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Algunos libros recientes (octubre 2021)

Algunos libros recientes (octubre 2021)

QUÉ FELICES ÉRAMOS (Zindo & Gafuri, 2021) de James Tate. Edición bilingüe. Prólogo de Luis Eduardo García. Traducción de Ezequiel Zaidenwerg.

(AC)

James Tate nació en Kansas en 1943 y murió en Amherst en 2015. Escribió varios libros de poesía, que se destacan por una feliz, desatada imaginación. La presente antología trae treinta y ocho poemas y es una excelente oportunidad para empezar a leerlo. El prólogo de Luis Eduardo García es muy bueno y divertido. La traducción da cuenta del ritmo y del tono coloquialista, fundamentales en la poesía de Tate. Dice el fragmento “14” del Prólogo: “Los mejores textos de Tate mezclan un lirismo que puede rayar en lo trágico con el humor que proviene de del absurdo. Ambas fuerzas, tragedia y humor, se despliegan haciendo contrapeso, evitando así tanto la solemnidad como lo meramente cómico. En una conocida entrevista para la Paris Review, Tate le dijo a Charles Simic: «Amo mis poemas graciosos, pero prefiero romperte el corazón. Y si puedo hacer las dos cosas en el mismo poema, mejor»”.  Se pudo haber dispuesto menos descuidadamente el material al interior de libro: hay problemas en la disposición de algunos de los poemas, y en el índice, etc.

Comparto un poema:

EL ASCENSO

En mi vida anterior yo era un perro, un muy buen
perro, y por eso me ascendieron a humano.
Me gustaba ser perro. Trabajaba para un granjero pobre
cuidando y arreando sus ovejas. Los lobos y coyotes
trataban de burlar mi vigilancia todas las noches, pero jamás
perdí una oveja. El granjero me premiaba con buena comida,
comida de su propia mesa. Puede que fuera pobre
pero comía bien. Y sus hijos jugaban conmigo,
cuando no estaban en la escuela o trabajando
en el campo. Tenía todo el amor que un perro
podía querer. Cuando me puse viejo, trajeron
otro perro y le enseñé los gajes del oficio.
Aprendió rápido, y el granjero me llevó a vivir
con ellos a la casa. A la mañana le traía
las pantuflas al granjero, porque él también estaba
envejeciendo. Yo me estaba muriendo lentamente,
poco a poco. El granjero lo sabía y me traía
al otro perro de vez en cuando a visitarme. El otro
perro me divertía con piruetas y caricias
con el hocico. Una mañana no me
levanté. Me enterraron al lado del arroyo
a la sombra de un árbol. Ése fue el fin de mi vida
de perro. Por momentos la extraño y me siento a llorar
al lado de la ventana. Vivo en una torre de departamentos
que mira a otras torres de departamentos. En el trabajo
estoy en un cubículo y casi no hablo con nadie
en todo el día. Esa es mi recompensa por haber
sido un buen perro. Los lobos humanos ni siquiera me registran
No me tienen miedo.

 

THE PROMOTION

I was a dog in my former life, a very good
dog, and, thus, I was promoted to a human being.
I liked being a dog. I worked for a poor farmer
guarding and herding his sheep. Wolves and coyotes
tried to get past me almost every night, and not
once did I lose a sheep. the farmer rewarded me
with good food, food from his table. He may have
been poor, but he ate well. and his children
played with me, when they weren’t in school or
working in the field. I had all the love any dog
could hope for. When I got old, they got a new
dog, and I trained him in the tricks of the trade.
He quickly learned, and the farmer brought me into
the house to live with them. I brought the farmer
his slippers in the morning, as he was getting
old, too. I was dying slowly, a little bit at a
time. The farmer knew this and would bring the
new dog in to visit me from time to time. The
new dog would entertain me with his flips and
flops and nuzzles. And then one morning I just
didn’t get up. They gave me a fine burial down
by the stream under a shade tree. That was the
end of my being a dog. Sometimes I miss it so
I sit by the window and cry. I live in a high-rise
that looks out at a bunch of other high-rises.
At my job I work in a cubicle and barely speak
to anyone all day. This is my reward for being
a good dog. The human wolves don’t even see me.
They fear me not.

