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Algunos libros recientes (noviembre 2022)

Algunos libros recientes (noviembre 2022)

LA TIERRA BALDÍA (El cuenco de plata, 2022) de T.S. Eliot – Edición bilingüe, con edición y traducción de Pablo Ingberg.

Un verdadero acontecimiento, esta propuesta para celebrar los 100 años de la publicación The Waste Land de T.S. Eliot. Esta edición es, como cuenta el traductor-prologista-comentador Pablo Inberg, el trabajo de una vida, un trabajo enraizado en un monumental esfuerzo intelectual y literario: antes del poema, una excelente introducción sobre Eliot, su vida y formación, y sobre el proceso de escritura de su libro más célebre; después del poema, un exhaustivo aparato de notas donde Ingberg explica mil cosas interesantes, justifica elecciones de su traducción, señala influencias posibles de los versos, y muchas cosas más. Compartimos los primeros 30 versos de la traducción de la primera parte del poema, y una de las notas del traductor sobre esos versos, para dar al menos una idea de este extraordinario libro:

1. EL ENTIERRO DE LOS MUERTOS

Abril es el más cruel de los meses: engendra
Lilas desde la tierra muerta, mezcla
Memoria con deseo, agita
Raíces en letargo con lluvia primaveral.
El invierno nos tuvo abrigados: cubrió
Todo el suelo de nieve olvidadiza, alimentó
Un poco de vida con tubérculos secos.
El verano nos tomó por sorpresa: cruzó el Starnbergersee
Con un chaparrón; paramos bajo el pórtico,
Y seguimos al sol, por el Hofgarten,
Y tomamos café, y charlamos una hora.
Bin gar keine Russin, stamm’ aus Litauen, echt deutsch.
Y cuando éramos chicos, de visita al archiduque,
Mi primo, él me subió a un trineo
Y me asusté. Marie –me dijo entonces–,
Marie, agarrate fuerte. Y nos lanzamos cuesta abajo.
En la montaña, ahí sí te sentís libre.
Yo leo, buena parte de la noche, y voy al sur en el invierno.

¿Qué raíces se aferran, cuáles ramas
Crecen de esta basura pedregosa? Hijo de hombre,
Vos no podés decir ni suponerlo, pues sólo conocés
Un haz de imágenes rotas, donde se abate el sol,
Y el árbol muerto no da ningún amparo, ningún consuelo el grillo,
La piedra seca ningún ruido de agua. Tan sólo
Hay sombra aquí bajo esta roca roja
(Vení a la sombra de esta roca roja)
Y yo voy a mostrarte algo distinto
De tu sombra que al alba te persigue a zancadas
O tu sombra que al atardecer sube a encontrarte;
Voy a mostrarte el miedo en un puñado de polvo.
(…)

 

[Notas. 1-7. Los siete versos iniciales funcionan a modo de proemio, como en los poemas épicos y en las tragedias. La primera palabra explicita el tema: al igual que “[la] cólera [de Aquiles]” en la Ilíada, “[acerca del] varón [= Odiseo]” en la Odisea, “[las] armas y [el] varón” en la Eneida (temas respectivos de sus dos mitades), “hijos” en Edipo rey o “hermana-de-[mi]-sangre” en Antígona, aquí “abril”, sinécdoque por primavera, la estación del resurgimiento de la vida, presenta el tema por contrapunto con el título del poema en general y el de la parte I: en una tierra que se ha vuelto estéril y está poblada de muertos en vida, la primavera está a contracorriente, cobra un sentido opuesto al convencional en la tradición.

            Los vv. 1-4 hacen una presentación “impersonal”; en v. 5 aparece una primera persona del plural; en los versos restantes hasta el último de la estrofa, el 18, va explicitándose como enunciador un yo personaje, que dice llamarse Marie.

