Seamus Heaney – Seguidor

Un tema recurrente en la poesía del irlandés Seamus Heaney (1939-2012) es la recuperación del mundo de su infancia, pero secretamente cargado de su futuro destino de poeta. Un buen ejemplo podría ser el poema “Follower”, en el que el vínculo viene por la etimología de la palabra “verso”, que viene del versus latino, y nos lleva a los surcos y el acto de arar. A partir de eso, Heaney funde el tiempo de su padre y el suyo propio, en una especie de homenaje que es también el comienzo de una elegía. 

            Acá recita el poema el mismo Heaney, con sus felices rimas y etcétera, y compartimos en la versión de Alejandro Crotto.

 

SEGUIDOR

Mi padre araba con un arado de tiro,
su espalda se combaba como una vela henchida,
tendida entre las asas del arado y el surco.
Los caballos tiraban si él chasqueaba la lengua.

Un verdadero experto. Preparaba el arnés
y fijaba la hoja de acero reluciente.
Y la tierra se abría y giraba sin romperse.
Al fin del recorrido, con un simple tirón

de la riendas, el grupo, sudado, daba vuelta
para seguir arando. Los ojos de mi padre
entrecerrados y atentos en el suelo
iban trazando el más preciso de los surcos.

Y yo me tropezaba en la estela de sus botas,
y a veces me caía en la tierra lustrosa,
Él me subía a veces arriba de sus hombros
para hacerme jugar mientras seguía arando.

Yo quería ser grande para empezar a arar,
tener un brazo fuerte, entrecerrar mi ojo.
Todo lo que hice siempre fue seguirlo, a su sombra,
a su ancha sombra alrededor de nuestra granja.

Yo era un estorbo, tropezándome, cayéndome,
hablando sin parar. Pero el día de hoy
es mi padre el que una y otra vez trastabilla
detrás de mí, y no está dispuesto a irse.

 

FOLLOWER

My father worked with a horse-plough,
His shoulders globed like a full sail strung
Between the shafts and the furrow.
The horses strained at his clicking tongue. 

An expert. He would set the wing
And fit the bright steel-pointed sock.
The sod rolled over without breaking.
At the headrig, with a single pluck 

Of reins, the sweating team turned round
And back into the land. His eye
Narrowed and angled at the ground,
Mapping the furrow exactly. 

I stumbled in his hobnailed wake,
Fell sometimes on the polished sod;
Sometimes he rode me on his back
Dipping and rising to his plod. 

I wanted to grow up and plough,
To close one eye, stiffen my arm.
All I ever did was follow
In his broad shadow round the farm. 

I was a nuisance, tripping, falling,
Yapping always. But today
It is my father who keeps stumbling
Behind me, and will not go away.


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