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Fernando Pessoa – 35 sonetos ingleses

Fernando Pessoa – 35 sonetos ingleses

Fernando Pessoa es un mundo inagotable. No se termina de recorrer con maravilla su compleja red heteronímica y ya empiezan a aparecer nuevas zonas con sus tesoros escondidos. Y es eso justamente, un tesoro, el libro publicado por LETEO EDITIO: 35 sonetos ingleses[1]. El libro consta de una erudita y apasionada introducción, una traducción genial de los sonetos, (introducción apasionada y traducción genial son obra del sevillano Esteban Torre) y luego unos apéndices con una cronología, explicaciones sobre los heterónimos, con dibujos y cartas astrales, fotos y mapas y varios etcéteras. Compartimos con felicidad, agradeciéndole a la editorial, una versión abreviada de la introducción, y cinco de los sonetos en versión bilingüe.

Compartimos también la dirección de mail de la editorial, para quienes quieran ponerse en contacto por el libro.

 

VERSIÓN ABREVIADA DEL PRÓLOGO DE ESTEBAN TORRE A 35 SONETOS INGLESES, DE LETEO EDITO.

Entre las múltiples máscaras que recubren el rostro, o mejor, que conforman el verdadero rostro de Fernando Pessoa, hay una relativamente poco conocida y sin embargo esencial para una adecuada comprensión del autor y de su extensa y multiforme producción literaria: la faceta del metaphysical poet, «poeta metafísico», en lengua inglesa y según el modo de ver de la literatura anglosajona. La obra capital, a este respecto, es 35 Sonnets.

            Publicados por vez primera en 1918 con el título de 35 Sonnets, representan lo más granado de su producción en lengua inglesa, al tiempo que constituyen la expresión más acabada de su espíritu analítico, penetrante y sagaz. Todo el drama pessoano está contenido in nuce en estos sonetos: la dialéctica de la realidad y el deseo, del pensamiento y la acción, del meditar y del ver; o la vida como sueño, el misterio del mundo, las máscaras del alma.

            Uno de los más extendidos prejuicios en torno a la producción de Fernando Pessoa consiste en afirmar que se trata de un poeta difícil, esotérico, hermético: un abanderado de las vanguardias, desconocido en su tiempo, que casi no publicó nada en vida y que sólo póstumamente habría sido reconocido y salvado para la posteridad. Y no menos infundado es el error de considerar que, siendo el inglés su primera lengua literaria, toda su obra inglesa no vendría a ser más que una prolongación de la poesía juvenil, carente por lo tanto de la fuerza y de la modernidad de su producción portuguesa. Porque lo cierto es que Fernando Pessoa escribió en inglés durante toda su vida, y no existe ninguna razón para asociar permanentemente a la lengua inglesa los inicios de su obra literaria.

            Por otra parte, no fue un poeta tan extraño ni tan desconocido, ni publicó tan poco como generalmente se piensa, según tendremos ocasión de ver. Conviene recordar que, por lo pronto, publicó en vida nada menos que 299 poemas, de los cuales 54 fueron redactados en lengua inglesa. Bien es verdad que, a su muerte, dejó un legado literario –el famoso espólio, contenido en la no menos famosa arca– de 25.426 originales, de prosa o de poesía, que en buena parte aún permanecen inéditos.

La formación inglesa es fundamental en la labor literaria del poeta. El Premio Reina Victoria, que el adolescente Fernando Pessoa obtuvo en la Ciudad del Cabo, estaba dotado económicamente con siete libras y fueron destinadas a la adquisición de libros a gusto del premiado. Tuvo con ello acceso a las obras poéticas de Keats, Tennyson o Poe, así como a las Vidas de los poetas de Samuel Johnson. En la lista bibliográfica que nos proporciona Maria da Encarnação Tavares Monteiro, en el volumen XXXI de la revista Biblos, aparecen estos libros entre otras obras en lengua inglesa de la biblioteca de Fernando Pessoa.

            Samuel Johnson, crítico, poeta y ensayista del siglo xviii, fue el primero en clasificar como metaphysical poets a un grupo de poetas del siglo xvii, entre los que se encuentran John Donne, George Herbert, Richard Crashaw y Andrew Maxwell. Se caracterizan estos poetas por un obsesivo deseo de establecer contrastes y equivalencias entre el espíritu y la materia, el corazón y el pensamiento, el sueño y la realidad. Y todo sobre la base de una fe infinita en el poder de la mente humana para penetrar el misterio del mundo, a través de los más complicados juegos de ingenio (wit), que se expresan con extrañas y sorprendentes asociaciones metafóricas (conceits).

