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Algunos libros recientes (agosto 2019)

Algunos libros recientes (agosto 2019)

CENTROS DE GRAVEDAD – POESÍA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XXI (Pre-Textos, 2018) antología de poesía española reciente a cargo de José Andújar Almansa.

La poesía española actual circula poco entre nosotros: quizá por aquello que señalaba Borges en “El escritor argentino y la tradición” al refutar que debamos sentirnos continuadores de la tradición literaria española: “la historia argentina puede ser definida sin equivocación como un querer apartarse de España”. Más allá del dictamen de Borges, un poco exagerado, lo cierto es que vale la pena conocer la poesía española actual: Olvido García Valdez, Jesús Aguado, Esperanza López Parada, Abraham Gragera, pueden ser algunos de los nombres para comenzar el recorrido. Esta antología que recomendamos calurosamente propone 12 poetas nacidos entre 1971 y 1985; se abre con una introducción general y luego la selección de poemas de cada poeta viene precedida por un breve reportaje donde se le pregunta por su proyecto poético.

Compartimos tres poemas.

X (ABRAHAM GRAGERA)

Resumiendo. En fin. De todas formas,
un milagro no tiene por qué ser
sólo la fantasía de alterar
el orden mismo de la incomprensible
naturaleza, para sojuzgarla,

ni un azar favorable, ni una gesta
prestigiosa: tampoco la manzana
que sostienes como recién cogida
del Paraíso, ni la inteligencia,
la oscuridad de todas nuestras cosas.

No somos dignos de mejores causas.
Pero nos gustan las Metamorfosis,
el folclore, la Biblia, nuestro oficio,
por su manejo de lo inesperado,
por su romance con la salvación,

y su infidelidad con la condena.
Por su fondo de historias verosímiles
sobre la gracia y la debilidad,
aunque sean improbables. Como aquella
que te conté, la de los espartanos

la noche antes de arrasar Atenas,
poseídos de ira y de rencor
hacia los atenienses a pasar
de ser los ganadores de la guerra;
cuando rompieron todos a llorar

después de que un rapsoda les cantara
algo de Eurípides y decidieron,
dignos de su ambición por vez primera,
que la cuna de un hombre semejante
no merecía ser devuelta al polvo.

¿Me escuchas?

Sí. La historia. La recuerdo.
Y sus rostros, asombrados
de verse así, tan desnudos.
Lo sordo tras la explosión.
el alma reivindicando 

su independencia del mal,
su poder para frenar
la maquinaria. El asombro
de quien se sabe incapaz
de comprender su experiencia. 

Más dignos de su ambición
que nunca. Recién cansados
de hablar con la boca llena
de cenizas. Mira el mar.
¿Ves? Está cambiando el viento.

Sí.

 

AUTORRETRATO (MANUEL PEYROU[1])

El mejor autorretrato que conozco es de un
pintor que mira un huevo y pinta un ave. Hay
gente cuyo mejor autorretrato está en sus
uñas. Hace diez años creía que mi mejor
autorretrato sería al fin un beso durante el que se
piensa en el futuro para que vuelen juntos
los sabores. Toda magia es ingenua. Toda
palabra es mágica. Hace cinco años pinté mi
mejor autorretrato: un corazón y un
cuerpo que late dentro de él y lo alimenta. Hace diez
minutos comencé un poema
pensando que en toda palabra late un deseo
de silencio, una conciencia de esterilidad.
Cómo me arriesgo a quedar como un imbécil.
Todo autorretrato implica un riesgo semejante.
Los sueños se suicidan con somníferos. 

 

[…NO SOY DUEÑA DE NADA…] (MIRIAM REYES)

No soy dueña de nada
mucho menos podría serlo de alguien.
No deberías temer
cuando estrangulo tu sexo,
no pienso darte hijos ni anillos ni promesas.
Toda la tierra que tengo la llevo en mis zapatos.
Mi casa es este cuerpo que parece una mujer,
no necesito más paredes y adentro tengo
mucho espacio:
ese desierto negro que tanto te asusta.

 

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PORQUE NO SÉ EMPEZAR – 33 POEMAS  2010-2019 (Bajo la luna, 2019) de Hernán Bravo Varela. Selección y prólogo de Ezequiel Zaidenwerg.

Hernán Bravo Varela nació en México en 1979 y es considerado uno de los mejores poetas latinoamericanos actuales. Dice Zaidenwerg en el prólogo: “Para otros poetas, que cuentan con destrezas fuera de lo común –una imaginación verbal fecunda, una notable inteligencia compositiva y un oído prosódico poco menos que absoluto–, la poesía se vuelve una pegunta por los comienzos siempre interrumpidos. (…). Hernán Bravo Varela pertenece a este grupo.”

