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Algunos libros recientes (agosto 2020)

Algunos libros recientes (agosto 2020)

HERRERA EL VIEJO (Ediciones en Danza, 2020) de Ricardo H. Herrera.

Un nuevo libro de Ricardo H. Herrera, quien dirigió la revista Hablar de Poesía sus primeros 35 números. Para lo que él mismo llama su último libro, el libro de la vejez, y del cual esta edición es una especie de versión abierta que seguirá creciendo, parece haber encontrado una forma feliz: una sucesión de breves cuadernillos que si bien son entidades autónomas e independientes, forman a la vez parte de un conjunto orgánico. Para abrir cada uno de estos cuadernillos, una página o dos de prosa sirven de prólogo a los poemas y también nos permiten asomarnos a una concepción personal y muy íntima de la poesía. Compartimos dos poemas, y una excelente entrevista sobre este nuevo libro que le hiciera Fabián Herrero.

 

AUTORRETRATO

Siempre meditabundo, siempre solo,
al menos cuando escribe sus poemas.
Y es que hay un drama en cada miniatura:
llegado a la vejez quiere ser viejo
y hacer poesía con la pura pérdida.
El jazmín y el granado no desertan,
renuevan su dación, y las palabras,
aunque pocas, no son del todo incrédulas;
sólo el bendito azar –el fabulista
el proveedor de bienes y de males–
trabaja cada vez más a desgano.

 

A MIS HIJAS EN TIEMPOS DE CUARENTENA

Puede que las palabras sean las lágrimas
de los que en su tormento ya no pueden
abandonarse al bálsamo del llanto.
Que son gritos, se ha dicho de las piedras.
Si esto es cierto, el ritmo del poema
ha de templarse siempre
en severo silencio.

Mi no saber y todas mis torpezas
prescriben mustios hoy: hueras imágenes
frente al dolor que cunde en derredor.
Ciego y mudo me humillo en la blancura
buscando ese silencio diamantino
que puede hacer justicia a la poesía
en la paz de la página.

Una ventana abierta a un verde ámbito
es mi visión constante, es mi horizonte.
El lento transcurrir del devenir
que homenajea el árbol con sus hojas
y el río con sus ondas, eso admiro;
y la noche exhibiendo su esplendor.
Del hombre poco o nada hay que decir.

Sólo un verso halla gracia en mi memoria;
fue dicho de un psicótico, del huérfano de Europa:
Él de verdad amó la luz del sol.
Ya está abierta la fosa de los otros
y la mía también. Al pie de un noble roble
dejo el cuerpo yacente. Mi epitafio
serán tres iniciales y dos fechas
que grabarán mi hijas, dulcemente.

 

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LA TRAMA MATERNA (Caleta Olivia, 2020) de Gabriela Larralde.  

Tercer libro de poesía Gabriela Larralde (n. 1985). El epígrafe que abre el libro es de Sharon Olds, sobre la maternidad (“Hoy veo que hay algo que aprender de vos / y es a amar lo que no me pertenece”), y bajo su figura tutelar dicen los poemas lo que tienen que decir. Es una poesía directa, cotidiana, pero que encuentra siempre un resquicio donde lo cotidiano se transforma en otra cosa. Compartimos dos poemas, sin título:

 

AYER TE DIJE cosas horribles
cosas que merecías.
ahora dormís dándome la espalda
es todo lo que veo acostada en esta cama.
Tu espalda resistiendo a la noche
es una fortaleza y un engaño:
este mundo está hecho de palabras.

Dibujo sobre la sábana
la caricia que te haría
la dibujo y la borro
con la palma,
una y otra vez.
No soy una bruja
pero esta es la invocación
de la valentía.

 

UNA MOSQUITA negra
vive en el cielorraso
de nuestro baño
espera horas mi ducha.
Tardo muchísimo
es de los pocos ratos
que tengo ahora sola
me recorro, dudo
y entonces la veo otra vez
revolotea para volver
a posarse.
Me pregunto
qué más espera
qué invoca o acarrea
por qué elige a veces
la cortina blanca
y otras veces el azulejo
pero sobre todo
por qué
pudiendo volar
lejos, permanece

 

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LIZARD (Barnacle, 2020) de Pablo Seguí.