            Somera descripción de algunas cuestiones rítmicas, prosódicas y morfológicas del original y de la traducción del comienzo, a modo de sinécdoque de esos mismos aspectos en el poema entero:

            – En el original, los vv. 1-3 son de ritmo mayormente trocaico (troqueo = sílaba tónica + sílaba átona: tá ta), más propio de la canción (así, por ejemplo, la canción de Ariel que Eliot cita en vv. 48 y 125, ver n. a v. 48); el acento al principio enfatiza y por lo tanto da mayor peso a las palabras iniciales (Ápril / Lílacs / Mémorý), y, como al último pie de estos tres versos les falta la segunda sílaba átona necesaria para formar un troqueo ( en vez de tá ta), cierran todos con dos o incluso tres sílabas acentuadas consecutivas, con un efecto ralentizador enfático, levemente solemnizador, acaso de tonalidad religiosa (mónth, bréeding / déad lánd, míxing / desíre, stírring), que cuajan en un cuarto verso dominado por un ritmo más bien espondaico (dos sílabas tónicas consecutivas: Dúll róots – spríng ráin). Los dos versos siguientes (4-5) retoman el inicial ritmo trocaico, mientras que el séptimo cierra el proemio con la primera aparición del ritmo yámbico (yambo = sílaba átona + sílaba tónica: ta tá), el más canónico en poesía y el más afín a la oralidad del inglés, por lo que es usual en Shakespeare y el teatro isabelino. Los vv. 1-2-3 y 5-6 terminan en un -ing (vago equivalente de nuestro gerundio pero mucho más elástico y maleable, muy utilizado de manera similar por Walt Whitman), formando una especie de semirrima unidora; en v. 8 habrá otro -ing, ya no al final sino en el centro, como apertura hacia el desarrollo del poema en sí.

            – Los ritmos del castellano son muy distintos, no toleran acentos tan juntos como el inglés, necesitan más aire entre medio (por ejemplo, un pentámetro yámbico, el verso más canónico del inglés, tiene cinco acentos, mientras que el similarmente canónico endecasílabo castellano, en una cantidad de sílabas semejante, tiene sólo tres). A la seguidilla de -ing’s (uno de los problemas de traducción más importantes de todo este poema, porque además están al principio y marcan la entrada en la lectura) esta traducción le corresponde con verbos conjugados precedidos de dos puntos, que dan a entender una ligazón causal, matiz aquí aplicable del -ing: “Abril es el más cruel de los meses [porque] engendra…”. La traducción literal de la primera parte de ese primer verso, “Abril es el mes más cruel”, suena más contundente que la adoptada aquí (un alejandrino), pero redunda en un ripio cacofónico que el oído musical privilegiado de Eliot no se habría permitido: un octosílabo con tres acentos fuertes en vez de dos, Abríl-més-cruél, y el trabalenguas més-más-cruél. El v. 2, que en el original empieza con una sílaba tónica seguida de tres más bien átonas (Lí-lacs out of the) para terminar con tres tónicas seguidas (déad lánd, míxing), se transforma en la traducción en un peculiar endecasílabo, con un acento en la primera sílaba y otros tres inusualmente próximos en sexta, octava y décima (Lí-las des-de la tié-rra muér-ta: méz-cla). Por lo demás, está respetada la relevante posición a inicio de verso de las estaciones enumeradas en la apertura: abril (primavera), invierno, verano, pese a que un cambio de posición habría favorecido el ritmo: “Nos mantuvo el invierno…”, “Nos sorprendió el verano…”.]

 

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OBRAS COMPLETAS – ODAS, EPODOS, SÁTIRAS, EPÍSTOLAS, ARTE POÉTICA (Losada, 2022) de Quinto Horacio Flaco – Edición monolingüe, con traducción y notas de Alejandro Bekes.

(LV)

Un libro extraordinario: las obras completas de uno de los grandes poetas de la Roma de Augusto. La introducción y las notas que acompañan cada poema son excelentes: tan amenas como informativas. Y, sobre todo, las traducciones también son excelentes: logran gracias a un titánico esfuerzo poético, que además busca y logra quedar oculto, dejarnos abierta en castellano la posibilidad de que conocer una de las obras fundantes de la poesía occidental.

Comparto la célebre Oda sobre el Carpe Diem

LXI

Tú no indagues –vedado está saberlo– qué fin a mí o a ti,
Leucónoe, los dioses quieran darnos, si sondees los números
babilonios. ¡Vale más aceptar aquello que ha de ser!
Ya sean muchos los inviernos los que Júpiter nos conceda, o el último
éste que vemos contra opuestas rocas quebrantar el oleaje
tirreno, sé sensata, filtra el vino y a un breve espacio ajusta
esa larga esperanza. En tanto hablamos, habrá huido envidiosa
la edad: cosecha el día, y no confíes mucho en el que vendrá.