Compartimos un poema:

 

(CADA QUIEN LO SUYO)

A la orilla del lago, los solteros
podrían contar pacientemente estrellas,
pero enseguida se distraen.

                                               Ahora,
tumbados sobre el césped, los solteros
lanzan piedras al lago y hunden dos
o tres estrellas antes de que el agua
vuelva a adquirir la misma faz que antes.

Hacia las ocho, el muelle se ilumina;
prenden una fogata. Los solteros
fuman y brindan, comen y se tumban
a la orilla del lago. Las luciérnagas
se reúnen, se encienden, se dispersan.

 

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EL VELADOR (El jardín de las delicias, 2019) de Guillermo Saavedra.

Esperada reedición de El velador, un libro últimamente inhallable de Guillermo Saavedra que, con su atractivo cruce entre métrica impecable y un repertorio muy variado de tonos, dio mucho que hablar cuando fue publicado a finales de la década del ´90. Dice Leónidas Lamborghini en la contratapa: “Saavedra logra instalar su monólogo (cerrado sobre sí mismo, aunque disparado y disparándose, a tramos, por la vía de curiosas digresiones motivadas por el tema), logra instalarlo en el difícil intersticio entre lo serio y la carcajada, entre lo lírico y lo dramático, entre lo popular y lo culto, entre lo elegíaco y lo festivo, entre la delicuescencia y la solidez, entre la parodia fina y la grosera, superando el estado de mezcla y alcanzando el de combinación (…) El velador es una construcción verbal donde la búsqueda del equilibrio, de la coherencia creativa es permanente: llegó para quedarse…”

Compartimos tres fragmentos del libro:

Quieta es el agua de la desgracia:
ayer mi madre murió de pronto,
sin que en el aire de las orillas
o en la resaca de cada ola
hubiera señas de que venía,
como una trucha cortando el tiempo,
el viento norte de las parquitas
para llevarse de un manotazo
su cuerpo vivo, mientras comía
¿La trabajaba, calladamente,
el diente lerdo de La Golosa,
sin que ninguno —tan ocupados
en las corrientes y las mareas,
los episodios de cada día—
la sospechara rumbo a la caja
que es travesura de último envase?

En la intemperie de mi intemperie,
El desamparo de las palabras 

No siento nada cuando la toco,
mientras se pudre, tan silenciosa,
sin una queja, desde su muerte;
no pienso en nada, ni se me ocurre
qué le diría si, de improviso,
se despojara de su mortaja
y me dijera: “Fue catalepsia”.
Y está tan fea con ese rictus
que la desgracia, con su agua quieta,
puso en su rostro como una firma
que, me avergüenza pero, lo siento,
no me conmueve. Por el contrario,
siento que nunca podría quererla
si reviviera con esa cara,
como volviendo, como Narciso
Ibáñez Menta desde la muerte,
Para decirme: “Querido hijo,
allá no hay nada, solo un silencio
que no contiene ningún sentido.
Pero hace un frío de mil demonios,
así que vine para avisarte
que, cuando vayas a visitarme,
lleves un saco porque no hay modo
de calentarse, con el chiflete
que se te cuela por los riñones”.

Crece el desierto, se puebla el mundo
del canto mudo de la intemperie
de mi intemperie. De la intemperie
son las palabras 

No siento nada, vuelvo a decirlo,
cuando le toco la carne fría.
Sólo el asombro, muy contenido,
por la eficacia tan silenciosa
con que la muerte fue trabajando
dentro del cuerpo de esta señora
que, si volviera de pronto al mundo
de los vivientes con esa cara
tan descompuesta, yo sentiría
mucha vergüenza de presentarla
como mi madre. Porque es tan fea
la mueca estéril y desdeñosa
que le imprimiera, tal vez, el gesto
de pedir agua o algún calmante
en el momento de quedar tiesa
que me repugna pensar que un día,
cuando el invierno llegue a mis huesos
y se me pudran las achuritas
por la constancia de la malaria,
vendrá la muerte y tendrá esos ojos
que ahora mi madre ya no me muestra
pero adivino tan inflamados
y suculentos, que los gusanos
harán torneos y competencias
para quedarse con sus licores.

 

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LA HABITACIÓN SIN BARRER (Gog & Magog, 2019) de Sharon Olds. Edición bilingüe con traducción de Inés Garland.

