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Las cosas no deberían ser tan duras

Las cosas no deberían ser tan duras

por Ianina Antonetti[1]

 

Kay Ryan nació en California en 1945, y desde los 70 escribe poesía y da clases en un community college, bastante alejada del mundo literario. A partir de los 90, su poesía se hizo más conocida. En 2010 fue nombrada la decimosexta Poeta Laureada de los Estados Unidos, y en 2011 ganó el Premio Pulitzer de Poesía, entre otros premios. Uno de sus poemas más conocidos es “Things Shouldn’t Be So Hard”. Lo traduzco:

 

LAS COSAS NO DEBERÍAN SER TAN DURAS

Una vida debería
dejar huellas profundas:
surcos donde ella
iba y volvía
a buscar el correo
o a mover la manguera
por el jardín;
donde ella se paraba
frente al lavadero,
un lugar raído;
bajo su mano,
los picaportes
de porcelana reducidos
a pastillas blancas;
el interruptor que ella
solía tantear
a oscuras
casi borrado.
Sus cosas deberían
tener sus marcas.
El paso de una vida
debería notarse;
debería causar una erosión.
Y cuando esa vida se interrumpe,
algún lugar,
aunque sea pequeño,
debería quedar marcado
por ese pasaje
grandioso y dañino.
Las cosas no deberían ser
tan duras.

 

THINGS SHOULDN´T BE SO HARD // A life should leave / deep tracks: / ruts where she / went out and back / to get the mail / or move the hose / around the yard; / where she used to / stand before the sink, / a worn-out place; / beneath her hand / the china knobs / rubbed down to / white pastilles; / the switch she / used to feel for / in the dark / almost erased. / Her things should / keep her marks. / The passage / of a life should show; / it should abrade. / And when life stops, / a certain space— / however small— / should be left scarred / by the grand and / damaging parade. / Things shouldn’t be so hard.

 

        Lo que primero me atrajo de este poema fue su aparente simpleza, su cotidianeidad. Su brevedad. Y que, a la vez, es profundo. Describe a partir de acciones, y describe esas acciones a partir de los objetos involucrados. Deja mucho a la imaginación. El poema se construye a partir de una frase cristalizada como “things shouldn’t be so hard” (las cosas no deberían ser tan duras), y, al tomarla en su sentido más literal, nos permite ver todo desde una perspectiva nueva. “Hard” puede significar que algo es difícil o que algo es duro al tacto. El poema juega con ambos sentidos, porque las cosas deberían ser permeables al paso de la vida de las personas, y, al mismo tiempo, intuimos, las cosas, en general, no deberían ser tan difíciles (¿cuando alguien muere, quizá?). Por eso, una de las primeras decisiones que tomé fue traducir “hard” por “duras”, que mantiene esa polisemia latente.

        Con respecto al lenguaje, me atrapó la rima sutil, que fluye y se siente, pero no está ahí, evidente, al final del verso, sino que está formando un camino más sinuoso por entre medio de los versos. Es lo que Kay Ryan llama “recombinant rhyme”. En una entrevista a The Paris Review[2] cuenta cómo surgió este tipo particular de rima: “Cuando empecé a escribir nadie rimaba, estaba muy mal visto. Pero la rima me llamaba como una sirena. Las cosas rimaban en mi cabeza sin mi permiso. Pero no podía tomarme la rima a final de verso en serio, o sea que tuve que encontrar otras maneras: acumulaba las rimas en otras partes de los versos, el principio de una palabra rimaba con el final de otra, o una palabra era idéntica a otras tres.[…] ¿Y qué es la recombinant rhyme? Es como cuando le agregan un gen de la medusa que brilla en la oscuridad a un conejo y hacen que sea verde fosforescente; recortando pedacitos de sonidos y redistribuyéndolos a lo largo del poema, descubrí que podía lograr que el poema fuera un poco luminiscente”.

