SOS UNA SOLA PERSONA (Socios Fundadores, 2020) de Stuart Ross. Edición bilingüe en traducción de Sarah Moses y Tomás Downey.
por EGC
Stuart Ross (Canadá, 1959) escribió más de una decena de libros, y llega por primera vez, y por fin, a Argentina en este chapbook, con selección y traducción de Moses y Downey.
En la nota de autor, el mismo Ross caracteriza a sus poemas como “delirantes”, con el mismo humor presente en su obra. Los textos que despliega esta antología tienen, efectiva e invariablemente, fugas hacia lo absurdo y lo lúdico, donde no faltan los juegos de palabra: “Es verdad: cambié. / En una época fui un sofá, perdido / en el viento. / Ahora soy una cama, / quise decir una casa, nadando / a través de las olas de un cielo inútil” (“Olas de un cielo inútil”).
Pero otras cosas pueden cambiar y otras cosas son objeto de la metamorfosis acá, del juego y la recreación, como la serie de poemas que comienzan con “una línea de” (una de James Tate, una de Joel Lewis, una de Gilliam Jerome), y nos entregan una tradición remodelada al antojo.
Sí, es cierto, muchas otras cosas pueden cambiar también o perderse en el camino: los ojos (“solía tener ojos marrones, / me los saqué”), las piernas (“Se me cayeron las piernas, porque /nunca aprendí a bailar”), eso descubro mientras leo a Ross. Y para algunas de esas pérdidas, como la de un hermano o un padre, no hay ritos de preparación ni al escribir ni al leer.
Aquí mis dos favoritos para no perderse:
HINOJO
Para preparar el hinojo,
hacé un corte transversal, sacá el corazón,
podés oler el regaliz,
guardá la parte de las hojas para el hutspot,
pensá en mí un momento,
después paseá al perro, alimentá al perro,
paseá al perro. Entrá
en razones y mudate
de nuevo a casa. No sé cómo
arreglar la bisagra de la puerta
y necesito un masaje en la espalda.
ROAD TRIP, SUR DE ONTARIO, 1999
Manejamos y manejamos hasta
chocar con un lago.
En la costa del lago
hay un pequeño monumento.
“MANEJARON Y MANEJARON
HASTA CHOCAR CON UN LAGO”.
Mi padre y yo
cruzamos miradas.
Su pelo fino y gris flamea
en la brisa fresca.
Atrás,
el auto en marcha,
las puertas abiertas.
Yo tiemblo. Él atrapa mi cabeza
bajo su brazo.
Pongo mis pies sobre los suyos,
y él camina como un gigante
hacia el agua,
llevándome.
“Quiero ir con vos a tu planeta”,
digo.
De vuelta en el auto,
nos quedamos callados. El
periodista deportivo
habla de
deportes. Si hubiéramos
nacido un siglo antes,
y en París,
quizás mi padre
y yo estaríamos paseando
nuestras tortugas por el
boulevard, callados
en francés.
En dos años,
mi padre va a estar muerto.
El auto va a ser mío.
Unos niños van a romper
el parabrisas. Mis pies
van a tocar el piso.
Ah, y también, voy a tener
un hermano menos. Voy a tener
un hermano. Cuando la nieve caiga,
voy a atraparla
y voy a devolverla.
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PRENDAS (Deacá, 2020) de Pablo Dema.
Segundo libro de poemas del cordobés Pablo Dema (n. 1979), que es, además de poeta, narrador. Algunos de los poemas del libro habían sido publicados en la edición impresa de Hablar de Poesía #39. El libro es directo y nos convence de su sinceridad y su necesidad. Compartimos un poema:
GRATITUD
No sos especial.
No sos mejor que nadie, sabelo.
Fue a las pocas semanas de conocernos.
Recuerdo el pelo revuelto,
la boca hinchada de besarnos.
Igual me tenés loquita, dijo,
pero no sos el primero
y a lo mejor tampoco el último.
De eso hace casi veinte años.
Algunas veces, cuando estoy cocinando,
me abrazo por la espalda y me lo repite:
nos sos especial, nos sos mejor que nadie.
Luego de un momento de quietud,
en las sienes, en la garganta siento
el golpeteo tenue del martillo
y sonriendo me doy vuelta
par darle lo mejor que tengo.