 

[Notas. Leucónoe (en griego Leukonoé, “alma blanca” o “cándida”) es el nombre ficticio de una mujer que “sondea los números babilónicos”, es decir, los cálculos astrológicos, dado que esa disciplina se suponía inventada por los caldeos; hay pues sinécdoque (babilonios por caldeos) y metonimia (números por cálculos). La astrología era muy popular en la sociedad romana de la época.

El vino se purificaba de su borra haciéndolo pasar por un vaso de filtrado lleno de nieve (colum niuarium).]

 

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CAL VIVA MOLIDA. POESÍA COMPLETA 1988-2006 (Caballo Negro, 2022) de Cuqui.

(EGC)

Basta con abrir el libro y revisar la biografía de la autora para encontrarse con los gestos que reaparecerán después en las sucesivas páginas. Son dos las biografías, sí, dos las que se incluyen en la solapa de Cal viva molida: la de Cuqui (1977-2006), muerta por suicidio a sus 29 años, y la de Cuqui (1977), viva y productiva al día de la fecha. Lo mismo pasará con el texto incluido a modo prólogo, escrito por la notable Charlotte Von Mess y traducido por un tal Ignacio Havre, aunque Von Mess no sea otra más que esa crítica de arte que la misma Cuqui pergeñó años atrás.

Tras 2006, Cuqui dejó de firmar como Cuqui. Según dice, “esa Cuqui está muerta”. Cal viva molida, entonces, reúne los diez libros publicados por la artista cordobesa entre 1998 y 2006, con ese nombre que es, pero ya no es. Incluye también dibujos, fotografías y collages.

 

ENTONCES LA SILLA AL LADO MÍO

Inés abre la ducha
se desnuda
apaga la luz
se sienta en el piso bajo el agua
las rodillas sostienen su frente

 

PERRO EN GELATINA SIN SABOR

Yolanda abre una bolsa de arpillera
la sacude en el aire
vuelan los gatitos negros
los dos caen de pie
la miran amenazadoramente

 

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TRILCE (Barnacle 2022) de César Vallejo – Edición facsimilar homenaje en el centenario de su publicación original.

(RHH)

Celebrando el centenario de la publicación original de Trilce, Barnacle ha reeditado el libro en una bella edición cuasi facsimilar, lo cual constituye un genuino acontecimiento entre las publicaciones de nuestros días. Para muchos, la importancia de Trilce se liga exclusivamente a lo que se ha dado en llamar la irrupción de las vanguardias en el mundo de habla hispana, o sea el quiebre de la retórica modernista rubendariana y la creciente imposición del versolibrismo y la experimentación formal. A propósito del acto de justicia editorial promovido por Barnacle, quiero adherir al homenaje dando un paso al costado de los lugares comunes que suscita el nombre de Vallejo y esbozar en pocas líneas mi parecer sobre la figura del gran poeta peruano.

Hubo una desesperada y arriesgada lucha expresiva en la tierra de nadie de lo poético en el momento en que se agotó el empuje del modernismo, momento en el que Vallejo puso manos a esta obra singular, de eso no cabe la menor duda; pero no fue tal escenario lo que acabó por convertir a Vallejo en figura, aunque fue un paso trascendental en ese sentido. Voy directamente al punto, esto es a la definición de la palabra figura tal como aquí la tomo: a mi entender va mucho más allá del hecho de destacarse del común de los cultores del arte de la poesía por renovar el léxico, dinamitar las formas o desangrarse en ellas (que, por otra parte, conoce y domina a la perfección). Figura no significa imagen de innovación en su caso, sino algo muy distinto. La figura surge de la reformulación ―o refundación― del ser del poeta en el mundo moderno, de su nuevo lugar en el espacio de las letras en una sociedad cada vez más iletrada, haciendo de la miseria y de la exclusión social hitos de sentimentalidad probada, de existencia templada en tormentas de ignominiosa bestialidad, de absoluto abandono.

En Trilce sólo se esboza esa figura, aunque por cierto constituye la parte más exaltada de un todo convulso; por sí mismo y aislado del resto de la obra vallejiana, el libro no tendría una importancia como la que se le ha dado, ya que frustración y desesperación se dan cita en sus páginas generando un nudo expresivo que alcanza a expandir su fecundidad oculta ―o replegada― en la poesía sucesiva y tardía de Vallejo, los ya sí plenamente logrados Poemas en prosa y Poemas humanos, como asimismo en el treno de España, aparte de mí este cáliz. Poeta marxista pero cristiano hasta la médula, como su último título lo manifiesta sin ambages, su preocupación por la trascendencia fue constante, algo que lo diferencia de todos los literatos empeñados en hacerse de un nombre a fuerza de incorporar innovaciones.