        El poema está escrito en verso libre, pero con un pulso formal. Tiene una clara base yámbica. “A life should leave / Deep tracks” … “Her things should (/) keep her marks” son momentos importantes del poema marcadamente rítmicos, en trímetros yámbicos dispuestos en dos versos. Varias secciones del poema están en dímetros yámbicos, en un ritmo rápido y repetitivo, como las acciones mismas. “(ruts) where she / went out and back / to get the mail / or move the hose / around the yard”. Al momento de traducir, la estrategia elegida fue ser consciente de esos dos elementos que sostienen al poema, el pulso formal y la “recombinant rhyme”, y tratar de plasmarlos sin que se sientan forzados. En inglés, la forma del poema suele medirse según cláusulas rítmicas, a partir de sílabas tónicas y no tónicas. El pie yámbico (una sílaba sin acentuar y una acentuada) es fundamental para la poesía en inglés, y podemos, como se dijo, sentirlo subyacente en este poema. En español, en cambio, es mucho más común usar el sistema métrico, según la cantidad de sílabas de cada verso. El pulso formal lo traduje en una base principalmente imparisílaba, con algunos endecasílabos imperfectos, con acento en tercera y séptima (“Una vida debería dejar”), algunos eneasílabos (“de porcelana reducidos”) y una gran mayoría de heptasílabos (“o a mover la manguera”) y pentasílabos (“huellas profundas”, “por el jardín”, “bajo su mano”), y algunos breves trisílabos (“a oscuras”, “tan duras”). Los versos más breves respetan la brevedad del original. El ritmo imparisílabo hace fluir al poema, y respeté los cortes de línea encabalgados, donde los versos no respetan cláusulas sintácticas sino que continúan por dos o más versos, que también es una característica importante del poema (“el interruptor que ella / solía tantear / a oscuras / casi borrado”). Con respecto a la rima y el aspecto sonoro del poema, la estrategia fue usar rimas internas o a mitad de verso (“huellas profundas: / hendiduras donde ella”), aliteración y repetición de sonidos (“los picaportes de porcelana reducidos/ a pastillas blancas”, repitiendo el sonido de la p) para ir formando un camino casi imperceptible que fluya junto al ritmo. Otra herramienta que utilicé, en la etapa final de la corrección, fue buscar otras traducciones del poema, sobre todo para cotejar algunas elecciones léxicas que no me terminaban de convencer. Y encontré la hermosa versión de Mirta Rosenberg, en El arte de perder y otros poemas[3]. En mi afán por lograr rimas a mitad de verso, había traducido “ruts” (deep tracks: /ruts where she / went out and back) por “hendiduras”, para que juegue con “profundas”, pero yo también iba y venía con esa elección… Rosenberg eligió “surcos” (profundas huellas: / surcos en el sitio / en que ella salía y volvía) y me pareció una elección mucho más acertada, y también me permitió ver que ya tenía otro camino sonoro: huellas / ella / (más adelante) manguera… por lo que ganaba más que lo perdía eligiendo “surcos”. Otra palabra, o familia de palabras, que me daba vueltas era el tema del paso por la vida: en el poema se nombra “The passage / of a life should show” y, casi al final, “the grand and / damaging parade”. Pasar, paso, pasaje… Rosenberg elige “paso” y “tránsito”. Yo finalmente me decidí por “paso” y “pasaje”, porque preferí apegarme a la brevedad y la repetición de sonidos. El final de Rosenberg es poderoso: “Y cuando la vida se interrumpe / un cierto espacio / -por pequeño que sea- / tendría que exhibir las cicatrices / de ese tránsito / grandioso y dañino”. Nada, solo quería compartirlo. “Se interrumpe” también me sirvió para despejar mis dudas sobre cómo expresar algo que en inglés se resuelve en una sílaba (“stops”). El trabajo de cotejo con otras grandes versiones, al igual que el trabajo de taller, de compartir tu versión con colegas, es útil y fructífero para hacerlo como último o anteúltimo paso, antes de la corrección final (o final al menos por ahora), y puede servir para darnos nuevas opciones que no se nos habían ocurrido o que quizá habíamos descartado y, también, para confirmar otras decisiones.

        El tema del poema tiene que ver con la muerte. Aunque no se dice explícitamente, la descripción de cosas y momentos cotidianos, domésticos, casi triviales, nos hacen pensar en la muerte de alguien cercano, quizá una madre o una abuela. Y en este punto, cómo no leerlo como una elegía, si en el momento de corregir la traducción, yo también estaba pasando por el duelo de alguien muy querida y especial para mí… y de alguna manera, esa distancia que ponemos para traducir, por un momento se perdió. Pero me ayudó a sentir aun más el poema y, un poco, a dar un cierre a mi propio proceso. A pensar en las marcas, en las huellas que deja el paso de una vida y, por qué no, en las que querríamos dejar.

 

[1] La presente entrada se publicó con el mismo título en las páginas 17 a 22 del numero impreso Hablar de Poesía #41 (Agosto 2020).

Ianina Antonetti nació en Buenos Aires en 1981. Es traductora egresada del Lengüitas.

[2] Puede leerse parte de esta entrevista en:

https://www.theparisreview.org/interviews/5889/kay-ryan-the-art-of-poetry-no-94-kay-ryan

[3] Mirta Rosenberg, El arte de perder y otros poemas, Editorial Pre-textos, 2016.


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