 

***********

 

VIDAS DEL POEMA (Cienvolando, 2021) con textos de Guillermo Saavedra y dibujos de Eduardo Stupía.

(AC)

 

El libro está compuesto por una serie de cincuenta prosas breves que componen una especie de lúdica divagación poética sobre las vidas de algunos poemas. Los textos vienen en la página par, en la página impar hay dibujos –extraordinarios– de Eduardo Stupía. El libro se cierra con una Addenda: una reflexión de corte más ensayístico alrededor de la pregunta “Quién habla en el poema”, y que es, al mismo tiempo, una lúcida y sentida vindicación del arte de la poesía.

Comparto tres de esas prosas breves:

 

EL POEMA SE RESISTÍA a aceptar una relación filial con el poeta. No es que desconociera la participación en su existir (le esa criatura sesgada, titubeante y tantas veces vanidosa. Pero, más que de su existencia, lo consideraba responsable de su modo de ser. Y, si lo apuraban, de sus defectos y carencias, antes que de su sola e irrenunciable virtud, que consistía, para él, en la fidelidad a aquello que realmente lo había traído al mundo, vale decir: cualquiera de los incesantes parpadeos del mundo mismo.

ERA UN FALSO POEMA, una impostura, una hábil engañifa persuasiva. Mimética criatura perfumada de ademanes que su tiempo había consagrado como propios de lo justo y d lo bello, entraba en los salones sin que nadie le pidiera documentos. Y allí brillaba como un pájaro de fuego que pocos o ninguno consideraban fatuo. Cambiaron las costumbres y, con ellas, las formas de agradarse unos a otros. Y entonces alguien descubrió lo obvio: era un saco vacío, un esqueleto de gestos quebradizos con franca propensión al cotorreo.

CONVOCADO PARA UNA ANTOLOGÍA, lejos de alegrarse, el poema era un manojo de nervios, como un párvulo ante el inicio de las clases. Temía no llevarse bien con los otros poemas, que se mofaran de su magra con-textura y su voz en sordina. O, peor aún, que la arbitrariedad del antólogo o el pragmatismo del editor terminaran por arrojarlo al mar de los rechazos desde la inestabilidad de una galera. El día de la selección final, con una mezcla de alivio e indignación, escuchó al editor decir al antólogo: “Incluyámoslo, si te parece. No es un gran texto, pero consigue evocar el miedo y la inseguridad en pocas palabras”.

 

***********

UN HILO NARANJA (Barnacle, 2021) de Daniel Freidemberg.

En este último libro, Daniel Freidemberg insiste en una zona que lo ha mantenido en estado de atención durante toda su trayectoria poética: la fricción entre la materia y la mente, las palabras y las cosas que designan, ese circuito que supo denominar lo espeso real. La contratapa propone que en Un hilo naranja el poeta “escribe sobre materiales que ya no se parecen a ningún recuerdo”, si bien, a nuestro criterio, la serie que compone el libro funciona menos como una oscilación alrededor del poema abstracto, y más como un ensayo de contacto con eso que, en última instancia, siempre está ausente, o en fuga: la designación, el dedo que apunta al afuera del lenguaje y le pide a las cosas que se acerquen, o la mente que las contemple, mediante la ejecución de una partitura que media entre el lector y el mundo, y que se silencia y recomienza todo el tiempo.

 

XIX

real es
lo que
resiste:

          un
          paso, dos
          atrás:

          limpiar las
          cosas
          de tu pensamiento
          percutiendo las cosas

          ¿ese ruido son las cosas?

          limpiarse
          de historia arrumbada

          como carcazas
          (herrumbre y
          vidrios rotos)
          una sobre otra y
          sin rodar ya,
          raudas, al
          viento, en
          la carretera
          de la mente
          rumbo al
          futuro, ese horizonte
          abierto hacia un cielo
          de película

 

XXIV

lo que cede al tacto,
          esa promesa
de que las cosas vengan a
          decirte “estás”.

