LEXICÓN (Mansalva, 2022) de Sergio Raimondi.
Con la publicación en 2001 de Poesía civil, Sergio Raimondi (nacido en Bahía Blanca en 1968) se convirtió en una voz fundamental de su generación. El libro, que cuestionaba muchos de los elementos tradicionales de la lírica y proponía nuevos territorios a explorar desde la poesía, fue profusa y apasionadamente leído desde su aparición. Ahora, veinte años después, con lógica expectativa se recibe este segundo libro suyo: “doscientos cincuenta y cinco poemas, cuarenta y nueve mil quinientas sesenta y nueve palabras, siete mil novecientas dos estrofas, dieciséis mil doscientos cuarenta y ocho versos”, dice el final de la contratapa. En una primera aproximación, está claro que la acumulación es una de las estrategias fundamentales.
Mientras empezamos de a poco a recorrerlo, compartimos un poema, dedicado evidentemente al Palacio Barolo en Buenos Aires:
DANTEUM
En el templete fúnebre del exilio, alumbrado
por una llama de aceite proveniente
de las colinas con olivares por las que solía vagar
–donación tardía de la ciudad natal
que lo había expulsado– hay nada.
Acá también, salvo el delirio de dos lectores
más concentrados en la clave literal
que en la moral la alegórica o la anagógica
al punto de haber reconocido la Cruz del Sur
en la mención teológica de cuatro estrellas
y levantado el baricento de este rascacielos
alineado con esa constelación local
como si hubieran podido estimar
la inevitabilidad de que el futuro de la épica
implicara más tarde o más temprano
un desplazamiento de hemisferio.
Su estructura moderna de hormigón armado
exhibe que solo hay tradición si se actualiza
brindando además un material estable
ante la previsión verosímil de incendios.
Una visión general de su fachada tripartita
anticipa la organización de la construcción
en su esquema mayor y elección estrófica;
también la unidad mínima de composición:
once ventanas por piso permiten ofrecer
el único monumento en el mundo erigido
como homenaje al endecasílabo
(a veces los postigos abiertos o cerrados
escanden hasta el movimiento acentual).
A través de un arco se ingresa a la planta baja
diseñada al modo de basílica medieval;
las nueve bóvedas que coronan la galería
sospechosamente destinada a comercios
así corno los subsuelos siempre asfixiantes
donde se ubican calderas y sala de máquinas
remiten a la primera parte: ahí están
los dragones sosteniendo lámparas
en referencia a la testa del centauro.
Si bien es posible ascender por una escalera
cuya cantidad de peldaños es una ecuación
de la cantidad total de los versos del poema
la sospecha de que estos no son tiempos
para una peregrinación esforzada
favoreció la colocación de ascensores
que permiten elevarse hasta el piso catorce
como quien pasa las páginas con rapidez:
punto justo en que el poeta latino y padre
ya no puede continuar. Nos aproximamos
al empíreo. Solo es factible avanzar de a pie
por escalones cada vez más angostos
ascendiendo por el interior de una torre
tramada por curvas evocadoras
de templos hindúes para ejemplificar
eclécticamente la unión de amante y amada.
¿La luz divina? Un faro final de miles de bujías
multiplicadas con exactitud por tres
cuyo haz salido sin duda de un generador propio
a la altura de los cien metros y los cien cantos
muestra en la noche con visibilidad muy débil
el rumbo a quien otra vez se ha perdido.
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LAS BESTIAS (Nulú Bonsai, 2022) de Lilia Parisí.
(EGC)
Uno de los poemas más breves de Las bestias, “Instrucción”, cierra con estos versos: “No ingieras los signos / los caminos / el agua / las ventanas // Son todas tumbas”. Y así son también los poemas del libro, todas tumbas. Parisí nos devuelve constantemente al pensamiento sobre la descomposición y la finitud, nos pasea por carnes y osamentas, nos lleva de la debilidad al asco en imágenes fragmentarias y podridas de la infancia, nos revela materia, similar a la materia de todo lo demás.
