Érase de un marinero…

por Alejandro Crotto

 

Me llega un mail en el que piden que elija y copie un “poema que haya sido significativo” y que luego lo mande a una dirección de mail determinada, con copia oculta a siete personas a fin de que continúe girando esa poética rueda; siempre supongo que es una forma simpática que alguien inventó para armar una base de datos de gente interesada en la poesía… En cualquier caso, la pregunta ahora está en el aire: ¿qué poema elegiría? Bueno, una opción sin duda son unos versos de Antonio Machado: si por “significativo” quiere decir que el poema me lleve siempre a esa viva apertura libre y no-sé-bien-qué-más-es que llamamos poesía, este sin dudas lo es.

            Si no me acuerdo mal, es una parte autónoma (¿la III, la IV?) de un poema que se llama “Parábolas” y está en el libro Soledades, de los primeros años del siglo XX. Esos datos no tienen ninguna importancia, claro, porque el poema es tan bueno que parece anónimo, pertenece de pleno derecho al manantial de la antigua lírica popular hispánica.

            Tratar de explicar por qué un poema nos gusta es un ejercicio frustrante y por lo general inútil, y mucho más en un poema como este, en el que sencillamente no hay nada que explicar. Pero si bien es inútil y frustrante fracasar explicándolo, compartirlo no lo es: siempre es bueno que circule un poema indudable. Unas líneas entonces, simplemente como marco prescindible: tenemos una historia, un “érase”, y es una historia sobre un destino que se tuerce y se transforma en otro pero que incluía de alguna forma el destino original. Con total sencillez (la cadencia octosilábica, las rimas en “ero”, la rima oblicua entre “mar” y “flor” y después asonante en “Dios”, con ese verso en “fue” suelto) el lenguaje nos lleva a ese punto en que somos modelados, en que vida y lenguaje son una misma cosa: en poesía.

 

Érase de un marinero
que hizo un jardín junto al mar,
y se metió a jardinero.
Estaba el jardín en flor
y el marinero se fue
por esos mares de Dios.

 

[p.s: un poco más de sesenta y cinco años después de escrito, le puso música y lo cantó Joan Manuel Serrat]

 

 


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