 

XXXII

No es la llovizna, es
lo que dicen
de la llovizna el
corazón
y el aparato
de la mente.

Llovizna nomás
          es la llovizna,
agua que cae
          con poco peso
estableciendo una
          leve distancia
entre lo que en el universo
          no es llovizna
y vos.

O dado a ser
el universo
de otra manera
ante tus ojos.

No es “la llovizna”,
esa palabra:
es lo que
de esa palabra
sabe, el que la repite
como si rezara.

 

XXXVIII

Un hilo
          naranja es
nada más
que un hilo naranja
   y todo lo
   demás que
   pueda o
   quiera verse
en “hilo naranja”
corre por cuenta
    del lector,
si puede y quiere.

**********

POESÍA REUNIDA 2020- 2000 (Ediciones en Danza, 2021) de Gigliola Zecchin.

(PB)

Para quienes aún no conozcan los poemas de Gigliola Zecchin, su Poesía reunida 2020-2000, antología recientemente publicada por Ediciones en Danza, es una excelente entrada. Quizá la hayan escuchado nombrar por su apodo, Canela, periodista italiana, pero ciudadana destacada de la cultura de la Ciudad de Buenos Aires, que circuló y circula por diversos medios. 

Con prólogo de Diana Bellesi, el volumen reúne cinco libros editados entre 2000 y 2020 y un trabajo inédito, La mejor herida. Además, podremos encontrar comentarios de otros escritores sobre cada poemario y, como yapa, uno de los libros tiene también su versión en inglés. Para cerrar, descubriremos una serie de fotos de la autora en donde se la puede ver con personajes ilustres a los que entrevistó, como Borges y Mercedes Sosa.

La edición abre con el poemario inédito La mejor herida y se estructura como una especie de retrospectiva de cuatro libros publicados sucesivamente desde 2021 hasta 2000: Qué sueño es este (2019),  los 17 haikus venecianos para Adolfo Nigro (2012), in movimento (2008), arte povera (2006) y Paese (2000). El libro propone una lectura desde el presente hacia el pasado, emulando el movimiento de la memoria y de la historia, como dice Canela: “la poesía viene de muy lejos”. 

En esos veinte años, la autora llega a la escritura de poemas con tonos y temas diversos, desde la partida y el ser inmigrante, la maternidad, el amor y el desamor, hasta la naturaleza. Pero como ella explica, hay un eje central en su poesía: “la perplejidad ante la belleza, la violencia y la muerte”. 

Por otro lado, sus poemas conservan algo de la música del italiano y en ellos las pausas son muy importantes para darle a los versos ese espacio para resignificarse, como ella misma dice: “las palabras vuelven a ser salvajes en la poesía… se separan de lo dicho y se resignifican…”

La obra de Gigliola abre con La mejor herida, libro que nos lleva a la infancia y a la lengua materna. “Nunca un exabrupto, una palabra de más”, dice Diana Bellesi en el prólogo a esta edición, y destaca la inteligencia del compositor, Javier Cófreces, al elegir ubicar inmediatamente después Qué sueño es este, una serie de poemas que rompe con todas las cautelas anteriores.  María Teresa Andruetto, escribe al respecto que “el pincel sirve para sacar las cosas del caos”. 

En los 17 haikus venecianos, la poeta le pide al gondolero que le diga algo. Jorge Boccanera es quién comenta sobre in movimento, y destaca el componente visual de la serie, que se apoya en imágenes intensas: “postales de una mirada atenta”.  

Por su parte, Silvia Hopenhayn, explica que en arte povera, la poeta logra “convertir el temor en serenidad expectante” y “traduce la espera en contemplación”. En cambio, en el último comentario, Luis Chitarroni dice que Paese inventa un paisaje y no obliga a perdernos. 