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ASÍ ESTAMOS (Alción, 2019) de Fernando Caniza.
por EGC
En Así estamos de Fernando Caniza la lengua es plástica: recorre registros, hace uso magistral del derrotero de refranes, nos permite reconocer en esta frase o en aquella un mundo de valores, un origen, un estereotipo que conocemos bien. Este es un libro escrito con el oído, con atención no solo a la palabra poética sino a las cristalizaciones de la lengua y sus maneras de circular. Pero, como señala Claudia Masin en la nota preliminar, el ejercicio detrás de la verdad anquilosada que aquí se pone en juego da exactamente el resultado inverso: “Ese así estamos que naturaliza la inequidad, el espanto, es retomado y su potencia es invertida por el poeta: así el discurso dominante entra en estos poemas, que lo desmenuza, lo destroza, lo transforma en su opuesto”.
Están también poemas como “Todo en su medida”, que hace honor al título, donde la arquitectura del barrio obrero y la del poema se levantan palmo a palmo y con precisión: vamos guiados por los hervores (“¿es humo o es bruma?”), avanzamos entre las habas que no se cuecen y el mate que se vigila hasta el último verso, entre escenas de desempleo y una mirada irónica sobre ciertos discursos de la militancia (“les cuentan lo bueno / de que la razón se abra paso entre los pobres, tratan / de avivarlos, decirles que el exceso de emociones / los tiene ahí sentados”). Y todos estos hervores, huelga decirlo, son bien polisémicos y esperados.
Aquí el poema que da título al libro y lo abre:
ASÍ ESTAMOS
Así son las cosas, tira el jefe con pena
ensayada, una mordida en sus labios
y leve inclinación craneana, como
quien se entrega a la providencia, revela
poco de sus intenciones y redobla la apuesta:
qué se le va hacer, las cosas son así
ejecuta el dogma con ademanes de piedra
impulsa a que recibamos los golpes
rechinados al aguante como única salida
en la eterna espera de lo que nunca pasa.
En determinados momentos afrontamos
un derrumbe que no ha existido, se recortan
los proyectos con reservas apocantes y
en algunos meses se repite en cada casa:
cuando no hay remedio no se cura, aunque
si fuera factible un santo remedio, seguramente
no estaría al alcance de manos laboriosas.
No ayuda la mansedumbre, pasarse al bando de ganadores
no, tampoco ser el primero de la lista en el reparto de migajas,
o ganarse una muda de ropa en el Ejército de Salvación.
Si no lo piensan mucho andan de rodillas
hacia la fuente de los milagros, una burbuja que
separa las causas de su entorno, un alivio de las
presiones, porque nadie recuerda a los mártires
de Chicago en vacaciones o un sábado por la noche
lo que es así, es así nomás, dice el talabartero
con tono convincente, ¿para qué vamos a mentir?
¿quién te va dar una mano si te puede quitar las dos?
Así estamos, si no alcanza es lo de menos
nadie se anima a otra cosa. Cada uno
con cada cual. Cada uno tiene lo que merece.
Cada cual hace lo que quiere
en esta zona de oportunidades.
¿Por qué preocuparse? eso es para problema,
se escucha el bufido de un asimilado.
Quédense bajo la sombra así no se derriten
no se muevan mucho, así no les falta refresco
quietos ahí, eh! indiferentes, sin prisa y sin pausa.
Dios sabe lo que son necesidades, y cuando no concede
es porque no trabajan bastante para obtenerlo.
Vayan para adelante, pronto encontraremos
culpables buscando fortunas en suelo rocoso,
vayan para adelante, todo lo demás
se acomoda, como en el carro
mientras se sacuden los melones.
Así estamos, sin prisa y sin pausa,
trastornados pero en gracia divina,
bendecidos por la santa paciencia
con pocos disturbios o manifestaciones
porque si hay un estallido, de inmediato
cientos de cabezas de cordero
terminan en un barranco, pero
acurrucados entre cartones podemos
considerarnos un privilegio al aire libre.
Así estamos, como frente a un mago,
en suspenso, estupefactos, porque con
ilusiones grandes y sin movimiento
exigimos menos proteínas, y no hace falta
una adivinanza sobre lo que viene.
Ya sabemos, cada día termina más abajo
y nadie nos cura la angustia del mañana.
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LA GUACHA N° 51 – OCTUBRE 2020, revista de poesía dirigida por Claudio Lomenzo y Javier Magistris.
Un nuevo número de la revista de poesía que siempre da alegría encontrar en los kioscos de diarios. En este número, entrevistas a Santiago Sylvester, Cristian Aliaga y Marta Braier. Poemas de Alicia Digón, Julio Aranda e Inés Aráoz, entre otros. Reseñas de algunos libros recientes del panorama actual: la Poesía reunida de Teresa Andruetto, y la Poesía reunida de Adélia Prado, por ejemplo entre otros. También un ensayo de Javier Magistris sobre algunos temas que generaron polémica en las redes durante el 2020. Compartimos un poema de Inés Aráoz:
POEMA
He cazado a la muerte
como si fuera una palabra nueva
La he rodeado, inquirido y bientratado
Hasta he escrito sobre ella
-vida es la palabra que he usado-
Y me ufano
de contemplar a cada instante
su aleteo furioso
en mi corazón.
