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Algunos libros recientes (dic. 2017)

Algunos libros recientes (dic. 2017)

REVISTA FÉNIX 28-29 (Editorial Brujas, 2017).

Un nuevo número de la Revista Fénix (la que hace más años se publica en nuestro país), que dirige desde Córdoba Pablo Anadón. Compartimos fragmentariamente, como si invitáramos a hojearla, tres momentos. En primer lugar, el final de un valiente ensayo de Franco Bordino “Heidegger y la esencia del arte”:

“…Hoy, en nuestro vacilante siglo XXI, las formas comerciales del arte constituyen la consumación máxima del aspecto diletante del arte burgués; el arte académico o de alta cultura, la consumación máxima del aspecto reflexivo del arte puro. En ambos casos, el arte tiene ya poco que ver con la verdad, o solo guarda relaciones con verdades extra estéticas, con el escándalo y la ideología. Las ideas estéticas de Heidegger cobran una especial relevancia en este contexto: nos recuerdan que, en su origen, el arte tenía que ver con la verdad; nos advierten, contra la tendencia abstracta del arte contemporáneo, que esta verdad no es teórica ni reflexiva, sino afectiva o existencial.”

  

En segundo, el detallado análisis de un poema de Antonio Machado a cargo de Alejandro Bekes:

“…La sección quinta muestra un hogar campesino, pobre y triste, dominado por la presencia mortal de la nieve. La nieve, cuatro veces nombrada, marca un pulso fatal, la rememoración de un ausente. Antes de seguir, releamos el poema completo; numero los versos para comodidad de la exposición:

 

La nieve. En el mesón al campo abierto
se ve el hogar donde la leña humea
y la olla al hervir borbollonea.
El cierzo corre por el campo yerto,
alborotando en blancos torbellinos               5
la nieve silenciosa.
La nieve sobre el campo y los caminos
cayendo está como sobre una fosa.
Un viejo acurrucado tiembla y tose
cerca del fuego; su mechón de lana             10
la vieja hila, y una niña cose
verde ribete a su estameña grana.
Padres los viejos son de un arriero
que caminó sobre la blanca tierra
y una noche perdió ruta y sendero,              15
y se enterró en las nieves de la sierra.
En torno al fuego hay un lugar vacío,
y en la frente del viejo, de hosco ceño,
como un tachón sombrío
–tal el golpe de un hacha sobre un leño –.       20
La vieja mira al campo, cual si oyera
pasos sobre la nieve. Nadie pasa.
Desierta la vecina carretera,
desierto el campo en torno de la casa.
La niña piensa que en los verdes prados         25
ha de correr con otras doncellitas
en los días azules y dorados,
cuando crecen las blancas margaritas.

 

          La descripción empieza por el entorno, primero interno (el mesón, con el hogar y la olla), luego externo (el campo donde corre el viento y cae la nieve). Enseguida aparecen los personajes, descritos en grupo, sumariamente, pero con rasgos certeros. Tras un breve pasaje central, por el cual nos enteramos de la tragedia, estos son retomados uno por uno en sus actitudes y tratando de penetrar en sus pensamientos. El poeta es un testigo que no lo sabe todo: no nos dice de quién es hija la niña, aunque todo hace suponer que lo es del muerto.

          Veamos otros aspectos. La rima consonante llega con naturalidad, como por una armonía preestablecida entre métrica y estilo. Los dos heptasílabos que quiebran el ritmo regular de los endecasílabos (versos 6 y 19), aparecen en momentos claves de la composición, con vigorosa tensión expresiva. La acentuación de los versos, en cuidadosa relación con la marcha sintáctica, vincula el sentido y el sonido de las palabras, subrayando las más significativas. Así, con el ritmo rápido (sáfico) del verso 17, que parece evocar el viento de afuera y la nieve arremolinada, contrasta el rallentando del 18, reforzado por la suma de un acento en 6ª y otro en la 8ª sílaba, y por el heptasílabo siguiente: “como un tachón sombrío”, que parece congelar la mirada sobre esa frente, herida por la fatalidad. El verso 20 despliega la terrible imagen, pautada con fuertes marcas rítmicas regulares, semejantes a las del 18.

