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Algunos libros recientes (julio 2020)

Algunos libros recientes (julio 2020)

TE QUIÉ… (77 POEMAS DE AMOR) (Ediciones en Danza, 2020) de Jorge Leónidas EscuderoSelección y ensayo preliminar de Ricardo H. Herrera.

Jorge Leónidas Escudero es sin ningún lugar a dudas uno de los mejores poetas de la Argentina. A modo de homenaje al cumplirse los 100 años de su nacimiento, Ediciones en Danza (que tanto hizo para difundir su obra) publica esta antología de 77 poemas suyos sobre el mal de amor a cargo de Ricardo H. Herrera. Como se explica en la presentación, en paralelo al tema de la búsqueda del oro como cifra de la búsqueda del absoluto en la poesía, la obra de Escudero profusamente se detiene en el tema del amor en general, y del mal de amor en particular, a lo largo de todos sus libros. Motivo particular de orgullo para nuestra revista es que este libro naciera de un excelente artículo que en su momento publicáramos en el Portal Web. Ese artículo, convenientemente ampliado, es la presentación; y la selección alcanza ahora los 77 poemas. Un libro para no dejar pasar, donde inspiración, dolor y humor se entremezclan en una voz poética tan original como verdadera.

Compartimos tres poemas:

LO QUE BOTA EL AMANECER

De pronto éste es el sur y aquella la vereda,
mi casa es para allá y esto es otoño.

        Como en las madrugadas uno avanza
        hasta verse perdido,
        es hablando de amor que estoy afligido hoy.

        El hombre rubio dijo que no tomar más vino
        era una falta de respeto; pero salí,
        o sea descubro los borreguillos del amanecer,
        su lana rosada en las cornisas. Déjenme.

        Mi madre en esta hora regará el jardín
        preguntando por mi a las flores que cultiva.

        Gime el viento unos árboles y agarrada
        la falda para que no se le infle
        una vieja va a misa. Señora
        ruegue por mí,
        necesito ayuda pues me han desnivelado
        los últimos acontecimientos, ¿entiende?

        Isabel ha dejado las calles enredadas
        de modo que abundan las hojas secas y,
        como los amaneceres son tan amargos,
        me respaldo en la pared y silbo distraídamente
        para que nadie advierta que estoy herido.

 

PARTIDAS

Estaban y cuando alza ella el pañuelo
le veo dos lágrimas furtivas.
Así se despiden.
Luego el hombre viene al tren y
Encuentra a mi lado un asiento desocupado.
Queda atrás la ciudad.
Sobreviene un silencio de kilómetros.

        Mucho adelante ha sido conversar
        y dice el desconocido apelo a su comprensión,
        las mujeres no entienden que uno se evade,
        que responde a la solicitud de andar,
        de apostar el destino a cara o cruz.

        Asentí con la cabeza.
        Entrecerré los ojos y recordé muchos
        adioses, esperanzas, apuestas desacertadas.
        Me vi lejanamente en otro tren
        rumbo a los horizontes que se me desinflaron.

 

EL CABALLERO DE LA MANO EN EL PECHO

Ha pretendido qué, en roca viva
y conquistar a la amada no hubo;
entonces adoptó la costumbre de la mano
encima del corazón.

        Se agarró a esa tabla de sentimiento
        cuando ocurrió el naufragio.
        Y fue a la deriva
        sin saludar ni responder a nadie
        porque era un gran caballero el que yo digo,
        y andaba ensimismado
        con la mano ya paralítica en posición amorosa.

        Ustedes no le alcancen pañuelos de llorar
        pues carece de lágrimas.
        Nadie intente de su pecho esa mano
        quitarle porque él así se sostiene,
        agarrado a esa tabla,
        para no caer en la nada del desamor.

 

***********

 

KATANA N° 1 (JULIO/ SEPTIEMBRE 2020) de Carlos Rey, Mariano Shifman, Pablo Porro y Pablo Seguí (y colaboradores varios).  

