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Poetas del #41 II

Poetas del #41 II

Compartimos una selección de algunos poemas de cuatro de los poetas publicados en el número papel Hablar de Poesía #41: Esperanza López Parada, Lucía Hourest, Gabriel Reches y Tomás Cohen.

 

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ESPERANZA LÓPEZ PARADA nació en Madrid en 1962 y es considerada una de las voces más destacadas de la poesía española actual. Publicó, en poesía, Como fruto de fronteras (Arnao, 1984), Los tres días (Pre-textos, 1993), El encargo (Pre-textos, 2001) y La rama rota (Pre-textos, 2007).

          

¿Qué sostiene a la percha en el aire,
qué al corazón que late en sus omóplatos?
La camisa azul que cuelga en ella
aún deja ver señales de un cuerpo,
arruga adentro en la hechura del brazo.
El espectro tiene hombros conocidos,
huecos conocidos, ausencia sabida.
El espectro se aúpa en el armario
con su huella de tela a la altura del codo
y baila la percha el peso extraviado.
Las banderas no ondean así al viento
de los días perdidos de amor que la ropa
conserva tersa en su gris esqueleto.

 

SOBRE ESTA MESA celebramos el banquete de una memoria.
Damos vítores por lo que comemos, el recuerdo salado
de un minuto que todavía no ha sido pero que será.
De madera de haya, está en ella ese minuto mirándose
con su doble ojo de espejo, minuto que es el último
porque entre esta mesa brotada, florecida de acciones,
mesa de hechos acaecidos, y aquella que vendrá,
hundida y seca para los funerales, temblona en su pata
más coja, se ha firmado el pacto negro que las cosas
hacen con nuestro segundo, las cosas que saben
nuestra fecha y hora.

 

ESTOY DE PIE frente a tu fotografía,
de pie junto a tu desmejorado gemelo
y te miro como si yo fuera la ausente,
con igual urgencia de similitud,
con ansia de locos parecidos.
¿En cuál de los dos hay más alma,
en lo que eras o en esto que compongo
a golpes de torpe cercanía intuida?
No eres más que retrato de tu retrato,
mono de tu simio y apenas reflejo
que sonríe como en el original.
Los pueblos perdidos en desiertos
tienen espejismos llenos de vitalidad
y bullicio y tú ahora copias tu copia,
como esclavo obsequioso en noches
de reminiscencia. ¿Qué figura te repite
mejor, dónde resides? Porque este pedazo
de papel iluminado, con rastros
de humanidad salvada, esta ilusión
da testimonio, cuando te vas,
de tus enamorados humores
y de la revuelta sangre que todavía ella,
la imagen, contigo comparte.

 

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LUCÍA HOUREST nació en Ciudad de Buenos Aires en 1989. En 2016 publicó Temporada de armas (Deshielo). En 2017 ganó una de las becas de Creación del Fondo Nacional de las Artes. En 2019 participó de la Bienal de Arte Joven Buenos Aires.

Muy a contrapelo de las noticias
compramos el pan
más caro del mercado.
Era tan fresco.
Pensé que hablaban de mí
que caminé con este olor
a falla de pan rostizado
pegado a la mano.

 

***

 

Se mueve con cuidado
intentando calcular
si van a devolverle el golpe.
No tiene raza de campeón
como vos
que estás a favor y en contra.

 

***

 

El nombre de tu ciudad
en letras blancas
tiradas sobre el pasto.
Parece que alguien cambió el orden
Dios no nos quiere
contentos.

 

***

 

Yo también creo en otra cosa.
Dije tu nombre y el mío
te vi hablando
con la boca descubierta.

 

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GABRIEL RECHES nació en Buenos Aires en 1968. Publicó, entre otros, Gómez (araucaria 1997), El resto (Siesta 1999), Strip (Bajo la luna 2000), Hámster en la rueda (ediciones obsoletas 2002), La caja (Interzona, 2008) y Es el fin del mundo, tía Berta (Bajo la luna, 2011). Es docente en la materia Taller de Poesía II de la UNA      

LAGO FANTASMA

Como los murciélagos
el potencial eco de nuestras voces
confirma la presencia de dos montañas
en el fondo de aquello que no vemos.

Al mundo se lo bautiza con imagen diurna
lago verde, lago espejo y qué
si lastimo con uñas
el cuero cabelludo, se hace necesario
erradicar piedritas de mi pelo.

De noche no hay nombres para nada
de noche obedecemos al silencio
todo es el eco que reverbera inconsistente
sin el sonido que parecía fundarlo.
No es un tic, separarse de las cosas no es un tic
ni preguntar qué hago, qué busco aquí
frente al lago verdadero, el que te aniquila
después de las certezas que teníamos de un lago.

 

PUENTE VERDE

Por este camino los llevaba a la escuela.
Había un puente de cotorras
unos perros que no sabían de la doctrina del revuelco,
el sol daba en las moras, parecían mágicas.
De todo eso, qué quedó. Solo un puente de cotorras
unos perros que no saben de la doctrina del revuelco
y el sol da tanto en las moras, que parecen mágicas.
Sonará igual pero vos y yo sabemos.
El puente no es el puente. Es su fantasma.

 

LO QUE NO TE DIGO CUANDO HABLAMOS

Para transmitir tranquilidad ejecuto mi rol a la perfección
la sombra de un árbol sin hojas que sabe evocar.
Cuando te veo me siento culpable porque la naturaleza tiene leyes.
No tengo mucho más que proponerte, hijo, que una play o drogas
la mano sobre el pelo que ya no puedo cortar sin que te enojes.
Hay una sola forma de crecer para las cosas.
En la puerta de este hospital te tuve en brazos con la frente abierta
ahora miro a través de las manos como si fuera traslúcido.

 

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TOMÁS COHEN nació en Pelluhue, Chile, en 1984. Estudió Música y Arte. En poesía publicó Redoble del ronroneo (Buenos Aires Poetry, 2016) y Un árbol de luz íntima (Ediciones Bastante, 2019).

LO QUE DI ES LO ÚNICO QUE GUARDO

Esa palabra pescado
que compré retorciéndose en la red
porque quise devolverla a pez
y las tres veces que nadó
de vuelta a mis manos
desde su libertad nueva:
reconoció, agradeció,
se despidió al fin. Allí,
con el agua hasta el cuello,
mirando profundo
y por encima a la vez, allí,
en esa pausa de mi egoísmo
yo me libero a mí.

 

DECLARACIÓN DE AMOR 

Muy tarde es casi muy temprano
y apago mi ventana. La única ventana
encendida entonces la veo ahora
que apago mi ventana.
La otra única. Ahora es la única.

Ya no es la única: encendí mi ventana
para declararle mi amor.


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