En torno al fuego hay un lugar vacío,
y en la frente del viejo, de hosco ceño,
como un tachón sombrío
–tal el golpe de un hacha sobre un leño –.

 

          La frase entre guiones parece trunca, aunque de hecho depende del mismo verbo (“hay”) del verso 17. Esta brusca suspensión de lo que parecía un período sintáctico más amplio, sin duda contribuye a dar la impresión de algo frustrado, roto, partido: la sintaxis (en íntima relación con la métrica) resulta expresiva y acompaña así el efecto de palabras e imágenes.

          No hay un solo sustantivo abstracto, los verbos en general atañen a la vista o al oído, la adjetivación (bastante parca) se refiere sobre todo a colores y sonidos. Además de “nieve”, se reitera la palabra “campo” (cinco veces), aunque ésta tiene menos relieve que aquélla. Sobresalen mucho, en cambio, palabras como “fosa” (verso 8) y “tachón” (19), inesperadas dentro de su contexto. Los personajes son mencionados genéricamente: el viejo, la vieja, la niña: no hay nombres, la situación y los seres son arquetípicos. Al impresionante énfasis: “pasos sobre la nieve. Nadie pasa”, le sigue la única anáfora del poema, la del adjetivo “desierto”:

 

La vieja mira al campo, cual si oyera
pasos sobre la nieve. Nadie pasa.
Desierta la vecina carretera,
desierto el campo en torno de la casa.

 

          Sobre el final, el único diminutivo del fragmento: “doncellitas”, anuncia la nota tierna del cierre, un tímido rayo de esperanza en el oscuro cuadro. También en ese final aparecen colores vivos (“verdes prados”, “días azules y dorados”), siempre en relación con la niña, como también los únicos matices alegres de la parte central (“verde ribete a su estameña grana”), sobre el imperturbable fondo de blancura y de oscuridad. Las “blancas margaritas” últimas evocan esa misma albura de nieve, pero transformada en nota de alegría. Si atendemos a los verbos de movimiento, encontramos también una correspondencia: al comienzo, el viento corre (v. 4); al final, corre la niña (v. 26); en el medio, tenemos el caer de la nieve (v. 8), el caminar del arriero perdido (v. 14) y los pasos inútilmente esperados (v. 22). Esta lentitud o pasividad acompaña la quietud irremediable de los viejos.

          Como en toda su poesía, Antonio Machado asigna aquí gran importancia a la sonoridad y sobre todo a la aliteración. La repetición de sonidos semejantes adquiere mayor relieve por contraste. La s es una consonante frecuente en castellano, pero en los primeros versos del poema (1-5) casi no aparece ninguna, salvo la de “mesón” y las imperceptibles del plural en “blancos torbellinos”. Por eso impresiona tanto la aliteración de “la nieve silenciosa” (v. 6), reforzada por el brusco heptasílabo, que quiebra el paso ágil de los versos anteriores. Se diría que la s es la “letra fatal” de este poema, según se advierte en la rima que corresponde al verso citado (v. 8): “cayendo está como sobre una fosa”, con inesperada comparación que anuncia la tragedia, y aun más en la emocionante aliteración del v. 22, combinada con figura etimológica y aun reforzada por la implacable puntuación: “pasos sobre la nieve. Nadie pasa”. Otras aliteraciones muy perspicuas son la doble del verso 3: “y la olla al hervir borbollonea”; la de rr en los versos 13-16 (“arriero”, “tierra”, “ruta”, “enterró”, “sierra”, reforzada por la rima) y la de ch en los versos 19-20 (“tachón” y “hacha”). Tampoco es ajena a este recurso la repetición casi obsesiva de “campo”, cuyo sonido parece tener algo de inexorable. Por eso al final se la evita, reemplazándola por la más alegre de “prado” (v. 25).

