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Cristina Campo – En mi ligera túnica de fuego

Cristina Campo – En mi ligera túnica de fuego

Introducción, selección y traducción de Macarena Balagué

 

Cristina Campo –Vittoria Maria Angelica Marcella Cristina Guerrini– nació en Bologna en 1923. Por una enfermedad cardíaca congénita creció aislada de sus coetáneos y rodeada de libros, rasgo que mantuvo a lo largo de su vida adulta como escritora: publicó escondida bajo pseudónimos, apartada de los espacios de circulación e indiferente a las exigencias del mercado literario. 

            Concisa e intensa, su escasa obra publicada en vida consiste en un puñado de poemas propios escritos durante su juventud –Paso de adiós, 1956–, y brillantes traducciones de Simone Weil y von Hofmannsthal –sus autores preferidos–, Katherine Mansfield, Virginia Woolf, John Donne, William Carlos Williams y Héctor Murena, entre otros.

            Publicó también ensayos en diversas revistas literarias y filosóficas italianas. En Argentina fue traducida al español para la revista Sur por María Zambrano, con quien mantuvo una amistad y un extenso intercambio epistolar.

            Se relacionó con personalidades como Mario Luzi, Roberto Calasso y Elemire Zolla, su pareja más longeva y quien la acompañó en sus últimos años. Murió en 1977 en Roma.

            Su estilo se caracteriza por una búsqueda constante y precisa de la palabra justa –el símbolo–, de la eliminación de todo lo superfluo, en estrecha relación con su forma de entender la fe: cristiana ortodoxa, encontró en el rito bizantino el espacio más fiel para expresar su espiritualidad.

            Trabajó con empeño en la recopilación y traducción de una antología de poetas mujeres: Il Libro delle ottanta poetesse, o sea El libro de las ochenta poetas. Lo definió como “una colección nunca antes realizada de las páginas más puras escritas por la mano femenina a través de los tiempos”. Al día de hoy permanece inédito.

 

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[…SE QUEDÓ POR AHÍ, TIBIA, LA VIDA—…]

Se quedó por ahí, tibia, la vida,
el aire tinte de mis ojos, cuando
quemaban en el fondo de los vientos
manos vivas, buscándome…
Se quedó la caricia que no encuentro
más si no entre dos sueños, mi infinito
saber hecho pedazos. Vos, palabra
que transformabas sangre en lágrimas.
Tampoco llevo un rostro
conmigo, atravesado en otro rostro
como espera en el vino y consumido
en ardientes silencios…

Vuelvo sola
entre dos sueños por ahí, veo rojo
el olivo en las jarras colmadas de agua y luna
del largo invierno. Vuelvo a vos que te helás
en mi ligera túnica de fuego.

 

[…È RIMASTA LAGGIÙ, CALDA, LA VITA…]

È rimasta laggiù, calda, la vita,
l’aria colore dei miei occhi, il tempo
che bruciavano in fondo ad ogni vento
mani vive, cercandomi…

Rimasta è la carezza che non trovo
più se non tra due sonni, l’infinita
mia sapienza in frantumi. E tu, parola
che tramutavi il sangue in lacrime.

Nemmeno porto un viso
con me, già trapassato in altro viso
come spera nel vino e consumato
negli accesi silenzi…

Torno sola
tra due sonni laggiù, vedo l’ulivo
roseo sugli orci colmi d’acqua e luna
del lungo inverno. Torno a te che geli
nella mia lieve tunica di fuoco.

 

 

[…MORIREMOS DISTANTES…]

Moriremos distantes. Ya bastante
si apoyo mis mejillas en tus palmas
en Año Nuevo. Si en el mío ves
la huella de otra migración.
Sobre el alma muy poco
sabemos. Quizás bebe de las cuencas
de las cóncavas noches ya sin pasos
o descansa bajo aéreos cultivos
germinados por piedras…
¡Señor y hermano!, pero sobre nosotros
en un aparador de cristal solitario
pueblos estudiosos escribirán
quizás, después de mil inviernos:

“ningún vínculo unía a estos muertos
en la necrópolis desierta”.

 

[…MORIREMO LONTANI…]

Moriremo lontani. Sarà molto
se poserò la guancia nel tuo palmo
a Capodanno; se nel mio la traccia
contemplerai di un’altra migrazione.
Dell’anima ben poco
sappiamo. Berrà forse dai bacini
delle concave notti senza passi,
poserà sotto aeree piantagioni
germinate di sassi…
O signore e fratello! Ma di noi
sopra una sola teca di cristallo
popoli studiosi scriveranno
forse, tra mille inverni:

“Nessun vincolo univa questi morti
nella necropoli deserta”.

 

 

[…A VECES DIGO: INTENTEMOS SER ALEGRES…]                        

                                                                   a m.c.

A veces digo: intentemos ser alegres
y me parece discreción la mía
tan excavada está ya la medida desierta
a la que le prometieron el grano.

A veces digo: intentemos ser serios
que nadie diga que por mí derramás
sangre de ternero gordo:
y aun me parece discreción la mía.

Pero sin excepción a aquel que tanto colma
el desierto de hipótesis,
de imágenes la noche oscura, alma mía,
a aquel se le dirá: recibiste tu recompensa.

 

[…A VOLTE DICO: TENTIAMO D’ESSER GIOIOSI…]

                                                       a m.c.

A volte dico: tentiamo d’esser gioiosi,
e mi appare discrezione la mia,
tanto scavata è ormai la deserta misura
cui fu promesso il grano.

A volte dico: tentiamo d’essere gravi,
non sia mai detto che zampilli per me
sangue di vitello grasso:
ed ancora mi appare discrezione la mia.

Ma senza fallo a chi così ricolma
d’ipotesi il deserto,
d’immagini l’oscura notte, anima mia,
a costui sarà detto: avesti la tua mercede.

 

  

[…DEVOTA COMO UNA RAMA…]

Devota como una rama
doblada por muchas nieves
alegre como una fogata
por colinas de olvido,

sobre láminas delgadísimas
con una blusa blanca de ortigas
te enseñaré, alma mía
este paso de adiós.

 

[…DEVOTA COME UN RAMO…]

Devota come un ramo
curvato da molte nevi
allegra come falò
per colline d’oblio,

su acutissime lamine
in bianca maglia d’ortiche,
ti insegnerò, mia anima,
questo passo d’addio…


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