Tres poemas de John Ashbery

por Alejandro Crotto

Cuando me encargaron una breve nota sobre la poesía de John Ashbery (1927-2017), lo primero que me vino a la mente fue lo que Lope de Vega dijo sobre Góngora. Si no recuerdo mal: “Yo he de estimar el ingenio de este caballero, tomando de él lo que entendiere con humildad, y admirando lo que no alcanzare a entender.” En mi caso, como en el otro según creo, la de la oscura admiración es la porción más amplia. Pensé luego que podría comenzar la nota exculpándome, diciendo que nunca lo he leído con profundidad, que solo conozco un par de antologías de su poesía y una recopilación de reportajes y conferencias. Pero sería poner como causa lo que evidentemente es la consecuencia: si no me interesé por conocer más su poesía fue porque lo que leí no despertó mi curiosidad… En los reportajes y las conferencias es muy divertido. No encarna la figura del vanguardista profesionalmente exótico, sino la del dandi. Y lo cierto es que su poesía, más allá de que muchas veces simplemente me excluye, es sorprendente y no se parece a nada que yo recuerde en la tradición castellana. Leerlo es entrar a una atmósfera desconocida: no sabemos muy bien quién habla, y muchas veces ni siquiera de qué, pero de pronto esa extrañeza, no sabemos muy bien por qué ni cómo, se ha vuelto poesía.

            Me gustan, sobre todo, los poemas breves en los que encuentro algún elemento para enmarcar mi lectura. Con ese mínimo apoyo, la súbita aparición de versos deslumbrantes (“What was left was like a field. / Shut your eyes, and you can feel it for miles around. // Now open them on a thin vertical path. / It might give us –what?– some flowers soon?”  o “There is light in there and mystery and food”) pone a latir para mí el poema. Estos dos, por ejemplo, que pueden ser leídos como artes poéticas:


           
LO QUE ES POESÍA

            ¿Un pueblo medieval, con frisos
            de boyscouts japoneses? ¿La nieve

            que cayó cuando queríamos que nevara?
            ¿Imágenes hermosas? ¿Intentar evitar

            las ideas, como en este poema? ¿Pero
            regresamos a ellas, como a una esposa, abandonando

            a la amante deseada? Ahora ellos
            van a tener que creerlo

            como nosotros lo creímos. En la escuela
            nos fue peinado todo el pensamiento.

            Lo que quedó es como un potrero.
            Cerrá los ojos, podés sentirlo muchos kilómetros rodeándote.

            Ahora abrí tus ojos en un fino camino vertical.
            ¿Podría darnos –¿qué?– algunas flores pronto?

           
            WHAT IS POETRY

            The medieval town, with frieze
            Of boy scouts from Nagoya? The snow

            That came when we wanted it to snow?
            Beautiful images? Trying to avoid

            Ideas, as in this poem? But we
            Go back to them as to a wife, leaving

            The mistress we desire? Now they
            Will have to believe it

            As we believed it. In school
            All the thought got combed out:

            What was left was like a field.
            Shut your eyes, and you can feel it for miles around.

            Now open them on a thin vertical path.
            It might give us –what?– some flowers soon?

           
            PASEANDO SIMPLEMENTE

            ¿Cuál es tu nombre para mí?
            Ciertamente no hay nombre que te quepa
            en el sentido en que tienen las estrellas nombres
            que de algún modo les van bien. Paseando simplemente,

            un objeto curioso para algunos,
            pero estás demasiado ocupado
            por la mancha en la parte de atrás de tu alma
            como para poder decir algo, y vagás

            sonriéndoles a los otros y a vos mismo.
            Se va volviendo un poco solitario
            y al mismo tiempo te relaja.
            Es contraproducente, pensás mientras volvés a darte cuenta

            de que el camino más largo es el más eficiente,
            el que serpeaba entre las islas, y
            parecías estar viajando siempre en círculos.
            Y ahora que el final se acerca

            los segmentos del viaje se abren como una naranja.
            Y hay luz ahí dentro, y misterio y comida.
            Vení a verlo. Y no por mí, sino por sí mismo.
            Pero si aun estoy ahí, concedé que podamos encontrarnos.

           
            JUST WALKING AROUND
 

            What name do I have for you?
            Certainly there is not name for you
            In the sense that the stars have names
            That somehow fit them. Just walking around,

            An object of curiosity to some,
            But you are too preoccupied
            By the secret smudge in the back of your soul
            To say much and wander around,

            Smiling to yourself and others.
            It gets to be kind of lonely
            But at the same time off-putting.
            Counterproductive, as you realize once again

            That the longest way is the most efficient way,
            The one that looped among islands, and

            You always seemed to be traveling in a circle.
            And now that the end is near

            The segments of the trip swing open like an orange.
            There is light in there and mystery and food.
            Come see it. Come not for me but it.
            But if I am still there, grant that we may see each other. 