          Frente a la riqueza de sonoridades y de imágenes (no hay una sola abstracción en el texto, todo es sensorial en él), llama la atención la falta, sin duda deliberada, de metáforas originales, con las únicas excepciones, casi invisibles, de “el cierzo corre… / alborotando en blancos torbellinos / la nieve…” y “se enterró en las nieves”. Solo hay dos comparaciones reales, ambas muy significativas y puestas en lugares estratégicos del poema (versos 8 y 19-20). También es muy llana la sintaxis; apenas se nota algún hipérbaton, muy moderado, en los versos 8 y 13.

          Machado, en los años esenciales y trágicos de su permanencia en Soria, entraba de lleno en el tema de su generación: la mirada a la tierra castellana, de donde habían salido hace siglos el idioma y la grandeza de una España que ahora se veía en la miseria extrema. Se había acabado del todo aquel imperio donde no se ponía el sol. Presenciamos una imagen nítida de la España profunda: una familia pobre, abatida por una pérdida irreparable, rodeada por el campo, donde todo está yerto, blanco, helado y vacío. Solo en el alma de la niña alumbran, tímidamente, los colores de una ilusión que espera también, como el poeta, «otro milagro de la primavera»…”

 

          Y en tercer lugar, un poema de Pasternak, “Eva”, traducido del ruso por el mismo Anadón:

 

EVA

Los árboles se inclinan sobre el río,
Y el mediodía en los acantilados
De la costa arrojó hacia los remansos
Como una red de pescador, las nubes.

Como una inmensa red, el cielo se hunde,
Y en este cielo, como en una trama,
Nada la multitud de los bañantes:
Hombres, mujeres, niños.

Cinco o seis salen por el mimbreral
Hacia la orilla, silenciosamente,
Y retuercen sus mallas
Encima de la arena.

Y son los nudos de la tela como
Culebras que se anillan y revuelven,
Como si la serpiente tentadora
Se agazapara entre las hebras húmedas.

Oh mujer, en tus gestos y en tus ojos
No hay engaño posible para mí.
Eres como una mano en la garganta
Cuando la ahoga la emoción.

Fuiste formada como en un bosquejo,
Como un trazo insinuado de otro ciclo,
Como si de verdad, mientras dormía,
Te hubieras levantado de mi tórax.

Y al instante ya huyeras de mis manos
Y eludieras mi abrazo, mujer, toda
Tú asombro y miedo, angustia
Del corazón del hombre.

 

Еба

Стоят деревья у воды /И полдень с берега крутого / Закинул облака в пруды / Как переметы рыболова. / Как невод, тонет небосвод, / И в это небо точно в сети / Толпа купальщиков плывет, / Мужчины, женщины и дети. // Пять-шесть купальщиц в лозняке / Выходят на берег без шума

И выжимают на песке/ Свои купальные костюмы. // И наполобие ужей / Ползут и вьются кольца пряжи, / Как будто искуситель-змей / Скрывался в мокром трикотаже. // О женщина, твой вид и взгляд / Ничуть меня втупик не ставят. / Ты вся, как горла перехват, / Когда его волненье сдавит. // Ты создана как бы вчерне, / Как строчка из другого цикла, / Как будто не шутя во сне / Из моего ребра возникла // И тотчас вырвалась из рук / И выскользнула из об’ятья / Сама – смятенье и испуг / И сердца мужеского сжатье.

 

          En la revista vienen además poemas de Mario Perone, Celia Caturelli, María del Carmen Marengo, Mariano Shifman y José Duimovich. Una entrevista al poeta inglés Sam Smith (n. 1946), acompañada de algunos de sus poemas. Y una sección de reseñas sobre libros de poesía de los últimos años (La culpa es del sueño, de Mariela Laudecina, La boca de la tormenta, de Eugenia Almedia, Viaje al comienzo de la noche, de Pablo Natale, por poner algunos ejemplos) que hacen que uno quiera inmediatamente leerlos.

 

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REVISTA CAMPOTRAVIESA N° 12 (Editorial Campotraviesa, 2017).