Vallejo está en las antípodas de tal quehacer programático; a mi juicio perseguía con tenacidad filial la persistencia de lo anónimo en su ser, eso que posee una larga tradición de poesía no escrita a sus espaldas: cultura indígena y solidariedad evangélica. Si sólo hubiese quedado Trilce de su paso por la tierra cabría suponer que su perfil sería el de un expresionista quebrado, muy herido, cuando lo cierto es que su atroz figura póstuma ―emergiendo de su agonía y de su muerte― tiene rasgos heroicos. Su figura de paria de las letras pertenece a la eternidad de lo mortal, reencarna de modo espontáneo la dimensión religiosa ancestral del ser humano. Legar al futuro una figura de esa dimensión sobrepasa cualquier proyecto literario de barricada o de laboratorio, porque la figura no está empeñada en esquivar la muerte que oscurece la época, sino en medirse con ella definitivamente, sin concesiones, poema tras poema, hasta el silencio último.

Coincidentemente con su paso por la península ibérica, es muy español esto de buscar o verse empujado a la proximidad de la muerte, de entregarle la vida a ese rechazo y atracción fatales por la muerte amante y aniquiladora, integrándola a la madurez de la sustancia poética. Esto a mi juicio es lo fundamental de Vallejo. No obstante su ruptura con el modernismo, Vallejo encarna la melancolía rubendariana en grado sumo, deja atrás los oropeles del mal gusto burgués finisecular, pero está hermanado a los abismales nocturnos del gran nicaragüense por lazos de sangre innegables. Darío es un referente siempre presente en su obra, aunque Vallejo lo hiera con fiereza en más de una oportunidad. Es su padre espiritual; de su influjo nacieron Los heraldos negros y sus sonetos finales: “Piedra blanca sobre una piedra negra”, “Intensidad y altura”, “Calor, cansado voy con mi oro adonde…” Encontramos en estos sonetos el mismo dominio artístico de la forma canónica, el mismo sombrío París que padeció Darío unos años antes que él, idéntica desesperación y menesterosa soledad.

Por otro lado, es notable la consanguinidad de Vallejo con los esperpentos de Valle Inclán, especialmente con Luces de bohemia y con Max Estrella, su figura central. Ignoro si el gallego y el peruano se conocieron o leyeron mutuamente, pero el vínculo temporal existe, sus visiones de la figura del poeta son coincidentes. También aparece Darío en un marco muy crítico en el final de dicho esperpento. Al igual que Machado, vivió Vallejo la España trágica con un amor incondicional, convirtiéndose en un poeta europeo que puede medirse con otros mártires de su misma estirpe: Artaud y Trakl, entre los más notables. No ha tenido una descendencia poética que le haga honor; tal vez el cubano Cintio Vitier fue el único poeta de nuestra lengua que siguió sus huellas más profundas, no las meramente estilísticas. Entre sus estudiosos, el más sobresaliente fue el español Juan Larrea, a quien le debemos innumerables estudios sobre su obra, como así también la bellísima edición de su Poesía completa, editada por Barral hace años. Tanto Vitier como Larrea han captado el espíritu, no únicamente la letra de Vallejo. En la Argentina Juan Gelman fue su seguidor más consecuente en lo que concierne a las tortuosas sendas estilísticas del genio verbal, aunque ignoró la figura en el sentido en que he definido este término más arriba; no basta nombrar a los santos para acceder a la santidad, si es que tal estamento existe entre los hacedores de poemas.

Solo resta agregar que enriquece la publicación de Barnacle el extenso y laudatorio prólogo de Antenor Orrego que acompañaba la edición original del libro.

 

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VIENTO (n direcciones, 2022) de Víctor López Zumelzu.

(LV)

Víctor López Zumelzu nació en Curacaví, Chile, en 1982 y vive hace muchos años en Buenos Aires. Si desde este lado de los Andes tenemos una idea de la poesía chilena como signada por su ímpetu, sus amplios paisajes verbales, su apasionamiento y su fuerza, este sin dudas es un libro de poesía chilena: once poemas largos, en su extensión, pero también en su modulación, en la capacidad con que crea inmediatamente una atmósfera que nos envuelve.

Compartimos el primero:

1.