“Al leer Lizard –dice el prólogo de Elisa Molina– creo percibir que Pablo Seguí da un salto. Quizás sea solo mi imaginación, pero puedo reconstruir mentalmente ese momento previo, tanto como algo del carácter del desplazamiento que se opera desde la experiencia al resultado poético de esa experiencia, cuya forma cristaliza en composiciones más o menos breves y concentradas. No estamos aquí frente al salto que quiere vencer una marca de altura o extensión. Se va hacia abajo, pero sin hacer piruetas ni mortales, porque la figura que importa no está en el aire sino más bien a cierta profundidad. En la sencillez está el gusto, la gracia del movimiento del poema. Hablo pues de tres cosas que aparecen ligadas en lo que leo: la vida que se vive, su formulación en otro registro y, en el medio, ese momento previo o de paso, como una especie de placer constructivo, de impulso. (…) Franz Marc compara al arte (él habla de la pintura) con lo que se refleja en los ojos de una gallareta cuando se sumerge en el agua: “Sabed amigos qué son los cuadros: un emerger en otro lado”… La asociación quizás fue porque Marc habla de una prosaica ave silvestre de aguas poco profundas, de pequeños estanques; con seguridad, porque desde el principio percibí ese movimiento de ingresar en otro medio y salir de él, pero no en otro lado, sino más afincadamente aquí y ahora”.

Compartimos cuatro poemas:

LIZARD

Acomoda la cucha
pacientemente a un lado
y al otro, y se reclina,
satisfecho y seguro.

Cierra los ojos pero
no las orejas ante
la noche numerosa
de crujidos a ciegas.

¿Escucha el discurrir
de mi lápiz, renglón
tras renglón que pretenden
dar cuenta de su pose?

Él sabe del metrónomo
de esta escritura en marcha.
Lo que lo tiene en vilo
no soy yo: es el umbral.

 

PA’ LO QUE VALGO

No hagas caso de mí,
de las cosas que digo.
Incrédulo, neurótico,
nada me viene bien.

Florecé más allá
de mi mufa. (Vos siempre
resplandecés haciendo
que me coma mi yo.)

Escucho Tribalistas
acá en casa, distante
de tu risa de azul.

Vos sabés: tengo mañas
de vieja veredera.
Más vos y menos yo. 

 

NICTÁLOPE

Un poema por noche,
como un sereno, ¿no?,
cuando todo está en calma
y queda confrontar
las frases que en el día
me mordieron. En fin,
después los versos vuelven
a dormirse. (Después
queda mirar el crudo
techo, que no es azul.)

 

SIGUEN SIENDO PALABRAS

Te gustaba la idea
de que te dedicara
un libro: porque andábamos
de tórtolos. Ahora
que vamos por caminos
distintos, que te escriba
es un reclamo. Muere
lentamente el amor.
(Sólo trato de hallar
sosiego a lo que cruje,
razones al desprecio,
motivos al desdén.)

 

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TRADUCCIÓN DE LA RUTA (Gog & Magog, 2020) de Laura Wittner.

Nada menos que el décimo libro de poemas de Laura Wittner, considerada una de las voces más destacadas de la poesía argentina reciente. Miguel Ángel Petrecca habla en la contratapa de: “…una poética que apuesta fuertemente al afinado de su instrumento y a la combinatoria renovada de sus elementos básicos. La de alguien que escribe como si fuera la última representante de una larga y honorable tradición. Despojada tempranamente de todo cinismo, incluso del más inocuo, que lleva a afirmar que las cosas no son signos, Wittner escribe tomando partido a la vez por las cosas y por los signos: los signos como cosas y las cosas como signos, cuerpos, oquedades, cargados de sentido hasta estallar. Máxima tensión, al servicio sin embargo de una soltura extrema, con la que converge para producir, de golpe, el milagro del poema falsamente ocasional”.

Compartimos tres poemas:

 

POR QUÉ LAS MUJERES NOS QUEMAMOS CON EL HORNO

La marquita roja las tenemos todas.
Acá en la mano izquierda, con la que escribo
está también mi quemadura del horno.
Si la miro muy fijo, sobre el radio
se me despliega en tres:
se me tridimensiona la muñeca
y entrecerrando los ojos pueden verse
la muñeca de mi madre, la de mi abuela
y, en un tirón hacia adelante, la de mi hija
picada de mosquitos, pulida y ya dispuesta
a la marca de la rejilla ardiente.

 

ME LEVANTO A LAS 6

Y entre sombras voy a la cocina.
Pongo el agua a calentar, toco
tarros, frascos, muevo cosas.
Es entonces cuando sobre la ventana
una luz empieza a producirse.
No la habitual. Levanto la cabeza
para verificar, pero ¿qué es?
¿Resplandece algo rosa en los vidrios?
Saltan las tostadas. Yo me inclino
sobre mi hija para despertarla.
Tan lentamente se sienta
que me aparto para no agitarle el mundo.
Inmóvil, casi sin abrir los ojos
identifica algo que la hace dudar
ahí, cruzando la persiana.
Me mira fijo. Frunce el ceño.
Hay como un rosa, ¿no?, decimos.