Un nuevo número de la revista que dirigen y editan en la ciudad de La Plata María Lucesole y Jeymer Gamboa. La idea de esta publicación trimestral es proponer algunos ejes temáticos y a partir de ellos organizar la disposición de poemas que, incluyendo la poesía argentina contemporánea, se abran a todas las tradiciones occidentales y orientales: John Burnside, Adam Zagajewski, Adrienne Rich, Antonio Machado, Choi Seung-Ho, Wislawa Szymbroska, Fabio Morábito, etc, etc, etc.

          A ese logrado cruce entre poemas a partir de sus secretas afinidades se suman varias secciones fijas: Historia del poema, Reseñas, Poesía en las redes, etc.

          Por ejemplo, en una sección intitulada “El paseo” se propone este cruce entre la poeta contemporánea cordobesa Elena Anníbali y uno de los poemas más célebres del brasilero Carlos Drummond de Andrade:

EL PASEO  

madre me llevaba de la mano
por el terraplén oscuro

decía:
esa es la bomba de agua
el perro amarillo, ése, no lobo,
ahí las parvas
más allá el pajonal de las cluecas
decía:
nunca, a tu edad,
vi estas cosas

llegábamos hasta la capilla de los garzón
a ver
los altos vitrales del cristo
de la buena muerte
el áspero cuero de las iguanas
la ruta, siempre lejos

la vuelta me daba
el pan de la tarde, cantando
los salmos preferidos
y una tristeza hermosa me cerraba la garganta
o quizá el polvo del camino
o dios, que entonces era
un potro negro
que despertaba el miedo

 

EN MEDIO DEL CAMINO 

En medio del camino había una piedra
había una piedra en medio del camino
había una piedra
en medio del camino había una piedra.

Nunca me voy a olvidar de ese acontecimiento
en la vida de mis retinas tan cansadas.
Nunca me voy a olvidar que en medio del camino
había una piedra
había una piedra en medio del camino
en medio del camino había una piedra.

                                                                         (Trad de Ezequiel Zaidenwerg)

 

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NGORONGORO (Editorial Nudista, 2017) de Leopoldo Castilla.

Un nuevo libro de Leopoldo Castilla, en el que ahonda una poética que venía trabajando en varios de sus libros anteriores (Bambú, Durián, Viento caribe): una poesía directa y sensorial mediante la cual se construye una especie de diario de viaje. En este caso, el libro nos lleva a África.

CANCIÓN DE LAS PESCADORAS

En el mar de Sainte Marie
las pescadoras, en círculo, cantan
para cercar los peces.

Tomadas de la mano,
soldando el viento,
cantan una canción
que se duerme de pie
como duerme el océano
en el miedo de las mujeres.

Ajenas a la crisis del fondo,
deshilvanan
la espuma,
hasta que enloquece
el reloj de la marea
y saltan los peces en el aire
como si cantara el agua.

latidos se llevan,
cientos de latidos
en la red colmada.

La vida cobró su presa.
(Con otra red más dina
la muerte, desnuda,
sonríe en la playa).

 

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UNA PANTERA UN PELÍCANO UN PEZ (Ediciones del Dock, 2017) de Lidia Fernández Budelli.

“…Este perfecto poema perfecto, “Estrellas”, nos dice de los versos de Fernández Budelli más que las líneas de una contratapa o un prólogo entero. La poesía habla por sí misma y no necesita nada más…” (De la contratapa de Diana Bellessi).

 

ESTRELLAS

El farol enciende el fondo del mar e ilumina
metro y medio de cardumen deslumbrado.
Remolinos de cintas plateadas en el balde.
Comemos pescado frito con las manos
sobre la arena oscura y fresca
y eso,
cruel, fatal
es tan alegre como comer estrellas.

 

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ENSAYOS DE VOZ (Buena Vista Editora, 2017) de Carlos Schilling.

