Introducción y traducción de Lucas Brockenshire[1]
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Aleksandr Ivánovich Vvedénskiy nació en San Petersburgo en 1904 y falleció el 2 de febrero de 1941. Proveniente de una familia de intelectuales progresistas, Vvedénskiy se sumergió en el mundo artístico tras la Revolución. Consiguió un trabajo en el GINKhUK (Instituto Estatal de Cultura Artística de Leningrado), bajo la dirección de Kazimir Malévich, donde se dedicó al estudio de la poesía futurista.
A partir de 1925, se dedicó a escribir y traducir cuentos infantiles para ganarse la vida. En 1928, junto con Daniil Jarms, Konstantín Váginov, Nikolay Zabalótsky, Borís Levin e Igor Bájterev, fundó la OBERIU (Asociación para el Arte de lo Real). Este grupo artístico de vanguardia buscaba continuar la línea más radical del futurismo prerrevolucionario trazada por Jlébnikov.
La trayectoria del grupo OBERIU fue breve y tumultuosa. Jamás lograron publicar un trabajo colectivo; una antología titulada “La bañadera de Arquímedes” nunca vio la luz. En 1930, el grupo se disolvió en medio de críticas por parte de la prensa y denuncias públicas.
En 1931, Vvedénskiy y Jarms fueron detenidos bajo la acusación de pertenecer a un grupo de escritores contrarrevolucionarios. Vvedénskiy fue condenado a tres años de exilio interno, lo que le impidió residir en su Leningrado natal (anteriormente San Petersburgo) y en las principales ciudades de la Unión Soviética. Se trasladó a Járkov, Ucrania, en 1936.
En 1941, tras la ocupación alemana de Járkov, fue detenido nuevamente. Las autoridades soviéticas a cargo de la evacuación lo acusaron de intentar quedarse en Ucrania, aunque en realidad había tratado de abandonar la ciudad con su esposa y su hijo de cuatro años, pero el tren de evacuación estaba repleto. Vvedénskiy murió de pleuresía en 1941, camino a un campo de concentración en Kazán.
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Último y, al cabo, el más estremecedor poema de Vvedénskiy, aunque no la primera ni la única elegía; breve inspiración final, tardío exceso de salud, punto escrito al pie de un suspiro último: Ah, Pushkin. Pushkin, fábula y figura con la que finalmente se encuentra, en un espaciotiempo otro, y al despedirse es su igual. No el fin del tiempo, sino el tiempo del fin, el término de un recorrido, de una era, para atrás y para adelante. Y eso es todo:
Ya sus alas no agitan más los cisnes
sobre la mesa larga en los festines
ni tocan a su gloria los clarines
a la par con las águilas de cobre.
Llegado ahora el punto culminante
vuelve la inspiración por un instante:
hacia la muerte, la muerte, ¡adelante!
¡Oh mísero cantor, jinete pobre!
DONDE
Donde él estaba apoyado contra una estatua. Con la cara acontecida de pensamientos. Parado estaba. Como una estatua él también. Sangre no tenía. He aquí entonces lo que dijo:
Adiós, árboles negros,
adiós, bosques sombríos,
rotar de los astros del cielo,
cantar alegre de los pajaritos.
Debe de haber resuelto irse algún día a alguna parte.
Adiós, estepa; adiós, acantilados,
pasé horas admirándolos.
Adiós, entonces, mariposas frágiles,
juntos pasamos hambre.
Adiós, piedras; adiós, nubes de lluvia,
las quise y las llené de angustia.
Con angustia y apiadándose de pronto comenzó a examinar las puntas de las hojas de pasto.
Hasta siempre, hojas magnas.
Adiós, flores, hasta siempre, agua.
Pasan carteros con mensajes,
el tiempo pasa, pasa inexorable.
Estando preso anduve a la intemperie,
abracé un sendero en el bosque,
a la mañana desperté a los peces,
ahuyenté a un raudal de robles,
vi la fúnebre casa del roble,
y llevé ahí penando mis canciones.
Se imagina y recuerda como muchas o raras veces él bajaba hasta el río.
En ese entonces yo iba a verte, río.
Adiós, río. Me tiembla la mano.
Vos eras todo luces, todo plano,
y yo estaba parado ante vos,
vestido en un caftán de vidrio,
escuchando tus olas de río.
Qué dulce me era entrar
en vos y salir de nuevo.
Qué dulce me era entrar
en mí y salir de nuevo,
donde los robles demenciales
susurraban como aves,
apenas susurrando por instantes.
Y acá evalúa en su mente qué habría ocurrido si hubiera llegado a ver el mar.
