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El Viejo Marinero de Coleridge en romance

El Viejo Marinero de Coleridge en romance

por Mario Rucavado

(…)[1]

The Rime of the Ancient Mariner es el poema romántico por excelencia de la tradición inglesa: ningún otro tiene su fuerza icónica ni se instaló de manera tan decisiva en el inconsciente de la lengua. Coleridge fue, quizá, el menos prolífico de los grandes poetas románticos, y nunca ocupó el centro de la escena literaria como lo hicieron su amigo William Wordsworth, el primer poeta laureado de Inglaterra, o su contemporáneo Lord Byron, pero el Viejo Marinero es leído y recordado como no lo son el Preludio ni el Don Juan. La historia del marinero condenado por matar al ave de buen agüero nos sigue fascinando porque nos lleva al corazón mismo de la imaginación mitopoética, a las acciones incomprensibles de dioses y demonios.

(…)

Ninguna versión existente en castellano captura la intensa musicalidad de los versos del original, en buena medida porque la mayoría de los traductores han optado por el verso libre. Esto tiene ciertas ventajas pero acarrea problemas aun mayores, ya que convierte lo que en inglés es una balada, con un ritmo fuerte que arrastra al lector con el relato, en un poema en verso libre de melodía disonante, poco apta para las imágenes visionarias de Coleridge. El ritmo yámbico, tan característico de la tradición inglesa, se pierde y no encuentra una equivalencia. El romance ofrece una vía para resolver este problema. Con su cantidad variable de octosílabos y su rima asonante verso de por medio, el romance puede pensarse como un punto medio ideal entre el rigor de formas métricas más estrictas y la libertad del verso libre. El resultado, creemos, es una versión fluida y musical, que pueda ser leída en voz alta con efectos comparables a los que se obtienen en inglés para que, de ese modo, la fantástica historia del marinero resuene con todo su horror en nuestra lengua.

(…)

En 2020 la Universidad de Plymouth presentó The Ancient Mariner Big Read, proyecto monumental en el que colaboraron decenas de artistas, actores, intérpretes y escritores para crear una lectura completa del poema acompañada por ilustraciones de todo tipo que recomendamos enfáticamente. El gran Jeremy Irons se luce con las primeras seis estrofas pero es Iggy Pop, leyendo el final de la segunda parte quien mejor transmite la fuerza infernal del poema.

1

Érase un viejo marino
que detiene con un gesto
a uno de tres invitados
que vienen al casamiento.
«Por su barba y esos ojos
que inquietan con su destello:
¿qué le pasa, por qué impide
mi camino y mi contento?
Ya abre las puertas el novio,
y soy familiar directo;
ya están todos en la fiesta,
puedo oír el ruido adentro.»
Lo sostiene con la mano:
―Hubo un barco ―dice el viejo.
«Ya basta, loco barbudo,
suélteme, que se lo ordeno»;
El viejo afloja la mano
sin moverse de su puesto:
con los ojos refulgentes
sostiene bajo su imperio
al invitado que escucha
como un niñito indefenso,
y sentado en una piedra
no puede ignorar el cuento;
así, con ojos brillantes,
habló el viejo marinero:

―El barco zarpó del puerto                                           
zarpó entre vivas y aplausos,
atrás quedó la colina,                                                     
atrás la iglesia y el faro
El sol salió entre las olas,
¡nos salió a babor del barco!,
mucho brilló y a estribor
bajó hasta haberse apagado;
más alto, día tras día
subía hasta el meridiano.

(Aquí se golpeó en el pecho
nuestro oyente el invitado;
la novia está en el salón,
hermosa cual flor de mayo,
y festiva la comparsa
va delante con sus cantos.
Así que se dio en el pecho
nuestro oyente el invitado,
no puede hacer más que oír
el cuento del loco anciano;
sigue el viejo marinero
de ojos brillantes hablando.)

Ahora llegó la tormenta
con la fuerza de un tirano,
feroz golpeó con sus alas
y al sur siguió nuestro barco.
La proa y mástil se hundían
cual preso que va escapando
la sombra del cazador
y adelante inclina el casco.
Fuerte tronó la tormenta,
y veloz navegaba el barco,
a toda velocidad
huíamos rumbo al austro.