Carlos Schilling (Córdoba, 1965) es un poeta extraño, muy original. En todos sus libros (hasta ahora: Mudo, Formas de ver el mar, Confesiones impersonales y este último) un eje central es el de construir para cada poema una voz que no pretende tener una entidad por fuera de sí misma: es una voz que no remite a nada salvo al proceso de construirse a sí misma haciendo que el poema exista. Consecuentemente, Schilling trabaja muy atentamente la dimensión formal: porque la forma actúa de manera imprescindible al sugerir opciones que colaboren con la construcción de esa voz. Por ejemplo el primer poema del libro, escrito en catorce alejandrinos:

[…ES MÍNIMO Y PERFECTO ESTE DOLOR Y CABE…]

Es mínimo y perfecto este dolor y cabe
en un punto ¿no ves? Podría dibujarlo
así: como una estrella lejana entre paréntesis,
sin luz, casi sin luz, tan hundida en la noche
que solo la presión de un dedo bastaría
para fijarla nuevamente en la oscuridad,
pero prefiero ser un señor mucho menos
melancólico y darme a mí mismo las formas
solares de una playa donde no acabe el día:
enterrarme en la arena o quedarme dormido
sobre una colchoneta inflable, con el cuerpo
ultraliviano, leve, levísimo, más leve
que es mosca dorada en la que también cabe
lo mínimo y perfecto de todo este dolor.

 

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HACER PIE (Bajo la luna, 2017) de Silvia Jurovietzky.

Cuarto libro de la autora, después de Un guisante bajo el colchón (2002), Panaderos (2007) y Giribone 850 (2009). Compartimos un poema del libro:

 

UN POCO DE FE

La voz de Viel me acuna,
Dios es tienda, así de sencillo
da crédito al hecho irrefutable
de no tener casa.
No es que afirme el abandono
de las cosas que nos resguardan,
más bien escucho
que debo andar liviana
y me hace llorar su confianza
en un Dios que a mí
no me llama.

Toda mi vida con el armazón
ateo y su lanza equivocada
y ahora me llena la boca
una piedrita colorada
que se hace hostia
en el poema de Viel.

El cuchillo de Temperley raspa
mi alma perdida
y afloja su musgo crespo,
la devuelve, la encamina.

 

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LA CÉLULA DE ORO (Bertleby Editores, 2017) de Sharon Olds. Versión bilingüe. Traducción de Óscar Curieses.

Una voz directa, cruda, fuertemente irónica pero a la vez apasionada es la característica más notable de Sharon Olds (San Francisco, 1942. Ganadora del Premio Pulitzer de Poesía en 2013). La traducción de Óscar Curieses (quien escribe también la iluminadora nota introductoria) logra dar cuenta en castellano de dicha voz. El libro fue publicado por primera vez en Estados Unidos en 1984.

EL RECIÉN NACIDO ABANDONADO

Cuando te encontraron, no respirabas.
Veinte grados bajo cero y estabas desnudo
en una bolsa de plástico. Te sacaron
del cubo de la basura, como si se
cogiera a un bebé de la cuna tras la siesta
y te sacaron de la bolsa de Sloan en que estabas envuelto.
El lo que a ti concierne todo había terminado,
no sentías nada, todo se había detenido
tiempo atrás,
y se inclinaron ante ti y forzaron el
filo-corto de la respiración
en el pecho, una y
otra vez, hasta que empezaste a sentir
el dolor de la vida de nuevo. Te extrajeron
del silencio y de la oscuridad de vuelta
al nacimiento, el jadeo, las luces brillantes,
lograron su milagro: en el segundo
día del nuevo año te hicieron
regresar para convertirte en el niño al que sus padres
abandonaron en el cubo de basura,
y todo el mundo en la sala de urgencias
lloró al ve tu pequeño
cuerpo moverse otra vez. Te vi en las noticias,
los discos de electrocardiograma
refulgentes como medallas en tu cuerpo, tu pelo
grueso y en desorden como cabeza de mala hierba,
tu frente grande y avispada brillaba
con palidez bajo la luz del cámara de televisión, la
boca con un rictus como si estuvieras enfadado, y
algo en el labio superior, una
veladura seca de la nariz,
y pensé que tú eras el bebé más estadounidense de todos,
hijo d nuestra totalidad a través de tus verdaderos
padres estadounidenses, y mediante esos dos médicos jóvenes,
Lee Merklin y Frank Jennings,
que te trajeron de Nuevo al mundo y te dieron sus nombres,
forzándote a reanudar la dura
prueba estadounidense impuesta desde tan crío,
y aunque veo los cristales rotos en tu camino, la
mierda, las estadística –serás un hombre que
envuelva a su hijo en plástico y lo abandone en la basura- veo
también la luz, al igual que tú,
forzada por segunda vez como un hielo gris entre los párpados, estoy
llena de alegría al ver tu carita nueva entre todos nosotros,
Lee Frank Merklin Jennings, estoy
aquí, en pie, en la plegaria muda de Estados Unidos por tu vida.