¡Una nueva revista de poesía en la Argentina! Gratuito y en formato PDF con 47 páginas, un promisorio primer número:

1. Para empezar un editorial donde se deja adivinar un poco el porqué del nombre Katana: en un mundo donde la batalla por defender que la poesía tiene sentido se ha perdido, parecen decir los editores, vale la pena ser un samurái, un guerrero solitario en la dignidad de la derrota. Termina diciendo: “El poeta es el jugador que ha aceptado el juego, y lo ha aceptado hasta el punto de que incluso sabiéndose perdedor hace de la derrota una aspiración porque, como dijo Beckett, siempre podrá fracasar mejor, es decir, más bellamente. Bajo esta perspectiva Katana no tiene sentido, por eso es un espacio que celebramos”.

2. Después, una entrevista de Pablo Seguí a Osvaldo Bossi, lo que pareciera señalar que pese a que la revista se presenta bastante explícitamente como defensora de la artesanía métrica del verso, se busca difundir y darle lugar a otros tipos de aproximaciones. Una pena que no se hayan incluido algunos poemas del entrevistado.

3. Después, una selección de breves artículos del italiano Alfonso Berardinelli sobre seis poemas de autores franceses. Es excelente esa sección. Compartimos, como ejemplo, el dedicado a un poema de Francis Ponge:

LA OSTRA

La ostra, del grosor de un guijarro mediano, es de una apariencia más rugosa, de un color menos unido, brillantemente blancuzco. Es un mundo tercamente cerrado. Sin embargo, uno puede abrirla: hay que sostenerla entonces en el hueco de un trapo, servirse de un cuchillo mellado y poco franco, insistir varias veces. Los dedos curiosos se cortan, se parten las uñas: es un trabajo grosero. Los golpes que uno le dan marcan su envoltura con redondeles blancos, con una suerte de halos. En su interior uno encuentra todo un mundo para beber y comer: bajo un firmamento (hablando con propiedad) de nácar, los cielos de arriba se desploman sobre los cielos de abajo, para formar tan sólo un charco, un saquito viscoso y verdoso que fluye y refluye al olfato y a la vista, franjeado de un encaje negruzco en los bordes. A veces, en su gaznate de nácar, perla una muy rara fórmula que, enseguida, uno encuentra que sirve para adornarse.    

(Traducción de Alfredo Silva Estrada)

 

L’huître // L’huître, de la grosseur d’un galet moyen, est d’une apparence plus rugueuse, d’une couleur moins unie, brillamment blanchâtre. C’est un monde opiniâtrement clos. Pourtant on peut l’ouvrir : il faut alors la te-nir au creux d’un torchon, se servir d’un couteau ébréché et peu franc, s’y reprendre à plusieurs fois. Les doigts curieux s’y coupent, s’y cassent les ongles : c’est un travail grossier. Les coups qu’on lui porte marquent son enveloppe de ronds blancs, d’une sorte de halos. // A l’intérieur l’on trouve tout un monde, à boire et à manger : sous un firmament (à proprement parler) de nacre, les cieux d’en dessus s’affaissent sur les cieux d’en dessous, pour ne plus former qu’une mare, un sachet visqueux et verdâtre, qui flue et reflue à l’odeur et à la vue, frangé d’une dentelle noirâtre sur les bords. // Parfois très rare une formule perle à leur gosier de nacre, d’où l’on trouve aussitôt à s’orner.

 

