MORADA AL SUR Y OTROS POEMAS (Visor, 2018) de Aurelio Arturo. Edición a cargo de Gilberto Arturo y Santiago Espinosa.
El colombiano Aurelio Arturo (1906–1974) es unánimemente considerado una de las voces esenciales del castellano en el silgo XX: Una obra breve, con intensidades deslumbrantes. La presente edición, además de consignar las pequeñas variaciones en las sucesivas publicaciones de los poemas, trae un apéndice con las traducciones de poesía que Aurelio Arturo realizara en su juventud, casi todas del inglés, y otras del poeta griego Constantino Cavafis.
Compartimos dos poemas, y una de las traducciones de Cavafis.
INTERLUDIO
Desde el lecho por la mañana soñando despierto,
a través de las horas del día, oro o niebla,
errante por la ciudad o ante la mesa de trabajo,
¿a dónde mis pensamientos en reverente curva?
Oyéndote desde lejos, aun de extremo a extremo,
oyéndote como una lluvia invisible, un rocío.
Sintiéndote en tus últimas palabras, alta,
siempre al fondo de mis actos, de mis signos cordiales,
de mis gestos, mis silencios, mis palabras y pausas.
A través de las horas del día, de la noche
—la noche avara pagando el día moneda a moneda—
en los días que uno tras otro son la vida, la vida
con tus palabras, alta, tus palabras, llenas de rocío,
oh tú que recoges en tu mano la pradera de mariposas.
Desde el lecho por la mañana, a través de las horas,
melodía, casi una luz que nunca es súbita,
con tu ademán gentil, con tu gracia amorosa,
oh tú que recoges en tus hombros un cielo de palomas.
RAPSODIA DE SAULO
Trabajar era bueno en el sur, cortar los árboles,
hacer canoas de los troncos.
Ir por los ríos en el sur, decir canciones
era bueno. Trabajar entre ricas maderas.
(Un hombre de la riba, unas manos hábiles,
un hombre de ágiles remos por el río opulento,
me habló de las maderas balsámicas, de sus efluvios…
un hombre viejo en el sur, contando historias).
Trabajar era bueno. Sobre troncos
la vida, sobre espuma, cantando las crecientes.
¿Trabajar un pretexto para no irse del río,
para ser también el río, el rumor de la orilla?
Juan Gálvez, José Narváez, Pioquinto Sierra,
como robles entre robles… Era grato,
con vosotros cantar o maldecir, en los bosques
abatir avecillas como hojas del cielo.
Y Pablo Garcés, Julio Balcázar, los Ulloas,
tantos que allí se esforzaban entre los días.
Trajimos sin pensarlo en el habla los valles,
los ríos, su resbalante rumor abriendo noches,
un silencio que picotean los verdes paisajes,
un silencio cruzado por un ave delgada como hoja.
Mas los que no volvieron viven más hondamente,
los muertos viven en nuestras canciones.
Trabajar… Ese río me baña el corazón.
En el sur. Vi rebaños de nubes y mujeres más leves
que esa brisa que me mece la siesta de los árboles.
Pude ver, os lo juro, era en el bello sur.
Grata fue la rudeza. Y las blancas aldeas,
tenían tan suaves brisas: pueblecillos de río,
en sus umbrales las mujeres sabían sonreír y dar un beso.
Grata fue la rudeza y ese hálito de hombría y de resinas.
Me llena el corazón de luz de un suave rostro
y un dulce nombre, que en la ruta cayó como una rosa.
Aldea, paloma de mi hombro, yo que silbé por los caminos,
yo que canté, un hombre rudo, buscaré tus helechos,
acariciaré tu trenza oscura, un hombre bronco,
tus perros lamerán otra vez mis manos toscas.
Yo que canté por los caminos, un hombre de la orilla,
un hombre de ligeras canoas por los ríos salvajes.
ESPERANDO A LOS BÁRBAROS (CONTANTINO CAVAFIS, TRADUCCIÓN DE AURELIO ARTURO)
¿Qué esperamos así reunidos en la plaza?
Los bárbaros van a llegar hoy.
¿Por qué ese marasmo en el Senado?
¿Por qué los senadores permanecen sin legislar?
Porque hoy llegaran los bárbaros.
¿Qué leyes votarían los senadores?
Cuando arriben los bárbaros, ellos harán la ley.