 

THE ABANDONED NEWBORN

When they found you, you were not breathing. / It was ten degrees below freezing, and you were / wrapped only in plastic. They lifted you / up out of the litter basket, as one / lifts a baby out of the crib after nap / and they unswaddled you from the Sloan’s shopping bag. / As far as you were concerned it was all over, / you were feeling nothing, everything had stopped / some time ago, / and they bent over you and forced the short / knife-blade of breath back / down into your chest, over and / over, until you began to feel / the pain of life again. They took you / from silence and darkness right back / through birth, the gasping, the bright lights, they / achieved their miracle: on the second / day of the new year they brought you / back to being a boy whose parents / left him in a garbage can, / and everyone in the Emergency Room / wept to see your very small body / moving again. I saw you on the news, / the discs of the electrocardiogram / blazing like medals on your body, your hair / thick and ruffed as the head of a weed, your / large intelligent forehead dully / glowing in the hospital TV light, your / mouth pushed out as if you are angry, and / something on your upper lip, a / dried glaze from your nose, / and I thought how you are the most American baby, / child of all of us through your very / American parents, and through the two young medics, / Lee Merklin and Frank Jennings, / who brought you around and gave you their names, / forced you to resume the hard / American task you had laid down so young, / and though I see the broken glass on your path, the / shit, the statistics — you will be a man who / wraps his child in plastic and leaves it in the trash – I / see the light too as you saw it / forced a second time in silver ice between your lids, I am / full of joy to see your new face among us, / Lee Frank Merklin Jennings I am / standing here in dumb American praise for your life.

 

Respecto a Sharon Olds, aprovechamos para recomendar la excelente antología que publicara entre nosotros en 2015 la editorial Gog & Magog. Se llama La materia de este mundo y la traducción es de Inés Garland e Ignacio Di Tullio.

 

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EL POEMA NO ES EL TEMA de Alejandro Rubio & DONDE CAUCHO SE QUEMA de Mauro Lo Coco (Club Hem editores, 2017).

Excelente idea la de Club Hem editores: la de editar en un solo volumen dos libros de poesía. Buena idea en términos inmediatos, materiales, y también en términos artísticos, que invita al cruce entre las dos poéticas aunadas en un solo volumen. Más allá de la singularidad de cada uno de los autores, en este caso la relación es de afinidad, a punto de que en el centro del libro hay un texto firmado por ambos (unas “Bases” que proponen un Estado que garantice comida, salud, vestimenta y alojamiento a todos; aborto público, seguro, libre y gratuito,  y etcétera, etcétera). El prólogo al libro de Rubio es de Gabriel Cortiñas, el del libro de Mauro Lo Coco, de Sebastián Bianchi.

 

CORAZÓN (ALEJANDRO RUBIO)

Este que pide, que pide
un cigarrillo, rechazada su petición,
apenas registrada la negativa, se vuelve
al siguiente y con mismas palabras y tono
repite el pedido, obteniendo la misma,
más seca, negativa, y se vuelve
al siguiente y pide
con las mismas palabras y tono,
obtenida la negativa gira y
vuelve y así
hasta que alguna vez,
alguien, cede,
le da, gracias, un tercio en total
de todas las veces que pidió y no obtuvo
y eso alienta la esperanza,
inflama el pecho, sole
mío, y dispara la siguiente
ronda de pedidos, negativas,
insistencias, resistencias,
un planeta con sus satélites, una cucaracha
subiendo y bajando la pared.