¿Qué clase de poesía o de poema en prosa es éste? ¿Y qué tipo de hombre y de escritor es el que se pone a escribir semejante texto, a publicarlo como texto poético? Para decir la verdad, en estas líneas todo es más bien claro. Ninguna oscuridad, profundidad o complicación pareciera provocar demasiadas preguntas. La interpretación literal es fácil y no conduce muy lejos. Menos evidentes, pero acaso más interesantes, son los presupuestos, las intenciones y acaso el proyecto que está a las espaldas de tal opción de escritura. Podemos imaginar un hombre simple y concreto, a quien no le gusta perderse en abstracciones, que desconfía del pensamiento apresurado, de las ideas corrientes y de los vuelos de la fantasía. Este hombre, se diría, no parece tener una íntima relación con la poesía. Incluso porque no sabe o finge no saber, por una especie de higiene mental, qué es la poesía según una tradición literaria y según la opinión establecida. Lo que lo fascina es escribir algo observando algo. En el caso de Ponge (Montpellier 1899—Bar-sur-Loup 1984), no sólo una banal convención “poética”, sino también una tradición con autoridad (tan sólida como sólo puede serlo la francesa) es dejada de lado. En realidad, el disgusto en relación con la tradición literaria, y por lo tanto su rechazo, no constituían un hecho nuevo cuando Ponge comienza a componer sus insólitos ejercicios. La novedad que por su parte agrega a una serie ya muy amplia de empresas vanguardistas es la siguiente: Ponge traslada la poesía al territorio de la prosa, pasa del género del poema en prosa y de la prosa poética a la forma del ensayo breve, realizando algo nuevo, insólitamente claro y complicado. Como un diligente escolar, Ponge abre su cuaderno, toma un objeto y se pone a describirlo. En este sencillismo de Ponge hay una especie de testaruda incredulidad infantil en relación con el mundo de los adultos y de todo cuanto se ha escrito y dicho a propósito de las cosas más simples. El autor no debe preguntarse qué saldrá. Todo aquello que puede comprender y se puede escribir, piensa Ponge, está ya en las cosas: en su ser ahí donde están, en su lugar, antes de nuestra llegada. Cada objeto está como un cofre cerrado (¿como una ostra?) en su duro e impenetrable silencio. El escritor debe cercar y forzar este silencio. No obstante su buscada cohesión, los textos de Ponge son programas y ejemplos de procedimientos posibles más que páginas legibles sin tedio. Justamente por este abstracto propósito de cohesión, Ponge es un autor crucial para comprender qué ha sucedido en el lenguaje poético europeo después de 1945, tras el agotamiento de la última vanguardia histórica, el Surrealismo, y el nacimiento de esas copias inadecuadas que llamaría neovanguardias posmodernas (en particular la “escuela de la mirada”, y más tarde la poética de la “textualidad”). La revelación de Ponge ha sido más bien tardía. El escritor tenía más de cuarenta años cuando Jean-Paul Sartre lo consagró con un ensayo dedicado a la colección De parte de las cosas (1942). Su breve adhesión al Surrealismo había sido sobre todo una escuela de desencanto. El lenguaje poético y la idea de literatura no podían sino ser conducidas a un “grado cero”. Y, según Ponge, la práctica más simple y segura para hacer tabula rasa era sumergirse en el cuerpo mudo de las cosas con la ayuda de una lengua fluida, aligerada, vaciada de todo peso literario. La escritura de Ponge hace pensar en un encuentro entre la drástica radicalidad de los surrealistas y algo opuesto: un principio no de invención, sino de atención.

4. Después, un ensayo (una defensa) de Carlos Rey sobre la poesía de Ricardo H. Herrera. Y de coda una serie de poemas inéditos del mismo Herrera, como este:

DEL DULCE FRUTO

El fruto del amor que hace el poema
verde y fresco en el alma de Cervantes;
pero dulce, tan dulce que podría
enfrentarse a lo amargo y contenerlo,
sin perder su sabor, sin destruirse.

Sabor tan dulce-amargo y discordante
como el ardor de Safo en una lágrima.
También fue una visión de castidad,
de Eros transfigurado en forma pura
en algún bodegón de Zurbarán.

Ni verdor ni frescura hay en el fruto
de mi canto frustrado, sólo fe
en la fidelidad que se mantuvo
incólume hasta el fin de la aventura.
De esa fe extraigo toda la dulzura.

 

5. Y hay también poemas de Pablo Porro (sugeridos o inspirados por cuadros de Vincent van Gogh), de Valeria Melchiorre y de Mariano Shifman. En la sección “Caprichos”, un ensayo de Franco Bordino sobre el ateísmo y su vinculo con la poesía. En la sección “Toco y me voy”, algo así como unas micro reseñas curiosísimas, no sobre novedades sino sobre algunos de los libros que –pareciera– tiene en su biblioteca Pablo Seguí (por ejemplo, La ciudad sin Laura, de Francisco Luis Bernárdez o la Antología de la poesía argentina, vol. II, por Raúl Gustavo Aguirre.). Y como cierre una hoja de algunas humoradas rimadas: “Quienes busquen la costa del poema / vengan a bordo./ Cada cual con sus versos, no hay problema: / incluso el sordo”).