 

SE CIEGAN UN MOMENTO MIENTRAS CORRIGEN UN POEMA

Adónde nos lleva este eclipse
esa estridencia súbita de luz
de sol que choca contra luz
de lámpara. Estaba nublado
y estará nublado en dos segundos.
Ahora, lo que se dice ahora,
entro un fulgor y nos abdujo
hasta cierto lugar que no sabemos
y nos volvió a dejar en nuestras sillas.
Nadie contó una sola sílaba
sobre su viaje.

 

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ALGO SE SALE DE LUGAR (Tren instantáneo, 2019) de Claudia Bragoni.

“…Un libro –dice Osvaldo Bossi en la contratapa– donde cada versito es una pluma, un rayo, un mínimo temblor. Como si las palabras se aligeraran al máximo para tocar, en lo alto, lo más profundo. Con esta virtud, que es una de las que más aprecio en poesía: la levedad. Lirismo sigiloso, abocado casi exclusivamente a comprobar la belleza (y fragilidad) de las cosas del mundo…”

Compartimos dos poemas:

 

A LA PILETA

cayó una flor
en salto mortal
desde lo alto del muro
desenredó en despedida
lo verde
hacia otro verde
del agua
en picada
impensadamente
cayó sublime
mirando al cielo
abierta
redonda

quién pudiera
saltar así

 

DE ESPANTAPÁJAROS tengo
solo el nombre
si hasta el cuervo más tímido
se me posa en el hombro
a lustrar su pico
en mi saco de felpa
antes de bajar
a comer la avena dulce
del campo que custodio
en esta soledad

al fin del día así
llego a la noche
feliz de fracasar 

 

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EL LUMPEN Y LA MELANCOLÍA (Barnacle, 2020) de Bryam Herrera Jurado.

Tercer libro de poemas de Bryam Herrera Jurado, nacido en Perú y radicado en Buenos Aires. Compartimos un poema:

 

                                            el bofetón lo olvida con un beso
                                                       Néstor Perlongher

DE MOMENTOS absurdos
está llena la vida

mis amigos
ellos sí saben a qué abrir y cerrar los ojos
y con el tiempo
hasta las caídas les parecen edificantes

en cambio nosotros
que intentando ser comunes
sólo logramos ser más ridículos
no podemos andar con tales pretensiones

por ejemplo en pascua hará tres días
intentaba convencer a una muchacha
de conocer las estrellas de mi departamento
cuando una procesión dobló la esquina

más de uno hubiese seguido a la muchedumbre
o con el oficio de don Juan
goce o salvación eterna
yo en cambio recordé
                                     La dolce vita
me hice el irónico hablando del papa
y terminé durmiendo solo

de momentos absurdos
está llena la vida
y para nosotros
no hay nada que se pueda hacer.

 

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LA TAZA ROTA (Liliputienses, 2020) de Florencia Madeo Facente

“En La taza rota –afirma la española Marina Casado– Florencia Madeo Facente contempla el mundo que la rodea y lo traduce a una hilera de imágenes, a menudo enigmáticas, que no se alejan, sin embargo, de la claridad. Algo así como una sencillez envuelta en un aura onírica, un aura especialmente presente en algunas composiciones como “La extinción”, a través de imágenes persistentes: La calesita es su música, la calesita es su música. / Sigo la música hasta encontrarla. / Si fuera solo por mí, no la encontraría jamás”.

Compartimos un poema:

 

BUENO, ES HORA de que nos cuentes qué pasó.
Su voz dice: Nos separamos. Esta vez es de verdad.
El aire no pesa: una uva solitaria se renueva sobre la parra.
Nunca llegás a conocer a alguien.
Tampoco se puede decir todo lo que se pierde con una separación.
No estamos en condiciones de comprender
lo irrepetible de un sabor, y el miedo
de quien ensaya la misma receta, una vez, otra vez.
Todavía queda comida en los platos
como luna en el cielo a las dos de la tarde.
El cuerpo de todas las personas que amé,
de espaldas:
Lo que no era para mí.
Su amor como un transbordador de la lejanía.
El pequeño gesto al apagar la hornalla.