Compartimos tres poemas:

 

AGUA Y CENIZA

Cantando 
lavan 
un pañal blanco 
las madres 
los hijos 
nel fume 
che trema
parole piante 

alguien me debe 
unos recuerdos qué
no quiero

 

*

EL MISMO CRIMEN

si se refieren a mí 

dibujo el día 
como un campo minado

una confesión tras otra

hoy no quisiera 

digamos la verdad mañana 

cuando se enfríe el miedo 

y la distancia 
nos permita creer 

que nadie ha muerto

 

*

RECORDAR

No no se han ido todavía 
la belleza del cielo 
ni tu respiración

bien temperada
la ironía 
cerca 
el país inolvidable

no le cuentes a nadie
quién encendió el fuego me trazaré una línea gris 
en la frente 

caminaré sobre 
rescoldos 
hasta el fin del dolor

**********

 

BABÍA Y OTROS POEMAS (Barnacle, 2021) de Pablo Seguí.

(AC)

Un nuevo libro de Pablo Seguí, que en los últimos años ha buscado y encontrado un ritmo de producción y publicación incesantes: poesía humilde, en el mejor sentido. El calmo despliegue de una sensibilidad. Un solo instrumento: el invariable heptasílabo, modulado con mil matices, con maestría. A poemas que podrían ser de sus libros anteriores:

 

EL CAMINO

Todavía está oscuro.
Todavía no pasa
la gente. No se escucha
sino un rumor lejano,
de motor. Siento un coche
pero pronto se pierde
calle arriba. Según
los usos de esta ermita
leo en silencio. El mate
ya se lava. Vendrá
la mañana y no habré
sino avanzado un trecho
ínfimo en el camino:
laberinto y derrota.

 

Se suman algunos que se despegan de una mímesis más directa y mínima, y que me gustaron mucho:

 

TENGO UN CHANCHO QUE FUMA Y FUMA

Una etiqueta más,
que termino. La abollo
y enciendo el cigarrillo
más sabroso del mundo.
¡Callen, Evangelistas
de la salud; ignórenme
Longevistas! Fumando,
pienso en la más hermosa,
deliro con su ausencia.

 

CANCIÓN

Yo sé cómo es mi rostro
cuando escribo un poema.

Calla como no callan
los que niegan al ángel.

Yo soy como una ardilla
en un bosque nevado.

Una vaina me nutre
y doy saltos precisos.

Yo sé cómo es mi rostro:
se parece a ninguno.

**********

 

MOVIMIENTO DE IDA (deacá, 2020) de Bárbara Alí.

(EGC)

Recordar la memoria primitiva del cuerpo, entender que el tiempo transcurre y deja huellas que bien podrían ser un halo de luz o el amarillo que tiñe las cosas y el pasto, inventar escenas y escribir cartas: esos podrían ser los distintos puntos de partida para entrar a Movimiento de ida de Bárbara Alí. En las páginas del libro, zumban como aviones o trenes las reflexiones sobre lo transitorio y la transformación, se pasa de la envidia de la quietud al anhelo de movimiento.

Acá el tiempo es cosa compleja y mientras un amor se descascara, el yo lírico arma lo que puede con lo que tiene, busca en el lenguaje la estrategia para decir lo que ya no es.

*

En el silencio de casa
observo a mi gato

          envidio su forma de quedarse quieto
          con los ojos llenos, brillantes
          sobre un punto fijo del aire

sabiendo ver algo
donde yo
no veo nada.

*

En la quietud de la noche
ceno en silencio
corto la carne
en trozos pequeños
y pienso:

En la misma boca
que uso para comer
hay palabras que se maceran
y a veces germinan.

Soy una vaca
pesada y rumiante
deseando que el tiempo
me vuelva sagrada.

**********

 

MORAS SILVESTRES (Elemento Disruptivo, 2020) de Leandro Surce.

(EGC)

En Moras silvestres, Leandro Surce vuelve a la forma clásica del haiku, menos clásica aquí por su desplazamiento de la tradición métrica, y acompañado por las reflexiones propias y las de su prologuista, Mariana Alonso, sobre la productividad de la brevedad (rhyme intended) y sus infinitas complejidades.