En resumen, una revista con personalidad definida, que se promete trimestral, y cuyo segundo número esperaremos con atención.

Acá puede leérsela completa.

 

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ESCRIBIR NO ES IMPORTANTE. POESÍA REUNIDA (Caballo Negro, 2020) de Vicente Luy.

Vicente Luy nació en Córdoba en 1961 y falleció en Salta en 2012. Publicó, en vida, libros como Aviones (originalmente, Poesía moderna, 2001) o La vida en Córdoba (1999), una de sus obras más importantes, financiada con la herencia recibida de su abuelo Juan Larrea, poeta y ensayista español, que allá por 1926 fundó la revista Favorables París poema junto a César Vallejo. Integró también, en la década de 1990, el grupo Verbonautas / Acción poética, con Hernán, Osvaldo Vigna, Karina Cohen y Palo Pandolfo. Tras la muerte de Luy, aparecieron nuevos libros, como Plan de operaciones (2012), Poemas rechazados (2018) y otros.

Su lectura sigue vigente, casi de culto, y crece día a día. Uno de sus poemas más conocidos (“El problema con la poesía es que / la metáfora puede ser una forma de ambigüedad”) es una suerte de arte poética, de una escritura que prescinde de lo moroso. El otro, quizás, sea: “¿Tus palabras no atraviesan las paredes? / Modifica tus palabras”. La edición de Caballo Negro es un libro necesario: una poesía reunida, muy esperada, que presenta un recorrido posible por los libros de Luy y viene acompañada de los comentarios de sus compañeros y amigos, con anécdotas que ilustran al autor y el derrotero irregular de sus libros.

Compartimos aquí algunos poemas de Escribir no es importante:

*

Llueve y alguien está diciendo “llueve”.
Si me equivoco
contradígame con amor, porque con amor digo.
Si erro póngame maestros, que luego yo les enseño, porque con amor hago.
O ustedes, ¿Por qué creen que llueve;
porque hace falta?
¿creen que llueve porque sí? ¿por qué carajo creen que llueve?
Llueve; y no solo eso; la verdad es que hay un montón de gente diciendo “llueve”.
De a uno empiezan a notarlo, y no lo pueden evitar; simplemente dicen “llueve”.
Porque llueve.
Si me equivoco contradígame con amor, porque
con amor digo.

 

*

La justicia va sobre ruedas. Es una silla.
Eléctrica.

 

*

Vi a mi abuelo, primero poeta y después profeta
ahogando gatitos recién nacidos en el lavadero.
Antes, sobreviví a un golpeador.
Ya de joven, empapelé la ciudad con un afiche que decía:

           ESO DE QUE PRIMATESTA USA TACOS
           ES UNA INFAMIA.
           RAÚL, ES LOCO POR LAS CHATITAS.
                     Juan Adrián

        Al otro día ya estaban despegados.
        ¡Cómo trabaja la iglesia!
        Por uno posterior, me hizo juicio la municipalidad: pornografía.
        Perdieron.
        Además, tuve pedido de captura por Interpol
        me escapé de una clínica psiquiátrica
        y hasta me echaron de un banco
        me giraron la plata y buenas tardes.
        Podría escribir una novela.
        ¿Podría?
        No, no podría.
        Tampoco sé bailar, y no distingo una nota de otra
        no me doy cuenta cuando alguien desafina.
        Agrego: extraño más a María Gabriela Epumer que a Pappo.
        Y no tengo memoria física
        soy de los que pierden el clítoris con facilidad.
        Pero me guiás y retomo.-

 

*

¿Por qué los secuestradores prosperan?
¿Por qué sonríen los diputados?
Tienen plan.
Vos no tenés plan.