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LAS ESTATUAS OLVIDADAS NO APARECEN EN LOS MANUALES DE HISTORIA (Caleta Olivia, 2020) de Diego Rosake.
por EGC
Las estatuas olvidadas no aparecen en los manuales de historia habla de la historia, pero no de las estatuas, sino de la historia íntima, la privada, esa que se registra en las páginas de lo que se nos presenta a la lectura como un diario, con sus esporádicas fechas, a veces misteriosas.
Viajamos tres años (o eso creo: yo cuento tres abriles), en los que el diario aparece tematizado como soporte de los poemas, estilizado o parodiado en sus convenciones genéricas: “en este diario que escribo / tampoco se sufre de más / sino solo lo que la estética exige”. Quizás la historia, la de los manuales se instale en la época de una voz, que se dice hija de los noventa, que vuelve a mirar el pasado sin aparentes nostalgias y se ríe desde un epígrafe en medio del Candy Crush o el Whatsapp. Y ahí, depositadas las entradas de las conversaciones entre dos, en un trascurrir en el que todo parece acercarse al desencuentro y la disolución, están también los acontecimientos contundentes. Pero incluso en estas escenas de familia (las del padre y su particular Pollock, del hijo perdido, de los antidepresivos que se transforman en juguetes) también impera la estilización, la economía: no decir de más, no sufrir de más, o al menos no revelarlo todo. Sí, son, además, de los poemas más cortos del libro y aparecen aquí y allá, para caer con todo el peso de su brevedad, con la fuerza que tiene lo que apenas se entrevé. A diferencia de lo que sucede en los diarios, diría una, donde todo se cuenta en detalle como si no hubiera un mañana.
MAYO II
Las estatuas olvidadas
no aparecen en los manuales de historia
te dije mientras vos hablabas de separarnos
en este diario que escribo
tampoco se sufre de más
sino solo lo que la estética exige
pero claro
vos no lo sabías
por eso el drama la furia el exceso
AGOSTO V
Cuando se fue mi ex
se llevó los 2 termos
que había en la cocina
un waterdog de acero inoxidable
made in germany
de la época en que
por un error genético
acampaba y disfrutaba
la vida al aire libre
y un lumilagro más berreta
pero con pico matero
que le daba cierta dignidad
a las clases de 7 y media en el instituto
a cambio se dejó olvidadas
un par de pequeñas ojotas havaianas
con flores bastante feas
(aun no entiendo cómo pudo haber amor
a pesar de esas ojotas)
ahora tomo mate de mañana
con un termo de telgopor
que compré de pasada en algún viaje
en la YPF que está en la entrada a pringles
y desayuno con los pies
en esas flores bastante feas
en un plástico tres números más chico
como si la incomodidad fuese aprendizaje
como si alguna vez pudiese aprender algo
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FORMAS DE SER EL RÍO (Peces de Ciudad, 2020) de Virginia Caresani.
Compartimos aquí dos poemas de este, el primer libro de Virginia Caresani:
II
Entendí cómo partir almendras
en el galpón de la casa grande
cuando ya no sabía en qué lugar
de la alacena estaba el azúcar.
Papá ponía la almendra limpia
de su funda verde
que parecía el carozo de un durazno
en el centro de la morsa
y con el oído del martillo
me enseñó a escuchar
el sonido hueco
que habla del centro
en el que la semilla no se quiebra.
Mis primeros intentos
desparramaron la semilla
por los cuatro puntos cardinales.
Mis últimos intentos dejaron
sobre la mesa una semilla perfecta
con la cáscara arrugada
y color de chocolate.
Su forma de gota de agua
me dejó impresionada y triste.
¿Cuántas cáscaras rompí
para tener cierta perfección
en el centro de mi mano?
V
Mi hermana anta en el pianpo
con una voz fina
y sus dedos me llevan
a mundos que creía extinguidos.
Me pregunto de dónde vendrá
la elegancia de su cuerpo
y cómo habrá hecho para recortarlo
de el de las mujeres robustas
de nuestra robusta familia.
La figura de mi hermana
es la de una pianista
que sonríe y se concentra
y sabe disolverse en el piano
como ahora se disuelve
la noche en el día.
