LEYENDO

Tiziano Scarpa – Atardecer en Zara y otros p...

Tiziano Scarpa – Atardecer en Zara y otros poemas

Nota y traducción de Diego Bentivegna

Tiziano Scarpa nació en Venecia en 1963. Estos cuatro poemas forman parte de una serie surgida de un viaje a la ciudad dálmata de Zara (actualmente en territorio croata).

ATARDECER EN ZARA

Estimados señores, esto que ven
es el atardecer. Lo sé:
son apenas las seis de la tarde;
el sol brilla todavía.

¿Pero en qué momento exacto comienza
el atardecer? Yo creo
que cuando empezamos a esperarlo.

Nos encontramos en Punta Bajlo, frente
a la isla de Ugljan.
El islote que tenemos enfrente se llama Ošljak.
Ese pueblito es Kali; aquel otro, Preko.

Les pido que observen
las boyas herrumbradas, los bidones que flotan
oxidados: ya sea la forma, ya el color,
si son impacientes,
puede servirles a ustedes
para hacerse una imagen no adecuada
de la forma que adoptará el sol al atardecer.

Hemos llegado con mucha anticipación
porque ésta es la empresa más difícil
de mi trabajo: explicarles el atardecer.
Y estoy un poco emocionado.

Si no los satisfago
pueden pues abstenerse de la propina;
nuestra visita terminará aquí.

Este no será un atardecer cualquiera.

Piensen que Alfred Hitchkock
cuando pasó por aquí dijo
que en Zara se contempla el más bello atardecer del mundo,
más bello incluso
que el que arranca aplausos a la gente en Key West.

El atardecer en Zara, a no dudarlo,
eligió al testigo mejor autorizado,
a alguien que sabe cómo encuadrar el mundo.

Sólo los directores son titulares
de esa pastosidad de la luz,
esa pegajosa mirada sobre la realidad
que en los filmes se llama fotografía.

Es decir que si lo hubiese dicho Albert Einstein,
Adolf Hitler, o acaso el Papá o Marilyn,
no habría sido pues lo mismo.

¿Se dieron cuenta
de que en nuestra época
no es posible representar
el atardecer? Es un tabú.

Las fotos, los cuadros, los videos
que lo representan son kitsch.
Empalagosos. Vulgares.

Lo que ahora nosotros estamos esperando
será el atardecer más bello del mundo:
será pues un superatardecer;
un atardecer hiperkitsch, de alto riesgo.

¡No saquen fotos! ¡No aprieten el REC!
Mantengan apagada las videograbadoras.

¿Es que no se dan cuenta del peligro?
Regresarían a casa con un patético
souvenir. Un ridículo objetito
estimado tan sólo por ustedes. Insignificante
y banal para los otros.

¿Es eso lo que quieren?
¿Por qué razón vinieron hasta acá?
Vamos, adelante. No es un deshonor
admitir las propias debilidades.
¿Buscan la belleza? ¿Sí o no?
¿Por qué entonces avergonzarse?

Este acto de mirar debe vivirse
sin que nadie se dé cuenta del todo
y sin documentarlo. Lo prescribe
la estética en vigor.

El arte da un paso atrás
en presencia del atardecer: no hay
simulacro aceptable seriamente.

El buen gusto tutela este instante,
justo este, el de ahora.

Y a mí me paga
el ente de turismo
para decirles que el atardecer
tiene que ser visto en vivo.
Solamente en flagrante.
No es representable.

Y sí, hay que resignarse,
a estar aquí completamente,
completamente ahora.

Creo que ya lo tenemos frente a nosotros, ¿no lo creen?

        Miren qué grande que es,
        se expande hacia todos lados.
        El rojo termina
        en el lomo de las nubes,
        ahí, detrás de ustedes.

Hay dos pesqueros que pasan.
Ellos también forman parte del atardecer.

Sí, está bien, está bien;
entiendo. Me callo.

 

TRAMONTO A ZARA

Questo che vedete, cari signori,
è il tramonto. Lo so,
sono appena le sei del pomeriggio,
il sole è ancora alto.  

Ma quando si può dire che il tramonto
inizi? A mio parere
quando noi cominciamo ad aspettarlo.  

Ci troviamo a Punta Bajlo, di fronte
all’isola di Ugljan.
L’isolotto davanti si chiama Ošljak.
Quel paesino è Kali, quell’altro è Preko.  

Vi prego di notare
le boe arrugginite, i bidoni a galla,
corrosi: sia la forma che il colore,
se siete un po’ impazienti,
vi possono servire
a farvi un’immagine inadeguata
di come apparirà il sole al tramonto.  

Ci siamo appostati con largo anticipo,
perché questa è l’impresa più difficile
del mio lavoro: illustrarvi il tramonto.
Sono un po’ emozionato.  

Se sarete delusi
potrete anche astenervi dalle mance,
la nostra visita finirà qui.  

Questo non sarà un tramonto qualsiasi.  