 

*

La conciencia debiera ser obligatoria
luego, también la memoria
La piedad es un error.

Remítase a la conciencia,
oblíguese a la memoria;
esfuércese el buen señor,

que si bien se ve
la piedad es un error
La libertad debiera ser obligatoria.-

 

***********

UNA NO ELIGE CUÁNDO CAERSE (Caleta Olivia, 2020) de Vanina Colagiovanni

“Dos mundos vertebran este libro –dice la contratapa de Ariadna Castellarnau–. El primer mundo es el del orden: la ley del padre, el hijo que duerme, unas vacaciones en familia, la monotonía del lecho conyugal. El segundo es el que sobreviene cuando las paredes se han derrumbado. Una no elige cuando caerse es el relato de una crisis, pero de una crisis luminosa. La protagonista (a veces una presencia central en el poema, otras elusiva) se desmorona lenta, inexorablemente. Por el camino queda una casa, un matrimonio, una cotidianeidad pantanosa: una serie de episodios hilvanados por la desazón. Lo que viene a continuación es la incertidumbre, la ausencia de verdades, la desnudez, la intemperie y, al fin, un renacer. (…). A través de treinta y dos poemas, engarzados en un andamiaje preciso, Vanina Colagiovanni compone una lúcida y hermosa bitácora de la esforzada conquista de una misma, de la alegría después del dolor”.

Compartimos tres poemas del libro:

NO

La palabra que más dije este año es no.
O mejor dicho, la palabra
que más quise decir,
que más veces vino a la punta
de la lengua aunque después,
la mayoría de las veces,
se haya detenido ahí,
al borde de la pronunciación efectiva,
quién sabe por qué proeza química,
emocional o semántica. Quise negarme
a todo. Incluso a lo bueno,
a lo poco que podía salvarme,
me opuse por principio,
como una princesa de la resistencia.

Lo cierto es que
acepté cada invitación
aún las que eran para rechazar.

 

RUPTURA

Vas a sentarte en el sillón otra vez
con las manos en la sien
abrir la puerta del balcón, prenderte un cigarrillo
vas a fumar sin convicción y a decirme no quiero
vas a decir que sí a todo lo que no querés
y a pensar en un insecto, que dura un día y muere
en la muerte
en la transparencia de las alas

        vas a esperar
        voy a esperar yo también
        mucho más de lo que alguna vez
        pudimos imaginar que esperaríamos
        por cualquier cosa

vas a pensar de nuevo en una crisálida
en un tiempo cuando todo esto haya terminado
en esa imagen
de belleza orgánica
en ese color tornasolado
indefinido
definitivamente
luminoso.

 

PIEDRA Y AGUA

A veces pienso en dejarle un mensaje en la heladera
como en ese poema:
que nunca sentí una liviandad así
antes era como una piedra
ahora es agua
pasa por nuestros cuerpos sin detenerse
vertiginosa, plástica
nos lleva como una hoja a la deriva, nos dejamos
sin preguntarnos adónde va
sin temor a equivocar la dirección
porque no hay tal cosa como un sentido
ni un fin
no hay una orilla deseada
es escuchar a la vez un rumor
más que suficiente.
No tenemos una heladera
donde escribir estas cosas
–esto es parte del asunto–
así que espero decírselo pronto
de algún otro modo
quizás sin palabras
o bajito cuando duerma
a ver si llega.

 

 

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LEPIDOLITA (Tren instantáneo, 2019) de Cinthia Hamlin.