            En la biblioteca de Pessoa aparecen, firmadas y anotadas por él, las obras de los poetas metafísicos John Donne y Andrew Maxwell. Asimismo, está profusamente subrayado un ensayo de Francis Thompson sobre Shelley –al que se relaciona también con los poetas metafísicos–; y las obras del propio Shelley, The Complete Poetical Works, están firmadas con el nombre de Alexandre Search, el primer seudónimo o heterónimo de Fernando Pessoa.

            En relación con la heteronimia pessoana, podemos recordar lo que nos decía el propio Pessoa, en 1928, en el número 17 de la revista Presença:

“Lo que Fernando Pessoa escribe pertenece a dos categorías de obras, que podemos llamar ortónomas y heterónimas. No se puede decir que son autónimas y seudónimas, porque realmente no lo son. La obra seudónima es del autor en persona, salvo en el nombre que firma; la heterónima es del autor fuera de su persona, es de una individualidad completa fabricada por él, como lo serían las palabras de cualquier personaje de uno de sus dramas. Las obras heterónimas de Fernando Pessoa están hechas, hasta ahora, por tres nombres de personas: Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos. Estas individualidades deben ser consideradas como distintas de su autor. Forma cada una una especie de drama, y todas ellas juntas forman otro drama. […] Es un drama en personajes en lugar de en actos.”

En el «drama en personajes», drama em gente, de Fernando Pessoa actúan por lo pronto tres heterónimos: Caeiro, Reis, Campos. Pero el propio Pessoa, Fernando Pessoa ele mesmo, puede ser considerado no sólo como autor del drama, Fernando Pessoa ortónimo, sino también como un personaje más de este drama en personajes, y convendría entonces hablar de un Fernando Pessoa heterónimo. Otros personajes, como el Alexander Search que firma los poemas juveniles en lengua inglesa, serían simples seudónimos. No hay que olvidar que, desde niño, había sentido una irresistible tendencia a crear a su alrededor todo un mundo ficticio, a rodearse de amigos y conocidos que nunca existieron. A los seis años de edad, inventa su primer heterónimo, o mejor, su «primer conocido inexistente»: un tal Chevalier de Pas, con el cual se carteaba como si se tratara de un personaje real y verdadero.

            Cuando Fernando Pessoa se decide a publicar, en 1918, sus primeros libros de versos en lengua inglesa –35 Sonnets y Antinous–, ya es un poeta completamente maduro, con treinta años de edad y con una teoría literaria perfectamente elaborada, desde los artículos de la revista A Águia, en 1912, sobre la nueva poesía portuguesa, hasta el Ultimátum de 1917, publicado en Portugal Futurista, donde desarrolla algunas de sus ideas estéticas, entre ellas la tesis de la despersonalización en el arte. Toda una serie de escuelas o movimientos han sido ya fraguados: paulismo, interseccionismo, sensacionismo, neopaganismo, neoclasicismo. A veces, unos principios programáticos entran en franca contradicción con otros. El espíritu antitético, paradójico, de Fernando Pessoa ha de ser tenido en cuenta a la hora de enjuiciar tanto su obra literaria como su doctrina estética. El propio Pessoa llega a decir de sí mismo: «Si alguna vez soy coherente, es sólo como incoherencia de la incoherencia».

            En 1921 da a la imprenta otros dos libritos, también en inglés. El primero, English Poems I-II, ofrece una nueva versión del poema Antinous, junto a catorce poemitas titulados Inscriptions. El segundo, English Poems III, está constituido por un solo poema, que lleva por título Epithalamium. Es de suponer que, con el título general de English Poems, intentaba Pessoa llevar a cabo una edición completa de su obra poética en lengua inglesa. Tras los números I-II y III, habrían de venir otros volúmenes, entre ellos una posible reedición de los sonetos.

            En el legado literario de Fernando Pessoa, que se conserva actualmente en la Biblioteca Nacional de Lisboa, existen dos ejemplares de los 35 Sonnets con anotaciones y correcciones manuscritas. Uno de ellos viene a ser una especie de borrador del otro ejemplar, en el que aparecen ya señaladas todas las enmiendas, como si se tratara de una corrección de pruebas de imprenta. Todo nos hace pensar que Fernando Pessoa deseaba reeditar los sonetos, y tal vez ampliarlos en número, tal como se indica en una nota dactilografiada que hace referencia a Fifty Sonnets. Pero lo cierto es que esa reedición nunca llegó a realizarse. Pessoa se limitó a publicar dos breves composiciones, Meantime (1920) y Spell (1923), en The Athenaeum y en la revista Contemporãnea. El resto de sus poemas ingleses, entre ellos The Mad Fiddler, permaneció rigurosamente inédito.

