las hojas que se queman en la esquina,
el sol bajando adormecido
cuando volvemos en el auto,
el olor fresco de la casa
cada vez que llegamos con la noche,
la sombra del ciruelo donde treparse es fácil,
una historia imposible contada en una cena
sobre la espina que mordía la pata de un león
o aquella otra que lo mismo concluía
con un consejo: cortá sin miedo
mientras tanto la voz se afila?
¿o la disolución en un error,
un vaso roto, un ruido de agua
que cae de la mesa,
una marca de sangre en la manzana,
las heridas que nos hicimos
la Navidad que nos peleamos
como quien abre un frasco para olerlo,
el hilo con los puntos?
¿con qué no va a poder esta caída?
¿el accidente y el quirófano,
un cuerpo día a día en la ventana,
la iridiscencia del momento
en que empezamos a entender
por el favor que da una imagen,
la tristeza metiéndose en las olas,
la luz sobre las gotas en silencio,
los arcos en el fondo,
alguien picando ajo en la cocina,
el aire que resoplan los caballos?
¿qué vamos a salvar
cuando termine la caída?
¿las maderas clavadas como espadas,
el día que en el agua fuimos todo,
los ojos sorprendidos en el muelle
esa mañana de los peces,
una conversación interrumpida
por los metales que relumbran
enrojeciendo la memoria,
astillas de un enojo repentino?

Y de esas ramas salen otras ramas
y por cualquiera de ellas se va al tronco,
así el deseo multiplica y duele
marcando como rayo un centro vivo
y el cuerpo que se rompe queda abierto
a la unidad inmune de la gracia.

 

***********

GABRIEL CALDIROLA nació en Buenos Aires en 1986. Publicó los libros de poesía Hilo (2014) y Tapias (2019).

ESCUCHAR UNA PIEDRA

Escuchar
una piedra

en el fondo
del ruido.

Un único
latido

dos ecos
opacos.

Llama
extinguida

semilla
intacta.

Cerrada
en su fe

de fin
de mundo.

Tiempo
pulido

círculo
de noches.

Límite
del tacto

fósil
de la mañana.

Punta
de flecha

en el sueño
de un ciervo.

Luz de
sal

cristal
del cielo.

Corazón
de clausura

campana
quieta.

Monje en
silencio

horas
calvas.

 

***********

LUIS EDUARDO GARCÍA nació en Guadalajara, México, en 1984. Publicó, entre otros, Una máquina que drena lo celeste (2014), Bádminton (2018), Una extraña seta en el jardín (2018) y Ader (2021).

TRES ANIMALES QUE PODRÍAN EXISTIR

Un pájaro que emule
cada noche
con pequeños saltos
las posiciones de las estrellas
en las 88 constelaciones.

Un pulpo que encuentre
esqueletos de peces
y se quede quieto
a su lado
tres días
y tres noches.

Un armiño que recoja
solamente
flores blancas
y las entierre
sin razón.

 

UNA NUBE LE DICE A OTRA NUBE

Me encanta aprovechar cuando no hay mucho viento
y ver hacia abajo. Mira, ese humano parece una columna
de humo y ese otro un halcón
enfermo, ¿verdad que es relajante? Hay quienes le llaman
a esto pareidolia, pero yo prefiero decirle magia. Fíjate
en aquel, si entrecierras los ojos es idéntico
a un cráter lunar. Qué lindo. Mi único consejo
es que no pierdas el tiempo
con los que se ven como niebla
a punto de extinguirse.


RELACIONADAS