Las auroras de otoño, VI.

El número en papel Hablar de Poesía 46 (agosto 2022) se cierra con una versión de Nahuel Lardies de uno de los poemas largos más célebres de Wallace Stevens: “Las auroras de otoño”. Compartimos aquí la parte sexta. Más allá de las limitaciones inevitables de compartir solo un fragmento de un poema cuidadosamente articulado, hay algo de su lujo imaginativo y verbal que lo hace sostenerse por sí mismo.

En el link, el mismo Wallace Stevens lee en inglés esta parte sexta.

 

LAS AURORAS DE OTOÑO; VI

Es un teatro que flota por las nubes, él mismo
hecho de nubes, pero como de roca oculta por la niebla
y de montañas que corren como el agua, de ola en ola,

por oleadas de luz. Hecho de nubes transformadas
en nubes transformadas otra vez, ociosas, del modo
en que el color de una estación varía sin otro fin

que la fastuosidad de sí misma en el cambio,
así como la luz convierte el amarillo en oro y al oro
lo reduce al deleite de sus ópalos básicos, de su fuego,

expandiéndose extensamente porque le place esa magnificencia
y los placeres solemnes de los magníficos espacios.
Las nubes van sin rumbo entre las formas no del todo vislumbradas.

El teatro está lleno de pájaros volando
en bandadas salvajes que van desvaneciéndose,
como el humo de un volcán, pupilas con la forma de palmeras,

la telaraña en un pasillo o un pórtico gigante. Tal vez un capitolio
acaba de emerger o colapsar.
El desenlace va a tener que posponerse…

Todo esto es nada hasta que no lo abarque un hombre solo,
nada hasta que esta cosa nombrada pierda el nombre
y se destruya. El estudioso de una vela

abre la puerta de su casa en llamas, mira
la refulgencia ártica encendiéndose en el marco
de todo lo que es. Y siente miedo.

 

THE AURORAS OF AUTUMN; VI // It is a theatre floating through the clouds, / Itself a cloud, although of misted rock / And mountains running like water, wave on wave, / Through waves of light. It is of cloud transformed / To cloud transformed again, idly, the way / A season changes color to no end, // Except the lavishing of itself in change, / As light changes yellow into gold and gold / To its opal elements and fire’s delight, // Splashed wide-wise because it likes magnificence / And the solemn pleasures of magnificent space / The cloud drifts idly through half-thought-of forms. // The theatre is filled with flying birds, / Wild wedges, as of a volcano’s smoke, palm-eyed / And vanishing, a web in a corridor / Or massive portico. A capitol, / It may be, is emerging or has just / Collapsed. The denouement has to be postponed… / This is nothing until in a single man contained, / Nothing until this named thing nameless is / And is destroyed. He opens the door of his house // On flames. The scholar of one candle sees / An Arctic effulgence flaring on the frame / Of everything he is. And he feels afraid.


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