          Fue tu madre la que te llevaba en brazos
                        cuando se levantó este viento
                        & luego por el aire

         el polvo, el pasto, el cabello revuelto
& la tarde que con sus tontos pájaros
         no podía hacer nada sino preguntarse

por la incandescencia no resuelta de algunos deseos
           que generaron una discusión
                          sobre la fuerza del viento

           que podía ser de cualquier viento
           en una tarde que también podía ser cualquier tarde
en la que alguien parecido a vos

           tras el brillo invisible
de su ventana lee una novela
           & piensa que el dolor

así como el lenguaje no es un flujo
                          sino una corriente
cuyas costuras son el trabajo de Ser

                                  & tras la fuerza alborotada
                                 de este viento las hojas violáceas
                         del jacarandá & su sintaxis caen danzando

                                      junto a millones de partículas 
                                     de polvo que se pegan alrededor de los labios,
            unos labios que podrían ser tuyos
                          antes de que la fugacidad de un relámpago

                                             irrumpa en las páginas
& la humedad de las últimas nubes de noviembre
             emerja en medio de la piel

 cuando un pájaro que quizás no existe
haga su nido en la parte más alta de una catedral
                                           donde las cruces cortan el viento

                                           & bajo esas mismas cruces
                                                 años & años de plegarias, encierros
                                   de gente vestida de negro    

que confundía el dolor con una forma
                                  de pensamiento
                                   & lo antiguo de este viento que atravesó todo

                                   Incluso el mismo primer beso de tus padres
                                        antes de que vos nacieras,
                    antes de que aprendieras

la crueldad del lenguaje del cuchillo & tenedor

                                      fueron fantasmas los testigos de esta discusión

fantasmas con extraños ropajes
                                      de los que vos hoy te reirías           

¿pudimos hacer algo para protegernos de este viento?
                          ¿que necesitábamos en aquel momento?

            Un vaso de leche, de agua, un cariño en el cabello
quizás el blancor de las sábanas
             iluminadas por el sol

                         Para luego ordenar uno a uno los hechos 
                         & crear un diálogo que pudiera contener
                                 los vacíos de un discurso

                         que se fue expandiendo
                         entre el agotamiento & la súplica

Con este viento podías predecir
                     que algo estaba llegando a su fin.

            Los brazos temblando, la curvatura de las nubes
                       desprendiéndose.

                       Aquí se trizó un muro
una uña cayó en la mitad de un canal   
             la sombra se extendió sobre el agua como una tela de araña.

Quiero que las cosas se queden quietas
                       aunque dentro mío
este plástico negro algunas noches
      imita un corazón que también late.

 

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ÍNTIMO (La gota microediciones, 2022) de Claudia Almada.

Se trata del segundo libro de Claudia Almada (n. 1978, Entre Ríos). Compartimos dos poemas:

 

SALIDA

El viaje comenzó por la noche
y vi salir la luz del sol
en la ruta.

Escuché una canción
en otro idioma
supe
que ninguna palabra conocida
iba a servir
para nombrarme cuando llegara.

 

LOS VERDADEROS POEMAS HUYEN

Lo que quiero
nunca está en el poema
no es verdad lo que se escribe
ni madre, ni padre
ni amor que se tenga.

Es otra cosa, que no comprendo.

 

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PORFÍA (Kunstflug ediciones, 2022) de Sol Correa.

“Los poemas de Porfía –dice la contratapa, sin firma– instauran una poética de la intensidad, donde los espacios y los objetos revelan más que las personas y sus afectos. Un detalle. Una situación. Lo inverosímil. Es esos márgenes se mueve una lengua que serpentea entre lo cotidiano y lo retórico con la misma fuerza. Porfía te conduce a través de sus páginas de un tirón y bajo la luz inadecuada de la oscuridad”.

Compartimos los dos primeros poemas del libro:

 

TEKNÉ

El sol se come el rocío sin apetito.
Manso.

La llanura hacia la línea que dibuja la ruta
forma una crecida.

Entre aguijones,
un mirlo se funda en un palo borracho
y corrobora su territorio
dando cabezazos al aire.

al silencio del cieno,
le sigue el infierno
de una amoladora de banco
trescientos watts,
en uso.

 

MOSQUITA

Un ala de mosquita
bajo una gota de mermelada
se vuelve fósil
sobre la cocina:
esa dulzura sádica
escoltada por un ángel con lanza,
que cruje entre las escamas de algas secas
bajo el filo de la puya.

Un arcano:
los amantes.