Después del suceso que fuera en 2016 la publicación por parte de esta misma editorial de La materia de este mundo (una antología bilingüe de Sharon Olds a cargo de Inés Garland e Ignacio Di Tullio) llega ahora la traducción de uno de los libros más emblemáticos y conocidos de la autora norteamericana, publicado en 2002 por primera vez. “Los poemas de Sharon Olds honran la vida y la muerte a través de los detalles que capta con su mirada de riparógrafa, de arquera que clava las palabras en el blanco con dulzura implacable” dice la traductora en la contratapa.

Compartimos un poema:

PRIMERA HORA

Esa hora, fui más yo misma que nunca. Me había sacado 
a mi madre lentamente de encima, estaba acostada ahí 
respirando por primera vez, como si 
el aire del cuarto me estuviera soplando 
como a una burbuja. Todo lo que tenía que hacer 
era salir por la línea de mi mirada y volver, 
salir y volver, en la seda de la gravedad, la 
presión del aire una caricia, oliendo en mí 
la sangre cremosa de ella. El aire 
me tocaba suavemente la piel y la lengua, 
entraba en mí y sacaba los pequeños 
suspiros que yo no sabía que eran míos. 
No tenía miedo. Estaba acostada en la quietud 
y miraba, y me dedicaba al pensamiento sin palabras, 
mi mente recibía su oxígeno 
directamente, la rica mezcla por boca. 
No odiaba a nadie. Miraba y miraba, 
y todo era interesante, yo era 
libre, todavía no enamorada, no 
pertenecía a nadie, no había bebido 
leche, todavía – nadie tenía 
mi corazón. No era muy humana. No 
sabía que existía alguien más. Estaba acostada 
como un dios, por una hora, después vinieron a buscarme, 
y me llevaron con mi madre. 

 

FIRST HOUR

That hour, I was most myself. I had shrugged
my mother slowly off, I lay there
taking my first breaths, as if
the air of he room was blowing me
like a bubble. All I had to do
was go out along the line of my gaze and back,
out and back, on gravity’s silk, the
pressure of the air a caress, smelling on my
self her creamy blood. The air
was softly touching my skin and tongue,
entering me and drawing forth the little
sighs I did not know as mine.
I was not afraid. I lay in the quiet
and looked, and did the wordless thought,
my mind was getting its oxygen
direct, the rich mix by mouth.
I hated no one. I gazed and gazed,
and everything was interesting, I was
free, not yet in love, I did not
belong to anyone, I had drunk
no milk, yet – no one had
my heart. I was not very human. I did not
know there was anyone else. I lay
like a god, for an hour, then they came for me,
and took me to my mother.

 

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SIN PELAJE, SIN SOMBRA – ANTOLOGÍA POÉTICA (Llantén, 2019) de Susana Villalba.

“…No es el lenguaje lo que habla en mí sino su descarrilamiento ¿O su nacimiento? No soy yo en mi forma cotidiana de estar en el mundo la que escribe, esa personalidad (personaje) que protege ante el mundo. Pero sí es Mi voz, la que se fue gestando en el estado alerta ante todo lo que el afuera trae u oculta. Es mi silencio abierto a escuchar el lenguaje antes de su big bang y mucho antes de su gramática. Pero también dispuesta a ser su big bang para proponer otras maneras de decir el mundo…” dice Susana Villalba en el texto con que abre un recorrido antológico por sus siete libros de poesía publicados a partir de 1982. El libro se cierra con algunos textos inéditos.

Compartimos un poema:

LA PANTERA

Matar al animal
requiere un animal
sin sombra.
Vas caminando por un monte
o te parece, no sabés dónde estás;
creés que lo sabías
cuando llegaste.
Ese negro
bien puede ser una pantera
o mujer,
no te das cuenta.
La mirada salvaje te gusta,
no, te calienta.
No, te mira
como quien no comprende
dónde está.
Ya estás perdida,
tendrías que llevarla a tu casa
pero sabés cómo termina:
un animal herido
siempre ataca.
Tendrías que matarla,
ahora,
antes de que sea tarde
o por piedad.
Pero esa mirada es una trampa,
si es pantera
sabe matar mejor
que vos.
Nadie sabe tu nombre
aquí
y ahora él
o mujer te da la espalda.
Pensás en un Remington
liviano
de distancia corta.
Pero nadie escucharía,
Red Hot los distrae,
a vos también.
Y no se mata por la espalda,
lo viste en las películas
o creés en eso.
Matar
es otra cosa.
Ahora te mira y ya sabés,
vas a llevarla a tu casa.
Está tocado por la gracia,
está a la vista
o vos lo ves, no estás segura,
o tiene algo
que creés comprender.
Y sin embargo
sabés cómo termina:
no sabés cómo
te hirió si te quería.
No querés acercarte,
te mira como miran los gatos
cerrando los ojos.
Se apoya en la barra
frente a vos,
los dos están perdidos.
Pensás en el Remington,
nunca tuviste uno.
Matar es otra cosa.
Nadie parece comprenderlo,
el negro tampoco pero ve
que tenés un cigarrillo
en la mano
y otro ardiendo
en el cenicero;
se acerca y lo fuma.
Estás perdida,
creés saber cómo termina
y volvés a equivocarte,
apaga el cigarrillo
y se va.
Ahora nadie
se parece a tu deseo.
Y es que no se parecía.
Una pantera perdida
en su memoria
o forma de mirar
o lo que fuera
que no vas a saber.
Tomás un taxi pensando
demasiada belleza no es el móvil,
es la coartada.
Para matar a una pantera
hay que cerrar los ojos.