Hasta siempre, mar. Hasta siempre, arena.
Oh zonas montañosas, qué altas eran.
Que rompa el mar, que se agite el oleaje.
Me siento en una piedra con mi flauta
y el mar va poco a poco salpicándome.
Está lejos el mar de los demás.
Y los demás están lejos del mar.
Pasan las penas como un mal chiste,
despedirse del mar es muy difícil.
Hasta siempre, mar. Hasta siempre, cielos.
Qué altos son, oh imponentes cerros.
De la última cosa en la naturaleza se acordó también. Se acordó del desierto.
Adiós, adiós, entonces,
desiertos y leones.
Y despidiéndose así de todo dejó a un lado su arma cuidadosamente y sacando una sien de su bolsillo se disparó en la cabeza. Y así empezó la segunda parte: el adiós de todo para con uno.
Los árboles sacudieron sus brazos como si fueran alas. Reflexionaron todo lo que pudieron y contestaron:
Vos venías a visitarnos. Ved,
ha muerto, y morirá también usted.
Nos tomó por sentado, como la hora;
doblado iba, deshecho, con joroba,
acá y allá vagando sin sentido
como en invierno el viento frío.
Y qué les dice ahora a los árboles. Nada dice. Se está enfriando. Los acantilados o las piedras no se movieron. Silenciosamente y en silencio y sin hacer ningún sonido inspiraban terror en nosotros y en ustedes y en él.
Dormí. Es el fin. Es la hora del adiós.
Un heraldo ha venido por vos.
Ha llegado tu última hora.
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Ahora y en la hora.
Y qué les dice ahora a las piedras. Nada dice. Se está congelando. Los peces y los robles le entregaron un racimo de uvas y una pequeña porción de alegría última.
Y los robles dijeron: “Crecemos”.
Y los peces dijeron: “Nadamos”.
Los robles preguntaron: “¿Qué hora es?”.
Los peces: “Ten piedad de nosotros también”.
Ahora y en la hora.
Y qué les dirá ahora a los robles y los peces. No podrá darles las gracias. El río corriendo raudo por la faz de la tierra. El río corriendo raudo. El río a raudales alzándose. El río como zar. Despidiéndose de manera tal que. Аsí. Mientras él seguía tendido como un cuaderno en la orilla. Adiós, cuaderno, hasta siempre. Qué difícil y dura es la muerte. Adiós, mundo. Adiós, cielos. Humanas zonas, están tan lejos. ¿Qué le hará él al río? Nada. Se está convirtiendo en piedra. Y el mar debilitado por sus propias tormentas prolongadas contemplaba la muerte con pena. Si el mar tenía acaso el frágil aspecto de un águila. No, no lo tenía. ¿Alcanzará él a ver el mar? No, no lo verá. ¡Pero escuchen! De pronto sonó una trompeta en alguna parte: eran salvajes o no salvajes. Vio gente.
CUANDO
Cuando entreabrió los ojos hinchados, entreabrió los ojos. Recordó el mundo entero de memoria. Me olvidé de decir adiós a los demás; esto es, él se olvidó de decir adiós a los demás. Ahí se acordó, recordó el instante de su muerte perfectamente. Todos esos versos de cinco y seis. Toda esa vanidad. Toda esa rima. Que fue su amiga fiel, como antes que él había dicho Pushkin. Ah, Pushkin, Pushkin, el mismo Pushkin que había vivido antes que él. Acá la sombra universal del asco lo cubría todo. Acá la sombra del universal lo cubría todo. Acá la sombra lo cubría todo. Nada entendió, pero se contuvo. Y aparecieron los salvajes, o quizá los no salvajes, con un llanto como el susurro de los robles, como el zumbido de las abejas, como el salpique de las olas, como el silencio de las piedras y como la faz de los desiertos, alzando platos sobre sus cabezas, bajando sin apuro desde las cumbres hacia la tierra escasa. Ah, Pushkin. Pushkin. Eso es todo.