        Pensate: Alfred Hitchcock
        passando di qua disse
        che Zara ha il più bel tramonto del mondo,
        persino più di quello
        che strappa applausi alla gente a Key West.  

Il tramonto di Zara, non c’è dubbio,
si è scelto il testimonial più autorevole,
uno che sa come inquadrare il mondo.  

Solo i registi sono titolari
di quella pastosità della luce,
quello sguardo viscoso sulle cose
che nei film dicesi fotografia.  

Per dire, l’avesse detto Albert Einstein,
Adolf Hitler, oppure il Papa, o Marilyn,
non sarebbe stata la stessa cosa.  

Ci avete fatto caso
che nella nostra epoca
non è possibile rappresentare
il tramonto? È tabù.  

Le foto, i quadri, i video
che lo raffigurano sono kitsch.
Stucchevoli. Pacchiani.  

Quello che noi stiamo aspettando qui
sarà il tramonto più bello del mondo:
quindi un supertramonto,
un tramonto iperkitsch, ad alto rischio.  

Non fate foto! Non premete REC!
Lasciate spenti i vostri videoaggeggi.  

Non vi rendete conto del pericolo?
Tornereste a casa con un patetico
souvenir. Un ridicolo oggettino
caro soltanto a voi. Insignificante
e banale per gli altri.  

È questo che volete?
Per che cosa siete venuti qui?
Su, coraggio. Non è disonorevole
ammettere le proprie debolezze.
Cercate la bellezza, sì o no?
Che c’è da vergognarsi?  

Questo vostro guardare va vissuto
senza che ne possiate dare conto:
senza documentarlo. Lo prescrive
l’estetica in vigore.  

L’arte fa un passo indietro
al cospetto del tramonto: non c’è
simulacro seriamente accettabile.  

Il buon gusto tutela questo istante.
Proprio questo, di adesso.  

E io sono pagato
dall’ente del turismo
per dirvi che il tramonto
va guardato dal vivo.
Solamente in flagrante.
Non è rappresentabile.  

Dovreste rassegnarvi
ad essere completamente qui,
completamente adesso.  

Direi che ormai ci siamo, non vi pare?
Guardate quanto è grande,
si espande dappertutto.
Il rosso va a finirenelle anse delle nuvole
dietro le vostre spalle.  

Due pescherecci passano.
Fanno parte del tramonto anche loro.  

Sì, va bene, va bene:
ho capito. Sto zitto.

 

EL ÓRGANO MARINO

Frente a la belleza de los paisajes
hay alguien que fuma mirando al horizonte,
que extrae su cámara y saca una foto,
que abraza a su noviecita,
que desafina una nana,
que escribe algún poema.

En todo caso, se siente la necesidad
de desbordarse, de hacer algo,
de desahogarse. También a ustedes los veo un poco inquietos.
La belleza hace hacer. Hace reaccionar.

Y sin embargo es superfluo
hacer algo
frente a la belleza;
ella no tiene necesidad de nada,
y mucho menos de nuestras reacciones.

Aquí pues el paisaje mismo se preocupa
de autoelogiarse.
Incluso de noche, o con mal tiempo,
el morske orgulje sigue repitiéndole
al mar que él es hermoso.

El mecanismo es ingenioso: la fuerza
de las olas hace de fuelle de un órgano
escondido en las piedras de la orilla.

La energía muscular
de los siervos que inflaban y desinflaban
ad maiorem dei gloriam
los fuelles para Johann Sebastian Bach
aquí el agua misma la provee.

Se escuchan cómo se filtran
las notas sol y do.
Un mugido gentil
sale por los agujeros hacia la tierra
y también por las fisuras de los escalones,
que imitan adrede
la forma de una armónica.

También nosotros ahí por un momento.

Pero luego nos alejamos.
Volvemos a escuchar
el ruido del mar,
sin las notas, sin los caños del órgano.
La música del agua,
el ritmo de las olas.
Nada nuevo, pero siempre consuela.
El mar es el verdadero órgano marino.

Podemos hamacarnos
con la ilusión de que es él quien reacciona,
con sus lentas caídas arrastradas,
a una belleza cualquiera,
desconocida para nosotros mismos,
pero que nos pertenece
y que debemos descubrir.

 

L’ORGANO MARINO

Davanti alla bellezza dei paesaggi
c’è chi fuma guardando l’orizzonte,
chi estrae la macchina e scatta una foto,
chi abbraccia l’amorosa,
chi strimpella una nenia,
chi scrive una poesia.  

In ogni caso si sente il bisogno
di traboccare, fare qualche cosa,
sfogarsi. Anche voi, vi vedo un po’ inquieti.
La bellezza fa fare. Fa reagire.  

E comunque è superfluo
fare qualunque cosa
di fronte alla bellezza,
che non manca di nulla,
tantomeno delle nostre reazioni.  

Qui infatti ci pensa il paesaggio stesso
a farsi i complimenti.
Anche di notte, o con il brutto tempo,
il morske orgulje continua a ripetere
al mare quanto è bello.  

