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¿Por dónde vagaré?: Sendas orientales de Ashbery...

¿Por dónde vagaré?: Sendas orientales de Ashbery

Robert Hass explica que en sus cuadernos de viaje, Bashô dejó registrados algunos de sus propios haikus y algunos de los de sus amigos, trabajando a su vez para darle forma a esa combinación de prosa rematada con un haiku que será el haibun, a la que llevó a su madurez. Este es el comienzo de Nozarashi Kikô, Diario de una calavera a la intemperie, de Matsuo Bashô:

        Un día salí para un viaje de mil leguas. Me fui sin llevar provisiones. Como sobre un bastón, me apoyaba en las palabras de un hombre antiguo quien, según dicen, “entro en la nada utópica bajo la luna de medianoche”. Corría el primer año de la era Jokyô, en otoño, cuando la octava luna. Al salir de mi choza desvencijada a orillas del río Sumida, escuchaba el sonido de un viento extremadamente frío.

        Calavera a la intemperie
        en mi pecho, el viento penetra
        ¡hasta los huesos![1]

 

        La prosa sitúa, despliega los temas como una esterilla. Enuncia el horizonte de una búsqueda que se define sobre la marcha. El haiku concentra ese algo de lo acontecido, una impresión de conjunto, como una gotita que pende de un alero recuerda a la lluvia que pasó. Otro ejemplo de Bashô, ahora de Sendas de Oku (Oku no hosomichi):

        Al ver el pino de Takekuma, de veras sentí como si despertara. Desde la raíz el árbol se divide en dos troncos; según nos dijeron, la forma de ahora es la misma que tenía hace siglos. Recordé al maestro Noin. Hace mucho pasó por este lugar un señor que iba a tomar posesión de la gubernatura de Mutsu y cortó el árbol, para usarlo como pilar del puente del río Natori; y a esto alude la poesía de Noin: “no hay ya ni restos del famoso pino”. Una generación lo corta y otra lo vuelve a plantar; ahora, crecido de nuevo, parece como si tuviese mil años de edad. Realmente es hermoso.

 

        Ya que no vuestras flores,
        mostradle, cerezos tardíos,
        el pino de takekuma.[2]

 

        John Ashbery utiliza este marco para registrar su propio itinerario. No usa sus convenciones simbólicas, que rozarían el cliché fuera del contexto originario (estanques, ranas, grillos, bambúes, chorlitos, cerezos) sino que se sirve de una manera de hacerle espacio a un momento de significado, a un instante significativo, aunque no sepamos bien de qué se trate. Como quien dice quedeme no sabiendo.

 

HAIBUN 2

…puedo ver las muchas formas ocultas en las que el mérito se va vaciando de los contenedores establecidos y aclamados internacionalmente, como una franja seca de cielo. Es un asunto de una cierta enormidad. El cielo está envuelto en una profusa, triste y finalmente tonta grandiosidad, como los tejidos en un retrato de Lebrun. Esto es para indicar que nuestras acciones en este pequeño y trágico estrado van a ser algo más de lo usualmente infinitesimal, dada la escala sobrehumana en la que tenemos que funcionar, y que no tenemos que obtener ningún tipo de confort de la inanidad de nuestra situación; todavía seguimos siendo unas criaturas válidas con una labor que llevar a cabo, y el coliseo que se encuentra ante nosotros, aunque titánico, no se ha desplegado más allá de la noción de dimensión. No es adecuado, y se encuentra aquí. Sombras son lanzadas en la base de las cosas en ángulos rectos sobre las sombras habituales que ya se encontraban allí, apuntando en la dirección correcta. Son débiles pero no son invisibles, y parece apropiado comenzar a entonar la letanía de dimensiones allí, en la base de un árbol joven que está expandiendo sus líneas en dos direcciones. La temperatura se recrudece, y las cosas como el olor y el estado de ánimo del agua son repentinamente más nítidas, y esto puede que nos sirva de ayuda. Nunca sabremos si lo hicieron.

Agua, un bossa nova, el chelo al centro, la luz tras la biblioteca…[3]

 

        Esta poética del deambular, del paseo, de la evagatio mentis—la mente que divaga—encuentra en el haibun un modelo que parece indicar no ya una respuesta sino un horizonte para ese interrogante iniciático: ¿por dónde vagaré? Otro ejemplo:

 

HAIBUN 4

De nuevo ha oscurecido a las cuatro. Tristemente sorteo las calles prácticamente idénticas mientras poco a poco van siendo obliteradas bajo una lluvia de pequeñas gotas y garabatos de luz. Su mensaje de hermandad universal a través del dolor es tomado desde arriba, manteniendo el pedal apretado para que la nota haga un eco a lo largo de la pieza sin llegar a ser realmente audible. Se acumula por diferentes partes de la ciudad y la deriva en esas partes designadas es diferente a cualquier otro lugar. Es un hombre, lo había sido durante todo el tiempo. No lo es. Es un hombre con la conciencia de una mujer, siempre saliendo de algo, girándose para mirarte a vos, preguntándose por una posible recompensa. Qué dulce para mi tristeza es el conocimiento de este hombre en su forma de venir, la hermandad que seguramente resultará bajo esos cielos ahora oscurecidos.

