LEYENDO

Propercio & Ovidio – Dos elegías

Propercio & Ovidio – Dos elegías

por Andrés Kusminsky

(…)

El tema de los poemas de Propercio es la historia de amor que el hablante de los poemas tiene con una mujer: Cintia. Propercio trabaja un material evidentemente personal y piensa desde ahí su escritura. Confronta directamente con la idea de poesía épica que muchos poetas del círculo de Augusto intentaban practicar, pero también con la idea de una poesía culta, filosófica o naturalista. Pasar tanto tiempo leyendo libros de historia, filosofía y naturaleza es un poco triste si uno es joven, pero valdrá la pena ubi iam Venerem grauis interceperit aetas, “cuando la vejez se interponga al placer”. La poesía, para Propercio, no puede corresponder los mandatos conservadores de la alta cultura. Debe venir de la corriente de la propia juventud. Escribir a partir de la lectura es como pedirle agua a otros, en el medio del río.

            (…)

            La poesía de Ovidio en Amores es completamente diferente. Ovidio va delineando una comedia de andanzas sexuales. Corina parece concentrar la atención de los primeros poemas, pero después pierde nitidez. Lo que vemos es, en realidad, una representación de la dispersión del deseo. En la mayoría de los poemas de Amores Ovidio parece escribir desde un lugar de mayor libertad y poder. Es muy autoconsciente de los mecanismos psicológicos del amor y le gusta decir que los usa a su favor. De todas maneras, aunque Ovidio coquetea con el escándalo –de hecho, se cree que Augusto lo desterró de por vida por el provocador Arte de amar y por un amorío con su sobrina Julia: un poema y un error, carmen et error– Propercio es un poeta mucho más radical. El donjuanismo produce en Ovidio una poesía cómica y superficial. En cambio, Propercio entiende que su destino como poeta está ligado a su destino como amante de Cintia. Los tres primeros libros la tienen como protagonista casi absoluta. El último poema del libro tercero es una renuncia, el fin del amor, que coincide con el fin de la escritura.[1] Todo esto no tiene nada que ver con una ética ni con una defensa de la monogamia, sino con la posición de deseo en que se ubica el hablante de los poemas. La actitud poliamorosa de Ovidio, desde la perspectiva de Propercio, parece reactiva, defensiva. En todo caso, hace del amor una forma del narcisismo, del ejercicio de la autonomía. En el centro de Amores está la persona poética de Ovidio. En el centro de los Carmina, la imagen de Cintia.

 

 

PROPERCIO CARMINA I, 9

Te dije que no ibas a escapar del amor,
que no ibas a ser vos el que riera último.
Terminaste, sumiso, siguiendo una mujer
que te gobierna en todo. Ahora esos poemas
eruditos, que hablaban sobre los altos muros
de una ciudad perdida ¿te sirven para algo?
Te pido por favor, guardá esos libros tristes.
No quieras aburrir a una buena lectora.
Me decís “¿y de dónde saco el tema?” Estás loco,
en el medio del río le pedís agua a otros.
Esto recién empieza, es la primera chispa
de los males que vienen: los fuegos, los desmayos.
Pelear contra los tigres mano a mano, en la arena,
estar encadenado a las ruedas del infierno,
todo eso es preferible a sentir en la médula
el arco de Cupido.
Amor no ofrece a nadie sus alas, generoso,
si no es para tenerlo más tarde entre las manos.
¿Quién te creés que sos? Evitá sus favores,
pueden mover las piedras y los robles, incluso.
De vos ni hablar, espíritu liviano y volátil.
Es mejor admitir el error cuanto antes:
hablar de los fracasos del amor, los aplaca.

