A mi cuerpo

En el marco del Día Mundial de la Poesía este 21 de marzo, cada miembro del staff de Hablar de Poesía eligió un poema para compartir.  

Acá el que eligió Paz Busquet, con un comentario:

Elegí el poema “A mí cuerpo” del libro El Nadador (1967) de Héctor Viel Temperley porque este tiempo de distancia y aislamiento me hizo pensar bastante en la identidad y en el mundo, o mejor dicho en la identidad-mundo del cuerpo.

Me gustaría compartir la sorpresa que me genera la forma en que el poeta trabaja la temporalidad. El poema, con sus recursos propios, es decir recursos de la poesía, logra hacernos sentir y aceptar la inesperada identidad entre el pasado, el presente y el futuro.

El poema ancla esa sorpresa en el cuerpo; y para mostrarnos que lo antiguo es joven y que lo que es, ha sido y será, Viel recurre a la comparación del cuerpo con el río: un río nuevo y viejo al mismo tiempo. Además, el reemplazo de la palabra “río”, como algo particular y cambiante, por la palabra “agua”, como algo general y estable, favorece esa escena final, en la que lo más íntimo, el momento de la infancia en el que se aprende a nadar, se convierte en universal y trascendente.

“Mira mi cuerpo, este animal antiguo
y joven, todavía, como el agua
cuando aprendía a nadar
solo entre cerros”

Por otro lado, quiero destacar la potencia que le dan al poema el uso de figuras como “torre” y “cueva” para referirse al cuerpo, porque nos hacen sentir la versatilidad de algo que puede imponerse y guardar al mismo tiempo.

Finalmente, todas las estrofas hacen un espacio a la soledad a través de la palabra “solo” y todas las estrofas dan lugar al vínculo a través del vocativo “Señor”.

A MI CUERPO

Señor, mira mi cuerpo.
Mira mi cuerpo antes que yo lo llame
y él me llame, gritándonos
de lejos.
Mira mi cuerpo, este animal antiguo
como el río más antiguo
y joven, todavía, como el agua
cuando aprendía a nadar,
solo entre cerros.

Señor, mira mi cuerpo.
Mira mi cuerpo, torre de mi infancia,
mira mi cuerpo, cueva a la que vuelvo
siempre
a sentarme solo
ante tu fuego.

Señor, mira mi cuerpo
como yo lo veo.
Oh cazador del agua en los veranos,
oh cazador, de mi alma
prisionero.
Oh cazador sediento de su casa,
más antiguo que mi alma,
más joven que su miedo.

Lo amamantaron entre pajonales
donde ya te perdía
el viento, con tristeza.
Lo amamantaron entre pajonales,
oh cuerpo mío, antiguo cuerpo,
cueva para el amor,
torre para la guerra.

Señor, mira mi cuerpo. Es inocente.
Oh cueva de tu fuego,
oh torre joven.
Por los largos veranos que aún esperan,
por estar junto a mí,
que me perdone.


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