Poetas del #49 I

Compartimos una primera selección con poemas de algunos de los poetas publicados en la edición en papel Hablar de Poesía 49 (agosto 2024). En orden de aparición en el número: Ignacio Oliden, Carolina Méndez Alí, Guido Gentile, Manuel M. Novillo, Violeta Kerszberg, Horacio Maez y Maximiliano Luft.

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Ignacio Oliden nació en Buenos Aires en 1997. Tradujo y publicó junto a Juan Arabia el libro Poetas del Renacimiento de Harlem (2023). Su primer libro de poemas fue Mester de Juglaría (2024). Es miembro del comité editorial de la revista y sello Buenos Aires Poetry, trabaja en el suplemento de cultura del diario Perfil.

PATAGONIA

un caracol      una nuez
monedas para pan y libros
y una piedra para abrirse la cabeza

alguien baldeando la entrada de casa
y esa calle donde empujé a un muchacho
que andaba en bicicleta

pasaron como 20 años

no lo reconocería si lo viera
lo suficientemente grande
como para timonear un velero

acostado en la orilla
el agua helada toca mis pies
y las bandurrias se empiezan a meter al lago 

 

ARECO

las chispas se apagan como las estrellas,
y la voz de dos enamorados que se hablan en voz baja
es tan natural en esta parte
como el giro de la rueda de un molino
o un arroyo

pero ya no puedo ver un arroyo sin ponerme triste
y después de leer un poco
escribí un poema en el aire
y me quedé dormido  

 

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Carolina Méndez Alí nació en Buenos Aires en 1976. Es Licenciada en Psicología y estudiante de Letras. Publicó Días buenos, tardes buenas (2010).

ANTIANTÍGONA

*

Había dignidad en cada
paso cada
inhalación
parecía que se rompía
de a poco como esos muñecos
que apretás y se desarman y apretás
de nuevo
y reviven.

*

Chocolate
pero si nunca te interesó
bajar a comprar uno y ver que lo comías
como nunca
entender después que servía
para frenar
las palabras que no querías decirme
no podía escuchar y que igual salieron
mudas porque no las dejé existir
“Caro, me parece que no voy a vivir mucho tiempo más”
de la nada, dulce, con cuidado para que no me asuste.

*

No te enterré como querías
no era de esa manera
me hablaste de estar un año en un lugar
y después cremación
no hice caso
estaba harta ya de tu cuerpo
no de vos
de tu cuerpo
que no paraba de romperse por todos lados
y no podía
dejar de verlo en pedacitos
ni tapar tu dolor
(que era mío, pero era más tuyo aunque ahora me quiera
hacer
la sufrida).

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Guido Gentile nació en 1986 en Buenos Aires. Es Licenciado en Letras por la UBA y docente.

UN MOMENTO, UN MEDIODÍA CUALQUIERA

Al mediodía fui a una plaza a descansar. Con la remera
hice una almohada y me tiré en el pasto. Y una hormiga
cargó contenta su comida por mi brazo y después otra
y tres hormigas más. Y en mi cabeza vi otra edad,
lo que la mantenía entretejida, y fue metiendo
exacto por mi cuerpo el clima de sus días
que pude oler en tanto cielo.

          Ahora me levanto, camino nuevo a casa,
          respiro el ruido entero que me abraza.

 

UNA VISIÓN

Así como el zorrito
se nos cruzó de noche por la ruta
y en la maniobra casi nos matamos
desde un costado oscuro
salió la tentación de la tristeza.

No acelerar, no frenar,
solo eludirla
a riesgo del desastre.

 

LOS TRES SOLES DEL INVIERNO

Hace una noche que pasó por miles
de noches y de ojos alguien supo
cómo la sangre helada se reanima.
Como tres soles íntimos, primero

imaginar un frasco con almendras
y oír el vidrio roto por las ramas.
Después estar despierto muy temprano
y cuando el aire empieza a persuadir

mirar cómo las casas se levantan
hasta entender que todo era vaciarse.
Tercero, darle al frío su lugar

como se hace un hueco con las manos,
se junta agua y solo ahí sentimos
la sed que sin saberlo nos quemaba.

 

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Manuel M. Novillo nació en 1988 en Tucumán. Publicó Las vidas del amanecer (2005), Cómo llegar a donde estás (2015) y Un invierno fuera de casa (2023). Es docente e investigador universitario, reside en San Miguel de Tucumán.

NO HE VUELTO

                            What  / love might learn from such a sight
                             Robert Creeley, “Something” (1967).

No he vuelto a dar un salto
de la cama luego de hacer el amor,
ni he vuelto a hablar
tanto de otras personas,
mujeres u hombres,
ni me he ido a deambular
por la calle para huir de la discusión,
pero tampoco he tenido otra discusión.

Ya no le haré a nadie más
lo que te hacía a vos.
Y vos deberías matarme por esto,
o deberían encerrarme por esto,
porque de todo esto también
tendrá que aprender el amor.