            Así, Surce nos lleva por un mundo interior que hay que ver con lupa y nos ofrece también su mirada personal, de la cual copio aquí algunos pasajes luminosos: “El haiku no es una maquinita silogística o dialéctica. Tiene 3 partes, sí, pero ningún compromiso con el alcance de una conclusión lógica o superadora. Haciendo a un lado la singular belleza que puede llegar a alcanzar, prefiero pensar en el él como en un monstruo de tres cabezas, como en una Hidra de Lerma. Es un ser total. Es inútil seccionarlo en partes. Le volverán a crecer (…). En tres versos un haiku puede brindarnos una imagen completa de un aspecto o de una porción del mundo (es como espiar por el ojo de una cerrdura). Tiene ese benigno potencial atómico”.

12.

Contra el mosquito:
un iglú de frazadas
yo de chico y yo.

45.

Incluso si se rompe
la piedra guarda
intacto su secreto.

48.

Lo que adoro del gato:
que guarde las distancias
que se sepa adorable.

**********

PARA ARDER (Bajo la Luna, 2021) de Alejandro Méndez.

Séptimo libro de Alejandro Méndez (Buenos Aires, 1965).  Dijo Laura Wittner: “Para arder se compone de poemas con nombres de piezas musicales: lied, polka, poema sinfónico, canción de cuna, pavana. ¿Y a qué le cantan los poemas? Al dolor, a la pena, a la muerte. A que el horizonte se nos venga encima tan de golpe. Cantan el ciclo de la vida y el círculo del amor: de la madre al hijo y del hijo a la madre, y en el medio quedan enredados todos los otros amores.

La voz que dice y canta es íntima, intimísima; pero a la vez discreta. No se lamenta: acepta, acata y despliega lo que ve. Cantando, claro, y en ese canto brota, a cada rato, la vida. Son la luz en sus múltiples formas (captada con minucia, salvadora, calmante) y el mundo vegetal (que insiste como herencia) los que hacen contrapeso en este libro, y entonces el dolor está lleno de treguas: el gajo de naranja atravesado por el sol puede curar, las botellas de plástico llenas de esquejes serán un paraíso pasajero mientras la madre duerme.

Poemas de versos largos, poemas de versos cortos, días de sol y de lluvia; caricias, charlas, ataúdes, mensajes, abandonos y consuelos; incluye casi todo Para arder. Para que arda bien ardido mete, de canción en canción, lo seco, lo pajoso, el chiquitaje de hojas y cortezas, y por último la línea troncal, leña pesada, Leña porfiada si pudiera hablar, hablar en vez de arder’

Compartimos dos poemas:

 

         LA COPLA DEL TÁNTALO

         Escucho una música
         y no puedo tocarla.

         Está ahí
         en mi memoria esquiva
         una música
         y no puedo tocarla.

         Tengo las notas
         que suenan claras
         pero no puedo tocarla.

         Agazapado a la espera
         velo las armas
         afilo el lápiz la guadaña
         para que vuelva porque sí
         esa música
         y se escriba al fin
         su voz diáfana.

 

ZARABANDA

Hubo un momento
de claridad en la noche.

Desarmé manos
y disloqué los pasos.

Un espejo, al fin,
impreciso.

Todos los conjuros
en lengua materna.

También digo los cuerpos.
Delirio, el otro surco.

***********

SEMILLAS DE AGUA (Paradiso, 2021) de Hugo Alazraqui.

Hugo Alazraqui nació en Río de Janeiro en 1962 y vive en Buenos Aires. El libro está dividido en cuatro partes: “Fuerzas”, “Nudos”, “Voces”, “Lluvias”.

Compartimos el poema que abre la sección “Voces”:

 

NO ES LO MISMO hablar con los vivos
que con los ausentes

hay cosas para ser dichas
y otras para ser escritas

por eso es bueno escuchar
como quien lee

leer como quien oye
y mirar como quien dibuja lo que ve

así no se confunden
los pensamientos propios y los ajenos

dialoga uno con sí mismo
y escucha a los que no existen

como quien anota sus sueños y aprende de ellos

así entrena el oído para captar
el rumor taciturno de las voces

*********

UNA VIDA A CONTRAMUERTE (Vinciguerra, 2021) de Julio Luis Gómez.