 

***********

LLAMAN A LA PUERTA (Ediciones Del Dock, 2019) de Santiago Sylvester.

Santiago Sylvester (Salta, 1942) es un poeta de una dilatada trayectoria: escribió unos veinte libros de poesía, relato y ensayo. Recibió numerosos premios en la Argentina y en España. Es miembro de la Academia Argentina de Letras.

Compartimos dos poemas:

(EL RECIÉN LLEGADO)

Acaba de nacer
y ya tiene todo el futuro por delante: es
aterradora la cantidad de caminos,
demasiada responsabilidad para un recién venido, una carga excesiva de responsabilidades.

                                Allá afuera
amor y odio se cocinan en el mismo caldo:
la buena noticia, la táctica errada, alguna cobardía que no pudo claudicar;
también de desperdicios se alimenta la especie, de gajos que no prosperarán;
                                la fortuna
es ciega como retumba desde Homero:
la palabra fracaso atrae con sus vocales graves.
Alguien llega a la fuerza: los ojos cerrados, los puños cerrados,
no parece sentir curiosidad
con todo lo que tiene por hacer.

 

(ÚLTIMO RETRATO DE UN ANTEPASADO)

Ya se han pasado las caravanas,
ya se han ido los pájaros,
se ha enfriado la comida,
ha llovido y ha dejado de llover:
                                                        en esa cara
se ha instalado la sabiduría triste del que ha visto y sigue viendo:
                     tristeza más aceptación.

Se trata de un viaje que no ha concluido
de modo que él sigue por aquí,
sus recuerdos aparecen como animales sueltos o señales;
y si averiguamos de dónde viene,
a cada uno da la versión que cada uno espera:
deja tantas huellas
como rumbos tomamos, de paso como él.

En su cara hay lo que vemos y lo que no se ve:
la vida en revisión;
y si habla
repite siempre lo mismo:
                     cuando estoy solo, callado y quieto,
                     nunca estoy solo, ni callado, ni quieto.

No deja de mirarnos;
quiere irse: está harto de nosotros.

 

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POESÍA REUNIDA (Alquimia Ediciones, 2016) de Teresa Wilms Montt

Se trata de una poeta muy conocida en la tradición chilena: nació en Viña del Mar en 1893; hija de un matrimonio entre reconocidas familias de la élite mercantil y política , de joven comenzó a publicar textos poéticos adhiriendo a ideas feministas y anarquistas, cuya calidad y temática descolocaron a su círculo íntimo. Publicó todos sus libros fuera de Chile en un período de tres años, obteniendo el reconocimiento de los círculos intelectuales. Se suicidó en 1921.

Compartimos tres poemas del poemario Anuarí:

IX

Regaló la noche al pantano una estrella.
Centro de la esfera fangosa irradiaba el astro en la podredumbre verde, palacio de reptiles.
Y en coro alrededor, lotus de veneno surgían sapos inquietando el sosiego de los valles con el croar siniestro.
Despertó el águila, y abandonando la roca, voló hacia el plano.
El punto fulgurante marcó su orgullo.
Creyó rasgar el azul para rozar un astro y precipitose al pantano putrefacto.
Llevose la estrella la rapiña a lo hondo, estampada en las soberbias alas.
Estallaron resoplando cual instrumento, destrozados, los reptiles y los sapos.

         

        XVII

Llega todas las noches a mi alcoba.
Sin tener ojos me mira, sin tener boca me habla, y su mirada y su voz son tan hondas como el silencio de los sepultados.
Está muy lejos, y está conmigo, piensa en mi cerebro y llora en mis lágrimas.
Cuando procedo mal, Anuarí castiga mis huesos, atravesándolos del hielo de una carcajada sin dientes.