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SIETE MUJERES. POESÍA ALEMANA ACTUAL (detodoslosmares, 2020). Edición bilingüe con traducción y selección de Micaela van Muylem; textos de Gabriela Milone y Mariana Robles.
Las siete mujeres aquí presentadas, en un panorama de la poesía alemana contemporánea, son Friederike Mayröcker, Elke Erb, Orsolya Kalász, Dagmara Kraus, Maren Kames, Ann Cotten y Mara Genschel. La arquitectura de este libro en edición bilingüe es, por lo demás, interesante: además de acercarnos a una obra que permanecía ajena para quienes no leemos en alemán, incluye análisis de las poetas Mariana Robles y Gabriela Milone que ponen a conversar lo presentado aquí y allá.
La poética de cada autora que se atisba brevemente en este libro nos revela un mundo heterogéneo, que va del poema con sus saltos de verso más o menos tradicionales, al poema en prosa, al poema que se despliega a lo largo y lo ancho de la página en sus posibilidades espaciales o que incluye intervenciones gráficas.
Sobre esta multiplicidad ahonda Milone, al reflexionar sobre este recorrido por todas las voces: “Hay una lengua por boca: la poesía viene a decir eso. Hay una voz por cuerpo: las azarosas voces de las siete mujeres que escriben en una lengua —que nunca es solo una lengua— vienen a decir eso. Hay un paisaje por mirada: la excepción de cada lengua en cada boca se hace a la medida del umbral abierto en las palabras que, desde ahí, mira”.
Aquí dos poemas:
QUÉ NECESITÁS (FRIEDERIKE MAYRÖCKER)
¿qué necesitás? un árbol una casa
para medir cuán grande cuán pequeña es la vida como persona
cuán grande cuán pequeña cuando alzás la mirada a la copa
te perdés en la verde belleza tupida
cuán grande cuán pequeña pensás cuán corta
tu vida comparada con la vida de los árboles necesitás
un árbol necesitás una casa
no una entera solo para vos apenas un rincón un techo
para sentarte para pensar para dormir para soñar
para escribir para callar para ver a un amigo
los astros el césped la flor el cielo
OIGO… // MAREN KAMES (SELECCIÓN)
Oigo: el débil sonido de tu lengua en el interior de la boca al despertar tu mano cómo se mueve a mi lado en la almohada oigo la calle abajo cada vez más fuerte oigo el curso del río frente a la casa de nuestros padres. (…)
Oigo a nuestra madre dándole de comer al abuelo que tiene cuatro años y aprieta los puños en los bolsillos oigo a nuestro padre abandonando la casa la calle la ciudad.
Oigo una cascada en un lugar hace tiempo cómo se hunde en el valle se hunde en el sueño en mi espalda a mis espaldas los antepechos goteando al compás del bastón de mi abuelo que tamborilea en la tierra delante de una casa en la ladera mi abuelo sentado delante y hablando bajito rumbo al valle o a la niebla en la ladera oigo a mi madre caminando junto a las vías del tren buscando perlas
He oído que los cuervos roban perlas rompen leña tiran piedras que saltan de los antepechos a nuestras espaldas en un valle muy alejado
He oído el zumbido en la calle abajo junto al curso de un río en algún lugar alejado
He oído: el deshielo.
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VOS, AL REVÉS (Griselda García Editora) de Pablo Sinardi.
Segundo libro de Pablo Sinardi, nacido en 1983. Compartimos un poema:
ÁRBOL
hace días
hay un árbol caído
en el jardín.
hoy al despertar vestido
me sentí su hermano.
sonreí
quise abrazarlo
decirle mirá
yo también
y mostrarle la cara rota
las manos como pájaros
sin pájaros, la costumbre.
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LOS BUENOS DESEOS (elefante, 2020) de Eugenia Pérez Tomas.
Primer libro de poemas de la dramaturga y novelista Eugenia Pérez Tomás, nacida en 1985. Dice la contratapa de Laura Wittner: “…Hay que desarrollar una observación muy delicada y saber quedarse para que cada detalle se despliegue en el mundo que es: un árbol, un río, las pestañas, los pulmones, la fuerza con que se traza una letra sobre el papel. Qué mejor deseo para todo esto que nos rodea que mirarlo de cerca y dejarlo traspasarnos”. Compartimos un poema:
PEQUEÑO RITUAL
Atarse el pelo es una actividad delicada.
Los dedos son piezas
o palitos chinos que podrían quebrarse.
Los muevo con dulzura para sujetar
se empeñan, en un elástico
los dedos.
Un nudo mágico
para envolver sin tirones
los pelos,
que juntos son un imán.