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Dentro del poema – “Casabianca” de Elizabeth...

Dentro del poema – “Casabianca” de Elizabeth Bishop

por Alejandro Crotto 


CASABIANCA

Love’s the boy stood on the burning deck
trying to recite “The boy stood on
the burning deck.” Love’s the son
stood stammering elocution
while the poor ship in flames went down.

        Love’s the obstinate boy, the ship,
        even the swimming sailors, who
        would like a schoolroom platform, too,
        or an excuse to stay
        on deck. And love’s the burning boy.

 

Elizabeth Bishop y diez versos que nos hacen experimentar eso de que en poesía tanto da temblar como comprender (Baldomero Fernández Moreno dixit). ¿Qué es ese el título? ¿Y ese chico en la cubierta intentando recitar unos versos sobre un chico en la cubierta? Un poema sobre el amor, sí, eso está claro desde el principio. ¿Un poema sobre lo sagrado, entonces? ¿Sobre Dios que es amor? ¿Un poema sobre el hijo, sobre la palabra, sobre el valor y la obediencia? ¿Sobre cómo llegar desde la palabra a un circuito de amor encendido donde perdiéndonos nos realizamos?

            El encanto del poema, parafraseando a Borges, es anterior a toda averiguación, y no depende de ella, pero es imposible resistir el deseo (y sería necio resistirlo) de averiguar algunos datos. Así, nos informa internet, “Casabianca” es el título (además del de este poema de Elizabeth Bishop, el tercero de North & South, su primer libro, publicado en 1946) de un poema de 1826 escrito por la poeta inglesa Felicia Dorothea Hemans (1793-1835). El primer verso es “The boy stood on the burning deck”, y el poema cuenta –en estrofas de cuatro versos, alternando tetrámetros y trímetros yámbicos, de rima ABAB– un hecho real: en 1798, durante la Batalla del Nilo entre la armada francesa y la armada británica, un barco francés, el Oriente, comandado por el capitán Louis de Casabianca se incendió. El hijo niño/adolescente del capitán, Giocante Casabianca, se mantuvo firme en su puesto hasta que el fuego alcanzó la santabárbara y el barco explotó y se hundió.

            Aquí el poema de Hemans:

 

CASABIANCA

The boy stood on the burning deck,
Whence all but he had fled;
The flame that lit the battle’s wreck,
Shone round him o’er the dead.

Yet beautiful and bright he stood,
As born to rule the storm;
A creature of heroic blood,
A proud, though childlike form.

The flames rolled on – he would not go,
Without his father’s word;
That father, faint in death below,
His voice no longer heard.

He called aloud – ‘Say, father, say
If yet my task is done?’
He knew not that the chieftain lay
Unconscious of his son.

‘Speak, father!’ once again he cried,
‘If I may yet be gone!’
– And but the booming shots replied,
And fast the flames rolled on.

Upon his brow he felt their breath
And in his waving hair;
And look’d from that lone post of death,
In still yet brave despair.

And shouted but once more aloud,
‘My father! must I stay?’
While o’er him fast, through sail and shroud,
The wreathing fires made way.

They wrapped the ship in splendour wild,
They caught the flag on high,
And streamed above the gallant child,
Like banners in the sky.

There came a burst of thunder sound –
The boy – oh! where was he?
Ask of the winds that far around
With fragments strewed the sea!

With mast, and helm, and pennon fair,
That well had borne their part,
But the noblest thing which perished there,
Was that young faithful heart. [1]

 

            Un poema narrativo, lineal. Patético, en el sentido de querer ser trágico y de conmovernos. Bishop retoma la escena y la transforma en una cinta de moebius tan oscura como radiante. El poema se simplifica y “baja” (con esa escena escolar de salón de actos, del “pobre barco que se hundió”, de modo tal que todo el poema podría ser una sencilla escena: la vergüenza de un chico que se olvida de la letra en un acto escolar) pero al mismo tiempo se complejiza, transformándose en una alegoría sobre no sabemos bien qué, pero que tiene que ver con el amor, con la poesía, con el valor, con la adhesión a algo que vale más que cualquier inteligencia.

            Comparto una traducción posible:

           

CASABIANCA

Es amor ese chico de pie en la cubierta en llamas
que intenta recitar: “El chico está de pie
en la cubierta en llamas”. Es amor el hijo
aún de pie, su recitado tartamudo
mientras el pobre barco en llamas se hundía.

Es amor ese chico obstinado, el barco,
hasta los marineros que nadan, que quisieran
también su estrado en el salón de actos,
o una excusa para poder quedarse
en la cubierta. Y es amor ese chico envuelto en llamas.

 

Y acá lo lee Bishop.

 

 

[1] Traducido el significado en prosa:

CASABIANCA

El chico se mantuvo de pie en la cubierta en llamas cuando todos los demás habían huido; la llama que encendió la ruina de la batalla, brillaba a su alrededor sobre los muertos.

Pero hermoso y brillante se mantuvo ahí, una criatura de heroica sangre, un orgullo, a pesar de tener forma de chico.

Las llamas lo rodeaban – pero él no iba a irse sin la venia de su padre; pero su padre estaba muerto, y ya no se escuchaba su voz. Gritó: “Di, padre, di si ya he cumplido mi deber” Pero no sabía que él yacía inconsciente de su hijo.

“Di algo, padre” gritó otra vez, “Di si ya puedo irme”, pero sólo respondieron disparos, y las llamas se acercaban deprisa.

Ya sentía sobre su frente y sus cabellos el aliento de las llamas; y miró desde ese puesto solitario de muerte, en una desesperación aún valiente.

Y una vez más gritó, aun más fuerte, “Padre, ¿debo quedarme?” mientras que sobre él, en las velas y mortajas, las llamas danzantes crecían.

Envolvieron al barco en un furor radiante, y se encendió la bandera en lo más alto del mástil, y ondeó sobre el gallardo muchacho como una señal en el cielo.

Después hubo un sonido como el estallido de un trueno. El chico –Ah! ¿Dónde estaba? Pregúntenle a los vientos que a lo lejos esparcieron fragmentos en el mar.

Con el mástil el timón y el hermoso pendón que se habían llevado su parte, pero la cosa más noble que murió allí fue ese joven corazón fiel.

 


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