           

           Ahora bien, si yo tuviera que elegir un solo poema de Ashbery, elegiría “At North Farm”. Es una reescritura de la breve prosa “Un mensaje imperial”, de Kafka. Un tema caro a la literatura de la primera mitad del siglo xx: la espera infructuosa como metáfora de la situación del hombre ante la muerte de Dios. Pero en el poema de Ashbery aparece algo más, que nos lo acerca: una referencia a la abundancia material. El “súbdito miserable” en el texto de Kafka, Estragón y Vladimir mientras esperan a Godot, son personajes signados por la carencia. En el poema de Ashbery, el drama existencial es el mismo, pero se da en una región en la que, pese a su esterilidad, es la abundancia lo que termina volviéndose ominoso (“birds darken the sky”). La insensata voracidad materialista que el evangelio denuncia (“…demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo…” Lc. 12, 18) ha sido cumplida. Ahora nuestra espera ha sido rebajada a una especie de ritual infantil y ni siquiera estamos seguros de estar esperando que nos llegue un mensaje. Peor: de querer que nos llegue.

            Recordemos la breve obra maestra de Kafka.


            UN MENSAJE IMPERIAL

El Emperador –así dicen– te ha enviado a ti, el solitario, el más miserable de sus súbditos, la sombra que ha huido a la más distante lejanía, microscópica ante el sol imperial; justamente a ti, el Emperador te ha enviado un mensaje desde su lecho de muerte.

            Hizo arrodillar al mensajero junto a su cama y le susurró el mensaje al oído; tan importante le parecía, que se lo hizo repetir. Asintiendo con la cabeza, corroboró la exactitud de la repetición. Y ante la muchedumbre reunida para contemplar su muerte –todas las paredes que interceptaban la vista habían sido derribadas, y sobre la amplia y alta curva de la gran escalinata formaban un círculo los grandes del Imperio–, ante todos, ordenó al mensajero que partiera.

            El mensajero partió en el acto; un hombre robusto e incansable; extendiendo primero un brazo, luego el otro, se abre paso a través de la multitud; cuando encuentra un obstáculo, se señala sobre el pecho el signo del sol; adelanta mucho más fácilmente que ningún otro. Pero la multitud es muy grande; sus alojamientos son infinitos. Si ante él se abriera el campo libre, cómo volaría, qué pronto oirías el glorioso sonido de sus puños contra tu puerta. Pero, en cambio, qué vanos son sus esfuerzos; todavía está abriéndose paso a través de las cámaras del palacio central; no acabará de atravesarlas nunca; y si terminara, no habría adelantado mucho; todavía tendría que esforzarse para descender las escaleras; y si lo consiguiera, no habría adelantado mucho; tendría que cruzar los patios; y después de los patios el segundo palacio circundante; y nuevamente las escaleras y los patios; y nuevamente un palacio; y así durante miles de años; y cuando finalmente atravesara la última puerta –pero esto nunca, nunca podría suceder–, todavía le faltaría cruzar la capital, el centro del mundo, donde su escoria se amontona prodigiosamente. Nadie podría abrirse paso a través de ella, y menos aún con el mensaje de un muerto.

            Pero tú estás sentado a tu ventana, y te lo sueñas mientras cae la tarde.

(Traducción de Francisco Zanutigh Nuñez)

Y aquí el poema de Ashbery:

            EN LA GRANJA NORTE

            Alguien está en algún lugar viajando furiosamente hacia vos,
            a una velocidad extraordinaria, viajando noche y día,
            atravesando vendavales y el calor del desierto, atravesando ríos, desfiladeros.
            ¿Pero sabrá dónde encontrarte?
            ¿Sabrá reconocerte?
            ¿Darte aquello que tiene para vos?

            Acá no crece casi nada,
            y sin embargo están repletos los graneros,
            se amontonan los sacos de harina hasta el techo.
            Y corren con dulzura los arroyos, engordando sus peces;
            oscurecen los pájaros el cielo. ¿Es suficiente
            que pongamos el plato con leche cada noche,
            que pensemos en él alguna vez,
            alguna vez y siempre, con sentimientos encontrados?
           

            AT NORTH FARM

            
Somewhere someone is traveling furiously toward you, 
            At incredible speed, traveling day and night,
            Through blizzards and desert heat, across torrents, through narrow passes.
            But will he know where to find you,
            Recognize you when he sees you,
            Give you the thing he has for you?

            Hardly anything grows here,
            Yet the granaries are bursting with meal,
            The sacks of meal piled to the rafters.
            The streams run with sweetness, fattening fish;
            Birds darken the sky. Is it enough
            That the dish of milk is set out at night,
            That we think of him sometimes,
            Sometimes and always, with mixed feelings?


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