 

I, 9

Dicebam tibi venturos, irrisor, amores,
nec tibi perpetuo libera verba fore:
ecce iaces supplexque venis ad iura puellae,
et tibi nunc quaevis imperat empta modo.
non me Chaoniae vincant in amore columbae
dicere, quos iuvenes quaeque puella domet.
me dolor et lacrimae merito fecere peritum:
atque utinam posito dicar amore rudis!
quid tibi nunc misero prodest grave dicere carmen
aut Amphioniae moenia flere lyrae?
plus in amore valet Mimnermi versus Homero:
carmina mansuetus lenia quaerit Amor.
i quaeso et tristis istos sepone libellos,
et cane quod quaevis nosse puella velit!
quid si non esset facilis tibi copia! nunc tu
insanus medio flumine quaeris aquam.
necdum etiam palles, vero nec tangeris igni:
haec est venturi prima favilla mali.
tum magis Armenias cupies accedere tigris
et magis infernae vincula nosse rotae,
quam pueri totiens arcum sentire medullis
et nihil iratae posse negare tuae.
nullus Amor cuiquam facilis ita praebuit alas,
ut non alterna presserit ille manu.
nec te decipiat, quod sit satis illa parata:
acrius illa subit, Pontice, si qua tuast,
quippe ubi non liceat vacuos seducere ocellos,
nec vigilare alio limine cedat Amor.
qui non ante patet, donec manus attigit ossa:
quisquis es, assiduas tu fuge blanditias!
illis et silices et possint cedere quercus,
nedum tu possis, spiritus iste levis.
quare, si pudor est, quam primum errata fatere:
dicere quo pereas saepe in amore levat.

 

OVIDIO AMORES I, 5

Aplastaba el calor, cerca del mediodía.
Me hundí, amodorrado, en medio de la cama.
Había poca luz, las cortinas estaban
entreabiertas. Entonces aparece Corina,
con la túnica suelta. Oculta y deja ver
algo del cuello el pelo, cayendo a los costados.
No creo que algo así pueda haber visto el rey
cuando Semiramís entró a su cuarto, sola,
en la noche primera, o los muchos amantes
de Lais. Pude arrancarle la túnica, después.
Apenas la cubría. Sin embargo, al principio
se había resistido. Pero se resistía
como alguien que no quiere ganar, y me ayudaba
a que yo le ganara, su propia entregadora.
Vi su cuerpo sin velos, tanto tiempo deseado.
Qué hombros y qué brazos para ver y tocar.
La forma de los pechos, qué ganas de agarrarlos.
Qué cintura, cadera, qué jóvenes las piernas.
Y podría seguir. Era perfecta en todo.
Pude abrazarme, entonces, a su cuerpo desnudo.
Sin duda no hace falta que cuente lo demás.
Al final, nos quedamos dormidos. Ojalá
me toquen más seguido mediodías como éste.

 

I, 5

AESTUS ERAT, mediamque dies exegerat horam;
adposui medio membra levanda toro.
pars adaperta fuit, pars altera clausa fenestrae,
quale fere silvae lumen habere solent,
qualia sublucent fugiente crepuscula Phoebo,
aut ubi nox abiit, nec tamen orta dies.
illa verecundis lux est praebenda puellis,
qua timidus latebras speret habere pudor.
ecce, Corinna venit, tunica velata recincta,
candida dividua colla tegente coma,
qualiter in thalamos formosa Semiramis isse
dicitur, et multis Lais amata viris.
deripui tunicam; nec multum rara nocebat,
pugnabat tunica sed tamen illa tegi;
cumque ita pugnaret tamquam quae vincere nollet,
victa est non aegre proditione sua.
ut stetit ante oculos posito velamine nostros,
in toto nusquam corpore menda fuit:
quos umeros, quales vidi tetigique lacertos!
forma papillarum quam fuit apta premi!
quam castigato planus sub pectore venter!
quantum et quale latus! quam iuvenale femur!
singula quid referam? nil non laudabile vidi,
et nudam pressi corpus ad usque meum.
cetera quis nescit? lassi requievimus ambo.
proveniant medii sic mihi saepe dies.

 

 

[1] El libro IV de las elegías de Propercio fue publicado cerca de su muerte —c. 15 a. C— y parece escrito por otro poeta.


RELACIONADAS