“…los poemas de Lepidolita –dice Florencia Fragasso en la contratapa– se despliegan, recibidos y otorgados como herencia familiar, al ritmo de una voz poética que encuentra en la emoción su subjetividad y su apertura al mundo. El corazón por momentos se detiene, levanta vuelo como una flor de ceibo y sigue, se tropieza y cae. El antiguo anhelo humano de volar como los pájaros se hace posible gracias a la transformación del sueño en magia, de la experiencia en poema, y del pasado en presente…”

Compartimos dos poemas:

MANTAS

A la noche en invierno
busco mantas de distintas texturas e hilados
frazadas bien gruesas
me tapo con todo lo que encuentro
me acurruco
me gusta sentir sobre mi cuerpo
un cierto peso
y que mi piel recuerde:
existen cosas suaves que cubren
y dan calor
aun cuando tengo frío
y tiemblo

 

DESPERDICIO

Se quemó la lamparita
y la dejé así
                     varios días
total a esa habitación
casi no entramos
Nunca apagué
                     la perilla
Después me di cuenta: toda esa energía
                                fluyendo ahí
                     y la lámpara
                                sin encender

 

 

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LAGOS (Barnacle, 2020) de Judith Filc.

Dice al comenzar la contratapa: “En Lagos Judith Filc juega con los efectos que sufrió después del sangrado de los hemangiomas en su cerebro. Los poemas, fragmentarios, minimales, logran emerger como un cuerpo aislado de materia líquida y fluyente que no recibe la luz más que por instantes, (“Oraciones/ lentas/ reto a la/ arrogancia”), cual restos esparcidos, ocultos en lagos, ríos o en la propia tierra, colectivos y clandestinos que enmarañan o dificultan una identificación; dejan tras de sí una o varias palabras, que es decir también uno o varios sueños…”

Compartimos algunos poemas:

DOS

objetos
cuerpos
manos

un futuro
des
doblado

 

EXCAVAR

para encontrar
nada

 

VER

un
más allá

azul

 

DEBAJO DE LA

cadera

miembros
invisibles 

 

UNA VOZ

en muchas
voces

canta

 

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LIMINAL (Tren instantáneo, 2020) de Federico Seineldin.

“Como todo sabemos –empieza la contratapa–, la adolescencia, el insomnio, o la meditación, son estados liminales. Lo que nos dice Federico Seineldin en sus poemas es que el sentimiento amoroso, el azaroso devenir y hasta la eternidad misma también pueden serlo. O bien que sólo se puede escribir sobre estas y otras espinosas cuestiones desde un espacio liminal, acaso un flagrante punto de indeterminación…”

Compartimos dos poemas:

 

NO DORMIR

por los amores negados
hoy no dormiremos
no dormiremos hoy
por esa noche eterna
que asoma por tu boca

no dormiremos
porque el mundo
se interpela
por ser tan poca cosa
y el universo
aterra
con su silencio infinito

bailemos insomnes
entonces
con persistencia de olas
para reiterarnos siempre
sin poder acabar

 

LAS PUERTAS

habitar el cuerpo
de a círculos
pensar
en la apropiación
de tu carne
como onírico recorrido

perforar el todo
de tus miedos
renovar los mitos
y los cosmos

perder el lenguaje
las formas
como los pájaros
que ladran

 

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 CHANCHO RENGO (Tren instantáneo, 2020) de Delia Pasini

“La poesía argentina escrita por mujeres –dice la contratapa de Alicia Genovese– comenzaba a ser un trazo filoso sobre el canon y Delia Pasini irrumpe en 1979 con un título memorable: Un decir que se repita entre mujeres. Era una época en la que el feminismo no contaba todavía con la apoyatura social de un movimiento y Pasini preguntaba «¿Por qué son ellos los que escriben siempre?» Esta misma línea de su poesía reaparece aquí en el poema Chancho rengo, que da título a este último libro, con dos escenas puestas en contrapunto. En una, tres mujeres hundidas en una vida gris lejos del campo, infelices, descolocadas y en la otra de la escena simbólica de carnear animales. «Aquí en la ciudad se carnea diario de muchas maneras pero ninguna da para sutilezas», dice. Delia Pasini, traductora entre otros de Emily Dickinson y Wallace Stevens, fue una verdadera connaisseur de la cultura en un sentido que hoy parece perdido o transformado: la ópera, la música clásica, la Biblia, la pintura renacentista o moderna y por supuesto la literatura. Las referencias a lo largo de su obra, lo atestiguan, pero en ellas su poesía no deja de mostrar sus cristales luminosos. Dice por ejemplo en alusión al pintor mejicano: Mario Romero habla de una pintura ciega / y su voz atrapa la luz de los espejos. / Habla de imágenes sin trazos y la mirada accede al misterio / de la creación del universo”.

