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San Francisco de Asís – Laudes creaturarum

San Francisco de Asís – Laudes creaturarum

“Murió desnudo, acostado en la tierra, cantando –escribe su primer biógrafo, Tomás de Celano–. Trajo al mundo una nueva primavera.”  

Lo dice sobre san Francisco de Asís: santo y poeta. Compartimos su poema más celebrado: la “Alabanza de las criaturas”.

 

ALTISSIMMU, OMNIPOTENTE, bon Signore,
tue so’ le laude, la gloria e l’honore et onne benedictione.

Ad te solo, Altissimo, se konfano, et nullu homo ène dignu te mentovare.

Laudato sie, mi’ Signore, cum tucte le tue creature,
spetialmente messor lo frate sole,
lo qual è iorno, et allumini noi per lui.
Et ellu è bellu e radiante cum grande splendore:
de te, Altissimo, porta significatione.

Laudato si’, mi’ Signore, per sora luna e le stelle:
in celu l’ài formate clarite et pretiose et belle.

Laudato si’, mi’ Signore, per frate vento
et per aere et nubilo et sereno et onne tempo,
per lo quale a le tue creature dài sustentamento.

Laudato si’, mi’ Signore, per sor’aqua,
la quale è multo utile et humile et pretiosa et casta.

Laudato si’, mi’ Signore, per frate focu,
per lo quale ennallumini la nocte:
ed ello è bello et iocundo et robustoso et forte.

Laudato si’, mi’ Signore, per sora nostra matre terra,
la quale ne sustenta et governa,
et produce diversi fructi con coloriti flori et herba.

Laudato si’, mi’ Signore, per quelli ke perdonano per lo tuo amore
et sostengo infirmitate et tribulatione.
Beati quelli ke ‘l sosterrano in pace,
ka da te, Altissimo, sirano incoronati.

Laudato si’, mi’ Signore, per sora nostra morte corporale,
da la quale nullu homo vivente pò skappare:
guai a·cquelli ke morrano ne le peccata mortali;
beati quelli ke trovarà ne le tue sanctissime voluntati,
ka la morte secunda no ‘l farrà male.

Laudate e benedicete mi’ Signore et rengratiate
e serviateli cum grande humilitate.

 

      ALTÍSIMO, OMNIPOTENTE, buen Señor,
      tuyas las alabanzas, la honra y la gloria y toda bendición.

      Solo a Vos son, Altísimo, debidas y ningún hombre es digno de nombrarte.

      Bendito seas mi Señor, con todas tus criaturas,

      especialmente nuestro hermano sol,
      que nos da el día y por el cual nos iluminas.
      Es hermoso y radiante en su esplendor;
      tu reflejo, Señor.

      Bendito seas mi Señor por nuestra hermana luna y las estrellas,
      las forjaste en el cielo luminosas y bellas.

      Bendito seas mi Señor por el hermano viento,
      por el buen y el mal tiempo,
      por el aire, el primer alimento.

      Bendito seas mi Señor por nuestra hermana agua,
      porque es útil y humilde, porque es preciosa y casta.

      Bendito seas mi Señor por el hermano fuego,
      que ilumina la noche, y es fuerte, alegre y bello.

      Bendito seas mi Señor por nuestra hermana, madre Tierra,
      que nos gobierna y nos sustenta,
      y da frutos y flores de colores y hierba.

     Bendito seas mi Señor por los que saben perdonar por tu amor,
      y se mantienen fieles en la tribulación.
     Benditos los que sufren con paciencia y en paz,
     Vos, Dios omnipotente, los recompensarás.

     Bendito seas mi Señor por nuestra hermana la muerte corporal
     de la que ningún hombre vivo puede escapar.
     Ay de aquellos que mueren en pecado mortal.
     Felices los que encuentre en tu fidelidad,
     pues la segunda muerte no los podrá dañar.

     Alabemos a Dios, démosle gracias, bendigámoslo,
     con humildad sirvámoslo.

                                                                     (trad. Alejandro Crotto)

 

Y compartimos también dos poemas de la cordobesa Elena Serrot, que descubrimos hace un par de años en el número 27 de la revista Fénix:

 

       SAN FRANCISCO PREDICA A LAS CORNEJAS

       Hermanas cornejas, en el Paraíso
       las almas brillarán como lámparas
       de pacificación, aun las más pequeñas,
       aquellas que no son más grandes
       que un grano de cebada. Y el día pasará
       con cambios de luz sobre los árboles,
       liso como un cristal azul;
       y los pistilos alabarán el júbilo
       de ese día.
       Oh beneficiadas,
       será el propio Cristo quien alise
       sus plumas y bese sus picos.
       Será Él quien comprenda
       las sencillas entrañas de toda ave,
       orando para que ningún huevo se malogre.

 

      LA TÚNICA DEL SANTO

      Hela aquí, atrapada
      en las ruinas del tiempo; tan pobre
      que sólo un perro querría echarse
      en ella.
      Así como la semilla descansó
      en la oscuridad de la vaina
      el alma del santo
      seca, despojada de todo deseo
      fue cubierta por esta vestidura;
      de tal modo fue resguardada la clemencia,
      que no fue ungüento, sino polvo.
      Pero, ¿podría ser ella comprendida
      por los reyes de este mundo?
      ¿Podrían, acercando los ojos
      a la rústica trama, ver?

 


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