LEYENDO

El molino ya no está pero el viento sigue girando

El molino ya no está pero el viento sigue girando

por Nurit Kasztelan

Con esta frase que le escribió Van Gogh a su hermano pienso ahora en Irene Gruss y su poesía. Nació en Buenos Aires el 31 de agosto de 1950 y murió la navidad de 2018. Virginiana, podía ser irónica y ácida, pero también muy tierna. Publicó los libros de poemas La luz en la ventana (1982), El mundo incompleto (1987), La calma (1991), Sobre el asma (1995), Solo de contralto (1998), En el brillo de uno en el vidrio de uno (2000), La dicha (2004), La mitad de la verdad, Obra reunida (1982-2007) (2008), La pared (2012), Notas para una tanza (2012), Entre la pena y la nada (2016) y Piezas mínimas (2017).  También la nouvelle Una letra familiar (2007). Reunió en la antología Poetas argentinas (1940-1960) a varias de las principales poetas mujeres de su generación. Dictó talleres de escritura durante más de 20 años. Participó de muchas revistas y varios de sus poemas fueron traducidos a distintos idiomas.

        Más allá de la ironía, más allá de la ternura que a veces se esconde en algunos poemas, la figura central que recorre toda su obra es la de la contradicción o el contraste. Es como si la voz que enuncia los poemas fuera una voz que no se hace cargo del todo de esa contradicción que enuncia; por eso, quizá, tituló La mitad de la verdad su obra reunida. Hay un elemento perturbador en los poemas que como lectores nos pone inquietos, ya que nos deja dudando si se está hablando en serio, o si es una broma, o quizá sea que se está hablando demasiado en serio. En el poema “El tono”, afirma “lo que dice mi voz no es lo que quiero decir”, marcando nuevamente la imposibilidad de la certeza en la escritura, como si las cosas se fueran hilvanando a medida que son contadas. Es en la incerteza donde acontece la voz que enuncia, por eso tal vez haya titulado a otro de sus libros El mundo incompleto, como si esa misma incompletud fuera el motor de su escritura. La voz muestra en todo su esplendor lo contradictorio que es no solo el lenguaje, sino la condición humana, un “yo” que se descubre a sí mismo en la medida que es escrito.

        La forma en que el yo lírico trabaja con el lenguaje produce verosimilitud, por más que no parta de anécdotas biográficas, como insiste en aclarar en sobre Sobre el asma: “la autora no es asmática”. Esa aclaración da cuenta de su insistencia de separar lo biográfico del poema, ella misma siempre decía en sus talleres: “lo que te pasa a vos no le interesa a nadie”, y estaba en contra de la autocompasión en la propia escritura. Porque como el epígrafe de ese libro indica: “Lo real debe ser imaginado”. Otra de las particularidades de su escritura era el sistema de citas de otros escritores entrecomilladas, pero incorporadas al poema, o en el título del mismo, como si la escritura fuese un diálogo constante con los otros. También aparecían dedicatorias a otros poetas contemporáneos, como si la escritura fuese un sistema de constelaciones.

        Comparto alguno de sus poemas: 

              

MIOPÍA

No ve
lo pequeñas que son las cosas.
Delirio de grandeza
en la mirada.

 