 

XI (MAURO LO COCO)

el mundo da vueltas
nosotros también

emoción
emoción
un concepto al que le dieron
la importancia
de una estrella
un lugar en el medio del pecho
ahí
donde respira la voz
ahí
donde la bala es más eficaz

 

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VIDRIO (Buenos Aires Poetry, 2017) de Juan Rapacioli

Vidrio contiene una serie de poemas que plantean desde el título una serie de estereotipos o arquetipos, que el poeta se encarga de encarnar, volver ambiguos o subrayar. Compartimos un poema.

 

EL TRAIDOR

salí de las vísperas
esperé agachado
el silencio de pólvora
en el aire de la tarde

avisé después
cuando no importaba
que no iba a volver

me fui tres veces
contando baldosas
silbando mentiras

no llamé a tiempo
dejé pasar el tren
perdí el vuelo otra vez

quise probar el agua
fría del deshielo
tragué vidrio molido

caminé sin mirar
las manos manchadas
que presionaban
mis tobillos lastimados

pisé unas cabezas
cráneos de plástico
bocas sin dientes
con sed de atención

marqué direcciones
señalé los nombres
dibujé las caras

cobré por adelantado
dormí sin soñar
desperté a la madrugada

la garganta reseca
el sudor congelado
los dedos temblando
por el ruido en la puerta

tomé precauciones
tomé pastillas
tomé el revólver

lo último que escuché
fue el grito a través
del humo negro

que flotaba
pesado
en la mañana

 

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OTRO VERANO Y ÉSTE (Bernacle, 2017) de Pablo Seguí

“…La de Pablo Seguí es una poesía de la extrañeza –dice Daniel Freidemberg en el prólogo–, y algo muy singular en ella es cómo consigue articular una escritura francamente artificiosa, que no oculta su carácter de artificio, con una apuesta a la comunicatividad, una voluntad de “decir algo”. Es que, aunque ahora esté interesado en decir, no por eso Seguí deja de pensar la poesía como siempre la pensó: un poema es, sin excepción y antes que nada, construcción verbal, objeto estético hecho palabras…”

 

OTRO VERANO Y ÉSTE

Increíble. Si pienso en esa noche
de lluvia en que entreví
la verdad de los cuerpos al mirar
aquella lluvia que,
potente, se volcaba sobre las
carnosas hojas tras
el vidrio, tras la reja repujada,
al cabo de los años
y de una suerte inteligente y ciega
que atrás dejó los nombres
de aquellos seres negros que querían
que negara sin más
la brisa, me doy cuenta de que nada
de lo que ahora tengo
me faltó nunca. Cuánto se engañó
mi corazón con fuentes
retorcidas, perversas; cuánto encuentro
de lo de siempre en vos,
amor, en tu palabra y en tu risa,
e incluso en los desplantes
intempestivos, aguerridos, altos
de tanto orgullo tuyo,
respiración que canta. Reconozco
caricias y destellos
reveladores de la más ociosa
infancia que, latente
aún en nuestros rostros de crecidos
aflora como un fuego,
como sonrientes llamas que se besan,
que, separados, se buscaban desde
la lejanía. O como
lo que jamás podremos olvidar:
el amor a la vida
nacido de una noche de verano,
de la lluvia, lo verde,
y ahora constatar que curioseabas,
de algún modo detrás
de esos cristales, duende, aquellos ojos
que luego te supieron.

 

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BALADAS (Caleta Olivia, 2017) de Hilda Hilst. Traducción de Salvador Biedma.

Hilda Hilst (1930-2004) es una de las poetas brasileras más destacadas del siglo XX. Baladas contiene la traducción (no vienen los poemas en su idioma original) de su segundo y su tercer libro de poesía.

 

[…YO CANTARÉ A LOS HUMILDES…]

Yo cantaré a los humildes
Los de lengua trabada
y ojos ciegos
aquellos a los que el amor hirió
sin derrumbar.
Cantaré el gesto
de los que piden y no logran
la resignación de los santos
la sonrisa velada e inútil
de los hombres que se conforman
Yo cantaré a los humildes
Al hombre sin amigos
Al amante sin esperanza
de retorno
Cantaré el grito
de escucha universal
y de misterio nunca develado
Seré el camino
la boca abierta
los brazos en cruz
la forma
Hacia mí
vendrán los hombres desconocidos

 

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EN LA GRAN EXISTENCIA (añosluz editora, 2017) de Rita González Hesaynes.