Los insistentes, los insistentes suspiros de urgencia, forzando, mirando directo

 

        Siguiendo un tratado japonés anónimo del siglo XIV, en la atmósfera de estas composiciones y traslados palpitan los siguientes preceptos: contemplá en profundidad las vicisitudes de la vida en la persona y el cuerpo, conservá en tu corazón siempre la imagen de lo efímero; cuando te vayas a las montañas o el mar, sentí el pathos del karma de las creaturas sensibles. Dales sentimientos a esas cosas que carecen de ellos y a través de vos mismo expresá su belleza en una forma delicada. A través de las cuatro estaciones de las plantas y los árboles, sentí esa evidencia de los pétalos girando y las hojas cayendo, siendo iluminado por los cambios del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte.

        Ensayos análogos realizó Ashbery con el haiku. Valga decir que Ashbery coleccionó, rastreándolas por anticuarios, subastas y cuanto lugar fuera propicio para esos satoris visuales, litografías enmarcadas de Hokusai e Hiroshige. Escribió elogiosas crónicas de arte oriental, en las que supo decir que “la poesía y la pintura no solo se complementan una a otra, sino que forman una misma entidad, delicada y sentida”. Cito tres haikus clásicos a modo de ejemplo, en versiones de Alberto Silva:

 

        Este año me siento
        tan viejo y las aves
        entrando en las nubes
        Bashô

        El durazno parece que flotara
        en el río brumoso
        de la primavera
        Issa

        Gansos en vuelo
        dibujan una línea y la luna
        estampa el sello
        Buson

 

Estos son los “37 haikus”, la variación que hace Ashbery de la forma:

 

Sombras pasadas de moda colgando hacia abajo, esa dificultad en el amor demasiado pronto

Alguna estrella u otra quedó extinguida, y tú, gracias por tu libro y año

Algo pasó en el garaje y yo se lo debo al tráfico de sangre

Demasiado bajo para las ortigas pero esa es exactamente la forma en que la gente piensa y siente

Y creo que va a haber todavía más excepto a la altura de la cintura

La noche acontece cada vez más tenue, con los trozos de luz más pequeños y cuadrados

Tienes obras de arte originales colgando de las paredes oh dije edita

Casi llegaste a minar la pincelada que ahora expando contra el campo de béisbol argumentando

Que el amor era un lugar circular y que permanecerá allí de acá a dos años

Y que es un sueño que navega por una oscura ensenada desprotegida

Los piratas imitan el comportamiento de gente corriente como yo por ejemplo

Plantado una y otra vez sobre aquella tierra te deja un sabor amargo

Un ancla azul granos de arenilla en un alto cielo cosiendo

Él es un monstruo como cualquier otra persona pero qué vas a hacer si eres un monstruo

Como él sintiéndole venir desde muy lejos y luego yendo hasta su coche

La boda fue de embrujo todo el mundo estaba feliz de encontrarse en ella

Qué árboles, herramientas, por qué cavilar sobre medias en el establecimiento

Ven al borde del granero la propiedad en realidad comienza ahí

En una torre más pequeña completamente cerrada y recluída ahí

Te quitas el pelo de la cara como si estuvieses pasando las hojas de un libro demasiado importante para leer ahora

Por qué las brujas perseguían a la bestia desde los ocho lados del país

Un lápiz sobre cristal–¡destrozado! El agua fluye por el desagüe

En invierno algunas veces esas cosas y también durante el verano

Un niño debe caer por él debe aguantar en pie y perdurar

Demasiado tarde el último expreso pasa por el polvo de jardines

Un chaleco—hay tanto que contar incluso en las habitaciones laterales

Dubitativamente, fue acumulándose y pasó rápidamente sin abrirse

Hay algunos lugares mantenidos aparte de los otros y están separados, nunca existen

Perdí mi ridículo acento sin llegar a adquirir ningún otro

En Buffalo, Buffalo ella estaba rezando, las noches agolpadas entre sí como páginas de un libro antiguo

Los sueños descienden como grullas de alas doradas, olvidadizas

¿Qué es el pasado, para qué es todo esto? ¿Un sándwich mental?

¿Acaso dijiste, escuchando la goleta encima, nos giramos hacia la presa?

Con despojos y cristales, algunas veces alguna brizna de sentido, una extraña dignidad

El niño debe haber conocido las partículas que caían a través de la casa tras él

A fin de cuentas estábamos tomándonos nuestro tiempo, el mar retornó—no más piratas

Avanzo pulgada a pulgada y solo algunas veces tan lejos como el poste retorcido convertido en colores enjutos

 

 

[1] Matsuo Bashô, Diarios de viaje, Fondo de Cultura Económica, 2015, trad. Alberto Silva y Masateru Ito.
[2] Japón en Octavio Paz, Fondo de Cultura Económica, 2014, trad. Octavio Paz y Eikichi Hayashiya.
[3] John Ashbery, Una Ola, Lumen, 2003, trad. Ignacio Infante.


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