¿Por qué nuestro emperador, levantado desde la aurora,
se sienta bajo un dosel a las puertas de la ciudad,
solemne y con la corona sobre la frente?
Porque los bárbaros llegarán hoy.
El emperador se apresta a recibir a su jefe,
y además ha hecho preparar un pergamino
en el cual le dispensa nombres y títulos honoríficos.
¿Por qué razón nuestros dos cónsules se adornan de brazaletes de amatista y de
anillos
resplandecientes? ¿Por qué ostentan sus botones preciosos y finalmente cincelados?
Porque los bárbaros llegarán hoy y esos costosos objetos deslumbran a los bárbaros.
¿Por qué nuestros hábiles retóricos no peroran hoy con su acostumbrada
elocuencia?
Porque hoy llegan los bárbaros y ellos no aprecian ni las bellas frases ni los largos
discursos.
¿Y por qué súbitamente esta inquietud y esta turbación?
Cuan graves se han vuelto los semblantes,
¿Por qué las calles y las plazas se despueblan con tanta premura
y por qué vuelven todos a sus casas con un aire tan sobrio?
Porque ya cae la noche y los bárbaros no llegan.
Y las gentes que vienen de las fronteras dicen
que no hay una señal de los bárbaros.
Y ahora, ¿qué podremos hacer nosotros sin bárbaros?
Ellos al menos eran una solución.
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EL ICEBERG IMAGINARIO (Postales Japonesas, 2019) de Elizabeth Bishop. Edición bilingüe. Selección y traducción de Laura Crespi.
Elizabeth Bishop es una de las mejores poetas del siglo XX. Y también una de las más difíciles de traducir. Laura Crespi ha hecho un muy buen trabajo, tanto en la selección de los 20 poemas que integran la antología (aunque es imposible no lamentar alguna ausencia) como en sus versiones, que siguen de cerca el sentido. El resultado es una traducción muy legible, que puede ser una excelente puerta de entrada para leer a Bishop. Claro que habrá quienes señalen que la pérdida de la dimensión formal de los originales (tanto rítmica como rímica) se hace sentir, y que tal vez hubiera valido la pena una versión más intervenida, más arriesgada, que intentara recuperar algo de esa dimensión; pero, se sabe: nada más difícil que hacer una buena traducción (y esta lo es), nada más fácil que señalar los problemas de cualquier traducción…
Compartimos un poema:
LLEGADA A SANTOS
Acá hay una costa; acá hay un puerto;
acá, después de una delgada línea de horizontes, hay una escenografía:
conformadas de un modo poco práctico y, quién sabe, autocompasivas
estas montañas tristes y duras bajo su frívolo verdor,
con una pequeña iglesia en una de sus cimas. Y almacenes,
algunos de ellos pintados con un rosa pálido, o azul,
y algunas palmeras altas, inciertas. Oh, turista,
¿es así como este país va a responderte a vos
y a tus pretenciosas exigencias de un mundo distinto,
y una vida mejor, y una completa comprensión
de ambos por fin, e inmediatamente,
después de dieciocho días en suspensión?
Terminá tu desayuno. Está viniendo la lancha,
una barcaza extraña y vieja, flameando un trapo brillante y raro.
Así que esa es la bandera. Nunca la había visto antes.
De alguna manera nunca pensé que habría una bandera,
pero había una, por supuesto. Y monedas, supongo,
y papel moneda; que están ahí para ser descubiertos.
Y ahora cuidadosamente bajamos de frente por la escalera,
yo y una compañera de viaje llamada Miss Breen,
descendiendo en medio de veintiséis cargueros
esperando a ser cargados con granos de café verde.
Por favor, chico, tené más cuidado con el gancho del bote!
Mirá! Uh! Se enganchó en la pollera de Miss Breen!
Miss Breen tiene unos setenta años,
una policía retirada, mide un metro ochenta,
con hermosos y brillantes ojos azules y una amable expresión.
Su hogar, cuando está en su casa, es en Glens Falls,
Nueva York. Listo. Estamos acomodados.
Los oficiales de la aduana hablarán inglés, esperamos,
y nos dejarán pasar nuestro whisky y nuestros cigarrillos.
Los puertos son necesarios, como el jabón y las estampillas,
pero casi nunca parece preocuparles la impresión que causan,
o, como ahora, único intento, total no importan realmente,
los colores indefinidos del jabón, o de las estampillas del correo
consumiéndose el primero, y deslizándose estas últimas
al enviar las cartas que escribimos en el barco,
ya sea porque la plasticola acá es de inferior calidad
o por el calor. Dejamos Santos de inmediato;
vamos hacia el interior.