(AC)

Tan arraigada está la idea de que la novedad determina el valor de una obra artística, que es tristemente infrecuente encontrar un libro como este, del santafecino Julio Luis Gómez (1949). Son 41 sonetos, con un feliz trabajo de exploración en la disposición estrófica. Estoy seguro de que el autor coincidirá conmigo en que no es necesario decir demasiado sobre el libro. Simplemente hay que leerlo. Sobre todo quienes se preocupen poco por la moda y mucho por encontrar libros genuinos de poesía.

Comparto un poema:

 

PADRE

Padre sereno, en tu silencio calmo
me diste el mundo sin que yo supiera
y hoy que en el sueño la recuerdo entera
llega tu voz como un antiguo salmo.

Me dice siempre del sencillo modo
con que quisieras que mis días viva,
y que si el alma es del dolor cautiva
me vuelva a Dios que lo rescata todo.

Padre, en el aire mi follaje siente
que eres raíz y corazón, simiente
del alto sueño que en mi sangre vuela.

Y hoy al volver hacia la senda andada
por un instante la feliz mirada
descubro siempre que tu sombra vela.

*********

LOS DADOS DE LA MUERTE (Barnacle, 2021) de Alberto Cisnero.

Dice Jorge Aullicino en la contratapa: “Poesía proletaria. ¿Cuántos crímenes se cometieron en tu nombre? Una nueva cultura no se forma sino con el armazón, incluso los modos, de la anterior. Poesía proletaria es apropiación y expropiación de un campo simulado, como estas estrofas visualmente cuadradas de cada poema. Pero es poesía que no ignora el desconcierto, el desconocimiento, el silencio de la herramienta.”

Compartimos dos poemas:

 

1 – LA BRISA

“escuche otro secreto: ningún bien
me avendrá, no fui lo que se dice
caballero, a eso equivale un cuervo;
muchos tristes de los campos afuera,
ya atestiguaron qué grano de tierra
calificó su pan; con un puñado
de clavos ha sido ideado el destino”;
y en el dudoso mediodía, todo
silencio, padre, tu epitafio soy.

7 – AFUERA

Cuando digo afuera quiero decir
algo que usted no conoció, el primer
ruido sobre estos campos, un hilo vano
y transitorio, otra palabra advertida
al pasar; fue donde ocurrió todo:
nacieron y dieron su fin mis antes;
yo se los encomiendo,
de acá a siempre.

*********

FUERA DEL OMBLIGO (Barnacle, 2021) de Fernando Ayala.

Dice en la contratapa, sin firma: “Fernando Ayala forma parte de una generación cuya venganza consistió en sobrevivir a las denodadas exégesis de los claustros y los suplementos literarios (…) En Fuera del Ombligo, su tercer libro, pueden distinguirse muchas pequeñas fogatas en el horizonte y sin tornarse elegíaco o mendaz recorre la inquietud civil y la violencia de la época”.

Compartimos tres poemas:

*

Unos pocos poemas de papel
En la corriente fija.
Las aletas de Pablo se endurecen
Para remar cuesta arriba.
No hay escalones sin baranda
En la tribuna popular.
Los que viven cantan el disco entero.
Con alguna receta mágica,
Se vuelve ateo el creyente.
Hornero puerta abierta
Quitá el palenque y acercate,
Hagamos un mástil para tu bandera.
Y andá tanteando ese barro
Que para monolito no nos da.

 

*

Creíamos hacer el amor
Y el amor ya estaba hecho
De acción, oído y palabras.

Aun así, innovamos por fuera
Mientras se hacía mierda, el amor dentro.
El Vaivén, La Páramo:

No somos lo mismo corazón,
No somos los mismos.

Es diferente, somos diferentes;
Parecidos, pero diferentes.

*

Cuando el tiempo
Cierre sus ojos,
Suspiraré pausado.

(El rato que el colibrí tarda
En encontrar
Otra flor)

**********

LO QUE BROTA (Abisinia, 2020) de Tomás Herrero.

