Compartimos una segunda selección con poemas de algunos de los poetas publicados en la edición en papel Hablar de Poesía 49 (agosto 2024). En orden de aparición en el número: Laura Petrecca, Lucas Margarit, Juan Santander Leal, Raquel Cané, Carlos Battilana y Federico González.
Laura Petrecca nació en Buenos Aires en 1985. Publicó los libros de poemas Pensó que ya lo sabía (2008), Los barcos vuelven (2010) y, junto a Christian Anwandter, Aquí vivía yo (2015). Publicó también la novela breve Cuento para una persona (2014).
ANTES DEL CORTE
*
El reflejo me muestra
a alguien a quien ya conozco.
Estoy acostumbrada a ver y quedar muda,
a saber lo que va a venir,
pero esta mañana se siente una corriente distinta,
un movimiento seguro antes del corte.
Puede notarse en el temblor de los objetos.
Si me acerco despacio, siento una vibración,
como una resonancia.
*
La mesa, si afino los ojos,
destila una luz violeta
y el piso se ondula ligeramente.
Intento tomar una taza,
que, como en un juego,
se aleja de mí.
Miro alrededor para ver si alguien lo nota,
seguro es muy pequeña esta hendidura.
Luego de haberme acostumbrado a seguir órdenes,
a aceptar las visiones de los demás como las formas ciertas,
me ilusiona pensar que el piso pueda moverse.
*
Ahora vamos a tener que aprender a ver algo distinto,
o aquello que no habíamos visto, al menos.
Darnos cuenta que nuestro reflejo alterado sobre el río
no es solamente un espejismo,
sino que estamos ahí.
Podemos vivir en esta cara invertida
que es un éter también,
y guarda la pulpa de nosotros.
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Lucas Margarit nació en Buenos Aires en 1966. Es poeta, profesor e investigador en la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado, entre otros libros de poesía, Círculos y piedras (1992), El libro de los elementos (2007) y Telesio (2023).
MONTEVERDI
*
Fui Claudio, imité en solitario el sonido de cada animal,
de cada guijarro y del murmullo,
la voz de la plegaria y la voz del arroyo en el bosque
Fui Claudio, llamado Monteverdi,
rezaba en silencio en el límite del agua del mar,
imitaba el sonido de las ramas y veía libélulas sobre un altar
bellas como el silencio
Yo, músico de la corte,
apoyo piedras para marcar el tiempo
las palabras caen como animales en un precipicio
Soy Claudio, me acerco a la imprenta de los oscuros,
pido el papel blanco, el acero y las heridas,
escribo un requiem –perdido- como esta página de mi diario.
(DE UNA CARTA DE GIOVANNI ROVETTA)
Es cierto que dentro de mi alma cabe un bosque y no la hormiga
una montaña y no los ojos de un pájaro que ha muerto.
En mi alma cabe un jardín lleno de gusanos y orugas que cantan
y un río que se nutre de cascadas.
En mi alma está sólo lo que no se permite crecer.
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Juan Santander Leal nació en Copiapó, Chile, en 1984. Publicó Allí estás (2009), Cuarzo (2012), Agujas (2015), Hijos únicos (2016), Nueve lugares (2017), Sed y sal (2020) y El río Sábado (2022). La presente selección está compuesta por poemas de sus últimos libros.
LAS RAÍCES QUE ABRAN EL CEMENTO
*
El perro duerme en el living de su amo y las esquinas se limpian
con la llovizna.
Después de fumar busco palabras aplastadas por la luz, como una
paloma su comida en la basura.
La fiebre y la tos llegan puntualmente y siento juguetes de madera
en los zapatos.
El sol abriga los pasajes y hay espacios en blanco para que los niños
soplen humo sobre ellos.
Los profesores se agrupan a la entrada del museo como una
colección de minerales.
*
Querida levadura del mundo:
que la boca del invierno
murmure una noche calurosa,
las raíces que abran el cemento
y un pasillo respire cerca mío.
Que el ruido del maíz entrando al saco
a veces me distraiga de mis nervios,
y que el viento se confunda de dialecto
cuando vuelva a dirigirme la palabra.
Que ningún sentimiento amanezca en su casa.
ESMALTE
No podía imaginar que la playa
sanara las heridas de cada uno,
ni cuánto me costó que me contaran
el inicio de mi propia historia.
Aquí va el velador, aquí la cama
de madera y sábanas celestes,
aquí van mis botines negros,
el espejo va detrás de la puerta.
Acostada en la arena como un
animal en su desierto portátil,
mi historia se escribe con esmalte
de nubes, agua salada y piedra.