 

EL ÑANDÚ

Dejó de irse de la casa de ella
a la hora de comer,
y empezó a quedarse mientras
la niñera limpiaba y cocinaba.
Dejó que ella se mudara a su casa
con el niño y tuvieron otro más,
una niña, esta vez.
Dejó de escribir por un año
o dos. Se preocupó, al principio,
pero luego se olvidó y siguió haciendo
lo que hacía para vivir.
E incluso agregó algunos
trabajos aquí y allá porque ahora
había otra niñera que pagar.
Un día escribió sobre la niña
y sobre la madre unas páginas
que salieron con rapidez.
Escribió un poco y se cansó.
Pensó que ya nadie podía
quedarse por horas
a dar vuelta estas frases.
Pero igual siguió un rato más
y las terminó. O al menos las mejoró.
Pero la niña lo llamó
y él se detuvo y jugó con ella
hasta que anocheció. 
Al día siguiente volvió a sentarse
y describió cómo él señalaba un animalito
en el libro y ella lo nombraba,
y cómo ayer, luego de buscar
en su cabecita,
la niña se acordó del ñandú.

 

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Violeta Kerszberg nació en Buenos Aires en 1996. Estudió Filosofía en la UBA.

QUÉ ES UN TEMPLO QUÉ ES EL FUEGO

Los antiguos son nuestra fogata.
Bailamos alrededor de ellos, como los planetas
se orbitan mutuamente.
Un centro al que volvemos.

No existen las pistas, no existen los mensajes.
nada nos dicen las inscripciones en huesos.
Los cuentos de hadas ya no tejen mantas por las noches

sin embargo, insistimos con la idea infantil de dejar fósiles.
El inútil adorno de la advertencia.

Por qué sobrevive lo que sobrevive.
Estas rocas deben significar algo
de lo contrario, qué cuento para antes de dormir.

Si seguís mis pasos vas a llegar
¿a dónde? tus conjuros ya no son los nuestros.
Digo Emperador y solo se abre la puerta de un museo.

Los himnos son instrucciones efímeras
sin embargo, esa música nos persigue:
el ruido ordenado de los hechos.

No existen las pistas,
pero por qué en el párpado de un guerrero hecho de barro 
sobrevive un pigmento púrpura imposible: sílice, cal, cobre, alcali.

Pero por qué este hueso 甲骨文 con los caracteres necesarios
para segregar en boca, néctar de Jade,
saliva dulce que regenera al riñón.

No existen los mensajes, entonces, ¡adelante!
bailemos alrededor de ellos, sin que el signo sea signo
para que el fuego no queme.

Hay una versión en la que dios no tiene mensaje
y solo hay que atravesar el templo en busca de buenas fotos
e ideas nuevas para el living.
Una estatua de 闗羽 queda hermosa en tu mesita de luz.

Los museos son un atajo peligroso.
Más peligroso son todas las estatuas de piedra,
que si las miras a los ojos se mueven.

 

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Horacio Maez nació en Buenos Aires en 1969. Es poeta, traductor y colaborador en revistas culturales. Estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Sus libros publicados son: Salix (2014), En obra, diarios del oficio (2017), Pequeños rastros que se alejan (2021) y la plaqueta Espadas (2021).

I

Amaneció lloviendo parece la despedida del verano del sol la posición lo anuncia.

En el pequeño jardín de adelante el que está a la sombra cada vez más agreste y sereno el peso del agua sobre las ramas las hojas

en el de atrás en este día de luz calma con sus raíces mínimas los agapantos parecen prosperar.

El tomate empieza a florecer.

II

Vamos diciendo frases como forma de sustrato hojas sobre el pasto la tierra, ya no hay heladas

mientras el sol tarde se levanta en este comienzo de invierno, no hay nubes hoy

y el ojo de poeta que enraizó ofrece tres flores antes de ahogar al resto, ¿sentiste el viento anoche?

centro negro tres flores bien naranjas.

III

Del jardín de las pequeñas hojas me enseñaste que la luz el agua, no es todo

que la lucidez un cultivo amoroso e incierto, que de los días de su darse en el invierno

del helecho aprender, los gestos una primavera que busca que avanza

la savia ahí, ahí.

IV

Cuando salí de tu casa, caminé caminé y me acordé del abuelo contando esa pequeña historia que lo hacía reír

sus manos en sus rodillas una historia de fin de año un recuerdo al costado de la fragilidad

un recuerdo que se apoya en la alegría igual lloré y lloré. Y vos, ¿hablás con los que se fueron?

¿Qué te cuentan, qué les contás?

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Maximiliano Luft nació en Buenos Aires en 1978. Poeta inédito.

YO VERSUS LA ILUSIÓN DEL YO

vengo muriendo tantas veces
atado al tiempo
a la materia
creyéndome
queriendo ser
tratando de que seas
afuera un otro aquello que me afirma

así que voy haciéndome de soplo un hilo
algo que late abierto y busca
las manos en las manos
la luz del vino en las palabras
la paciencia del agua filtrándose en los días

pero no soy

apenas una gradual disolución
claridad y vacuidad

apenas siendo 

 

152 CAMINO A OLIVOS

Octubre en Buenos Aires y la calle
es un escándalo de flores.

Vos viste cómo es esto:
lapachos estallados
santa ritas quemándose.

Y entre tanta exuberancia
tanto desparpajo
nadie piensa en los jazmines.

          Dije nadie,
          pero nosotros sí.


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