 

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LOS CAPRICHOS DE LEONORA (Caleta Olivia, 2020) de Mariela Laudecina

“El poemario Los caprichos de Leonora –dice la contratapa de Mariana Robles– habita el territorio de esa estirpe preciosa, allí, donde el lenguaje se torna materia pictórica, carnalidad y vigilia oracular del mundo. La mirada se repliega en la palabra y la visión en la lengua para ofrecer, en esa circularidad de confines sombríos, una tregua a lo que muere. La escritora es la médium que traduce a símbolos legibles lo extrañado en la imagen, aquello que deviene mágico o de otras regiones”.

Compartimos dos poemas:

 

HEMOS TRASCENDIDO y no hay papel escrito que lo confirme
Somos fragmentos que se desplazan hacia infinitas
direcciones las formas se licúan, los deseos
la importancia es una piedra que pisamos en el estadio
como hombre y mujer
El sur nos propulsa, el oeste nos enloquece
el este apuntala, el norte es el índice
Hemos ganado la guerra contra nosotros mismos
la más cruel y placentera
La libertad es roja.

 

SOMOS EL HUEVO luminoso y a nadie le interesa
La luz engrandece las partes
el mundo bombardea de señales y un avión ha escrito en el cielo
una palabra que se parece a nuestros nombres
Preferimos el apagón y brindamos a la salud de un águila
Así es el destino.

 

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UN TORO EN LA GARGANTA DEL JILGUERO (Leviatán, 2020) de Ciela Asad.

Dice Roberto Cignoni en la contratapa: “Lector, tú sabes que leer y encontrarte con el poema exige más ignorancia que saber (…) Tú liberas al poema de todo autor y de todo sentido precedente, de esas sombras tan vanas que ahora no hacen más que atravesar los escritos y dejarlos intactos. Tú permites que el poema se escriba por primera vez al margen de todos y de todo, caricia ligera de tu presencia sin nombre y de tu mirada humilde, silenciosa”. Compartimos un poema:

 

ESPACIO 5

A veces acude
una ayuda
“extrahumana”
como la aparición de una oruga muerta
en la planta del pie
las mariposas tácitas

o un ánima
a la altura
de la copa de los árboles

Lo que se puede ver
no aclara la mirada.

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PODRÍA LLEVAR CIERTO TIEMPO (Caleta Olivia, 2020) de Clara Muschietti

Clara Muschietti nació en Buenos Aires en 1978. Podría llevar cierto tiempo fue publicado originalmente en 2015, por la editorial Bajo la luna; la reedición empuja a una relectura que, en tiempos de pandemia, tiñe a las palabras de estos poemas en prosa de una significación particular. Roberta Iannamico apunta en la contratapa: “Las especies, con todo el peso de sus cuerpos, se imponen ante lo invisible en los poemas de Clara Muschietti. Humildes reseñas que sostienen literariamente. Poemas breves que como flechas entran en el corazón del mundo, con toda su crueldad y toda su ternura”. Compartimos tres fragmentos:

 

PENSÉ EN NO SALIR nunca más del mar, pero los otros desde afuera me hacían demasiados gestos.

 

VIMOS un accidente. Nada grave. Una ambulancia. Un poco de sangre. ¡Qué alivio!, dije y respiré profundo. La especie humana no es mi favorita, pero estoy encariñada.

 

SI LOS ELECTRODOMÉSTICOS se rompen y las mascotas se enferman, algo está muy mal. Algo profundo pasa. Es un aviso, que no falla.

 

 

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EL INFIERNO PROMETIDO (Bernacle, 2020) de Carolina Soria:

Dice la contratapa al final, como afiliando el libro a esa poética: “…como indicara Octavio Paz: «El poeta no es el que nombra las cosas sino el que disuelve sus nombres, el que descubre que las cosas no tienen nombre y que los nombres con que las llamamos no son suyos»”. Compartimos dos poemas:

SÁBADO 18:26

cansancio de una lumbre que no aclara
maquillaje de párpados quebrados

excusas desabridas que el viento roe
hasta quitarles el color

quejosas aún respiran
intentando urdirse otras

indómitas
no pueden

 

MIÉRCOLES 21:34

ni Beatriz ni nadie
ni dónde ni cuándo

quedan muchas/
muchos

…quedan

el amarillo abrigo
y el rojo/negro de la letra

y muy lejano/
lejana

algún retoño
almacigando otra
ilusión

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LO QUE NO MUERE (Barnacle, 2020) de Marisa Mónica García

“La poesía de Marisa Mónica García –dice Omar Lobos en la introducción– es una poesía de la levedad, pero de una levedad en movimiento; en ese dinamismo hay cifrado un anhelo de llegar a todas partes, de confundirse con el todo, de disolverse en lo cósmico”.