Il meccanismo è ingegnoso: la forza
delle onde fa da mantice a un organo
nascosto nelle pietre della riva.
L´energia mucolare
dei servi che gonfiavano e sgonfiavano
ad maiorem dei gloriam
i mantici per Johann Sebastian Bach
qui la fornisce l’acqua.  

Si sentono sfiatare
le note sol e do.
Un muggito gentile
esce dai buchi a terra
e anche dalle fessure dei gradini,
che assomigliano apposta
ad armoniche a bocca.  

Stiamo un po’ qui anche noi.  

Poi però allontaniamoci.
Torniamo ad ascoltare
il rumore del mare,
senza le note, senza canne d’organo.  

La musica dell’acqua.
Il ritmo delle onde.
Niente di nuovo, ma consola sempre.
Il mare è il vero organo marino.  

Possiamo dondolarci
nell’illusione che sia lui a reagire,
con i suoi lenti scrosci strascicati,
a una qualche bellezza
sconosciuta a noi stessi,
che però ci appartiene
e dobbiamo scoprire.

 

LA FORMA DE DIOS

Con algo de iglesia y algo de torre
Sveti Donat se estira hacia lo alto
como queriendo encapsular más cielo
que cualquier otra iglesia.

Es un edificio extraño:
un cilindro alargado
con una caja de bizcochos en la cima;
la piedra, blanca; las tejas, rojas.

Comparada con otras iglesias
parece el templo de una religión diferente,
como si conociese
el secreto de Dios,
un Dios todavía más él mismo.

Quizá por eso fue secularizada.

Mirando San Donato
me parece haber comprendido
que no son las imágenes,
los mosaicos o las pinturas
lo que representan el rostro de Dios.

Tampoco las esculturas
nos traen el aspecto de su espíritu.

Es la arquitectura lo que plasma a Dios.
La forma de Dios es la forma de la iglesia.

 

LA FORMA DI DIO

Un po’ chiesa, un po’ torre,
Sveti Donat si stira verso l’alto
come per incapsulare più cielo
di una chiesa qualsiasi.  

È un edificio strano:
un cilindro allungato
con una biscottiera sulla cima,
la pietra bianca, le tegole rosse.  

Rispetto alle altre chiese
sembra il tempio di un’altra religione,
come se conoscesse
il segreto di Dio,
un Dio ancora più Dio.  

Forse per questo è stato sconsacrato.

        Vedendo San Donato
        credo di aver capito
        che non sono le immagini,
        i mosaici o i dipinti,
        a rappresentare il volto di Dio.  

Nemmeno le sculture
ci rendono l’aspetto del suo spirito.  

È l’architettura che plasma Dio.
La forma di Dio è quella della chiesa.

 

DICCIONARIO DE SUPERVIVENCIA

De todas las palabras
uso tan sólo una
(incluso porque no conozco otra).

Un señor me cede el paso. Hvala.
La cajera me entrega el vuelto. Hvala.
El mozo me sirve un café. Hvala.
Para las otras cosas me hago entender
con gestos. Indico, hago señas.

Me basta una palabra.
Descubrí que se puede sobrevivir
con la palabra gracias.

Quisiera que le quitaran
esa pátina empalagosa
que puede hacer pensar:
más que a las zalamerías,
me refiero a las pretensiones
de armonía universal,
los beatos éxtasis de gratitud.

¡Pero qué gratitud!
Gracias es un camino de salida,
Un punto de pasaje entre un encuentro y otro.

Indica que entre nosotros
hay algo que se ha terminado.

Salimos de ello ilesos.
Nuestra colisión
no ha producido daños.

Ahora todo está calmo,
gracias a ti, gracias al cielo,
no habrá ninguna secuela.

Otra vez podemos ignorarnos.

Gracias, podemos ignorarnos.

“¿Y si alguien te da un golpe?”
              Se lo devuelvo y le digo: gracias.

 

DIZIONARIO DI SOPRAVIVENZA

Di tutte le parole
ne uso soltanto una
(anche perché non ne conosco altre). 

Un signore mi cede il passo. Hvala.
La cassiera mi porge il resto. Hvala.
Il barista mi serve il caffè. Hvala.  

Per le altre cose mi faccio capire
a gesti. Indico, ammicco.  

Mi basta una parola.
Ho scoperto che si può sopravvivere
con la parola grazie.  

Vorrei che le toglieste
quella crosta dolciastra
a cui può far pensare:
più che i salamelecchi,
intendo le pretese
di armonia universale,
le pretesche estasi di gratitudine.  

Ma quale gratitudine!
Grazie è una via d’uscita,
un punto e a capo fra un incontro e l’altro.  

Indica che fra noi
qualche cosa è finito.  

Ne siamo usciti illesi,
la nostra collisione
non ha prodotto danni.  

Tutto è filato liscio,
grazie a te, grazie al cielo,
non ci saranno strascichi.  

Possiamo ricominciar a ignorarci.  

Grazie, passiamo ad altro.
“E se uno ti dà un pugno?”
Glielo restituisco e dico: grazie.


RELACIONADAS