El movimiento de la lengua va del exceso descriptivo al laconismo, la palabra repetida que resume en poco todo el libro: muerte. Sí, hasta en los gestos más tiernos de Las bestias, hasta en “las mismas manos de peinar”, se esconde un acto de brutalidad, un paisaje de cementerio.
PRIMERA CANCIÓN A MI PADRE
Ese día me había peinado mi padre
como si fuera un hombre
dispuesto a subir a un caballo
yo
él
como una cabra
maté a alguien dijo
con las mismas manos de peinar
pensé
y yo de ahí
todo
y yo de ahí
los cismas los barrancos
sin aire
y por las mañanas
sin peinado
y los niños perdidos
de ese entonces que venían
los niños sangrantes de esos días
que venían a jugar
ponían la locura junto al dulce de la tarde
junto al cuchillo y al humus negro
de donde regresan sus manos
cada vez que mi padre me peina.
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PALEO RÍO (n direcciones, 2022) de Lucía Bianco.
(LV)
El libro plantea desde su misma arquitectura conceptual (poemas a partir de un mismo escenario desde el año -10000 al 2022) una ambición que lo distingue de buena parte de los libros de poesía joven reciente. Se sabe: el peligro, en este tipo de proyectos, es que la arquitectura conceptual ahogue a la poesía. Pero no es lo que sucede en este libro, en el que lo conceptual es más bien un hilo conductor que desata la fuerza de la imaginación y potencia los poemas que lo integran. Comparto dos:
HAY UN ANIMAL QUE MIRA (POR RARO) AL CIELO
-9.300
Se para en dos patas
y puede decir, negando,
lo que otro dijo.
Protege su cuero
con un cuero ajeno
y a las piedras da forma de ser.
Golpea tres veces un palo
Suena lindo. Así que
golpea tres veces el palo otra vez.
Corta flores llorando
y las puede enterrar
pensando en él.
CASA-BARCO
1.951
Aterrado en plena marejada juró:
“Si me salvo y llego a tierra
le hago a este barco
Roma
un monumento hueco,
para que sea mi casa de cemento”.
Salvado quedó encadenado
a mirar desde todas las ventanas
a los turistas enfrente
siempre juzgándolo polizón
de su foto infaltable de verano.
Este bloque macizo, que es lo opuesto a flotar,
tardará cientos de años
en hundirse en el mar,
aunque también lo hará.
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POETAS DE TUCUMÁN (1960-1990) (Humanitas – Editorial de la Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, 2022) de A.A.V.V. –Compiladores y prologuistas: Guillermo Siles y Soledad Martínez Zuccardi.
(AC)
Buscar poesía en una antología, o mejor dicho, dejarse encontrar por ella en ocasión de recorrerla, es uno de los más lindos placeres que puede disfrutar quien ame la literatura. Recorriendo esta antología, muy lograda en el maro general que propone y en el marco particular que ofrece para cada uno de los poetas antologados (nacidos entre 1960 y 1990 y que residen en Tucumán), en más de una ocasión me sucedió eso, encontrarme con un poema que brilla en su intensidad.
Comparto uno:
AMANECER PÚRPURA (NICOLÁS TOLOSA)
Donde quiera que esté, estoy conmigo
y mi mundo y mis cosas
Atahualpa Yupanqui
Feliz amanecer púrpura para todos.
Lluvia que cae,
Lentamente,
Acariciando los cuerpos dolidos por la vida.
Lluvia que lava y limpia el aire.
Lluvia que sosiega mi corazón
Triste,
Por razones válidas quizás,
Pero mis ojos miran siempre hacia adelante.
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LO QUE TARDA ALGO EN IRSE (tanta ceniza, 2022) de Lucía Vargas.
(EGC)
En este primer poemario de Lucía Vargas, argentina radicada en Colombia, el hilo conductor podría ser la nostalgia, en consonancia con lo que señalan Frank Báez y Federico Díaz-Granados en la contratapa y el prólogo. Sin embargo, esta, la de Lo que tarda algo en irse, no es una nostalgia cualquiera. Es una proyección intermitente, un holograma que recompone ilusoriamente la ausencia, la forma variable de una pérdida que se encarna en la mudanza, el trasplante, la migración, la caza, el rayo o el trueno. Es también la expresa voluntad de permanecer, como en “Incendio”: “Un instante duró / lo que tarda algo en irse. // Ahí, en ese rato que se queda / quiero vivir para siempre”.