 

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EL IMPOSIBLE LACERADO (Nuevohacer, 2022) de Luis O. Tedesco.

(LV)

Con más de quince libros de poesía publicados, Luis O. Tedesco (n. 1941, Buenos Aires) es considerado uno de los poetas más destacados de su generación. Lenguaje enrarecido, coloquialismo cruzado con una especie de hiper-conciencia literaria, sentido del ritmo, humor, criollismo y crudeza, son algunas de las características más salientes de la poesía de este libro.

Compartimos dos poemas:

 

SIN ROCINANTE NI ESCUDERO EL TIPO

avanza tristesciendo su figura,

“potriyo e´gaucho nunca disispera”
decían en su pueblo cuando Fierro
era taita, pelambre soñadora.

El tipo avanza tuétano sin nombre,
no cavila orfandá ni desmesuras,
anda en patas sin torso venidero
y la neblina se le viene
                      tenebrando su esqueleto,

y el zanjón, y el pantano masayá.

 

EN ESE MI NOSCURO DETERMINO

ser sinser el conspiro de la mente,

que parle, si aparece, su apariencia
con trópicos dde páncreas
                      y auras musculares,

febril su musicar agonizante
súbito ardido tranco en el potero,

flojarme sueño y dar con lo sensible.

 

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DEVENIR (Barnacle, 2022) de Carolina Kibudi.

Carolina Kibuddi nació en 1982, en Buenos Aires. Dice la contratapa, sin firma: “F.H. Bradley dijo que uno de los efectos de la poesía debe ser darnos la impresión no de descubrir algo nuevo, sino de recordar algo olvidado. En “Devenir”, el segundo poemario de Carolina Kibudi, el lector descubrirá que, como se sale de un sueño o como suele llevarse un recuerdo —mediante pequeñas disposiciones verbales y, por ende, mágicas, mediante el ritmo de las palabras— le será dado evocar un viaje, un lugar, un presente y que una vez redimidos de su carácter pacífico y expresados, ya nada se interpondrá entre ellos y quien leyere, solo la emoción fidedigna que encerraban (“Una escritura./ Una invención.// Todo aquello/ que algún día/ sabremos”). El tiempo siempre puede más que la prisa y al recordar algo es también posible entenderlo, situarlo en el tiempo o en la frase más simple tras la línea de tinta (“resonancia/ de lo que escapa al decir”). En el volumen se suceden y huyen historias, retratos y despedidas (“una oda a los días sin retorno”). Ocurren donde suele ser débil el corazón. Delatan literatura, pero también verdad”.

Compartimos un poema:

 

SUSPENSIÓN

Una palabra
despojada
de sentido.

Un espacio.
Un lugar.

Una jugada.
Una apuesta.
Una trama.

Un efecto,
y el tiempo
que evoca.

Un afecto
y el surco
que nombra.

Una escritura.
Una invención.

Todo aquello
que algún día
sabremos.

 

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MONOCROMO (kintsugi, 2022) de Gastón Malgieri.

“Tal vez ­­­­—dice Julia Magistratti en el prólogo— sea tarea de poetas encarnar una lengua, porque a través de ella, advendrá la palabra y con ella el poema. Y esa encarnación, esa arboladura, en este libro, poema tras poema, va desenvolviendo una voz que es huella de identidad. Una identidad que, por su parte, se corresponde con una conciencia de lucha, una revolución política de cuerpos deseantes, incorporada, tenaz, con todo lo que tiene de ternura y de rabia; de doliente y de vital festejo”.

Aquí el poema que abre Monocromo:

 

I.

Me parece justo:
debería retirarme de la poesía
del intento torpe
por mantener bajo siete llaves
esta ornamental desmesura
que va del estómago a la palabra
sin pasar por la boca

Corresponde que me aparte
de estudios lingüísticos
y cátedras donde se versa
sobre los cuerpos semánticos
piedras colisionando en el charco del deseo
ajenas
al dominio de las cosas

Alejarme sin hacer ruido
debería
saliva manchando los diplomas
como quien sabe que a ese banquete
no será invitada jamás
porque hay un pulso
que no gravita en su garganta

Es cierto,
figura torpe la mía
para la que todo apetito
es obstáculo 
sería preciso
emigrar al pantano de estar sola
manchar la lengua
el cuero
los prejuicios

para luego volver
no ya sobre el verso
sino sobre la carne
para la que no hay
lenguaje suficiente.


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