ARRAIVAL AT SANTOS
Here is a coast; here is a harbor;
here, after a meager diet of horizon, is some scenery;
impractically shaped and—who knows?—self-pitying mountains,
sad and harsh beneath their frivolous greenery,
with a little church on top of one. And warehouses,
some of them painted a feeble pink, or blue,
and some tall, uncertain palms. Oh, tourist,
is this how this country is going to answer you
and your immodest demands for a different world,
and a better life, and complete comprehension
of both at last, and immediately,
after eighteen days of suspension?
Finish your breakfast. The tender is coming,
a strange and ancient craft, flying a strange and brillant rag.
So that’s the flag. I never saw it before.
I somehow never thought of there being a flag,
but of course there was, all along. And coins, I presume,
and paper money; they remain to be seen.
And gingerly now we climb down the ladder backward,
myself and a fellow passenger named Miss Breen,
descending into the midst of twenty-six freighters
waiting to be loaded with green coffee beans.
Please, boy, do be more careful with that boat hook!
Watch out! Oh! It has caught Miss Breen’s
skirt! There! Miss Breen is about seventy,
a retired police lieutenant, six feet tall,
with beautiful bright blue eyes and a kind expression.
Her home, when she is at home, is in Glens Fall
s, New York. There. We are settled.
The customs officials will speak English, we hope,
and leave us our bourbon and cigarettes.
Ports are necessities, like postage stamps, or soap,
but they seldom seem to care what impression they make,
or, like this, only attempt, since it does not matter,
the unassertive colors of soap, or postage stamps—
wasting away like the former, slipping the way the latter
do when we mail the letteres we wrote on the boat,
either because the glue here is very inferior
or because of the heat. We leave Santos at once;
we are driving to the interior.
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VILLA SANTA RITA O EL LIBRO DE LOS PASAJES (Caleta Olivia, 2019) de Sandro Barrella.
Sexto libro de Sandro Barrella (nacido en Buenos Aires en 1967). El libro tiene tres partes. La primera es un asombroso despliegue de la imaginación poética; como pocas obras en la poesía argentina actual, la voz se aleja de las referencias inmediatas para construir, a partir de desdoblamientos y paradojas, una suerte de espacio autónomo de lo poético. La segunda es el despliegue de un locus real, una geografía al mismo tiempo pública e íntima. La tercera es una breve selección de poemas ya publicados por el autor en sus libros anteriores, como si se quisiera dar cuenta del recorrido que desemboca en este libro. Cierra ese recorrido el mismo poema que abre el libro, y que compartimos:
HISTORIA NATURAL DE UN HÁBITAT O CÓMO REGRESAR AL BOSQUE
“Vivo en una casa en el linde del bosque”,
podría empezar el poema –de hecho, así
comienza– y decir algo real o al menos
próximo, a un ideal pictórico o con linaje y autoridad
en el decurso temporal del lenguaje.
Algo acerca de nenúfares
en un estanque y hojas color ocre en sus orillas,
o intentar una descripción objetiva de alguna
de las varias especies de asfódelos que crecen
en Europa,
–la del rapto sobre el lomo de un toro–
Europa,
donde una ardilla en tiempos
remotos podía trasladarse desde un punto
de la llamada, Madrid, hasta un punto
de la llamada, Ámsterdam, a través de los árboles
que la cubrían sin poner pies en tierra,
sólo a través de los árboles que,
repetidos, diversos, sucesivos, hacían de Europa
un bosque, un solo bosque, o como dijo o escribió
una dama católica, un ultrabosque,
prueba de que las cosas no fueron siempre así,
–aquí en la tierra como en el cielo–
una descripción sobre flores de asfódelos de la Europa real,
la escrita e los anales de la historia y tratados de botánica,
y no su variante mítica según los relatos difundidos
acerca de los, Campos de Asfódelos, del viejo inframundo
concebido por los griegos de la antigüedad,
esos prados donde las almas ordinarias eran
envidas indistintamente después de la muerte.
Quiero decir, algo, algún poema en prosa o verso que,
pasada este tarde de mayo,
entrada la noche, pudiera compartir con los poetas
del pueblo en la taberna donde a diario nos reunimos,
a beber cerveza y leer nuestros progresos líricos.
