Poetas del #39 I

Compartimos una selección de cuatro de los poetas publicados en papel, en el #39 de Hablar de Poesía: Hernán Bravo Varela, Laura Junowicz, Olivia Milberg y Sofía de la Vega. [1]

(HERNÁN BRAVO VARELA)

Como buscar el sol con dos lámparas de mano.
Un sol que se confunde con las naranjas
podridas del jardín; luego se desuella,
cae hacia el cielo y lo encontramos
detrás de los edificios,
asomándose
entre casa
y casa,
siguiéndonos
por un ojo de llave.
De noche alumbramos
el naranjo y no el nido bajo tierra,
donde las ratas se frotan entre sí como un pedernal.

 

***

 

La fe es venir a oírte cantar. De otro modo,
no se entendería la genuflexión. Alzamos la vista
hacia ti como si saliéramos de una cueva
y pudiéramos ver el sol de frente
porque está nublado.
Tu voz
es la indiferencia de la luz sobre la carne.
Cuando mi padre
bostece; cuando mi madre, mi hermano y yo despertemos,
y no haya nada que decir, y nadie recuerde
cómo inclinar la cabeza o arrodillarse,
qué era la música ni qué imperfección la provocaba,
te reconoceremos entre tantas formas.
Entonces, aunque no haga falta ni sentido,
sabremos que hubo algo. Antes.

 

***********

  

(LAURA JUNOWICZ)

El truco fue sencillo, repetir
cada día un poco
ni tanto para no
perder el sentido o deformar
los recuerdos, como las palabras
si las decís demasiado
se alejan de lo que eran.
Aunque a veces    
puede, al revés,
ser necesario
repetir para cambiar
un detalle, variar un gesto,
una respuesta, un personaje
para que pierda filo la escena,
hacerla más recordable.
La memoria lo practica
todo el tiempo sin querer
y yo ejercito desde niña,
son movimientos
de defensa personal.

 

***

 

Qué significan estos pájaros
volando en círculos
en la orilla de la cama.
En otros tiempos un prodigio
irrumpía maravilloso
en el cielo y los augures
tenían el saber,
podían descifrar, decir,
sobre todo
qué hacemos ahora,
la expiación. Como una madre:
tenés frío, criatura, tenés hambre,
te alimento, te abrigo, a dormir.
No estoy diciendo nada nuevo,
todos queremos expiar
la lluvia que no para en el estómago,
el silencio en el hueco del pecho.
Un instante encima
de otro instante,
no hay, no vendrán, nadie sabe.

 

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(OLIVIA MILBERG)

No hay quietud en el agua, ni en la calma.

Los lobos marinos mueren en el mar, las olas los traen a la orilla.

Verlos pudrirse nos da pena o asco. Sombras de empatía, sombras de amor.

La descomposición es una forma de movimiento.

El cuerpo del águila embalsamado en la cantina se nos aparece, en pesadillas, como un monstruo.

 

***

 

Papá está quieto
en el centro rojo
de un palacio rojo.
Parece que corre,
las rodillas flexionadas
una pierna en el aire.
Papá quieto
apoyado entero
en la punta de un pie.
Tiene ojos de vidrio
ojos
pintados a mano
por un señor de bigote largo
y dedos finos.

 

***********

 

(SOFÍA DE LA VEGA)

CAJÓN DE NARANJAS

Estamos calladas en la mesa de la cocina,
se caen las naranjas de los cajones
que acabo de traer del camión.
Una a una encienden el piso
todo blanco.
Hablamos de papá y de cuánto extrañamos
que nos dé respuestas a todo.
Pasó muy lento el tiempo en esta casa,
quiero salir y cruzar las montañas,
detrás de los basurales,
en los ríos oscuros.
Ahora nado aunque mi cuerpo se sienta incómodo,
creo y me hundo en ese poquito de agua,
que era todo mar,
las montañas eran islas, decías,
y lo siguen siendo.
Todo está tieso por el polvo,
en la caja, las naranjas
son ecos de brillos naturales.
El tiempo comienza a pasar más rápido,
mi piel está dura y no puedo respirar.

 

***

 

LA MONTAÑA

Soy una planta de balcón
lista para caer
en el cemento gris.
Me atrevo a decir que las circunstancias
prepararon este desborde.
No soy la poeta del litoral
que mira el río y se tranquiliza.
Estoy en busca de imágenes:
hombres de ojos rojos
recogen frutas inmaduras al pie del cerro,
dos yeguas hacen el amor en un barrial,
mellizos juegan con la ropa de sus hermanos difuntos.
¿Qué quieren decir las señales de esta ciudad?
Siempre supe que era parte de otra cosa,
extranjera,
mi tono es anticuado y viene del futuro.
Experimento sentencias de amor casi a diario
y miro cómo todos los perros
son hermosos cerca tuyo,
¿alguna vez podré tocarlos?
¿Son ellos a quienes verdaderamente sigo?
Todavía estoy lejos
pero arriba
o abajo
nunca a una distancia horizontal.
Pelando papas sobre mi estómago,
siento piedras que caen en mis pies,
una foto de mis padres en mi cabeza
me golpea.
Por la tarde, salgo al balcón
y barro lo que queda.

 

 

[1] Hernán Bravo Varela nació en Ciudad de México en 1979. Ha publicado siete libros de poemas, entre ellos una antología publicada en Argentina con el título Porque no sé empezar, y tres de ensayo literario, y ha realizado numerosas traducciones de poetas de lengua inglesa.

Laura Junowicz nació en Buenos Aires, en 1984. Es Licenciada en Letras y magíster en Escritura Creativa. Publicó Después del final (2017).

Olivia Milberg nació en Buenos Aires en 1992. Publicó la plaqueta Lado tierra (2018).

Sofía de la Vega nació en San Miguel de Tucumán en 1993. Es profesora en Letras. Publicó Blancas y plateadas (2018) y La idea es vivir cerca pero no encima (2019).

 


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