Compartimos el poema que le da título al libro:

CHANCHO RENGO

Algo pasaba con un chancho rengo.
Bajaría su precio en el mercado
porque el jamón tendría peor gusto
o no sazonaría bien por el defecto.
El de pata negra es más caro.
Elaborar un jamón no es apto
para estómagos delicados.
En realidad, ninguna matanza lo es.
“Carnear” le dicen en el campo.
Aquí, en la ciudad, se carne a diario
de muchas maneras,
pero ninguna da para sutilezas.

De las 3, Nini, la asmática, rodete en la nuca
y rifle al hombro, custodiaba el campo.
Dicen que mataba topos.
La casona se venía abajo pero las hermanas no cejaban,
haciéndose cargo de la memoria y el desvelo.
Tapaban goteras, trancaban postigos y mantenían
a raya a los intrusos. Allá pasaban los veranos.
Con el campo arrendado, la ciudad las marchitó entre
penurias y obligaciones, sin poder recuperarlo.

Nela, que se encerraba a llorar en su cuarto, trabajaba
en el hospital de niños y fastidiaba el cura de la iglesia.
Sabían de perfumes y blanqueado de sábanas al sol;
también de jazmines y costureros de paño lenci
bordados a mano, regalo de cada cumpleaños en mi niñez
recibido con la nariz fruncida.
“El padre les compra la ropa” era el chisme familiar
susurrado con pena. “Unas mamarrachas,
por eso planchan en los bailes”.
La mayor, de voz nasal y porte augusto, fue
la primera en morir. Era profesora de francés.
Luchaba a brazo partido por mantener
la casa y a unos sobrinos de madre sumisa y padre mujeriego.
Nunca, nadie, escribirá su historia.
Aquí, sale a borbotones, con cadencia quebrada,
omitidos los silencios y los sueños, que uno supone truncos
o demasiado postergados.
Omitidos los secretos con los postigos atajando el sol.
Fantasmones de polleras ásperas y nariz inquieta
cumplían con los preceptos y ocultaban lo inconfesable
en medio de su deleite por conversar.
Si a unas la vejez las torno indecentes,
a la otra la sumió en la locura.
En los aniversarios tendían mesa suculentas.
Mujeres de vientres y paladares fuertes,
la vida las barrio sin pena ni gloria.
El sobrino murió antes de poder restaurar la casa
que mi madre no llegó a conocer, pese a las
prometidas vacaciones para convalecer de una enfermedad.
Con la valija hecha, espero en vano.
Igual las siguió viendo en cada cumpleaños
de regalito obligado y cueritos de chancho con ají picante.

 

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 EL LIBRO DE LAS FLORES (Las enredaderas, 2020) de Alberto Silva.

Una especie de reflexión poética (llena de felices citas, de versos y poemas) sobre la relación entre el zen, la poesía y las flores. Preparado por Alberto Silva, una de las personas que más saben en castellano sobre el zen y sobre el haiku y sobre la cultura japonesa, el libro es todo él mismo una flor. Mientras preparamos una entrada más amplia, compartimos uno de lo haikus que aparecen en sus páginas, de Onitsura:

 

abre el oído,
somételo
al silencio de las flores                    

 

順ふや音なき花も耳の奥                                  
shitagau ya oto naki hana mo mimi no oku

 

 

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LA SENSACIÓN DE TENER EL CORAZÓN ROTO (Halley Ediciones, 2020) de Lucía Badessi.

Dice la frase que abre la contratapa: “Este libro nace de la necesidad de sanar las heridas inentendibles que son, más que nada, los primeros tropiezos…”

Compartimos dos poemas:

 

ESCRIBIR

Escribir;
como quien se fuma un pucho
para contener la ansiedad,
para mantener las manos ocupadas.

 

REFUGIO

A la nada que me habita
le inventé mil formas
y colores.
Para ver si así
el vacío mismo
se volvía mi refugio.


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