Vino entonces niebla y nieve,
nos hizo un frío de espanto;
témpanos como esmeraldas
en torno nuestro flotaron;
a través de ventisqueros
brillaban funestos rayos:
ni hombres ni formas de bestias,
solo hielo en todo el llano.
Hielo aquí, y hielo allá,
y hielo por todos lados;
hielo que aullaba y crujía,
rugía como un desmayo.

Pero cruzando la niebla
por fin emergió un albatros;
le dimos la bienvenida
como a un alma de cristiano;
comió cual nunca comiera
pues comió de nuestra mano.
Por fin con ruido de truenos
en el hielo se abrió un paso,
sopló un buen viento del sur
y aún nos siguió el albatros
que por juego o por comida
venía a nuestro llamado.

Nueve días pasó el ave
en torno nuestro volando
y más tarde sobre el mástil
se tomaba su descanso
cuando a la luz de la luna
brillaba el aire de blanco.
«¡Dios lo guarde, marinero,
del tormento de los diablos!
¿Qué le pasa? ¿Por qué mira
en mi cara con espanto»
―Porque yo, con mi ballesta,
yo le disparé al albatros.

The Rime of the Ancient Mariner // I // It is an ancient Mariner, / And he stoppeth one of three. / ‘By thy long grey beard and glittering eye, / Now wherefore stopp’st thou me? // The Bridegroom’s doors are opened wide, / And I am next of kin; / The guests are met, the feast is set: / May’st hear the merry din.’ // He holds him with his skinny hand, / ‘There was a ship,’ quoth he. / ‘Hold off! unhand me, grey-beard loon!’ / Eftsoons his hand dropt he. // He holds him with his glittering eye /-The Wedding-Guest stood still, / And listens like a three years’ child: / The Mariner hath his will. // The Wedding-Guest sat on a stone: / He cannot choose but hear; / And thus spake on that ancient man, / The bright-eyed Mariner. // ‘The ship was cheered, the harbour cleared, / Merrily did we drop / Below the kirk, below the hill, / Below the lighthouse top. // The Sun came up upon the left, / Out of the sea came he! / And he shone bright, and on the right / Went down into the sea. // Higher and higher every day, / Till over the mast at noon—’ / The Wedding-Guest here beat his breast, / For he heard the loud bassoon. // The bride hath paced into the hall, / Red as a rose is she; / Nodding their heads before her goes / The merry minstrelsy. // The Wedding-Guest he beat his breast, / Yet he cannot choose but hear; / And thus spake on that ancient man, / The bright-eyed Mariner. // And now the Storm Blast came, and he / Was tyrannous and strong: / He struck with his o’ertaking wings, / And chased us south along. // With sloping masts and dipping prow, / As who pursued with yell and blow / Still treads the shadow of his foe, / And forward bends his head, / The ship drove fast, loud roared the blast, / And southward aye we fled. // And now there came both mist and snow, / And it grew wondrous cold: / And ice, mast-high, came floating by, / As green as emerald. // And through the drifts the snowy clifts / Did send a dismal sheen: / Nor shapes of men nor beasts we ken / -The ice was all between. // The ice was here, the ice was there, / The ice was all around: / It cracked and growled, and roared and howled, / Like noises in a swound! // At length did cross an Albatross, / Thorough the fog it came; / As if it had been a Christian soul, / We hailed it in God’s name. // It ate the food it ne’er had eat, / And round and round it flew. / The ice did split with a thunder-fit; / The helmsman steered us through! // And a good south wind sprung up behind; / The Albatross did follow, / And every day, for food or play, / Came to the mariner’s hollo! // In mist or cloud, on mast or shroud, / It perched for vespers nine; / Whiles all the night, through fog-smoke white, / Glimmered the white Moon-shine.’ // ‘God save thee, ancient Mariner! / From the fiends, that plague thee thus! / Why look’st thou so?’—With my cross-bow / I shot the Albatross.

[1] Esta entrada del Portal Web es una selección del artículo “El Viejo Marinero de Coleridge” publicado en el número #43 en papel de Hablar de Poesía. La traducción del poema es también de Mario Rucavado. Las imágenes son de Guadalupe Silva, y son dos ilustraciones de una serie que abarca todo el poema.


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