Dice Freddy Yezzed en la contratapa: “Si pienso en una imagen sobre la poesía de Tomás Herrero se me cruza ante los ojos el paso sereno de una neblina con las montañas de fondo. Siento su verso humilde y su ritmo sereno. Hay en Lo que brota, conjunto de poesía y cuento breve, un vuelo espiritual donde la meditación, la contemplación y el susurro se tornan casi oración”.

Compartimos dos poemas:

 

NATURA

Caminás por el pasto buscando siempre lo mismo:
Un verde con plácida sonrisa en el tiempo.
Al apoyar tus pies el griterío de humildes plantas infunde respeto.
Vas con cuidado porque así entrás a un templo.
Sumás energía, el aire se recoge.
Estás completo por partículas sinceras.
La vida te excede, no hay contornos, te rodea.

Al final algo persiste y no comprendés,
te encontrás repitiendo los pasos
de anteriores hombres agradecidos.
Admirado, por esta fuerza que modela, no te sentís en soledad.

 

RESONANCIAS

Estoy en un cuadrado de tierra, solo con una piedra,
solo con algo de barro y junco.
Con poco, bien cerca, tengo un íntimo regocijo.
Me lo he preguntado, nunca se abre la flor al sol de igual manera,
y todo ese mundo de seres callados me devuelve poesía.
La puedo escuchar a veces, muy suave,
se disuelve en mí, en lo inabarcable,
en ese espacio que deja y no alcanza.

A poca distancia, un hombre sentado
sin hacer otra cosa, contempla la ribera, me saluda.
Cuando se acoplan las resonancias,
surgen destellos rojos
                                  Que alumbran mi oquedad.

*********

DEMORAS EN LA GENERAL PAZ (Caleta Olivia, 2021) de Rafael Otegui.

Como dice Pedro Mairal en su contratapa, el que pronuncia estos poemas parece estar parado en esa famosa encrucijada que Dante cristalizó para siempre en los primeros versos de su comedia: en medio del camino de la vida, yo me encontraba en una selva oscura, versos aludidos al comienzo de Demoras en la General Paz, tercer libro de Rafael Otegui:

OTRA VEZ EN EL AUTO DE TOMBO

Otra vez en el auto de Tombo,
alejándonos del centro.

Todo esto pide una metáfora.

Esta avenida, por ejemplo,
se dobla como una boa y ahorca la ciudad.
La medianera de la revelación, pienso,
algo así como cumplir cuarenta años
o despertarse de pronto
en una selva oscura.

¿No habías dejado de fumar?
Este es el borde exacto
de las cosas, Tombo:
acá las decisiones se suspenden,
acá las palabras cambian de estado.
El horizonte es asfáltico, mirá,
anticipa luces y durezas.

¿No ves cómo esos autos,
que ahora dan la espalda al sol,
caen en la noche como un dominó desquiciado?

Enormes bestias metálicas,
tan ligeras de golpe, tan irreales.

Así también nosotros, Tombo,
vos y yo,
dos cuarentones en la frontera,
jugando con mazos de cartas distintos,
pagando las mismas demoras,
andando con luces bajas
por la misma ruta.
Nosotros también nos evaporamos
y nos perdimos en la tarde
como esos cables
de alta tensión.

 

Rafael Otegui, agrega Mairal, tiene la capacidad de observar el sentido profundo de los gestos que parecen casuales. Por ejemplo: un triángulo de bochas de pool que se desbanda con el primer golpe es quizá un grupo de amigos que está a punto de dispersarse por el viento patagónico:

 

FORMAS DE ROMPER

Para mí el Cinzano
con un susto de soda, pidió Tombo,
y descargó unas monedas
en la rockola.

Esa tarde en Neón arrancó como siempre:
la voz de Mario Gómez, el cenicero,
las bolas de pool
formando un equilátero.

¿Quién rompe primero?

¿Quién se muda a la capital?

El taco con tiza en la punta,
el golpe seco
y el triángulo que se abre,
que se aleja,
hacia las bandas.