ГДЕ. КОГДА. // Где // Где он стоял опершись на статую. С лицом переполненным думами. Он стоял. Он сам обращался в статую. Он крови не имел. Зрите он вот что сказал://Прощайте темные деревья, /прощайте черные леса, / небесных звезд круговращенье, / и птиц беспечных голоса. // Он должно быть вздумал куда-нибудь когда-нибудь уезжать. // Прощайте скалы полевые, / я вас часами наблюдал. / Прощайте бабочки живые, / я с вами вместе голодал. / Прощайте камни, прощайте тучи, / я вас любил и я вас мучил. // [Он] с тоской и с запоздалым раскаяньем начал рассматривать концы трав. / Прощайте славные концы. / Прощай цветок. Прощай вода. / Бегут почтовые гонцы, / бежит судьба, бежит беда. / Я в поле пленником ходил, / я обнимал в лесу тропу, / я рыбу по утрам будил, / дубов распугивал толпу, / дубов гробовый видел дом / и песню вел вокруг с трудом. // [Он во]ображает и вспоминает как он бывало или небывало выходил на реку. // Я приходил к тебе река. / Прощай река. Дрожит рука. / Ты вся блестела, вся текла, / и я стоял перед тобой, / в кафтан одетый из стекла, / и слушал твой речной прибой. / Как сладко было мне входить / в тебя, и снова выходить. / Как сладко было мне входить / в себя, и снова выходить, / где как чижи дубы шумели, / дубы безумные умели / дубы шуметь лишь еле-еле. // Но здесь он прикидывает в уме, что было бы если бы он увидал и море. // Море прощай. Прощай песок. / О горный край как ты высок. / Пусть волны бьют. Пусть брызжет пена, / на камне я сижу, все с д[удко]й, / а море плещет постепе[нно]. / И всё на море далеко. / И всё от моря далеко. / Бежит забота скучной [ш]уткой / Расстаться с морем нелегко. / Море прощай. Прощай рай. / О как ты высок горный край. // О последнем что есть в природе он тоже вспомнил. Он вспомнил о пустыне. / Прощайте и вы / пустыни и львы. // И так попрощавшись со всеми он аккуратно сложил оружие и вынув из кармана висок выстрелил себе в голову. [И ту]т состоялась часть вторая — прощание всех с одним. // Деревья как крыльями взмахнули [с]воими руками. Они обдумали, что могли, и ответили: // Ты нас посещал. Зрите, / он умер и все умрите. / Он нас принимал за минуты, / потертый, помятый, погнутый. / Скитающийся без ума / как ледяная зима. // Что же он сообщает теперь деревьям.— Ничего — он цепенеет. // Скалы или камни не сдвинулись с места. Они молчанием и умолчанием и отсутствием звука внушали и нам и вам и ему. // Спи. Прощай. Пришел конец. / За тобой пришел гонец. / Он пришел последний час. / Господи помилуй нас. / Господи помилуй нас. / Господи помилуй нас. // Что же он возражает теперь камням.— Ничего — он леденеет. / Рыбы и дубы подарили ему виноградную кисть и небольшое количество последней радости. // Дубы сказали: — Мы растем. / Рыбы сказали: — Мы плывем. / Дубы спросили: — Который час. / Рыбы сказали: — Помилуй и нас. // Что же он скажет рыбам и дубам: — Он не сумеет сказать спасибо. // Река властно бежавшая по земле. Река властно текущая. Река властно несущая свои волны. Река как царь. Она прощалась так, что. Вот так. А он лежал как тетрадка на самом ее берегу. // Прощай тетрадь. / Неприятно и нелегко умирать. / Прощай мир. Прощай рай. / Ты очень далек человеческий край. // Что сделает он реке? — Ничего — он каменеет. // И море ослабевшее от своих долгих бурь с сожалением созерцало смерть. Имело ли это море слабый вид орла.— Нет оно его не имело. // Взглянет ли он на море? — Нет он не может. Но — чу! вдруг затрубили где-то — не то дикари не то нет. Он взглянул на людей. // Когда // Когда он приотворил распухшие свои глаза, он глаза свои приоткрыл. Он припомнил всё как есть наизусть. Я забыл попрощаться с прочим, т. е. он забыл попрощаться с прочим. Тут он вспомнил, он припомнил весь миг своей смерти. Все эти шестерки, пятерки. Всю ту — суету. Всю рифму. Которая была ему верная подруга, как сказал до него Пушкин. Ах Пушкин, Пушкин, тот самый Пушкин, который жил до него. Тут тень всеобщего отвращения лежала на всем. Тут тень всеобщего лежала на всем. Тут тень лежала на всем. Он ничего не понял, но он воздержался. И дикари, а может и но дикари, с плачем похожим на шелест дубов, на жужжанье пчел, на плеск волн, на молчанье камней и на вид пустыни, держа тарелки над головами, вышли и неторопливо спустились с вершин на немногочисленную землю. Ах Пушкин. Пушкин. // Всё/ //
[1] Este artículo es un fragmento del artículo “Aleksandr Vvedénskiy – Donde. Cuando”, que fue publicado en el número 49 en papel de Hablar de poesía. En él, Lucas Brockenshire presenta y traduce el poema “Donde. Cuando” del poeta ruso Aleksandr Vvedénskiy.