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Una particular relación de intimidad –Giannuzzi y ...

Una particular relación de intimidad –Giannuzzi y Casas

En el marco del Día Mundial de la Poesía este 21 de marzo, cada miembro del staff de Hablar de Poesía eligió un poema para compartir.  

Eleonora González Capria eligió dos, que comparte con un comentario:

Ok: confrontada a la decisión de elegir un poema para hoy, elegí dos. Cuando me preguntaron por qué estos en particular, de Fabián Casas y Joaquín Giannuzzi, la respuesta fue sencilla: “Hace más de quince años que me obsesionan y me acompañan”. No supe decir más.

Supongo que todo tiene que ver con la casa, al fin y al cabo.

En “Café y manzanas”, por ejemplo, el universo íntimo de los objetos, su extraña sobrevida urbana (la del café o las manzanas ya lejos de la planta o el árbol), su proximidad y su temperatura, hacen del hogar un refugio provisorio, incluso existencial que ampara de la historia y del fracaso. Ahí el individuo y así las cosas, a puertas cerradas. Pero el movimiento final del poema abre caminos misteriosos, imprime a los objetos con una marca de clase y, entonces, una dimensión social ingresa por la ventana: del departamento y sus rincones de la civilización (un departamento del piso alto por supuesto) descendemos por la verticalidad de aquel edificio a un espacio permeable, donde ya no hay lugar para lo hospitalario.

En “Despertarte”, la casa es en cambio la sede de familia, ya no del individuo, de lo íntimo entre dos y también metáfora clásica de la mente, con sus corredores y sus cuartos. Pero ¿qué pasa cuando la casa material y la inmaterial no dibujan el mismo plano, cuando no coincide la arquitectura de esta y de aquella? Nada más queda confrontar lo que ocultaron las sombras, las zonas no iluminadas, los espacios que se ha elegido no ver en la construcción mental. Ahí lo conyugal y así las cosas, a puertas invisibles cerradas.

Rehúyo siempre de las definiciones de poesía, pero alcanzo a entender lo que estos poemas hacen reverberar en mí: lo que estalla, lo que se sacude, el verso que nace del quiebre insalvable de un cierto orden.

CAFÉ Y MANZANAS (JOAQUÍN GIANNUZZI)

Café y manzanas en la tarde de junio.
En un tibio rincón civilizado
mis sentidos abarcan una situación ligeramente abstracta.
El mundo se ha vuelto hospitalario
como una tregua en medio de la historia.
Las manzanas despiden un resplandor amarillo,
el café entrega su humo íntimo.
Para mi fracaso de individuo contemporáneo
todo esto parece suficiente,
el frío interno de las manzanas,
el calor inestable del café,
dos razones de la naturaleza que escapan a mi dominio.
Así que estoy con mi trasero desparramado
en un aposento adecuado a mi clase social.
Puestas a buen recaudo las cosas suaves
allí se cierran las puertas al tumulto general.
Pero a veces estalla una bomba en el piso bajo
y la policía acude para saber quién es quién en este mundo.

DESPERTARTE (FABIÁN CASAS) 

Despertarte a mitad de la noche
y ver en el otro lado de tu cama
a tu mujer llorando
es una experiencia importante.
Quiere decir, entre otras cosas,
que mientras paseabas por los cuartos
iluminados de tu cerebro
algo se estaba gestando cerca tuyo.
Un error con el cual mantenés
una particular relación de intimidad.
Porque aunque no firmemos nada,
ni corramos apurados bajo la lluvia de arroz
pensamos que es para toda la vida
y así seguimos.
Botes, que durante la noche,
quedan amarrados al muelle,
golpeándose entre sí,
según el viento.


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