Pienso en las particularidades que la nostalgia asume en estas páginas y recuerdo aquello que da en llamarse dolor fantasma: un dolor real, físico, que produce lo que falta, lo que estuvo en el cuerpo y ya no está más, como un pino arrancado de cuajo que todavía perfuma el jardín.
EL PINO
Mamá me había dicho
por teléfono
hace unos meses
que las raíces del árbol
habían empezado a levantar
el piso de la casa.
Que cómo no sacarlo
si primero es el patio,
después la cocina
y así.
Mandó que lo arrancaran de cuajo
tiempo después.
Hace poco la volví a llamar
y hablando
de una cosa y de otra
me contó que hay un pájaro,
uno chiquito,
que vuelve todos los días
buscando el nido.
Que se para en las rejas negras
y mira
para un lado
y para el otro
con movimientos cortos.
Lo dice y su voz
me hace ir hasta allá,
a nuestra casa en el sur.
Antes de cortar la llamada
me confiesa
que al regar el pasto
aún se siente
el olor a pino en el aire
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LA INTERNACIÓN (Barnacle, 2022) de Pablo Seguí.
(AC)
A lo largo de la última década Pablo Seguí ha ido construyendo en sus sucesivos libros una voz inconfundible, muy personal. Se trata, está claro, de una poesía fundamental para quien la escribe: un amor, una compañía necesaria. Humildad, sencillez, melancolía valiente, son algunas de las características que primero se me vienen a la cabeza al tratar de definirla.
Comparto dos poemas:
EL NICTÁLOPE
La rosa china cierra
cada noche sus flores
y se duerme tranquila
y sueña con la luz.
Yo en cambio me manejo
mejor cuando descansa;
entonces leo (lo hago
con una oscura sed).
El día es triste. Vivo
de esa luna que flota
en un fondo sin nubes
que el sol rellenará.
MADRUGADA
Se representa el perro,
al soñar, que se mueve
y, en efecto, se agita
de a ratos en su cucha.
Nada sabe de mí,
de mi estar observándolo.
¿Sueña conmigo? Nunca
lo sabré. Cuando duerma
quizá se acerque a verme…
Pero cómo enterarme.
(Cómo duerme mi perro.
Cómo prosigo en vela.)
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DOS METROS CUADRADOS DE PIEL (Gog & Magog, 2022) de Ramona de Jesús.
Ramona de Jesús nació en Medellín en 1990. El libro obtuvo en Colombia en el año 2020 el Premio Nacional de Poesía Obra Inédita, y ahora la editorial Gog y Magog lo pone a circular entre nosotros.
Compartimos uno de los sesenta poemas que conforman el libro:
A LOS TREINTA AÑOS: UNA CONVERSACIÓN CON EMILY BERRY Y RAYMOND CARVER
miedo a fumar sentada en el alfeizar hasta romper el alba
a que nadie abra la puerta
miedo a las resoluciones del domingo en la noche
al acatamiento de planchar las sábanas
miedo a las palabras en lugares adecuados
a una felicidad demasiado ordenada
a la pregunta: ¿por qué le tiemblan las manos?