Pero lo cierto es que
no vivo en una casa en el linde del bosque.
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CIELO, MOMENTOS, CAMINATAS (2014-2017) – PUENTE COLGANTE (2016-2017) – NOCHE INCHAUSPE (2017-2018) (Caleta Olivia, 2019) de Fabián Herrero.
Séptimo libro de poesía del santafecino Fabián Herrero (n. 1965). En realidad es un volumen con tres obras independientes, que recogen su último lustro de escritura. Una poesía entrañable, íntima y ligada a la vida.
Compartimos un poema de cada sección:
AMANECER
El sol entra caminando en la calle vacía.
Se para en el árbol
de mi casa, y como
un Dios, pone
una mano en mi cabeza.
AL BORDE DEL RÍO
Busco la puerta que lleva a otro lado.
Busco el canto del viento y la cama
del cielo, rodeado
y atravesado por el aire que me respira.
Camino al borde del Paraná
como si caminara por la palma de la mano
del mundo.
NOCHE INCHAUSPE
1
Voy a dormir en la noche.
Mejor.
La noche va a dormir en mí.
Camino.
Pienso.
Esto
está doliendo.
2
Me gustaría sentirme fresco
y nuevo, como
si el mundo fuera nuevo
otra vez.
3
El poeta camina
sobre una línea a punto
de romperse.
El poeta escribe
con la vida.
4
Tenías ideas.
Planes.
Podrías haber sacudido
al mundo.
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EN CONSTANTE INCONSTANCIA (EDUNER, 2018) Obra Poética de Marilyn Contardi.
La santafecina Marilyn Contardi (n.1936) es autora de cuatro libros de poemas, que esta edición de la Universidad de Entre Ríos reúne, sumándoles una serie de nuevos textos inéditos (poemas y prosas). Dice en un exhaustivo prólogo de 35 páginas Jorge Monteleone: “Leer todos los poemas reunidos de En constante inconstancia como una continuidad, privilegio de los lectores de este volumen (que también acceden a las narraciones de la autora), permiten imaginar una dirección de la poesía de Contardi escrita a lo largo de varias décadas, como si los poemas llegaran, desde su primer libro hasta los últimos textos publicados, a una concreción de la objetividad, a una verdadera materialización resuelta en una forma más despojada…”
Compartimos dos poemas:
OTOÑO EN LAS HOJAS
Miro las hojas
de la morera
a través
de la ventana
el otoño
ha descansado
en ellas
sin estrujarlas,
fueron sólo
caricias
de color.
Ni saben
que las miro
ni que entran
por los ojos
bellas
gráciles
que animan
todo el ser
hasta hacerle
sentir que es
una rama
llena de hojas
doradas
entibiándose
al sol.
TAZA DE TÉ
Me gustaría poder decir:
“a cup of tea” como los ingleses,
apretando “tea” entre los dientes
como una vibrante escama de aire,
pero no puedo y mi “taazaa de tée”
con sus vocales amplias se posa
en su blancura de porcelana
sobre la oscura mesa, igual
a un nenúfar en las aguas de espejo
bajo el infinito estrellado.
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MÁS LENTO QUE LA NOCHE (Postales Japonesas, 2019) de Julieta Lopérgolo.
“…En un estilo despojado, nítido, dispuesto desde el vamos no a deslumbrar sino, antes bien, a potenciar lo sugestivo, este poemario de Julieta Lopérgolo se presenta como una luz tenue que incita a establecer relación, en nuestros tiempo, con algo extraño: inmiscuirse en la lentitud. Para la poeta la lentitud es el tiempo y el tiempo tiene residencia en la noche, y el tiempo es la belleza capaz de derrotar lo necesario…” dice Gabriel Pantoja en la contratapa. Más lento que la noche es el segundo libro de poemas de la rosarina Julieta Lopérgolo (n.1973).
Compartimos dos poemas:
[…EL AGUA…]
El agua
cae
con impaciencia
sobre los techos
sobre los ríos,
sobre los árboles,
sobre nosotros,
como si fuéramos
techos,
ríos,
árboles,
nosotros.
[…NO BUSCAMOS FORMAS EN LAS NUBES…]
No buscamos formas en las nubes.
directamente buscamos animales
enormes, peligrosos.