 

SUSTITUTO

Era su perro
de cuatro patas,
de casi dos.

De día le miraba las manos.
De noche le descubría brazos,
como astillas de arrayanes caídos.

Se le subía a los ojos,
se echaba sobre el piso,
alrededor de un nudo de silencios.

Era su borde.
Era el borde de una cuna
de cuatro patas,
de casi dos
mirando un parqué limpio,
cercado por la lluvia.

**********

 

EL CICLO MARDAFÓN (Caleta Olivia, 2020) de David Wapner.

“Siempre pensé que el humor y el absurdo –dice Roberta Iannamico para comenzar la contratapa del libro– constituyen uno de los grados más altos de la poesía y el arte, y sus maestros y practicantes me han parecido verdaderos héroes (anti) que liberan nuestras mentes y las llevan a regiones desconocidas. Por eso me entrego mansa y esperanzada a la lectura de un nuevo libro de Wapner y no me equivoco al sospechar que lo que comienza en aventura intelectual tomará los caminos de la conciencia absoluta, del acceso a la lucidez mediante el aparente sinsentido”.

Compartimos uno de los extraños poemas del libro:

 

NUEVO OBITUARIO DE CANCIONES MUERTAS

Una de las últimas canciones encontradas muertas en los últimos meses es “Capullo”; se dice que al momento de su muerte ya casi no respiraba, en realidad, era tan silenciosa que daba lo mismo la canción era así:

Capullo
o flor
de orgullo
honor
el suyo
calor
a cuyo
sopor
me arrullo
grosor
del tallo
olor
de mayo
dolor
desmayo
horror:
me callo

La firmaba Anselmo Rivaglione, quien se acredita va letra y música: de su vida-la canción-no se sabe mucho, pero hay indicios de que no tuvo muchos admiradores, “es rara”, sostuvo un empleado de la antigua “Conferencia Armando”, allá por el año 45. (Del nuevo “Obituario de canciones”, ediciones Sargondra, 2005 p.22)

Lo peor le ocurrió a la canción más popular de los últimos 15 años, aquella emotiva, muy emotiva, ¡muy emotiva!, “Sangro yo”. Se ve que alguien, un psicópata, quiso hacerle honor, y le abrió las venas. De “Sangró yo” solo queda su momia. (Ibid. p.63)

¿Cuál es, de todas las canciones en nuestra lengua, aquella que podría decirse con toda seguridad que está a un segundo de morir, situación irreversible, terminal?

¿El hilo y la navaja?
¿Felices éramos tantos?
¡El flujo de los amores truncos?
¿Madreluz?
¿Santa Rosa Mora?
¿Estupendos latinos?
¿Escalando el cerro blanco?
¿Blues de la tapa del motor?
¿Argumentos balados?
¿La canción del Caaguazú?
¿Sensaciones divertidas?
¿Recemos en silencio?
¿Y que pare la milonga?
¿Unguanga?
¿Estación recuerdo?
¿Fiebre del llano?
¿El bote y la costa?

A lo mejor al momento de la redacción de este texto, algunas de ellas acaban de fallecer, por lo tanto queda descartada, y la favorita pasa a ser la que le sigue inmediatamente por detrás en la lista. Hasta que le suceda lo mismo que a su predecesora, que puede ser ya mismo. (Ibid. p.81)

“A esa canción (Reduciré el lamento) la mato”, se oyó decir a Doris Matamoros, dos días antes de que la canción apareciera asesinada. Canción joven, todavía en desarrollo, una pena.

 

**********

 

LA NUEVA TOKIO (Tren instantáneo, 2020) de Ana Ussher.

En La nueva Tokio, Ana Ussher (1982, Haedo), escribe: “Quien no oscila entre dos ideas peca de exceso de gravedad y quizás esté viviendo en un refugio antiaéreo”. Como se presenta en la contratapa, Ussher “enuncia con un estilo preciso y claro ese movimiento, esa duplicidad, a modo de salvaguarda contra la fijeza que provoca el realismo explícito”.

Compartimos un poema:

 

VERANO. SEGUNDA PARTE

Imaginen un globo rosa flotando sobre el lago oscuro,
en la isla patos blancos por dormirse en los arbustos,
cada cierta distancia, el reflejo de un farol
             y otra vez el globo que, lento,
completa una carrera de postas luminosas.
Una mujer llora. Una mujer camina.
Imaginen un globo rosa flotando sobre el lago oscuro.
En unos días terminará el verano y la noche está mansa
             como un pez.


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