“Quien esto escribe supo, desde antes de comenzar el viaje, que no hay manera de llegar a puerto: un libro infinito es un mar infinito, todo alrededor y también hacia abajo y hacia arriba, porque el cielo es otro mar en donde a menudo nos hundimos” escribe la autora al final de su libro, dando una buena muestra de su fe en dejarse arrastrar por el impulso poético para escribir poesía. Rita González Hesaynes (Azul, 1984) había publicado anteriormente ¡Oh mitocondria! (2015, añosluz editora) y La Belle Époque (2017, difusión a/terna, 2017).

  

TERCER PADRE

en todas las familias hay milagros
y secretos funestos
incluso en ocasiones son el mismo
de tres padres nací
de papá, de mamá y del niño muerto
que duerme en la maceta del jardín
profundamente
ese hermano mayor
me acompañó sonriente
al umbral de la vida
como si hubiera ido
a un aeropuerto oscuro
a despedirme
había solo un asiento
en el ferry del mundo
y él dejó que yo
la hermanita
se sentara
y observara las nubes
el vientre fabuloso de mi madre
los perros en el pasto
los tractores
¿quién tuvo que quedarse para que yo naciera?
hace ya tanto tiempo
que no estamos en la misma estación
hace ya tantas vidas
pero aquí nadie más ha de conocerlo
y nadie sabe cómo alzaría la vista
para ver los aviones
ni con qué decisión se abriría paso
en las calles terráqueas
ni con qué exacto método
comería su manzana
hija soy de los vivos y los muertos
y en mí cantan
todos los átomos que soltaron sus manos
de la gran ronda cósmica
para integrar el cuerpo que les habla
no me esperaba el río caudaloso
no me esperaba el trueno
no me esperaba el cura que me ungió
con aguas consagradas
yo misma no esperaba las caricias del aire
la traición de la isoca
el guardapolvo blanco contra el frío
la desnudez al borde de las lámparas
era a él que esperaban
de ese tiesto donde yace enterrado
brotó un tallo
y más tarde las hojas
aletearon al cielo
para sorber la luz
en ese arbusto terco y diminuto
contemplé desde niña la fuerza de mis brazos
dichosos con sus bíceps y epidermis y venas
y lo supe mi hermano
y en el embrión disuelto
en el lago de tierra
donde esa planta hundía sus raíces
vi a mi padre
el tercero
que recorre sonámbulo pasillos de aeropuerto
de un universo trunco para que yo
cantara
entre los vivos

 

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EL FONDO (BARNACLE, 2017) de Susana Cella.

“La memoria está guardada en cada línea, en los versos, e impulsa a la búsqueda en dirección –verso– al sentido, y su contrario, versus. Resguardada en la elipsis, el corte del sentido no es solo la propuesta de cortejar, cotejar, indagar, como se ha insistido en fuentes directas o derivadas, en nemotecnias retentivas, en memoria voluntaria. Lo espontáneo queda fuera de la lectura, la oferta es de trabajo, labor, laboratorio de ensayo sobre el enigma de los vocablos. Sabiendo el dolor y el costo de pensar sin anestesia, es decir, reconocer la puesta en valor de la palabra en su elección ética”, dice, muy acertadamente, la contratapa de Susana Romano Sued sobre estos poemas exigentes. Pero su cuidada complejidad no es un adorno, ni una mera ocasión de lucimiento, sino el deseo de llevar el lenguaje un paso más allá.

UN SÚBITO

Será la intersección de dos series
que, aparentemente inconexas,
nos proporcionan de golpe una
imagen conjunta o algo a lo que,
desconocido, tratamos de darle
una desgarbada interpretación.
Como ese cielo celeste y este
cielo gris. Cierto cielo, cierta
palabra encielada. O radiantes
tormentas silenciosas.


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