Los hacemos pelear,
darse el último golpe
antes de abandonar su forma.
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LA MUJER DEL SAMURAI (La Gran Nilson, 2019) de Alejandro Méndez Casariego.
Quinto libro de poesía Alejandro Méndez Casariego (1952, Buenos Aires). Cada poema lleva por título una palabra japonesa, y los poemas rondan esos conceptos en una especie de libre exploración.
戰爭
GUERRA (SENSÓ)
Este hogar fue arrasado algunas veces
y otras tantas lo hemos reconstruido.
Era la guerra y el enemigo
era real y mesurable
nos dejaba su nombre
para que no olvidáramos
En tales ocasiones te vi inclinado
como en reverencia
ante alguien importante
tratando de unir los pedazos
del cuenco de té
con devoción untuosa
El vapor de la infusión
derramada subía
desde las esterillas desgarradas
los jirones
del papel de la pared
se abrían como pétalos
hacia el cielo en llamas
Algo terrible pero hermoso
sobrevivía en aquella destrucción
Amé a aquel hombre que cuidaba su hogar
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CAMINOS SECUNDARIOS A PUEBLOS LEJANOS- DIARIO DE VIAJE- 1689 (Barba de abejas, 2013, reimpresión 2019) de Matsuo Basho. Traducción de Eric Schierloh.
Se trata de una nueva impresión de la traducción de Eric Schierloh (desde el inglés, de la canónica versión Kamaike Susumu & Cid Corman) de los diarios de viaje “Caminos secundarios a pueblos lejanos” escritos por Matsuo Basho en 1689. La edición, ilustrada con pinturas y fotografías, incluye notas y un prólogo escritos por el traductor en 2013, y tiene también un epílogo firmado por Soryu, poeta del siglo XVII y monje que, a pedido de Basho, copió la versión final del Oku no hosomichi.
Matsuo Basho (1644-1694) fue el poeta más famoso del período Edo. Basho inició una vida dedicada al estudio y transitó tanto la experiencia del retiro en solitarias chozas que él mismo construía. Basho escribió más de dos mil haikus y varios diarios de viaje que combinan poesía y prosa.
Compartimos un fragmento:
KUROBANE (abril 3)
Partimos, dejando atrás los senderos para andar a campo traviesa en dirección a un lugar llamado Kurobane, en Nasu, donde tengo un conocido. Pronto divisamos una villa no muy lejos, y hacia allí marchamos cuando comenzó a llover y oscureció. Pasamos la noche en una granja y a la mañana siguiente seguimos camino atravesando el campo. Pastaba un caballo, suelto. Pregunté por dónde seguir a un hombre que segaba; rústico como era, no le faltaba cortesía. “Pues déjeme ver —dijo—. Como sabrá, el campo corta muchos senderos, y si uno no sabe cuál es cuál, pues mala suerte. Aquí es muy fácil perderse. ¿Por qué mejor no toma el caballo de allá, deja que lo lleve tan lejos como pueda y cuando se detenga, sólo le envía de regreso?” Así que sin más tomamos el caballo.
Dos pequeñas criaturas nos siguieron todo el camino. Una era una niñita llamada Kasane. Un nombre curioso pero elegante, por cierto:
Kasane
del pequeño clavel doble
debe venir el nombre.
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ARCE ROJO O LA ESCRITURA DEL TIEMPO (Ediciones en Danza, 2019) de María Cristina Arostegui.
María Cristina Arostegui nació en Buenos Aires en 1949; este es su tercer libro: una meditación en torno a la escritura, con textos que oscilan entre la reflexión metapoética y el homenaje a otros escritores y artistas (Juan L. Ortiz, César Vallejo, Pablo Picasso, Eugenio Montale, entre otros).
Compartimos un poema de “Parte III, Casa Solar”:
El jardín en un día de lluvia.
De pronto un lejano signo de interrogación entre nubes.
Los verdes son otros, los colores desfallecen.
¿Estoy acaso despierta en este sitio tan próximo a la melancolía?
¿Está acaso el jardín florecido y rutilante
ajeno a mi memoria?
Las tonalidades emergen como el sueño,
se despliegan, retroceden y avanzan como llevadas por una lente magnética.
Allí está el tiempo
adormecido entre gotas.
En la edad en que todos los ardores son silenciosos,
el misterio cobra otra dimensión.