 

En una suerte de canto generacional, sigue Mairal, Demoras en la General Paz narra ese éxodo. Las casas, las mudanzas, la familia cambiante, los sueños, el gran remolino vital de recuerdos y un presente de preguntas.

 

MÉTODO BEIJING 

Recién leí en el diario:
por culpa de la contaminación,
China proyecta sus amaneceres
en pantallas gigantes.
En la foto que acompaña la nota
se ve una pantalla LED
clavada en el centro de una plaza seca
y abajo, en un ángulo de la pantalla,
asoma un sol prehistórico,
vigoroso.
En el fondo sólo hay nubes:
hongos grises de monóxido de carbono.

Me dan ganas de fumar.

Pienso: los cielos de Beijing no dicen nada,
son oscuros como su idioma.

Pienso: uno debería proceder así,
tapizar el horizonte si es necesario,
y que el fuego sea
una conjetura.

*********

LOS ENCANTAMIENTOS (Santos Locos, 2021) de Malena Saito.

Malena Saito es productora cultural, librera, poeta. Se formó en escritura creativa, dramaturgia, guión y poesía con varios docentes y sigue haciéndolo, leemos en la biografía que está al final del libro, en la que se agrega: intenta escribir y no ser arrasada por el capitalismo salvaje. Los encantamientos es su cuarta colección de poemas.


*

Tengo tres cajas sin abrir
un cuarto lleno de ropa
y duermo en un sillón
donde hay un cuadro de una mujer
que está horrorizada, la iluminación es tenue
pero constante
la dueña anterior decidió que
nunca se apagara la luz
tendría miedo que alguien pudiera regresar
en el medio de la noche una presencia
puede entrar, su llave, la misma que la mía
puede recostarse en la cama principal puede abrir
las cajas puede
pensar que alguien ha decidido hacerle un regalo
puede volver al pasado, puede.

Yo la dejo.

*

La maldición de la que se fue
fue la primera que llegó
me dejó su habitación como un regalo
en el medio de la batalla que ahora
llevamos adelante
en revistas y eventos literarios
en la ventana dejó escrita
una oración
indescifrable
la recitaba para ver
si se abría como un mapa
y revelaba el destino
cuando empezó el verano
lave y lave
esperaba que el viento que acariciaba
las hojas del árbol
rompiera la ventana
y me dejara elegir
a dónde ir.

*

A veces sueño con que alguien me olvide colgada
en la soga
mientras se avecina la tormenta.

**********

FRENTE AL BOSQUE DE PINOS (Patronus, 2021) de Juan Fernando García.

(EGC)

Frente al bosque de pinos de Juan Fernando García reúne poemas en dos secciones que nos invitan a recorrer Colegiales y Necochea, el Delta del Tigre y Java. Pero, aunque nos desplacemos por el mapa, el paisaje que allí se despliega es decididamente afectivo y los poemas son (para robarle al libro una definición del libro) “una celebración de lo doméstico”. Se viaja en la biografía de Rimbaud y en la lectura de Kawabata y Mizumura, se viaja en la historia de las generaciones, se viaja en lancha, se viaja con el ojo.

            Pero esa celebración de lo doméstico, donde se hace lugar a lo íntimo, a los perros, la familia y el amor, a las reflexiones sobre la tarea poética, no implica domesticación, no. Lo que interpela es la potencia de la palabra que nombra lo cotidiano sin el lenguaje de lo inmediato.

BRIZNAS

¿Qué son esos diminutos pétalos
sobrevolando ante nuestra vista?
Algo que no reconocemos.
Parecida a una flor de cardo
por sus lilas y sus brillos opacados
o tal vez esa silvestre permanencia
del panadero que al agitar soplando
hace su gala. Algo así, la nimiedad que late.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

BUSCO

en la sombra que dona
el árbol
el dibujo
de una antigua sombra
y en esa tarea inadmisible
las aguas remontan estos años
que en dicha y amor filial
surcamos.

Este río.

No es sombra igual
a otra sombra
aunque la proyección
resulte idéntica.
Siempre el canto es inaugural
en el vértice del día.

Este río.
Este febrero regresado.


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