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Raquel Cané nació en Santa Fe en 1974. Es poeta, ilustradora, diseñadora, música (de a ratos). Estudió Diseño Gráfico en la Universidad Nacional del Litoral. Es autora de los poemarios Cartas a H. / El aprendizaje (2018), Palabras elementales (2019) y Piedra (2019). Estos poemas pertenecen al libro Cacería, inédito.
UNA ELECCIÓN DE MOVIMIENTO
*
Te enseñan
Los colores del follaje
el cambio de la senda
según los vientos de cada estación
la pendiente de la lluvia.
Te muestran
los accidentes de la piedra
el hueco que recibe al pie
como una pinza la tierra
para hacer equilibrio o agacharse.
De la conversación
callan
para nombrar el silencio
silban para mentir el canto.
Te ofrecen
cuando la mano puede sostener
la limpieza de las armas
carga y descarga sin disparo.
Sentirás
el pendular de la osamenta
la frotación de las cuernas crecidas
que arrastran terciopelos
sobre las cortezas.
Intentarás
mesurar con los ojos
la altura del macho
que se asoma recortado por el sol.
Comprenderás
que un macho se mesura
con otro macho,
esa será tu observación.
Acompañarás
como una sombra
mientras pasan abriles y huellas
hasta llegar tu abril.
¿acecho o rececho?
Esa es la elección de una cacería.
Soy hembra
Vivir matar
es una elección
de movimiento.
*
Un venado un cazador la secuencia:
Pisada risco cielo.
Espera
la exactitud del disparo.
En el tiempo
el orden de las cosas
pretende dar sentido.
Tu voz la mía la lectura imperfecta.
Si empezamos por el cielo
la pendiente será cuesta abajo.
¿acaso puede invertirse la trayectoria de la bala?
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Carlos Battilana nació en Paso de los Libres, Corrientes, en 1964. Publicó El fin del verano (1999), La demora (2003), El lado ciego (2005), Materia (2010), Un western del frío (2015) y Una mañana boreal (2018), entre otros libros de poesía. Publicó los ensayos El empleo del tiempo (2017) y Actos mínimos (2022).
FUERA DE CAMPO
Puja
mientras mira
desde la sombra del paraíso
cómo los gallos del corral
iluminan esta mañana
y acercan
algo de lo imprevisto. No sabe
–pero sí–
que el yuyal
de más allá, el que crece
detrás del alambre
y después del montecito,
es suave música
silvestre
que nunca del todo
escucharemos.
EL MES IRREAL
Ahora que las cosas no son tan sencillas
pienso –hincado en el suelo–
en la brisa suave del río
del último febrero
deslizándose
sobre las hojas y los árboles
pienso en la movilidad del agua
y también
por qué no
en palabras transparentes como
cielo
aire
viento fugaz.
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Federico González nació en Quilmes en 1994. Es Profesor y Licenciado en Letras por la UBA. Publicó Los radares inútiles (2021).
SOBREVIDA
Sobre hueco liso de piedra pómez
me acosté para descansar.
La espalda desnuda sobre el frío
blanco a la sombra del risco.
Recordé el día que moriste.
Te cargué ante el enfermero;
contra sábanas blancas,
solo la fuerza de mis brazos.
Ahora pienso en una escultura
donde Adán carga a Abel
muerto –asesinado– y se resigna
ante el peso de un cuerpo
que ya no es su hijo
y es solo mármol donde trepo en llanto.
CURACIÓN DE UNA HERIDA DE ARKAMBRITA
Puede pasar alguna vez
que el ancerómetro falle
o que olvide mis instrumentos de seguridad.
Entonces no hay otra opción
para tomar las muestras de análisis.
Hundo las manos desnudas en el suelo
y junto tierra por horas.
A veces doy con bancos de arkambrita
y es imposible preverlo.
A simple vista un silicato, una mica
transparente, se adhiere también a la piel
y de inmediato la colma de heridas.
Sus cristales ínfimos cortan,
refractan el sol y a contraluz
la sangre mana tibia
y tornasolada sobre la mano.
El agua es inútil,
no limpia, no ayuda;
arrastra el mineral por el cuerpo
y abre nuevos cortes.
La única solución
es imantar los cristales
y soportar el dolor implacable;
mientras abandonan la piel
forman un halo escarlata
–un destello de sangre–
alrededor de la herida abierta
y cuando al final se desprenden
dejan un rastro opaco
que se apaga en las vendas.
Así empieza la curación
para mi atroz maravilla.