            Los 35 Sonnets, redactados probablemente entre 1908 y 1914, aparecen en letra de imprenta en 1918, y Fernando Pessoa se apresura a enviarlos, para su crítica, a la prensa anglosajona. Tanto el Times de Londres como el Glasgow Herald publican, con fecha 19 de septiembre de 1918, unos breves comentarios, que, generalmente, han venido siendo considerados como fríos o poco favorables. Pero, a decir verdad, no podían ser más halagüeños, si tenemos en cuenta que se trataba de un joven y desconocido autor extranjero, educado en las lejanas colonias del África del Sur.

            Para el Literary Supplement del diario The Times, resultaba ciertamente llamativo el gran conocimiento del inglés isabelino que demostraba tener aquel Sr. Pessoa, tan impregnado del estilo de Shakespeare y los poetas «filósofos»:

Mr. Pessoa’s command of English is less remarkable than his knowledge of Elizabethan English. He appears to be steeped in Shakespeare; and, if he is not acquainted with Daniel, John Davies of Hereford, and other Tudor philosophical poets, this affinity with them is even more remarkable than it appears. ([2])

No andaban muy desencaminados los críticos anglosajones al invocar la figura de William Shakespeare, los malabarismos poéticos de la época de los Tudor y, más concretamente, de la época isabelina, así como los nombres de algunos de los philosophical poets. Ahora bien, la orientación sintética y unificadora de estos poetas irá dando paso, paulatinamente, al espíritu de los metaphysical poets del siglo xvii, que es esencialmente analítico y disgregador. Su más claro exponente es John Donne, que sabe dar a sus poemas la fuerza dramática y la riqueza metafórica y discursiva del propio William Shakespeare. Es lo que preconizaba Fernando Pessoa: ir subiendo peldaños a través del esfuerzo reflexivo en la «escala de la despersonalización», hasta llegar a ser «un poeta que es varios poetas, un poeta dramático escribiendo poesía lírica».

            Estos treinta y cinco diamantes del lenguaje han sido tallados con tan exacta simetría, que las aristas de los sonidos y las facetas de las ideas vienen a conformar una misma y perfecta estructura. En la traducción que aquí se presenta, se ha procurado en todo momento reproducir el ritmo, la sintaxis, la música, tanto como el contenido de los versos de Fernando Pessoa, para que puedan ser recibidos, no como versiones de una lengua extranjera, sino como si originariamente hubieran sido escritos en la lengua española.

Esteban Torre

 

5 DE LOS 35 SONETOS INGLESES

 

III

Cuando pienso que el verso más extraño
tendrá más Vida que mi vida entera,
y me verán mejor en ese engaño
que mirando en mi alma verdadera;

y cuando sé que existirán mañana
fieles lectores de mi poesía,
pero con una idea tan lejana,
que nada rima con el alma mía;

una furia terrible, ante el fracaso
de un mundo así, me ahoga y me condena
a las noches de horror y desvarío

donde sigo esta angustia paso a paso;
hasta que no soy más que rabia y pena,
y no hay palabras ya para mi hastío.

 

III

When I do think my meanest line shall be
More in Time’s use than my creating whole,
That futures eyes more clearly shall fell me
In this inked page than in my direct soul;
When I conjecture put to make me seeing
Good readers of me in some aftertime,
Thankful to some idea of my being
That doth not even my with gone true soul rime;
An anger at the essence of the world
That makes this thus, or thinkable this-wise,
Takes my soul by the throat and makes it hurled
In nightly horrors of despaired surmise,
And become the mere sense of a rage
That lacks the very words whose waste might ‘suage.

 

 

XV

Como el amante, que se desespera
con la idea de amar sin ser amado,
dudando siempre de lo que quisiera
saber, o no saber, o haber dudado;

así miro este verso mío, y siento
la angustia del que ignora las razones
de su valor: no sé qué fundamento
podrá tener en otros corazones.

Y como –navegando a la deriva–
busca pruebas de amor aquel que ama,
y rehúye –buscándolo– el abismo

que le ofrece la prueba decisiva;
así vivo, en el sueño de la fama,
pensando en lo que piensan de mí mismo.