a su respuesta en estas sábanas
miedo al no que antecede al apocalipsis
la risa de los niños
las listas
los supermercados
miedo a amar la herida
miedo a huir o a quedarme
a despertarme con la boca seca
y dar pedir negar –o de cualquier otra manera– necesitar ayuda
miedo a vacilar frente al pescuezo del gallo
corrijo: del lector
corrijo: del diablo
miedo a reencarnar en las historias
miedo al escribirlas
entonces
miedo al ocio
a los gritos sordos
las compañías telefónicas
las ambulancias
los pasillos oscuros
los adverbios
miedo a los que se dice en el tiempo del silencio:
a las canciones en repeat
a la tragedia que desencadena el encuentro
entre un cuchillo sin filo y un tomate maduro
miedo a enviar todas las cartas
a los platos que se apilan
los buenos deseos
miedo a cuidar de una mascota
a coleccionar almohadas
a morir con hambre o sin sudor en la frente
y a las duchas de agua tibia
la ironía
la pirotecnia
las definiciones
miedo a la unidad de flujo luminoso del sistema internacional
que equivale al flujo luminoso emitido por una fuente
puntual uniforme situada en el vértice de un ángulo sólido de
1 estereorradián y cuya intensidad es 1 candela
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LOS SONIDOS QUE DEAMBULAN EN NOSOTROS (Barnacle, 2022) de Diego Colomba.
“El lector de este libro –propone la contratapa, sin firma– hallará que los sonidos a los que se aluden, inmediatos en su veracidad, no están hechos de poderes ni de caminos, sino de significados, de palabras que enuncian la trágica hermosura del destino del hombre sobre la tierra y la certeza de lo que depara el pasado: Del poeta ampuloso. Tengan compasión. Los versos malos pueden olvidarse. Fácilmente. Como los buenos. Pero no es bueno divertirse a costa de la inocencia. De la ilusión de hacer poesía”. El libro, dividido en cinco partes, está compuesto por 81 bloques breves y poderosos, que tienen de dos a quince líneas aproximadamente.
Compartimos tres:
POSIBILIDAD
Puede caer la noche. Todo puede pasar en un tiempo sin palabras. Un gallinero puede volverse el fondo de los mundos. Un lugar oscuro donde sangra Dios.
EL IDIOMA DE LA POESÍA ES UNA LENGUA MUERTA
Las sílabas que chirrían en tu vieja boca de dientes blancos y largos, algo separados, por puro instinto de decir, se pueden volver signos. Pero, ¿de qué objetos? a medio camino del sentido, tus soplos encienden en nosotros el amor, una inevitable voluntad de saber.
¿TENEMOS DERECHO A LA ALEGRÍA?
Después del terror, te volvió el alma al cuerpo. Te hacés grabar música, aceptás las invitaciones a cenar de nuestros vecinos, sacaste un crédito para agrandar la casa. Pero el tren que esperábamos no trajo al hombre que saluda con las manos enlazadas –apenas un desconocido, en su lugar, sonrió tibiamente desde la puerta de un vagón– y ahora hacés uso y abuso de oraciones condicionales, optativas, de subjuntivo, para negar, desdecir, hacer tambalear el ladrillo hueco de nuestra esperanza.
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EL RÍO DE LAS PERLAS (2022, HD ediciones) de Paula Brecciaroli.
(EGC)
El río de las perlas nace detrás de una máscara, como una excusa para enunciar lo imposible o como un ejercicio de imaginación. La voz de estas páginas pertenece a alguien que jamás existió, o acaso, de haber existido lo hizo en otro tiempo y otro espacio muy distantes: una discípula de Zhèng Shì (1775-1844), la pirata china que comandó una de las flotas más grandes del siglo XIX.
En “La viuda Ching, pirata”, Borges pasa revista a las crónicas y fuentes que rodean a esta figura, con las ya conocidas y sutiles tergiversaciones que permiten el nacimiento del cuento, hasta llegar a su capitulación, vencida por el gobierno y obligada a abandonar los barcos. Donde la ficción histórica de Borges termina, retoma Brecciaroli para construir el recuerdo del mar, el presente en Cantón, la caída de la capitana.
*
Quiero ser
el abanico perdido
la última noche que vendiste tu piel
el amuleto de tus vientos
las velas hinchadas de tus barcos.
Me aferro a tus rodillas,
con nada
vengo como ofrenda.
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TIERRA FRESCA (Tren instantáneo, 2022) de Sol Triano.
