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Ezra Pound – Y se llena mi boca de intrépida...

Ezra Pound – Y se llena mi boca de intrépida música

En el número 39 de Hablar de Poesía, que se acerca a la imprenta, en la sección “Dentro del poema” publicará Ramiro Vilar su versión enmarcada de un poema literalmente tremendo de Ezra Pound: su célebre sextina “Altaforte”. La traducción, que es también una sextina, le hace justicia al ritmo apabullante del original (“Y se llena mi boca de intrépida música”, “Y el trueno salvaje me ruge su música”, “Quiera pronto el infierno dejarnos sentir las espadas que chocan” “Los caballos de guerra lanzando en combate relinchos de gozo”, etc). A manera de adelanto, compartimos dos fragmentos de la introducción y el poema.

Acá lo lee performáticamente Ezra Pound.

 

“…Cuenta Noel Stock que la noche en que Pound le leyó a Hulme y a otros poetas su “Sestina: Altaforte”, mientras cenaban en un restaurante de Londres, el encargado puso un biombo alrededor de su mesa, supongo que para proteger a los demás comensales de aquel bramido. Porque la única imagen que puedo pensar es la del estallido de una tormenta. (…) Allí comenzó su intensa militancia, repetida en muchos ensayos de esa época, a favor de ese absolute rhythm, proceso en el cual fue fundamental su búsqueda técnica, su dominio de las formas rítmicas y métricas de la tradición poética. Para entonces Pound sabe que toda renovación se hará desde la tradición y no contra ella, y que para eso es necesario el dominio de lo formal. “Acusado” de trasgresor, de cultor del verso libre a la francesa, la verdad es que si Pound llegó a su propia libertad formal no fue por el camino del verso libre de Whitman o de los franceses de fin de siècle, sino por ese particular acercamiento a la forma que lleva a su naturalización, a su devenir instinto: «No hay, en realidad, dos clases de verso, el estricto y el libre; lo único que hay es una maestría que solo se llega a conseguir cuando la forma, por estar tan disciplinada, llega a ser un instinto y puede adaptarse a la finalidad determinada que se tiene entre manos», sintetizó T. S. Eliot en «Ezra Pound: su métrica y su poesía» (1917).”

 

SEXTINA: ALTAFORTE

Loquitur: En Bertrans de Born.
Dante Alighieri puso a este hombre en el infierno porque fue un instigador de discordias.
¡Eccovi!
¡Juzgadlo!
¿Lo he desenterrado?
La escena es en su castillo, Altaforte. “Papiols” es su juglar. “El Leopardo”, el emblema de Ricardo Corazón de León.                                                

I

¡Malditos sean todos! Todo el Sur nuestro apesta a paz.
¡Hijo de puta, Papiols! ¡A la música!
No puedo vivir sin el ruido de espadas que chocan.
Pero ¡ah! al ver los estandartes, púrpura y oro, que se oponen
y los campos debajo que se tiñen de rojo,
estalla mi pecho extasiado en aullidos de gozo.

II

El calor del verano me da el mismo gozo
si arrasa la tierra el tornado y mata su estúpida paz,
y el rayo del cielo dibuja en lo negro su rojo,
y el trueno salvaje me ruge su música,
y el viento que brama y las nubes dementes se oponen,
y cruzan los cielos hendidos espadas de Dios que se chocan.

III

¡Quiera pronto el infierno dejarnos sentir las espadas que chocan!
¡Los caballos de guerra lanzando en combate relinchos de gozo,
pechos armados que a pechos armados se oponen!
¡Mejor una hora luchando que un año de paz
y de mesas colmadas, y de vino y mujeres e insípida música!
¡No existe mejor vino que la sangre y su rojo!

IV

Y amo ver salir el sol con su sangre y su rojo.
Y observo en lo oscuro sus lanzas que chocan
y se colma mi pecho de gozo
y se llena mi boca de intrépida música
al ver su desdén desafiando la paz,
y su luz y poder a la negra penumbra se oponen.

V

Los hombres que temen la guerra y se esconden y oponen
al grito de guerra que invoco, no tienen sangre roja
solo saben pudrirse entregados a su preciosa paz
lejos del sitio en que triunfa el coraje de espadas que chocan;
si mueren esas perras yo me embriago de gozo
y lleno todo el aire con mi música.

VI

¡Papiols, Papiols, a la música!
No hay clamor que se iguale al de espadas y espadas que se oponen,
ni hay un grito que iguale al grito de guerra y su gozo,
cuando espadas y brazos derraman su rojo
y “El Leopardo” y los nuestros se chocan.
¡Maldiga Dios por siempre a los que gritan “paz”!

VII

¡Y que la música de espadas los cubra con su rojo!
¡El infierno nos jure que pronto oiremos espadas que chocan!
¡El infierno mancille por siempre la idea de “paz”!

 

 

SESTINA : ALTAFORTE

Loquitur: En Bertrans de Born.
Dante Alighieri put this man in hell for that he was a stirrer-up of strife.
Eccovi!
Judge ye!
Have I dug him up again?
The scene in at his castle, Altaforte. “Papiols” is his jongleur.
“The Leopard,” the device of Richard (Cúur de Lion). 

I

Damn it all! all this our South stinks peace.
You whoreson dog, Papiols, come! Let’s to music!
I have no life save when the swords clash.
But ah! when I see the standards gold, vair, purple, opposing
And the broad fields beneath them turn crimson,
Then howl I my heart nigh mad with rejoicing.

 II

In hot summer have I great rejoicing
When the tempests kill the earth’s foul peace,
And the lightnings from black heav’n flash crimson,
And the fierce thunders roar me their music
And the winds shriek through the clouds mad, opposing,
And through all the riven skies God’s swords clash.

 III

Hell grant soon we hear again the swords clash!
And the shrill neighs of destriers in battle rejoicing,
Spiked breast to spiked breast opposing!
Better one hour’s stour than a year’s peace
With fat boards, bawds, wine and frail music!
Bah! there’s no wine like the blood’s crimson!

IV

And I love to see the sun rise blood-crimson.
And I watch his spears through the dark clash
And it fills all my heart with rejoicing
And pries wide my mouth with fast music
When I see him so scorn and defy peace,
His lone might ‘gainst all darkness opposing. 

V

The man who fears war and squats opposing
My words for stour, hath no blood of crimson
But is fit only to rot in womanish peace
Far from where worth’s won and the swords clash
For the death of such sluts I go rejoicing;
Yea, I fill all the air with my music. 

VI

Papiols, Papiols, to the music!
There’s no sound like to swords swords opposing,
No cry like the battle’s rejoicing
When our elbows and swords drip the crimson
And our charges ‘gainst “The Leopard’s” rush clash.
May God damn for ever all who cry “Peace!”

VII

And let the music of the swords make them crimson!
Hell grant soon we hear again the swords clash!
Hell blot black for always the thought “Peace!”


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