 

XV

Like a bad suitor desperate and trembling
From the mixed sense of being not loved and loving
Who with feared longing half would know, dissembling
With what he’d wish proved what he fears soon proving,
I look with inner eyes afraid to look,
Yet perplexed into looking, at the worth
This verse may have and wonder, of my book,
To what thoughts shall’t in alien hearts give births.
But, as he who doth love, and, loving, hopes,
Yet, hoping, fears, fears to put proof to proof,
And in his mind for possible proofs gropes,
Delaying the true proof, lest the real thing scoff,
I daily live, i’th’ fame I dream to see,
But by my thought of others’ thought of me.

 

 

XVII 

Mi amor, no yo, mi amor es egoísta;
mi amor por ti se quiere más que a ti,
y más que a mí, razón de que él exista:
me quiere vivo por vivir en mí.

En un país de puentes, será el puente
más cierto y más real que los abismos;
si todo es Relación, más consistente
será el Amor que los amantes mismos.

Y me pongo a pensar, en consecuencia,
si no seremos más que lo Intangible
sólo Intervalos de la Realidad,

Huecos de Dios, Vacíos de la Esencia.
Si en el Pensar es esto concebible,
¿no lo será también en la Verdad?

 

XVII 

My love, and not I, is the egoist.
My love for thee loves itself more than thee;
Ay, more than me, in whom it doth exist,
And makes me live that it may feed on me.
In the country of bridges the bridge is
More real than the shores it doth unserver;
So in our world, all of Relation, this
Is true – that truer is Love than either lover.
This thought therefore comes lightly to Doubt’s door –
If we, seeing substance of this world, are not
More Intervals, God’s Absence and no more,
Hollows in real Consciousness and Thought.
And if ‘tis possible to Thought to bear this fruit,
Why should it not be possible to Truth?

 

XXVI

El mundo es un tapiz de sombra y sueño,
y hay sólo una verdad en su mentira:
el que mira una luz en su diseño
no la conoce mientras más la mira.

Y es un espejo que, de cada cosa,
nos muestra un solo lado, y que nos miente;
pues la rosa que vemos no es la rosa,
y el espacio que ocupa es diferente.

El pensamiento nubla la esperanza
de encontrar una luz en la extrañeza
que habita en el pensar. Lo que tenemos

palabras son: saber, verdad, mudanza.
El mundo es falso; pero ¿qué es certeza?
Y sabemos que nunca lo sabremos.

 

XXVI 

The world is woven all of dream and error
And but one sureness in our truth may lie –
That when we hold to aught our thinking’s mirror
We know it not by knowing it thereby.
For but one side of things the mirror knows,
And knows it colded from its solidness.
A double lie its true is; what it shows
By true show’s false and nowhere by true place.
Thought clouds our life’s day–sense with strangeness, yet
Never from strangeness more than that it’s strange
Doth buy our perplexed thinking, for we get
But the word’s sense from words – knowledge, truth, change.
We know the world is false, not what is true.
Yet we think on, knowing, we ne’er shall know. 

 

 

XXXII 

Cuando siento, el sentido ya es sentido
–antes que sea mío, o en mí esté–.
Antes que yo –al oír–, oye el Oído.
Al ver, antes un Ver abstracto ve.

Alma y Yo soy en todo lo que toco:
Alma, en lo que común a todos siento;
y Yo, en la carcajada que provoco
cuando digo que es mío el sentimiento.

Lo demás es saber que no se sabe,
pensamiento confuso, que pretende
mucho explicarnos, pero nada aclara;

como quien logra descifrar la clave
de un mensaje secreto, y no lo entiende,
porque está escrito en una lengua rara. 

 

XXXII

When I have sense of what to sense appears,
Sense is sense ere ‘tis mine or mine in me is.
When I hear, Hearing, ere I do hear, hears.
When I see, before me abstract Seeing sees.
I am part Soul part I in all touch –
Soul by that part I hold in common with all,
And I the spoiled part, that doth make sense such
As I can err by it and my sense mine call.
The rest is wondering what these thoughts may mean,
That come to explain and suddenly are gone,
Like messengers that mock the message’ mien,
Explaining all but the explanation;
As if we a ciphered letter’s cipher hit
And find it in unknown language writ.  

 

 

[1] Pessoa, Fernando. 35 sonetos ingleses – Edición crítica, bilingüe e ilustrada, con prólogo y traducción de Esteban Torre. Leteo Editio; Buenos Aires, 2020.

[2] “El dominio del inglés por parte del Sr. Pessoa es menos destacable que su conocimiento del inglés isabelino. Parece estar inmerso en Shakespeare; y, si no está familiarizado con Daniel, John Davies de Hereford y otros poetas filosóficos Tudor, la afinidad con ellos resulta aún más notable de lo que aparenta ser.” (T. del E.)


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