Werner Herzog – Cuatro poemas

por León Vila

Uno de los mejores libros que leí en los últimos años es Herzog por Herzog – Entrevistas y edición de Paul Cronin, publicado por Cuenco de Plata en 2014, y que era la traducción (a cargo de Teresa Arijón) de un libro del 2002 que se había transformado enseguida en un suceso: Herzog on Herzog. El motivo por el cual el libro es tan bueno es simple: Cronin hace bien su trabajo de conducir a su entrevistado, y Herzog es una persona muy genial, sin dudas uno de los grandes creadores del último siglo: leerlo es fundamental para cualquiera que quiera llevar adelante una tarea creativa, cineasta o poeta, lo mismo da. En el vínculo entre vida y arte que Herzog deja entrever hay una verdad fundamental.

        A final del año pasado, Cuenco de Plata publicó Werner Herzog: una guía para perplejos – Conversaciones con Paul Cronin. Es una reedición ampliada de aquel libro (la traducción ahora es de Elena Arguedas), con una introducción más larga y un epílogo nuevo, más entrevistas, algún manifiesto polémico sobre el arte de hacer películas, y –lo que motiva la escritura de estas líneas– ¡diez poemas de Werner Herzog!

        El vínculo de Herzog con la literatura en general, y con la poesía en particular es muy íntimo: no resulta nada sorprendente que haya escrito poemas. La traducción, muy buena, es de Ricardo Ibarlucía, y aquí compartimos cuatro de esos poemas, aprovechando para recomendar fervorosamente una vez más el libro, y por supuesto y sobre todo los films de Herzog: Aguirre, la ira de Dios (1972), Fitzcarraldo (1982), Grizzly Man (2005) y La cueva de los sueños olvidados (2010), por citar algunos que si alguien que está leyendo esto no vio, debería ver inmediatamente.

*

Las sillas están vacías
Y la pintura se descascara de las paredes.
Otra vez se derrite la nieve.
La silla aún se asemeja a una silla,
El cuarto, a un cuarto.

Nada es rojo como el zorro,
Nada es negro como el cuervo,
No hay nada semejante
Al combate entre dos serpientes.
Y las garzas, dicen,
Apuntan siempre primero a los ojos del enemigo.

Me temo
Que habrá mucha claridad, que
Se abrirán puertas y ventanas
Y se amontonarán cientos de invitados
Sin invitación.

 

Die Stühle steben leer/ Und Farbe blättert von den Wänden/ Schon wieder sebmilzt der Schnee/ Noch gleicht der Stuhl dem Stuhl/ Das Zimmer einem Zimmer. // Nichts ist rot als der Fuchs,/ Nichts ist rot als der Fuchs, / Nichst ist schwarz als die Raben./ Dem Kampf zweier Schlangen/ Gibt es nicht Gleiches./ Und  die Reiher, heiβt es / Zielen immer zuerst aufs Auge des Gegners. // Ich fürchte mich davor, / Daβ es sehr hell wird, daβ / Türen und Fenster sich öffnen/ Und hundert Gäste sich drängen/ Ganz ungeladen.

 

*

Junto a una cerda abatida,
Seis cochinillos mamaban la leche.
Por decisión mutua,
Los niños dejaron de jugar.
El gallito ciego y la carrera de embolsados
De ahí en más sólo existieron en los libros.
Alguien subió a una torre
Y miró hacia el Sur por largo tiempo.
Todo esto fue hace mucho,
Nada ha cambiado desde entonces.
En la casa del ahorcado
Sólo se habla de la soga.

An einer erschossenen Sau / Sogen sechs Ferkel nach Milch. / Auf gemeinsamen Beschluβ  hin / Stellten die Kinder jegliches Spiel ein. / Blindekuh und Sackbüpfen gab es / Von da an nur noch in Büchern. / Jemand stieg auf einen Turm / Und blickte lange nach Süden. / Das alles ist lange schon her. / Seitdem hat sich nichts mehr geändert. / Im Haus des Gehenkten / Spricht man nur noch von Strick.

  

RAIN-IN-THE-FACE

A los setenta y dos años, después de un yogurt,
Mi abuelo hizo a un lado la cuchara
Y perdió la razón.
En el jardín les cantaba a los escarabajos
Y decía llamarse Rudolf el Oso.
Aprendió dulces cantos osunos.

Antes usaba traje y bastón
Y solía defender la ley y el orden.
Sus colegas se llamaban
Nagel, Illeman, Muht.

En aquel tiempo ya no vivía
Mi indio favorito.
Se llamaba Rain-in-the-Face

Y murió en Little Big Horn.
Su padre se llamaba Oso Paseandero
Y su madre Ojos-de-Vaca-Blanca.

Rain-in-the-Face // Mit zweiunsiebzig, nach einem Joghurt / Legte mein Groβvater den Löffel beiseite / Und velor den Verstand. / Im Garten sang er Lieder für Käfer / Und nannte sich Rudolf der Bär. / Er lemte sanfte Bärenlieder. // Friber trug er Anzug und Stock / Und trat oft für Recht und Ordnung ein. / Seine Kollegen hieβen nähmlich / Nagel, Illeman, Muhr. // Zu der Zeit lebte schon mein / Liebster Indianer nicht mehr. / Er hieβ Rain-in-the-Face // Und starb am Little Big Horn. / Sein Vater hieβ Tretender Bär / Und seine Mutter Weisse-Kuh-Sieht.

 

*

Anoche de repente
Todo estuvo en calma.

Bajo el más negro
Cielo inmóvil, los árboles
Permanecieron inmóviles.

Sólo nuestro perro mordisqueaba en silencio
Los flecos de la alfombra.

A la mañana siguiente
Por todas partes estaba cubierto de escarcha.

 

Gestern Nacht wurde es / Ganz plötzlich still. // Unter dem allerschwärzesten / Reglosen Himmel standen / Reglos die Bäume. // Nur unser Hund benagte leise / Die Fransen des Teppischs. // Am nächsten Morgen / Lag überall Reif.

 


RELACIONADAS