“¿Qué es un duelo? –se pregunta en la contratapa Natalia Litvinova – ¿Y cuánto dura? Este misterio es el eje de Tierra fresca, el primer poemario de Sol Triano. El poeta ruso Osip Mandelstam nos dejó un valioso legado al señalar que la poesía es una herramienta: el arado que desentierra el tiempo, poniendo al descubierto sus estratos más profundos, su tierra negra. La autora de este libro excava hondo en cada verso, remueve el pasado, oxigena y fertiliza lo que nunca deja de expandir sus raíces: la pérdida de un hermano. (…) El duelo es la música que marca el ritmo de esta excavación mientras Sol Triano canta a la pena, no para avivarla sino para conjurarla y alentar a los que viven su día a día con ella. Los poemas de Tierra fresca nos enseñan que la escritura puede transformarnos si trabajamos la tierra de nuestras pérdidas.”
Compartimos un poema:
*
Me crecerá una piel por encima,
gruesa, rodeando los brazos,
las piernas, la espalda.
Viviré adentro
escuchando desde lejos.
Molestará al principio,
para dar vuelta en la cama
o sostener una taza de café.
Poco a poco aprenderé a llevarla.
Así pasarán los años
hasta que un día
incómoda de mí
se caiga.
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LADERA UMBRÍA (HDJ, 2022) de Walter Cassara.
Nacido en Buenos Aires en 1971, aunque reside actualmente en España, Walter Cassara es considerado uno de los poetas y ensayistas más destacados de su generación. En este último libro, afirma Carlos Battilana “indaga los matices de la lengua para recuperar el hálito de su fuerza y algo de su estremecimiento. El registro de la vida rural y de las labores agrícolas actúa como el fondo flotante de estos poemas. La experiencia sencilla del mundo tamizada ligeramente por epígrafes ilustres (Machado, Lezama Lima, Padeletti, Merini, Mastronardi) permite, si bien no responder a la pregunta insondable (“¿Qué es el tiempo?”), al menos ser hospitalario con ella”.
Compartimos dos poemas:
LA MECEDORA DE LA NOCHE
Señora de mis largos
y ya doctísimos silencios
la niebla me depositó
en tu duro regazo
con una vasija de caldo
humeante en las manos
y la manta de guanaco
sobre mis piernas
para que vele por el fuego
del hogar
y perfeccione así
mi única misión en el universo:
ser el fogonero nocturno
de esta luz que viene
como último verdor
o bocanada de infancia
desde las astillas de lo eterno.
LA CABRA
Una vez la vi aparecer
asomada a la calle
desde lo alto de un cerro.
Estaba allí: solitaria, definitiva,
una sombra arrojada
por la infinitud de la roca
sobre las estrías del asfalto.
Y me concedió, de pronto,
una mirada displicente,
oscura de años y de frío,
como la tierra.
Amanecía en el mundo,
antes de que en él se pronunciara
la luz de la mañana.
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TRILCE (Barnacle 2022) de César Vallejo – Edición facsimilar homenaje en el centenario de su publicación original.
Para el final, esta verdadera joya de Barnacle: una edición facsimilar del libro que hace un siglo revolucionó la poesía en castellano: Trilce, del peruano César Vallejo. El libro está realizado con amor evidente y, detrás de la cubierta, todo (las dimensiones tipográficas, la distribución espacial, las orlas, la tapa y contratapa, el colofón de imprenta, etc, etc) está en riguroso acuerdo con aquella primera edición. Incluye obviamente el prólogo original de Antenor Orrego. Lo dicho: una verdadera joya.
Compartimos un poema, el último del libro:
LXXVII
Graniza tánto, como para que yo recuerde
y acreciente las perlas
que he recogido del hocico mismo
de cada tempestad.
No se vaya a secar esta lluvia.
A menos que me fuese dado
caer ahora para ella, o que me enterrasen
mojado en el agua
que surtiera de todos los fuegos.
¿Hasta dónde me alcanzará esta lluvia?
Temo me quede con algún flanco seco;
temo que ella se vaya, sin haberme probado
en las sequías de increíbles cuerdas vocales,
por las que,
para dar armonía,
hay siempre que subir ¡nunca bajar!
¿No subimos acaso para abajo?
Canta, lluvia, en la costa aún sin mar!