EL JARDÍN

        ¿Estás cansada del viaje, Diana? 
        ¿Dejaste las valijas y te asomaste a ver el sol 
        en tu jardín, fuiste allí 
        rápidamente, pausadamente? 
        ¿Echaste una ojeada a las plantas 
        o mirás cada una, sabiéndola, 
        descubriéndola, cuidás 
        tu jardín, hablás, cantás con 
        la regadera en la mano? 
        ¿Estás cansada de vuelta del viaje, 
        Diana? ¿Estás contenta? 
        ¿Alguien te acarició, jugó otra vez 
        con tu melena de fénix, 
        te besó los párpados 
        como quien desea tocar 
        una mirada así de azul, de gris 
        según el tiempo? ¿Fuiste feliz, 
        Diana? ¿Intenso y duro, el viaje? 
        ¿Acomodaste la cabeza en el asiento del avión?, 
        ¿descansaste? 
        ¿Estás repleta de memoria, de sentidos 
        por el viaje, Diana? 
        ¿Comerías conmigo para contarme? 
        ¿Pasaste hambre en la estadía, 
        Diana, pasaste hambre? 
        ¿Te embriagaste? ¿En algún momento 
        llegaste a marearte por el viaje? 
        ¿En algún momento, sentiste 
        esa nada en la boca 
        del estómago, ahí donde dicen que 
        está el alma? ¿Llenaste 
        con qué esa nada, con la gente, 
        con las cosas, tuviste 
        necesidad? ¿Observaste 
        la vida tranquila? ¿Así, como te veo 
        ahora, calma 
        y sabihonda? ¿Conociste 
        la muerte en el viaje, 
        Diana? ¿Te asustó, la asustaste? 
        ¿Trajiste fotos, postales, 
        documentos?, ¿abrazaste a 
        muchos, te abrazaron? 
        ¿Gozaste, tradujiste el amor 
        loca de deseo? ¿Hablaste demasiado, callaste 
        demasiado? ¿Por qué 
        estás diciéndome 
        que escribir es lo único 
        que tenemos? ¿Estás 
        cansada, es por eso, porque 
        estás cansada del viaje? ¿Querés 
        dormir, recostarte en un hombro, 
        querés reír, llorar un 
        poco? ¿Acaso el viaje mismo 
        no te consuela, 
        Diana? ¿No es como el tacto 
        de otra mano, no lo es, verdad? 
        ¿Comerías conmigo para 
        contarme? 
        ¿Ya floreció la rosa 
        en tu jardín? ¿Es tan bella? 
        ¿Los pétalos reventaron 
        plenos de vida, la vida es 
        púrpura después de un viaje, 
        Diana, 
        es así?  

 

De LA PARED

        Le hablo a la pared.
        Hay quien escribe poemas
        en un muro y luego se despide, tira
        la carbonilla a un lado.
        Lo mío es hablarle siempre a la pared,
        antes de que la derrumbe un fuego
        o el tiempo simple.
        Ah, ilusa,
        empecinada en atender lo que calla,
        lo que dice.

 

De SOBRE EL ASMA

I
La realidad es que el aire no sale
pero la impresión
es que el aire
no entra, ¿el alma,
el asma de quién?
no abras la puerta,
las ventanas, la realidad, la
enfermedad es el alma, el asma, el aire
que no sale
(pero la impresión…) ahoga

 

EL TONO

Mi voz dice lo que no quiero decir,
mi voz tiene otro tono,
lo que quiero decir no lo dice,
dice otra cosa.
Lo que no digo a veces lo dice mi voz
o el silencio, el mío, lo dice pero
no se entiende. Mi voz larga
un ruido grave, un
comentario gutural, casi sin voz.
Mi voz no escucha lo que digo.
Yo escucho a mi voz decir
otra cosa.
Lo que no digo no puede oírse, y eso
es lógico. Cuando mi voz lo dice
a veces, el tono suena
desligado de mí, el sonido, el tono
es otro.
Lo que quiero decir no se escucha. Mi voz no habla,
semeja un tono
cansado de sí, del otro tono que no dice
más que un comentario, grave, baja
mi voz
cada vez que escucho, sordo el sonido
de lo que digo a veces
en un hilo casi
al otro casi,
una sola
vez que diga
lo que no quiero, mi voz,
oír.

 

ERA LO QUE DIANA MÁS TEMÍA:
QUE LA REALIDAD INTERRUMPIERA”
                                       Liliana Heker

Consecuente, ella empezó a lavar su ropa.
Puso agua en un balde
y agitó el jabón, con un sentimiento ambiguo:
era un olor nuevo y una nueva certeza
para contar al mundo.
“Mirar cómo se rompen las burbujas, dijo,
no es más extraño que mirarse a un espejo.”
Creía que hablaba para sus papeles
y se rió, mientras tocaba el agua.
La ropa se sumergía despacio, y
la frotaba despacio, a medida que
iba conociendo el juego.
Decidida,
tomó cada burbuja de jabón
y le puso un nombre; era
lo mejor que sabía hacer hasta ahora,
nombrar, y que las cosas
le estallaran en la mano.


RELACIONADAS