Tal vez la dimensión de un ojo especialmente dotado
de floraciones inesperadas,
de episodios arqueados como estambres,
de corolas que espían entre una luz y otra,
con el mágico auxilio de la lluvia
que lava nuestras sensaciones y nos devuelve
a la tierra.
A su energía visceral.
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EL DESLUMBRAMIENTO (Hilos Editora, 2019) de Dolores Etchecopar
Dolores Etchecopar nació en Buenos Aires en 1956; es es su octavo libro de poemas. Dos citas iniciales de Louise Glück y Maurice Maeterlink dan el tono a un poemario que se sumerge en los recovecos de la infancia y la memoria para capturar la intensidad de una experiencia, de la naturaleza y del lenguaje.
Compartimos dos poemas:
[…LAS ABEJAS Y YO CERRAMOS FILAS…]
las abejas y yo cerramos filas
vamos por la cuerda floja
de una habitación a otra
revisamos las celdillas secas
hay que decidir rápido
si verter miel o veneno
si matar o agradecer
[…LA VOZ DEL NIÑO SE DESPRENDE Y CAE…]
la voz del niño se desprende y cae
en algún lugar de la casa
después ya nadie la encuentra
crujen las maderas y los huesos
pero esa voz no sale de las cosas
disuelto su escondite
suena por doquier
y nadie la escucha
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UNA MUJER POSIBLE (Metrópolis, 2019) de Maraní González del Solar
Maraní González del Solar nació en Buenos Aires en 1948; este es su primer libro, en el que los poemas se construyen apoyándose en situaciones domésticas, cotidianas, pequeñas acciones de las que intuimos la presencia de dobleces y abismos que no terminan de confesarse.
Compartimos dos poemas:
EL ACCIDENTE
Murieron todos juntos y de inmediato
no hubo testigos.
Los restos y vestigios se alzaron de las manos de las pericias
que reconstruyeron los hechos guardando distancia.
Lograron determinar la hora y la velocidad de los vehículos.
También el nombre de los viajeros.
Dieron con cierto retraso la horrible noticia los parientes.
En los diarios del otro día informaron lo sucedido.
La narración no coincidió con lo que se transmitió boca a boca.
Nadie sin embargo sabe ni sabrá lo que pasó.
Nadie estuvo realmente allí. Nadie fue esas víctimas.
Ninguno vio la última imagen,
el último recuerdo y el primer miedo.
Ahora ellos están fuera de la carretera y fuera del dolor.
AFANES DOMÉSTICOS
Cuando detrás de los armarios
se cuela el murmullo
y pretendo limpiar a fondo
y sacar todo afuera
me digo: no es absurdo
o descabellado
un trabajo a destiempo
un afán infinito
para qué dar vuelta los rincones.
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TAPIAS (Aguablanda Ediciones, 2019) de Gabriel Caldirola y Diego Spivacow.
“Tapias” es un libro de poemas y fotografías. Ambos tipos de textos se intercalan y generan un estado que inspira a la meditación y la contemplación. “Tapias” también puede pensarse como un libro objeto que combina poéticamente texto e imagen para sugerir un aire de relato, mezcla de documento fotográfico y ensoñación mística.
La meditación zen como una historia de amor que tiene a la naturaleza y su contemplación como objeto de deseo.
Compartimos un poema:
Yo quería llegar a tocarte. Pero él avanzaba y yo estaba quieta.
¿Y si venías? Era solo una rama. Y algo en la rama estaba quieto.
¿En camino?
Él avanzaba, pero yo estaba quieta.
En el agua, creí que el agua se iba como una rama.
¿Y flotaba cerca? ¿Y flotabas?
En el cielo te alumbra un fósil.
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SOLEDADES YUXTAPUESTAS (La Luna Que, 2019) de Carlos Enrique Berbeglia.
Carlos Enrique Berbiglia es oriundo de la Provincia de San Luis. Es filósofo y docente universitario.
Compartimos un poema del libro:
DISCORDANCIA
Agazapada
al acecho de víctimas propiciatorias
que acudan a su encuentro,
pero a la defensiva,
de las acechanzas propias del mundo
que las preserva para las frivolidades
y el intantaneísmo,
la alegría, sin asistencia racional, aguarda
cuando, en la abierta inmensidad pampeana,
fulgura la audición de Dios
en cada arbusto y ave,
nubecilla o resplandor del sol,
al interlocutor que la rescate
y viva.