Aira sobre Pizarnik

Compartimos algunos fragmentos de Alejandra Pizarnik, el libro que Cesar Aira realizó a partir de unas conferencias dictadas en 1996 sobre quizá la más difundida de las poetas argentinas. En estos fragmentos, a partir del poema “Reloj”, Aira analiza la poética de Pizarnik relacionándola con procedimientos del surrealismo. La imagen del reloj (tan cara a los surrealistas) es retomada en varias oportunidades a lo largo del ensayo, y Aira la resignifica o le adhiere una nueva capa de sentido en cada oportunidad. La primera vez que la utiliza lo hace para decir que Pizarnik hace con el surrealismo lo que alguien podría hacer con el reloj de un pariente muerto: usarlo. En el poema “Reloj”, según Aira, aparecen varios de los procedimientos centrales de la obra de Pizarnik: la brevedad; la miniaturización; la brevedad y la pureza como consecuencias de la obsesión por la calidad; la metáfora autobiográfica y la necesidad de disponer de un “sujeto personaje”; la negación, el presente como tiempo en que se anula el tiempo.

            Dice Aira:

“Como suele suceder con las iniciativas de la crítica, esta mía tiene su origen en el deseo de corregir una injusticia: la que veo en el uso tan habitual de algunas metáforas sentimentales para hablar de A.P. Casi todo lo que se escribe sobre ella está lleno de “pequeña náufraga”, “niña extraviada”, “estatua deshabitada de sí misma”, y cosas por el estilo. Ahí hay una falta de respeto bastante alarmante, o un exceso de confianza, en todo caso, una desvalorización. (…). Reduce a una poeta a una especie de bibelot decorativo en la estantería de la literatura, y clausura el proceso del que sale la poesía, resultado de críticos que pese a las mejores intenciones, parecen empeñados en congelar a la literatura en objetos.  

(…)

  Cuando A.P. empezó a escribir, en los años cincuenta, al Surrealismo todos lo daban por muerto (…) Era natural que una poeta formada como ella en el gusto surrealista instrumentalizara el procedimiento de la escuela muerta, como quien usa el reloj de un pariente difunto. (…) En la joven A.P. hay un objetivo único y explícito: escribir buenos poemas, llegar a ser una buena poeta. (…) Con ese programa A.P. parece ponerse en el polo opuesto del programa surrealista, pero creo que en realidad lo está asumiendo por dentro, reinventando el Surrealismo desde su núcleo-muerte prenatal (…). Así se explica (y no sé cómo podría explicarse sino) el poema “Reloj” de Los trabajos y las noches:

RELOJ

Dama pequeñísima
moradora en el corazón de un pájaro
sale al alba a pronunciar una sílaba
NO

  Ahí está el sujeto personaje, la “dama pequeñísima”, enfrentado a su propia contradicción al no poder funcionar como personaje por negarse, explícitamente, al paso del tiempo o convivencia de tiempos que haría posible el relato. La contradicción se resuelve en negación, lo que determina la brevedad del poema (un “sí” habría abierto las compuertas a la historia de las aventuras de la dama en las frondas del tiempo, tanto más frondosas por acción de la escritura automática). Incidentalmente, este poema sugiere otros temas convergentes: por el matiz de juguetería mágica, la irreductibilidad de la infancia, de la que no se sale; por el aumento exponencial de miniaturización (el pájaro ya es pequeño, su corazón lo es más, y el corazón es la casa de la dama), una compresión o economía siempre en tren de emularse a sí misma: y en la brevedad, asociada a la idea de joya o mecanismo de precisión, el control férreo de la calidad. En cuanto al “alba”, he notado que en la poesía de A.P. es el momento emblemático de la anulación del tiempo, quizá por motivos autobiográficos (el insomnio), quizá por participar del sistema general de inversiones, del que hablaré más adelante.

(…)

  El presente es breve en sí, se le aparece a la imaginación como miniatura y capricho (Bachelard). En la restricción al presente veo una de las sobredeterminaciones de la brevedad de los poemas de A.P., rasgo que no debería darse por sentado.

(…)

  En lo cual yo vería otras dos determinaciones de lo breve: primero, la voluntad de mantener una calidad sin altibajos, resultante de haber hecho de la calidad la única ideología del trabajo; y segundo, al suprimir el desarrollo, el pasaje de todas las explicaciones al plano autobiográfico extratextual.

(…)

  De ahí viene la metáfora autobiográfica que marca toda la poesía de A.P. (…) en su sistema personal, de una subjetividad exacerbada, se hace necesario poner en escena un maniquí de Yo que de continuidad y contenga el caos. (…) Este tipo de metáfora opera como síntesis biográfica o fórmula mnemotécnica. (…) Por cierto que es una solución provisoria, sujeta al agotamiento de una combinatoria de términos en cantidad limitada. ¿Hasta dónde se puede llegar a fuerza de niñas perdidas, pequeñas sonámbulas y viajeras con el vaso vacío? En este juego peligroso es donde A.P. más se acerca al kitsch, y ahí precisamente es donde se la rescata con la mejor de las intenciones.”  


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