XXVI

Vestido de la chía llegó anoche por el espejo.
Sus manos cruzadas sobre el pecho salían en pétalos de azucena por la negra manga.
El abismo de sus ojos tragose todas las sombras y en mi cerebro se hizo la luz.
Habló su boca sin palabras como los viejos órganos de las catedrales y dijo: Duerme, duerme, el sueño es la aurora del día eterno.

 

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FLOR CINERARIA (De todos los mares, 2019) de Carina Sedevich.

Dice María Teresa Anduretto, prologuista, en contratapa: “Flor Cineraria es, en su brevedad, un libro sobre la muerte y, por eso mismo, sobre la comprensión más honda de la vida, los hijos, la revisión del propio nacimiento y el puente de espiritualidad entre materia y universo”.

Compartimos un poema:

[…EN EL CAMINO HACIA LAS TERMAS…]

En el camino hacia las termas
se nos aparecen criaturas.
El cielo puro, azulejado,
se encastra sobre la tarde rápida.
Se abre la arcilla de los montes
en grietas que corren como sierpes.
El vacío puede completarse.
Tenemos feraces pensamientos.

 

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UN RAYO QUE NOS HAGA PARPADEAR (Colman & Colman, 2019) de Alicia Gallegos.

Cuarto libro de Alicia Gallegos (1959, Morón). Compartimos aquí uno de los poemas:

 

PARTÍCULAS

Los chicos pobres mueren en el río
las aguas oscuras se los tragan
y escupen sus cuerpos
para que alguien
los vea
ahora.

Tus poemas se parecen a los míos.
Mis poemas se parecen a los tuyos.
Eso no es nada.

Son marcas
cicatrices
tatuajes feos
¿Eso qué importa?

Mis caracolitos moribundos te hacen reír
o llorar.
Eso es lo de menos.

Una araña escrita por Philippe Jaccottet
(y que nunca habíamos leído)
nos separa
nos perturba
nos despierta.
Eso
no
es nada.

Nos cruzamos en sueños
de platos sin lavar
raros abrazos fraternos
confesiones
de llamados telefónicos
que alucinan los sonámbulos.

Partículas.
Dos o tres notas en una partitura
del viejo rock sinfónico
que sabés leer.

 

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INVISIBLE VANIDAD (Postales Japonesas, 2019) de Laura Crespi.

Antología de textos que la poeta Laura Crespi (San Fernando, 1973) publicó entre 2006 y 2017. En mayor o menor medida, los poemas y prosas poéticas escogidos para este volumen giran en torno al amor y –a veces- la pérdida. Crespi despliega distintas estrategias que constituyen una sintaxis personal e inquietante que deja traslucir influencias de diferentes tradiciones poéticas y una vuelta de tuerca sobre la materialidad de las palabras y su potencialidad para la construcción de imágenes.

Compartimos dos poemas:

[…ALLÍ DONDE…]

allí donde
se descorre
el velo
inadaptado
a esa constancia
en padecer
y sublimar
que cada idea
viene
sin pensarla
al apuntar
en cambio
al cuaderno
de notas
eso
todo
lo que
se nos pierde
en esa reescrituras
vinculadas
a una mentalidad
frágil
apagada. 

 

[…EN LO IMPOSIBLE TAMBIÉN HAY CASAS…]

En lo imposible, también hay casas.
El simple mirar, la devoción,
direccionando los desvíos
en las calles de este barrio
que nos llevan
y nos pierden. 

 

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RINOCERONTES (Kintsugui, 2019) de Andrés Alvarado.

Rinocerontes de Andrés Alvarado (Buenos Aires, 1982) está compuesto por 48 poemas en prosa y un epílogo, y se abre con un prólogo escrito por Romina Dziovenas, que dice en un momento: “Para el poeta la belleza está en las formas de la naturaleza que nos rodea. Contemplarla es volverse justa y honestamente pequeño. Como un navegante, el autor transforma profundidad en superficie, sitio de proyección y reinvención, espejo, hogar”.

Compartimos el comienzo del libro:

1.

Mirar un rinoceronte es observar un pedazo de misterio. Una música, un poema, un drama. Algo oscuro que se convierte en forma. Tiene patas que son como pesas, que al andar no caminan, hacen retumbar el tiempo.

Hay poemas, músicas, dramas que hacen retumbar el tiempo.

2.

El viento sopla desde el norte. Una polvareda de color naranja se levanta a nuestras espaldas, arremolina lo que nos rodea. Un cuervo se posa en el lomo del rinoceronte. Miran el polvo. Alguien cerca siente miedo. Su rastro acaricia mi mano y vacilo.

 

 

[1] Pese a que vive en España y evidentemente escribe allá, nació en Buenos Aires en 1971.


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